REFLEXIÓN SEMANAL
DE NUESTRO FUNDADOR
¿Quién como Dios? Es la respuesta del arcángel San Miguel a la traición de satanás: el impío, el mentiroso que no aceptó que no hay nada ni nadie como Dios. El diablo quiso dar batalla contra Dios para manifestar su envidia, su locura implacable. Dichoso el hombre y la mujer que no se dejan arrastrar por las mentiras de los masificados de siempre; felices que no se dejan tentar por la malicia y mentiras de los que no siguen la verdad, sino la conveniencia del momento. Si tiene amistad con los de la masa es solamente para ayudarlos a salir de ahí; están siempre dispuestos a dar razón de su fe, de su esperanza y de la misericordia que late en su corazón. No se sienta al lado de los que adoran los espectáculos frívolos de siempre porque ama a Dios. Se complace en las leyes del Señor, en los preceptos de María su Madre. Está siempre contemplando y manifestando las leyes y mandatos del Señor; sea de día, sea de tarde, sea de noche. Sabe que si sigue su ley, la ley de la gracia, tendrá parte con el Señor y no dice temerariamente: “¡Ah! el Señor no lo ve, no se da cuenta de mis pecados, si hay infierno, allí solamente está satanás, nadie más entra ahí. Tiene confianza como un pequeño niño en los brazos de su madre. En todo se parece al árbol plantado junto a la acequia, de donde bebe en sus raíces el agua que da vida a sus ramas, hojas y frutas. Da al tiempo consabido frutas jugosas de rico sabor. Nunca se seca su follaje y todo lo que hace ese hombre y esa mujer sale bien. Si hay terremoto en su lugar, hay más protección; si se salen los ríos, el agua llega hasta un cierto punto; la gente pondera lo bien que le va, la gente llega a decir “¡Qué buena suerte que tiene ese hombre!”, pero no ven que está la mano bondadosa de Dios custodiando cada uno de sus pasos. ¡Qué diferentes son los caminos de los que marginan a Dios de sus vidas, como, los masificados, drogadictos, alcohólicos, sexo maníacos y sinvergüenzas que nunca faltan, que nunca se miden en sus palabras, gestos y acciones. Alabado por siempre sea el Señor, María su Madre y la santa Iglesia a la que se le ha prometido que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Para los que se apartan del Señor es todo muy diferente. Cada día el miedo acecha sus puertas. Siempre está temiendo caer en la trampa. Son como paja que se lleva el viento. No tienen ni un fondo valórico. La hipocresía, las mentiras, se ocultan detrás de sus gestos aparentemente amables. Tal como el demonio terminó siendo echado afuera, a ellos les pasará igual. Por eso, la conclusión es no ser temerarios pensando que da lo mismo si se porta bien o mal. Es loco quien piensa que Dios no escucha sus mentiras. El Señor conoce perfectamente el camino de los malos que van a la perdición sino se arrepienten a tiempo. ¡Aleluya! ¡Cantemos al Señor un himno de todo corazón!, porque lindos son sus proyectos llenos de caridad y misericordia. Por así decirlo, lo sienta como a un niño en sus rodillas, junto a su mejilla nos acaricia y nos da una vida nueva que es maravillosa. La bendita entre todas las mujeres, junto con los santos, supieron vivir de verdad y con alegría su camino de seguimiento de Cristo. Amén. Aleluya. Amén.
El hombre no nace para las cosas divinas por la simple voluntad e instinto humano; | |
no nace por las obras humanas por más valiosas que puedan ser, |