7 de junio 2003- 2016
Aniversario de la 9° Piedra Fundacional
La esclavitud mariana”
“Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue”.
LC 1,34
“María Santísima es nuestra Feliz cadena que nos une a Jesús: dulces cadenas, cadenas que besaré una y otra vez mientras exista, llorando de gratitud por poder quedar en vida y eternidad encadenado a ella. Vamos en un barquito seguro, que no se hunde porque Jesús será siempre su capitán”.
Padre Sergio Mena
Ha sido crucial para la historia de nuestro Oratorio, la 9° Piedra Fundacional, la Esclavitud Mariana, la cual está íntimamente asociada a una perfecta consagración a Jesús por medio de María nuestra Madre, tal como lo indicaba san Luis María Grigñón de Montfort, cuando se preguntaba: ¿Qué serán estos servidores, esclavos e hijos de María? Y él mismo responde: “Serán fuego encendido, ministros del Señor, que prenderán por todas partes el fuego del amor divino”.
Pero dejemos que el mismo Padre Fundador, nos ilumine esta meditación con la transcripción de una de sus prédicas acerca de la Esclavitud Mariana: “Pareciera que estamos muy cerca de una Piedra Fundacional, porque este es un nuevo torrente, un torrente que Dios va a regalar al Oratorio y una fuerza y un talento extraordinario, si nosotros nos hacemos esclavos de María, como lo hizo San Luis María Grigñón de Montfort, va a llegar al Oratorio una profundidad que no entendemos la grandeza de lo que Dios va a hacer con esto, por eso ¿cuándo?, Dios dirá, el símbolo me suena como que van a ser las cadenas, una cadena, porque ahí, en la cadena va indicado: soy esclavo, esclavo, no esclavo de Satanás, como los góticos y punks, que andan con tremendas cadenas, sino que esclavo de María y porque esclavo de María, esclavo de Dios, ¡por supuesto! Toda esclavitud con María siempre es una esclavitud con Dios”.
Y termina esta bella meditación del Padre Sergio, refiriéndose a que la Esclavitud Mariana, será la antesala del Cielo: “el que se haga esclavo, libremente esclavo de María, grande será la recompensa que le espera, se vendió a Ella y perdió su libertad, Ella va a disponer y ¿a dónde lo va a llevar Ella? A la santidad, a volverse otro Cristo, Cristo en mí y yo en Él, transfigurado en otro Cristo, sufriente, luminoso, gozoso, pero también glorioso finalmente”.