Charla 1 – ANÁLISIS DE NUESTRO TIEMPO

  • Un tiempo caótico

¿Qué es lo que conforma y determina el tiempo? Es el hombre, pero también nos llama la atención sobre el hecho de que el hombre es fuertemente conformado, transformado, e incluso deformado por las circunstancias y por la situación de la época. ¿Qué rostro muestra la situación del tiempo actual del hombre de nuestra época?: El mundo y con ello también el mundo interior del hombre está desquiciado…

¿Cuál es el origen de este desequilibrio?

La humanidad ha perdido su centro de gravedad. Fijémonos en la inmensa falta de consistencia interior, el desarraigo y descobijamiento del hombre contemporáneo… Pareciera que la dimensión interior del hombre actual se hubiese reducido. Sus facultades espirituales se encuentran profundamente empobrecidas. El hombre moderno ha llegado a convertirse en el hombre-cine. Está entregado a impresiones externas. Pareciera que sus actos no estuviesen enraizados en el núcleo de su personalidad. Se ha llegado tan lejos, es tan fuerte el desequilibrio, que con razón podemos hablar de un hombre deshumanizado, despersonalizado y masificado.

Análisis del hombre desintegrado

  • Hombre economicista: «mayor producción genera mayor bienestar». El problema de mirar la sociedad solamente como un factor económico sin atender a la persona. La consecuencia de todo esto es un bienestar como la humanidad jamás lo había experimentado. Pero, sin embargo, todo el mundo habla hoy de crisis económica sin precedentes, de un desmoronamiento del capitalismo.
  • Hombre mecanicista. La mayor tragedia, pero también la llave para la comprensión de la historia actual, consiste en que el hombre se ha apegado a la materia con todo el ardor de una fuerza e intimidad religiosa.
  • Marcha en el vacío, producto de la desintegración del intelecto, de la voluntad y del corazón.

¿Cómo responder desde nuestra responsabilidad para forjar una sociedad más justa y humana? En nuestros oídos resuena un hermoso ideal: «Queremos formarnos como personalidades libres, recias y sacerdotales»

Ser cristiano hoy implica un desafío. No sólo porque somos «minoría», sino porque el estilo mismo de vida cristiana no corresponde con el estilo de vida del hombre postmoderno. Las contradicciones entre lo que el hombre es y lo que hace son manifiestas, hasta tal punto que vivimos en una vorágine que no nos deja pensar si lo que estamos haciendo corresponde con el anhelo último de nuestro querer. Y es que la velocidad de las comunicaciones, de la vida diaria, descarta todo lo que no es medido por la eficiencia y la rapidez. Pero tenemos un mundo dentro «siempre viejo y siempre nuevo», que no puede ir más rápido que el mundo, ya que se trata de lo más profundo del hombre que es su interioridad. Y las grandes decisiones se nutren y se fortalecen en el silencio del alma. Es por ello que es tan difícil hoy en día la interioridad. Las exigencias externas no dan tiempo a nuestra vida interior, y poco a poco vamos perdiendo capacidad de adentrarnos en ese lugar tan escondido donde nos habla Dios personalmente.

En este tema queremos hacer un alto en nuestras vidas y meditar en las cosas que verdaderamente importan. Somos conscientes que el mundo necesita una transformación, pero no con meros cambios externos, sino con cambios desde lo profundo, desde dentro, cambios que sean primero nuestros. Lo demás será dado por añadidura. Necesitamos una vuelta al mundo de los valores, al mundo que está tan olvidado por nuestra generación. Ese mundo que es el que en definitiva le da sentido a nuestra existencia. Decía Edith Stein: «El espíritu es sentido y vida. Más plena y realmente, vida llena de sentido».

La juventud es una época de búsqueda de Verdad y de Justicia. La historia misma nos demuestra que cuando la sociedad busca cambios radicales, siempre acudió a la fuerza de la juventud para poder realizar estos cambios. Esto queda demostrado en la historia del mundo. Son personalidades juveniles que cambian el curso de la historia, por ejemplo Santa Juana de Arco, San Francisco, San Alberto Hurtado. El poder que encierra el ser joven hoy por hoy no es tan manifiesto, ya que estamos «adormilados» ante el creciente escepticismo en todos los órdenes: político, religioso, moral, etc. Aún sufrimos las consecuencias del pensamiento iluminista del siglo XVIII, que tenían 2 pilares fundamentales: la idea que el progreso del hombre era ilimitado, «sólo interrumpible por un desequilibrio cósmico» (Kant). La felicidad total del hombre es cuestión de tiempo. Prescindiendo de Dios y de toda idea trascendente, el hombre sin ayuda de nada superior puede alcanzar la perfección. Y la otra idea del racionalismo: la razón es suficiente para poder lograr ese progreso ilimitado. Algunos autores sostienen que la modernidad dejó de creer en sus ideales con Hiroshima y Nagasaki. La idea de progreso infinito y la confianza excesiva en la razón humana, llevaron al hombre a su propia destrucción, creando una bomba con características jamás pensadas ni habidas en la historia de la humanidad.

Es que el hombre, separado de Dios, es como un bruto: Decía el P. Kentenich: «Humanidad sin divinidad, termina en brutalidad». Es por ello que con la «muerte de Dios», necesariamente muere el hombre, ya que Dios es el fundamento y lo que le da sentido a toda la existencia. Allí donde no hay Dios ni un Ser Superior que fundamente la autoridad entre los hombres, se corta el único lazo que da sentido a la existencia. Sin Dios, todos los valores caen más tarde o más temprano. La «fraternidad», tan alabada por la Revolución Francesa (libertad, igualdad y fraternidad), no es más que una convención humana que pierde toda significación, ya que si somos «hermanos» (frater en latín= hermano) es justamente porque tenemos un «Padre» que nos dio la existencia. Tenemos entonces unos «derechos humanos» sin raíz ni tronco, ya que están basados solamente en el hombre, por lo tanto caen bajo su propio peso: nadie tiene ningún derecho a sobresalir del resto, o a tener algún tipo de autoridad, porque somos todos «iguales», y esa igualdad impide a uno tener más autoridad que otro. Por lo tanto, la autoridad se funda en el «consenso». De allí parten todos los sistemas modernos de que la «mayoría» tiene razón. Si queremos fundar la autoridad, debemos someternos entonces a alguien superior al hombre mismo, Porque los «derechos humanos», son más humanos si consideramos al hombre como hijo de Dios, autor, principio y fin de la naturaleza humana.

Ante este tiempo feroz con los valores cristianos, necesitamos gente comprometida con el mensaje de Cristo, que sea capaz de transformar el mundo. Es por ello que SS Juan Pablo II les pidió a los jóvenes:

«A lo largo del siglo que termina, jóvenes como vosotros, eran convocados en reuniones masivas par aprender a odiar, eran enviados para combatir los unos contra los otros. Los diversos mesianismos secularizados que ha intentado sustituir la esperanza cristiana, se han revelado después como verdaderos y propios infiernos. Hoy estáis reunidos aquí para afirmar que en el nuevo siglo no os prestaréis a ser instrumentos de violencia y destrucción; defenderéis la paz, incluso a costa de vuestra vida si fuera necesario. No os conformareis con un mundo en el que otros seres humanos mueren de hambre, son analfabetos, están sin trabajo. Defenderéis la vida en cada momento de su desarrollo terreno; os esforzaréis con todas vuestras energías en hacer que esta tierra sea cada vez más habitable para todos.»

Somos forjadores de historia. En nosotros está el futuro de las generaciones. O por lo menos nosotros somos responsables que los valores sean transmitidos como algo vital, dinámico y profundo. De nuestro estilo de vida y de los valores que nosotras tengamos van a depender nuestras familias, nuestra sociedad y nuestro país. Somos responsables de engendrar vida: no sólo física, sino también espiritual. Que no decaiga nuestro ánimo juvenil ante las injusticias, sino que sean estas misma injusticias las que nos impulsen a cambiar desde dentro.

 

Charla n° 2 – IMAGEN DE LA MUJER

 

Contestar a la pregunta: ¿Cuál es la imagen actual de la mujer? (Duración: 10´)

«La mujer se ha dejado arrastrar por el varón… ella, a su vez, se ha apropiado de esa modalidad masculina extrema… como si fuera su propio ideal».

«Pérdida de identidad sexual»

«Aislamiento. A la mujer se la ha privado de su tendencia natural al amor».

 

  1. ¿Cómo y para qué creó Dios a la mujer? citas del Génesis.

Génesis 1, 26-27.

Génesis 2, 18-23.

«Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.» Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer los creó.«

«Dijo Yahvé Dios» No es bueno que el hombre esté solo. Le daré pues, un ser semejante a él para que lo ayude. (…) Entonces Yahvé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yahvé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne.» 

 

  1. ¿Qué ataca a la esencia de la mujer?
  • Que se la mida con la misma norma que para los hombres. Aristóteles definía a la mujer como “varón trunco”.  
  • Que se la trate como objeto de placer. El hombre ha transmitido el valor sexual, que él considera como supremo, a la mujer. Basta con exponerse unos pocos minutos a los medios de comunicación para comprobarlo.
  • Que ella acepte pasivamente ser rebajada, propiedad, objeto, mercancía, cuerpo seductor. Como en la citada situación F.
  • La venganza hacia el hombre por la situación en la que ella se encuentra. Asociaciones feministas y mujeres que intentan superar con bronca y odio al hombre en las áreas en las que éste se destaca. Ejemplo: situación G.
  1. Complementación

«No es admisible que la mujer aspire a la misma modalidad que el varón. IGUALDAD DE VALOR, SÍ, IGUALDAD DE MODALIDAD, NO. Lo que está en juego es la modalidad y el énfasis con que cada cual exprese los principios masculino y femenino». Quizás varón y mujer pueden realizar las mismas tareas, pero lo hacen de modo distinto.

 

  1. Verdadera esencia de la Mujer

– Ejemplos:

  • La mujer pone el alma en todo momento (sentimiento y carácter). El varón, cuando le pregunta a un amigo cómo está, lo hace quizás por formalismo, como un saludo, o quizás para saber qué noticias tiene el otro.

La mujer, al preguntar «¿Cómo estás?» espera que su amiga le cuente cómo se siente, cómo está después de lo que le pasó el día anterior, cómo está su familia, cómo está la madre que antes estaba enferma, etc.

  • La mujer tiende a entregarse a los demás. (Carácter)

Cuando el varón habla de Economía lo hace en términos de ventajas y desventajas competitivas para el país, para las empresas, etc.

  • La mujer, cuando habla del mismo tema, piensa en las consecuencias que tendrán las medidas económicas en la gente.
  • La mujer tiende a resguardarse a sí misma, a mantener su intimidad y su pureza. Ejemplo: «Lo que ellas quieren» Película en la que la hija de Mel Gibson no quiere tener relaciones con su novio, pero decide tenerlas porque se lo prometió. Después, el papá le explica que los varones son más impulsivos y no se guían por los sentimientos. Que si para ella eso es importante, que espere la situación apropiada. Finalmente, en la fiesta de egresadas le dice al amigo que no va cumplir su promesa. Conclusión: el amigo se va con su ex-novia a un hotel. (La mujer arrastra a los pueblos, hacia arriba o hacia abajo, según sus valores.)

 

Situación A:

Verónica: «Todas mis amigas tienen tremendos trabajos. María es RRPP de Coca-Cola, Eugenia es ejecutiva de cuentas en una Compañía, Laura trabaja muy bien en un Banco e Inés, la abogada, trabaja en IBM. Ninguna trabaja menos de 8 hrs».

Catalina: «Pero tu también trabajas.»

Verónica: «Si, pero con mi tío, haciendo las cuentas del local, y sólo 6 hrs. Al lado de ellas me siento una tonta.»

Situación B:

Luisa (Modelo): «… tenía el ojo pésimo, entonces fui al oculista. Resulta que me atiende un “bombonazo”. Yo sentí que me miraba bastante. Me dijo que lo llamase si tenía algún problema. La cuestión es que lo llamé a su celular a Reñaca y lo fui a visitar. «

Carolina: «y ¿con quién dejaste a Nico?»

Luisa: «Con la vieja».

Carolina: » ¿Y él estaba sólo?»

Luisa: «No, tenía una novia, o algo así, pero se ve que se la olvidó muy rápido.»

Situación C:

Mariana (Parvularia): «Los padres de los niños trabajan mil horas y ya casi no se ocupan de ellos. Cada vez les ponen menos límites, les dan menos cariño y les dedican casi nada de tiempo. La otra vez vino una niña con un chicle pegado al pelo desde el día anterior. Dijo que no la habían bañado porque la niñera había faltado. Otro día, uno de los niños estaba llorando. Después de hablar un rato me dijo que estaba preocupado porque su papá le había contado que su novia tenía un bebé en la guata, pero que no le contase a su mamá porque era un secreto (los papás estaban separados). «

Situación D:

Leticia: «ay, no sabes el trabajo que me está dando reformar la cocina del departamento. Todo lo que me gusta es carísimo».

Cecilia: «Leti, no me fastidies… Si en tu vida cocinaste. Yo no sé como Martín se sigue tragando esa comida que compras a domicilio.»

Leticia: «Bueno, él sabía con quién se casaba.»

Situación E:

María: «¡Hola! Feliz Navidad. ¿Qué vas a hacer hoy?»

Martín: «Nada, porque estoy solo en casa… mamá, papá y Marina se

arrancaron con sus novios, y Joaquín se fue a lo de un amigo.»

María: «Bueno, vente a almorzar a casa, que va a haber comida familiar.

Martín: «Bueno, voy en un rato».

Situación F:

Martina: «¿Pero están de novios o no?

Natalia: «No, nos encontramos en la disco y en las fiestas…».

Martina: «Pero, ¿no te molesta eso? ¿Él le cuenta a su familia que sale contigo?»

Natalia: «No sé, él dice que odia «rendir cuentas», pero como yo lo quiero, prefiero no pensar en eso… a parte, así soy independiente.»

Martina: «Pero él sale sólo contigo, ¿no?»

Natalia: «No sé, de eso no hablamos. Me imagino que sí. Yo salgo sólo con él.»

Situación G:

Santiago: «¿Sabes qué? La otra vez le abrí la puerta a una niña, en el instituto, y me contestó que ella era lo suficientemente capaz como para abrírsela sola. ¿Quién las entiende a ustedes?».

Nuestra actitud

Queremos obtener una extraordinaria conciencia de femineidad y masculinidad. Si no poseemos un respeto instintivo ante nuestro propio valor, tendremos que desarrollarlo en forma reflexiva.

Posibilidad de complementación, según las características de cada sexo: 

 

Varón

Mujer

 

Tipo de inteligencia

 

v- Tiende a analizar, se basa en conceptos.

m- Tiende a integrar, se basa en imágenes y ejemplos.

 

v- Forma de pensar lógica y teórica abstracta.

m- Forma de pensar intuitiva y vital, concreta.

 

v- Tiende a la objetividad.

m- Tiende a la subjetividad.

 

v- Proyecta su pensar a horizontes amplios y lejanos.

m- Piensa en forma más profunda y referida a situaciones presentes.

 

Tipo de voluntad

 

v- Firme.

m- Segura y suave.

 

v- Decisiones reflexionadas y efectivas.

m Decisiones espontáneas no muy efectivas.

 

v- Tendencia a la lucha.

m- Tendencia a la entrega a los demás.

 

v- Tiende a imponer su voluntad.

m- Tiende a dejarse influenciar.

 

Tipo de sentimiento

 

v- Muy influenciado por los instintos.

m-v Muy influenciada por el afecto personal.

 

v- De poca emotividad y expresividad.

m- Vivo, de gran emotividad y expresividad.

 

v- Giran en torno al aprecio y desprecio.

m- Gira en torno a la simpatía y antipatía.

 

Rasgos del carácter

 

v- Tiende a ser más estable, sencillo y objetivo que la mujer.

m- Tiende a tener más capacidad que el varón en el sacrificio, la paciencia y la generosidad.

 

v- Más consecuente, justo, sincero y abierto que la mujer.

m- Suele ser más pura, recatada, más reservada con su mundo interior.

 

v- Suele guardar con más discreción los secretos de otros y controlar más su curiosidad.

m- Tiende a ser más comprensiva y a entregarse más por las personas que el varón.

 

v- Suele ser más agresivo, sensual y egoísta que la mujer.

m- Suele ser más susceptible, complicada e inestable que el varón.

 

v- Puede llegar a un gran empecinamiento y a la intransigencia.

m- Puede llegar a ser muy frívola y superficial.

 

v- Suele caer en la frialdad y la indiferencia frente a los demás.

m- Suele caer en la dependencia esclavizante de las personas o las cosas.

 

Actitudes propias

 

v- Crear, transformar, utilizar, conquistar.

m- Entregarse a sí misma, servir, colaborar, conservar.

 

v- Independencia.

m- Dependencia, docilidad.

 

v- Conducir, influir.

m- Receptividad, acogimiento y enriquecimiento de lo recibido.

Citando a Goethe, que dice que “lo eterno femenino, eleva”, el P.K. agrega: «lo eterno femenino atrae. SI ahora veo a la mujer bajo el dominio de lo diabólico, entonces es evidente: lo eterno femenino atrae, es decir, arrastra hacia abajo. Así como el hombre, la humanidad tampoco será plenamente redimida sino por la mujer, por la Sma. Virgen.»

 

  1. María, modelo de Mujer

«La Sma. Virgen es la encarnación del ideal de mujer. Ella es la Inmaculada, la pura. Es algo singularmente hermoso el ser de una persona pura y noble. Vive una vida sumamente fuerte en el sacrificio. Nosotros notamos cómo el momento que vivimos nos impone innumerables sacrificios. Es algo especial: nunca encontrarán una mujer que pueda estar sana en el cuerpo y en el alma, sin tener mucho sufrimiento. ¡Cuán alegre ha sido la Sma. Virgen en todo su sufrimiento! Pensemos solamente en el Magnificat: «Mi alma canta dichosa al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador». En la Sma. Virgen aparecen simultáneamente la alegría y el sufrimiento. Ella es la gran ayudante en la obra de redención, y por lo tanto, la portadora del sacrificio, la que lo ofrece, y la que reparte los frutos de ese sacrificio. Debemos pensar en María cuando el sufrimiento invada nuestro corazón y tengamos que reconocer que es indispensable pasar por el fuego del sufrimiento para llegar a ser rica y madura.

María también es modelo de femineidad y sencillez. A esto corresponde un estilo de vida delicado, humilde, servicial. (…) Hoy pueden pasar semanas en que el alma está sumergida en una profunda tristeza. La lucha por conquistar el ángel, el hijo de Dios en nosotros, nos deja muchas llagas. Muchas veces podríamos repetir con San Pablo: «No hago lo bueno que quisiera hacer….» Pero el estilo de vida mariano me incita a sentirme pequeña frente a Dios, en estas situaciones. Algo muy fino y delicado rodea el alma de una joven que logra vincularse íntimamente con Dios, que conoce – y reconoce – ante Dios sus debilidades y límites: sus límites de creatura, sus límites por el pecado original, pecados y faltas personales. Y que sabe pronunciar su «mea culpa» ante Dios. Hay algo muy profundo en esta conciencia de culpa tan femenina, y – si lo quieren considerar así – sobre esta necesidad de recibir una penitencia. Hay algo singularmente hermoso en la pequeñez reconocida ante Dios. Dios no puede resistir ante las debilidades conocidas y reconocidas. «Miró la pequeñez de su sierva». También mira mi pequeñez si logro conocerla y reconocerla. La delicadeza, la servicialidad, la humildad, es todo menos complejos de inferioridad. ¡Al contrario! Con esto se vence la falta de valor en sus raíces, porque la pequeñez es el desposorio con la omnipotencia divina. Mi ser sencillo, desamparado, me impulsa a arrojarme en los brazos de Dios eternamente Sabio, Bondadoso y lleno de misericordia».

La vuelta del Martín Fierro, V (Hablando de las indias)

Pa servir a un desgraciao

Pronta la mujer está;

Cuando en su camino va

No hay peligro que la asuste;

Ni hay una a quien no le guste

Una obra de caridá.

No se hallará mujer

A la que esto no le cuadre;

Yo alabo al Eterno Padre,

No porque las hizo bellas,

Sinó porque a todas ellas

Les dio corazón de madre.

Es piadosa y diligente

Y sufrida en los trabajos:

Tal vez su valer rebajo

Aunque la estimo bastante;

Mas los indios inorantes

La tratan al estro

 

Charla 3 – HACIA LA PERSONALIDAD INTEGRADA – PARTE I

 

Contenido

  1. Importancia de la autoeducación
  2. La realidad de nuestro tiempo
  3. Dinámica de la autoeducación
  4. Un camino de descubrimiento
  5. Un llamado a la santidad
  6. El proceso del conocimiento

       b.1. Los sentidos (conocimiento sensitivo)

       b.2. La razón (conocimiento intelectual)

 

  1. Importancia de la autoeducación

Lectura del Evangelio: Las Bodas de Caná: Jn. 2, 1-12

¿Qué necesitamos para poder autoeducarnos como personalidades? ¿Cómo forjamos nuestra personalidad?

El primer paso para empezar a anhelar ser una personalidad y salir así del anonimato y confusión de la masificación que nos propone nuestro tiempo, alcanzando una influencia positiva y profunda en nuestro ambiente es el convencimiento de que soy llamada, amada y necesitada personalmente por Dios.

Soy única e irrepetible. Debo llegar a experimentar aquella frase que Saint Exupery puso en boca del zorro en su conversación con el Principito: “Eres para mí único en el mundo…» y porque significo tanto para Dios, Él me ha llamado.

Este trabajo de autoeducación y autoconocimiento significa en lo más profundo, descubrir la huella del amor de Dios en mí. Yo soy amada y elegida por Él con mi originalidad y Él me ha hecho así para que pueda cumplir mi misión personal. Conocerme significa descubrirme en los planes de Dios con una misión personal. Por lo tanto, el autoconocimiento y la autoeducación, no son un «ejercicio psicológico» o «un deporte espiritual» sino que será mi lucha diaria por alcanzar la santidad, por ir modelando en mí con la ayuda de la gracia, la imagen original de Dios que yo represento.

«Se trata de que deje de ser un número, que aprenda a creer que Dios me quiere sin medida, a mí, personalmente, a mí con toda mi originalidad. Se trata de que esté viva en mí la valoración de mí mismo».

  1. Dinámica de la autoeducación

Quisiéramos iniciar ahora, de la mano del Padre un camino de exploración de nuestro mundo interior, descubrir con él, nuestro complejo y maravilloso mundo interior. Sólo si lo conocemos, sabremos cómo educarlo y cómo aprovechar nuestras mejores fuerzas en la lucha por la santidad.

Este camino de autoeducación posee una «dinámica bipolar» en que, intervienen dos fuerzas:

  • Por un lado, mi esfuerzo personal, mi lucha por el autodominio, por el ennoblecimiento de mis fuerzas interiores.
  • Sobre este esfuerzo, el poder de la gracia, sobre todo la gracia de transformación de nuestra Madre y Reina, irá obrando en nosotras el milagro de la santificación. No hay milagro más grande que un santo.

Podemos graficar este proceso con la conocida escena de las Bodas de Caná. Luego del diálogo entre Jesús y María, ordena el Maestro a los servidores llenar las tinajas de agua. Los servidores, obedientes y magnánimos, llenaron las seis tinajas hasta el borde, se esforzaron notablemente. Jesús entonces transformó esa agua en vino, y bebieron hasta saciarse.

Hermosa imagen del proceso de autoeducación, nuestro esfuerzo de superación es el agua que le ofrecemos a la Madre en el Oratorio, pero es Ella la que en base a ese «agua» y por los méritos de Jesús, obra el milagro de la transformación.

Observemos que los servidores llenan las tinajas hasta el borde de agua y hasta el borde quedaron llenas de vino.

¿Si las hubiesen llenado por la mitad?

(Diálogo en relación a la importancia del esfuerzo personal).

  1. La realidad de nuestro tiempo

Muchos pensadores modernos, podemos poner al Padre Fundador a la cabeza, dicen que lo que conmociona nuestra cultura moderna es, no tanto una revolución social, o productiva, como a principios de siglo, sino una revolución del ser que conmueve el microcosmos, el mundo interior, y no en primer lugar el macrocosmos, el gran mundo exterior. Es en primer lugar el hombre y no el mundo el que está en crisis. Se cuestiona lo que por años y siglos fue irrevocable porque partía de la experiencia interior: los valores (como la pureza, la virginidad, la fidelidad), los roles. Por ejemplo se dice: «¿Para qué sirve hoy ser virgen?», «Yo mismo soy el juez de mis actos», «la fidelidad ya ha pasado de moda», etc. Y este permanente cuestionamiento, rechazo, rebeldía agrega más confusión y desorden que trajo el pecado original a los distintos estratos del ser.

Sabemos que el hombre es un ser complejo que está conformado por diferentes estratos: el material, el espiritual y el divino. El Primero, que compartimos con los minerales, los vegetales y los animales; el segundo con los ángeles; el tercero con el mismo Dios. Estos estratos conforman una unidad de ser que podemos simbolizar con una pirámide. Hoy, muchas veces el aspecto de ella es el de una pirámide trunca porque se la ha privado de la parte superior, o el de una pirámide dada vuelta porque lo que está llamado a ocupar el lugar inferior ocupa el superior, mientras que lo superior, que debería iluminar todo, queda en el último lugar.



El fenómeno ‘del sexo y el placer en todo’, las expresiones: «hago lo que siento» o «hace lo que sientes…», el soborno, la corrupción en todos los órdenes que inundan la vida moderna son la expresión de que muchos hombres viven esclavos de sus pasiones e instintos, de sus ansias de tener y poder; que caminan ‘cabeza para abajo’ sobrevalorando el estrato inferior del ser que lo domina dejando así un margen muy escaso a lo espiritual y lo divino, llamados a orientar y sublimar los movimientos inferiores. 

El gran imperativo para revertir esta situación y mantenernos firmes en el vaivén de los fenómenos de este tiempo es educar nuestra personalidad, autoeducarla, forjarla. Esta tarea consiste fundamentalmente en ordenar y armonizar los estratos del ser, sin rechazar ninguno.

 

La autoeducación es un imperativo del tiempo. No se necesita un conocimiento extraordinario del mundo y de los hombres para darse cuenta de que nuestro tiempo, con todo su progreso y sus múltiples experimentos no consigue liberar al hombre de su vacío interior. Esto se debe a que toda la atención y toda la actividad tiene exclusivamente por objeto el macrocosmos, el gran mundo en torno a nosotros. Y realmente entusiasmados tributamos nuestra admiración al genio humano que ha dominado las poderosas fuerzas de la naturaleza y las ha puesto a su servicio, ha unido las distancias del orbe (…) El instinto de descubrir no cesa de empujar hacia adelante…

Pero a pesar de esto hay un mundo siempre viejo y siempre nuevo, el microcosmos, el mundo en pequeño, nuestro propio mundo interior que permanece desconocido y olvidado. No hay métodos, o al menos no hay métodos nuevos, capaces de verter rayos de luz sobre el alma humana. Todas las esferas del espíritu son cultivadas, todas las capacidades aumentadas, sólo lo más profundo, lo más íntimo y esencial del alma humana es, con demasiada frecuencia, descuidado. Esta es la queja que se lee en los periódicos. Por eso la alarmante pobreza y vacío interior de nuestro tiempo.

Nuestro tiempo se ha hecho esclavo de sus propias conquistas. El dominio que tenemos de los poderes y fuerzas de la naturaleza no ha marchado a la par con el dominio de lo instintivo y animal que hay en el corazón del hombre. Esta tremenda discrepancia, esta inmensa grieta se hace cada vez más grande y profunda… si es que no aplicamos enérgicamente todas las fuerzas para producir muy pronto un cambio, en lugar de dominar nuestras conquistas, nos hacemos sus esclavos. También nos convertimos en esclavos de nuestras propias pasiones (…). Por lo tanto ¡adelante!. Sí, avancemos en el conocimiento y en la conquista de nuestro mundo interior por medio de una metódica autoeducación. Cuanto más progreso exterior, tanto mayor profundización interior…

Tendremos que ejercer una profunda y eficaz influencia en nuestro ambiente y lo haremos, en último término, no por el brillo de nuestra inteligencia, sino por la fuerza, por la riqueza de nuestra personalidad…

Tenemos que aprender a educarnos a nosotros mismos. Debemos autoeducarnos como personalidades…

 

Autoeducación

  1. Bajo la protección de María queremos aprender a educarnos como personalidades libres, recias, apostólicas.

Primera consigna: Autoconocimiento

Explorar el microcosmos.

En el hombre se presentan todos los niveles de la creación, el hombre es un universo en pequeño y muy a menudo, un universo desconocido e inexplorado. Por eso la consigna será:

Hacia la conquista de la armonía, hacia la integración de todos los niveles de nuestra personalidad. Los santos fueron hombres que debieron luchar igual que nosotros.

 

  1. Comencemos analizando el proceso de conocimiento. Pensemos un momento qué es lo que nos permite conocer, ¿Cómo entra el mundo exterior en mi interior?… Pensemos en imágenes…

b.1. Todo conocimiento nos llega a través de los sentidos, ellos son como las ventanas de nuestro ser que nos permiten asimilar el mundo exterior.

Tenemos sentidos exteriores y sentidos interiores.

El proceso de conocimiento se produce de afuera hacia adentro.

El sentido es movido por un estímulo.

Por ejemplo: escucho una hermosa canción, el estímulo es transmitido al cerebro, allí es comunicado a la conciencia, ésta me permite la percepción.

Lo mismo sucede con el tacto: Toco, el cerebro me permite percibir.

Los sentidos exteriores nos permiten ingresar a nuestro interior el mundo interior, nos aportan la información básica para el conocimiento.

Sentidos interiores

Sentido común:

La información sobre un objeto, entra en mi cerebro a través de diferentes vías: los sentidos exteriores. Uno me aporta el color y la forma, otro si suave o áspero, pesado o liviano, etc. Los sentidos exteriores pasan la información a los sentidos interiores, de ellos, el sentido común es el que conforma una única imagen en base a las diversas percepciones. Ejemplo: marrón, pesado, cuatro patas, suave: mesa.

Memoria

Hemos observado que mi cerebro puede conservar las percepciones e imágenes recibidas, conservarlas de tal manera que el alma sea consciente de ellas.

Ejemplo: Se cuenta de un señor que cuando tenía cuatro años vio una imagen. Cuando lo contó a su madre, ella le dijo que eso era algo pecaminoso. Y esto grabó esa imagen en el subconsciente de un modo particular. Muchas veces y aún hoy que es un hombre mayor, esa imagen regresa al consciente. Y le produce luchas en relación a su pureza.

Por consiguiente, la memoria es la capacidad del alma de trasponer imágenes del pasado al plano consciente.

La profundidad con que se graba en la memoria una imagen, depende de la intensidad del estímulo. En el caso citado, la observación de la madre, hizo que esa imagen se grabara en el subconsciente con una profundidad tan grande que esa imagen fue fuente de tentación durante toda su vida.

La profundidad con que se graba una imagen en el subconsciente, depende de la intensidad del estímulo: interés, carga afectiva, etc.

Puntos pedagógicos

Poblar la memoria de imágenes puras. Vigilar prudentemente los sentidos ya que son las puertas y ventanas del alma. Los recuerdos y la fantasía, actúan directamente sobre los instintos y la voluntad, de tal manera que nos producen luchas en nuestra conquista de la armonía.

Fantasía

Ejemplo: En la época de la guerrilla, una adolescente escuchaba por la noche bombas, tiroteos. Comenzó a asociar esta imagen con una película de la segunda guerra mundial que acababa de ver. Esa noche soñó con la guerra, las bombas, los refugios subterráneos, los derrumbes, él era el héroe que salvaba a muchos niños y los llevaba a los refugios, su casa estaba en llamas, finalmente se despertó cuando le tocaba presentarse para ir al frente…

La fantasía desmenuza las imágenes almacenadas en la memoria para luego combinarlas de un modo o de otro.

Así fabrica infinidad de nuevas imágenes, aunque no puede crear imágenes completamente nuevas ya que sólo puede utilizar las que están almacenadas en la memoria. Santa Teresa llamaba a la fantasía: “la loca de la casa”.

La fantasía nos acompaña día y noche, de noche en sueños.

La fantasía es de enorme importancia en la educación de la personalidad, en especial de nuestra afectividad. Por eso debemos:

– objetivarla: (ej.: cuando alguien ha obrado mal conmigo o me ha caído mal algo). La fantasía puede despertar sentimientos muy negativos, puede despertar enturbiar una relación generando falsas sospechas, puede despertar hasta odios quizás basados en argumentos absolutamente falsos. Por eso es de vital importancia no dejar volar la fantasía, hacerla trabajar en base a evidencias, no a sospechas o conjeturas; no hacernos la «novela», saber dominarla con austeridad, podando todo lo que es falso o pernicioso.

– Vigilarla virginalmente: Una virginidad de nuestra fantasía significa, saber cortar elucubraciones negativas, distraerla con otras imágenes, no darles importancia sino tratar de desviar la atención a otro pensamiento que pueda captar mi mente. Poblar mi fantasía de imágenes puras, positivas, veraces; de esta manera mi fantasía será una gran aliada para mi autoeducación y para poseer una inteligencia clara.

La apreciación: Mediante este sentido interior podemos distinguir lo conveniente y lo provechoso de lo que no lo es. Hasta aquí tenemos analizado el plano del «conocimiento sensitivo», es decir, aquel que nos otorgan los sentidos. Es un conocimiento superficial e incompleto, pero base para un conocimiento superior.

b.2. La razón. Elevémonos ahora a un plano superior de conocimiento, el de la razón. Hemos visto que los sentidos nos proporcionan un conocimiento sensitivo, que lleva a mi mente imágenes, características de objetos o personas, etc.; sobre este conocimiento sensitivo, se produce el conocimiento intelectivo, la inteligencia nos permite penetrar la esencia de las cosas, elaborar conceptos. Ya no conozco sólo exteriormente, ahora «comprendo» lo que es un gato, un hombre, conozco su esencia y esa esencia, ese concepto es transmitido mediante la palabra.

Cuanto más perfecto es el conocimiento sensitivo, más perfecto será el conocimiento intelectual. La razón está orientada hacia la verdad. Poseer una inteligencia clara y madura va a exigir:

. Buscar la verdad, leer, formarnos sobre la base del orden objetivo del ser.

. Informarme lo más objetivamente posible sobre la realidad.

. Capacidad de emitir juicios objetivos e independientes. No opinar por otros, no hablar por otros.

. Liberarme de prejuicios, es decir, de juicios a medias, sin suficiente información, que muchas veces nos bloquean en nuestro actuar y nos quitan libertad.

. Decir siempre la verdad, no «poner excusas», no mentir para salir del paso, manejar un vocabulario veraz y afrontar las consecuencias.

En María, observamos su inteligencia clara en el clásico:

. escuchar

. reflexionar

. responder

Un ejercicio maduro de nuestra inteligencia iluminada por la fe, nos va a permitir vivir de la fe práctica en la Divina Providencia, saber percibir y discernir los signos de Dios.

 

 

Charla 4 – HACIA LA PERSONALIDAD INTEGRADA – PARTE II

 

Contenido

  1. Las pasiones

1.a. Pasión concupiscible

1.b. Pasión irascible

  1. La voluntad

2.a. Las motivaciones

2.b. Características de una decisión

  1. Serias 2. Eficaces 3. Alegres y confiadas
  2. El afecto
  3. La vida de la gracia

 

 

 

Lectura del Evangelio: 1 Co. 12, 12-30

Todos formamos el Cuerpo de Cristo, cada una con su talento, su capacidad y su originalidad, todos somos necesarios para completar la Redención realizada por Cristo.

Observamos ahora por un momento el lado izquierdo de nuestro esquema, el de la acción o aspiración. Observamos que las diferentes capacidades de este plano están indicadas con flechas que salen del triángulo.

Esto nos está indicando una realidad contrapuesta al plano del conocimiento. De este esquema podemos deducir lo siguiente:

. El conocimiento se produce de afuera hacia adentro. Y no cambia en absoluto el objeto.

. La acción o el apetito se produce de adentro hacia afuera. Y cambia el objeto, le produce una alteración.

Ej: Mis ojos ven un alfajor. El alfajor ejerce sobre mis ojos un fuerte impulso, la percepción se traduce inmediatamente a la fantasía como una imagen, enseguida recuerdo el exquisito sabor del alfajor, este recuerdo, ejerce en mí una fuerza de atracción, un imán, esta atracción actúa sobre mi corazón en el que se despierta un amor que se hace apasionado, este impulso recorre mis nervios, mis músculos y tomo el alfajor.

La inclinación o apetito hacia un bien es el amor, este tiene diferentes grados: amor primitivo o sensitivo (pasión), amor espiritual (un acto de la voluntad) y amor sobrenatural (caridad).

  1. El amor o tendencia hacia algo despierta la pasión, se llama pasión pues es una fuerza que se padece involuntariamente.

Ej: Tengo una amiga muy querida, se despierta en mi corazón el recuerdo de su persona, este recuerdo despierta en mi corazón una complacencia, me complazco en mi amiga, me agrada todo lo suyo, de aquí surge el deseo de estar con ella y una vez que puedo realizar el encuentro, la alegría. He aquí los tres grados de amor sensitivo, o del apetito o pasión concupiscible.

En el caso de un objeto desagradable se despertará la:

. aversión . huida . dolor

He aquí las seis pasiones que componen la pasión concupiscible.

La pasión concupiscible es una de las modalidades del apetito sensible, éste tiene dos manifestaciones según el objeto al que esté orientado:

La concupiscible

Está orientada a poseer un bien que es agradable para la naturaleza. Y rechaza el que es desagradable para la naturaleza. Esta pasión acuñará una personalidad con determinadas características.

 

Positivas

Negativas

 

Comprensión

susceptibilidad

 

compasión

flojera

 

respeto

dependencia

 

amabilidad

pereza sensualidad

  1. La segunda modalidad está dada por la pasión irascible. Orientada a alcanzar un bien arduo, difícil de alcanzar, por eso está formada por las siguientes pasiones

. esperanza . audacia . ira . desesperación . miedo

La pasión irascible acuñará una personalidad con esta características generales:

 

Positivas

Negativas

 

capacidad de decisión

orgullo

 

emprendimiento

prepotencia

 

metas elevadas

falta de compasión

 

capacidad de conducción

violencia

 

Las pasiones no son ni buenas ni malas, son involuntarias, no están regidas por la inteligencia o la voluntad, son fuerzas ciegas.

Por la importancia que tienen para la formación de nuestra personalidad y porque son fuerzas que pueden ser de gran utilidad, hay que educarlas y ponerlas al servicio de nuestra santificación.

  1. Si subimos un escalón más en nuestro esquema, dentro del plano de la acción o aspiración, nos encontramos con la valiosa capacidad de la voluntad.

El objetivo de la voluntad es la realización del bien y la libertad.

  1. La voluntad está movilizada por motivaciones. Hay motivaciones de diverso tipo: racionales (cuando la inteligencia presenta un bien valioso), disposiciones de ánimo (entusiasmo, pereza), estados afectivos, el temperamento y especialmente el complejo mundo del subconsciente e inconsciente.

El ejercicio práctico de la voluntad es la decisión.

Una vez que algo es apetecido por un bien, la voluntad lo busca, se decide por él y trata de hacerlo suyo.

Esta decisión por un bien y la posterior consecuencia es el ejercicio de la libertad en el hombre. La voluntad es el «poder ejecutivo» en el hombre. La que permite obrar conforme a lo que se ha reconocido como bien.

Es interesante observar que en relación a la voluntad se orientan dos de los términos que nombramos como características de la personalidad que anhelamos llegar a ser: recia y libre.

El tener una personalidad recia, firme, está en íntima relación con las motivaciones de nuestras decisiones.

Pensemos un momento qué tipo de motivaciones son las que predominan para tomar una decisión o realizar un acto;

. las ganas . no lo siento . el qué dirán . creo que me va a hacer bien . lo siento . me encanta . Dios lo quiere . voy a poder ayudar a X

Si el móvil de nuestras decisiones son nuestros estados de ánimo o gustos, jamás podremos ser una personalidad firme y menos libre. Iré al vaivén de mi ánimo y nadie sabrá a qué atenerse conmigo. Integrar armónicamente la voluntad a mi personalidad será tratar de orientarla siempre según lo que me indica la razón, es decir, según el bien, lo que es mejor, el ideal.

Y la motivación superior será realizar la voluntad de Dios. Esa es la personalidad que, en palabras de Jesús, está construida, como la casa, sobre roca, no sobre arena.

  1. Veamos algunas características importantes que deberán tener nuestras decisiones:
  2. Serias: Es decir, basadas en motivos profundos. Pensadas, rezadas; que seamos capaces de dar razón con convicción de nuestras decisiones.
  3. Decisiones eficaces: Es decir, que se llevan a cabo a pesar de las pruebas. Esto incluye definirme con claridad por un bien, con un sí claro o un no claro, y no a medias, con ambivalencias como jugando un poco a blanco y otro poco a negro.

Veamos un ejemplo que cita el P. Carmona:

«Si estamos a dieta podemos responder al ofrecimiento de una torta con un: «No gracias» cordial pero inequívocamente. Pero también podemos jugar con la ambivalencia y caer. Thomas y Any Harris lo cuentan en forma simpática:

Dueño de casa: «¿Quieres un trozo de pastel de chocolate que hice esta mañana?»

Invitado gordo: «Es que estoy a dieta. Sabes, no debería.

D.C.: «Pero es mi cumpleaños, es para celebrarlo. Una no te hará mal»

I.G.: «Bueno, pero pequeña, eh?

D.C.: (corta una tajada enorme) ¿La quieres con un poco de helado?

I.G.: ¡Oh no! Bueno… sí, un poco (empieza a darse por vencido).

D.C. (le sirve el pastel y el helado) I.G. (come sintiéndose culpable… después probablemente pedirá un poquito más).

Aquí no ha habido un acto eficaz de voluntad, no todo deseo, impulso, entusiasmo por algo, es una decisión.

Decidirme por algo debe significar quererlo de verdad y realizarlo consecuentemente, en coherencia con la decisión.

Pensemos por ejemplo en nuestra decisión por nuestros ideales. ¿Es una decisión eficaz? ¿No jugamos a menudo con ambivalencias, con respuestas o actitudes poco claras, poco definidas? no se trata de ser fanáticas, estrechas o escrupulosas, eso nos quita libertad, sino de tratar de ser del todo coherente con mis decisiones.

  1. Decisiones alegres y confiadas: Hoy observamos con gran claridad una tremenda incapacidad de decisión y de compromiso. El hombre light que está gestando en gran medida nuestra cultura posmoderna, es un hombre que le huye al compromiso estable.

Pensemos por ejemplo en cuánto me cuesta dar una respuesta cuando por ejemplo me preguntan si voy al campamento, cuánto me cuesta inscribirme en término, pagar la seña ¿por qué? Esto nos exige un salto de confianza, un nosotras mismas y en el Padre que es el que me dará la fuerza para realizar lo decidido. Lo importante es decidir, y decidir con alegría sabiendo que decidirme por algo me hace más libre, más personalidad. Sentir la alegría de haber decidido es una motivación, en esta decisión hago intervenir también a mi corazón, a mis sentimientos, es una decisión desde adentro, que se complace en la elección aunque sea difícil de realizar o desagradable para la naturaleza; pero estoy ganando un buen superior: la libertad.

  1. En el plano de la voluntad ubicamos el afecto espiritual. El amor espiritual no es otra cosa que una decisión por algo, por alguien, querer su bien, su felicidad, entregarme a él/ella.

Un decidirme por el otro maduramente y poder amarlo en plenitud, necesita primero de un decidirme por mí mismo, de un amarme y aceptarme.

Ubicar el amor espiritual en el plano de la voluntad, me permite comprender mejor la fidelidad. Si yo me he decidido conscientemente por alguien, mi amor no depende exclusivamente del sentimiento, sino de una elección consciente de mi voluntad. «Yo quiero quererte», es un paso más que complementa y profundiza el mero «sentirse atraída» (pasión).

Vemos brevemente algunas características importantes de una afectividad madura.

. Sana autoaceptación

. Capacidad de establecer vínculos estables

. Capacidad de adaptación frente a los imprevistos de la vida

. Una sana confianza en sí mismo

. Dar el salto del yo al tú, buscar el bien y la plenificación del tú

. Capacidad de sufrir y entregarse por el tú

  1. La vida de la gracia

En la cima de nuestro esquema, encontramos la dimensión más importante de nuestro ser: la sobrenatural. Ella nos recuerda nuestro ser de hijos de Dios por la gracia santificante. Una integración real de toda nuestra personalidad, no puede ignorar nuestra dimensión sobrenatural. Por la fe, captamos (limitadamente) el mundo sobrenatural, comprendemos las verdades reveladas, captamos la conducción de Dios en su Providencia. Por la esperanza, tendemos hacia las realidades sobrenaturales y esperamos en ellas. Por la caridad podemos amar sobrenaturalmente, como Dios ama, con un amor universal, compasivo, misericordioso.

La vida de la gracia está íntimamente ligada a nuestra vida de oración y nuestra vida sacramental. ¿Qué lugar le doy a la oración en mi vida?

¿Vivo una profunda vida sacramental?

¿Me uno a Cristo en la Eucaristía? ¿Le regalo mi pequeñez al Padre en la Confesión? ¿Es la voluntad de Dios lo que rige los diversos estratos de mi ser? ¿Me esfuerzo para que sea así? ¿o mi pirámide está invertida o trunca?…

 

 

Charla 5 – TEST DEL TEMPERAMENTO

 

Resultados

  1. Analice cada aspecto separadamente
  2. Marque con una X las cualidades y debilidades que le corresponden
  3. No se compare ni analice con los otros
  4. Sea sincero consigo mismo
  5. Esta hoja es sólo suya

 

TEMPERAMENTO

Cualidades- Debilidades

 

TOTAL

 

A Colérico

B Apasionado

C Melancólico

D Apático

E Sanguíneo

F Nervioso

G Flemático

H Amorfo

 

A

1· Ama la libertad

2· Ama la música y el deporte

3· Superficial en sus juicios, se lleva por las apariencias

4· Poco perseverante, siempre quiere cambiar y necesita nuevos estímulos

5· Ante las ofensas no se irrita fácilmente

6· Agradable

7· Bondadoso

8· Comunicativo

9· No ahonda mucho en sus problemas

10· Sincero

11· Corrige las faltas ajenas con gran tacto

12· No guarda rencor, perdona fácilmente

13· Dócil frente a los superiores

14· Le cuesta reflexionar

15· Falta de solidez en sus principios

16· Falta de objetivos fijos y concretos

17· Cambiante ante ocurrencias y dificultades

18· Se deja llevar

19· Tiende al egoísmo.

H ·

1· Influenciable

2· Optimista

3· Sociable

4· Rehuye del esfuerzo personal

5· Pereza

6· Acepta las obligaciones, se deja llevar

7· Hace lo obligatorio dejando lo difícil para lo último

8· No le gusta lo metódico y ordenado

9· Le gusta la vida de hogar

10· Valentía pasiva y resistente

11· Imperturbable frente al peligro

12· Dotes musicales · Incumplido

13· Impuntual

14· Negligente y descuidado en la limpieza

15· Egocéntrico

16· Influenciable por el ambiente

17· Peligro de que vuele siempre al ras del suelo

18· No es muy servicial por comodidad

D ·

1· Sentimientos abundantes y variables

2· Fina sensibilidad

3· Falta de profundidad

4· Imaginación vivísima

5· Ingenio

6· Talento musical

7· Facilidad de palabras

8· Curiosidad

9· Las injurias lo alteran pasajeramente

  • Indisciplinado y rebelde con quienes cree lo han ofendido
  • Ante las faltas se deprime, se propone corregirlas pero olvida fácilmente su propósito
  • Se sobrevalora, no presta atención a sus defectos
  • Le gusta llamar la atención
  • Inteligencia intuitiva, concreta
  • Poco perseverante
  • Actividad ágil
  • Influenciable por amigos y ambiente
  • Es simpático y ejerce cierta seducción con quienes congenian con él
  • Bondadoso, compasivo
  • Generoso
  • Servicialidad espontánea
  • Cariñoso
  • Diplomático
  • Frente a los superiores que aprecia o quiere es dócil, obediente
  • Sabe consolar
  • Exagerada sensibilidad
  • Muy susceptible
  • Le cuesta realizar algo grande y serio
  • Es de impresiones e ímpetus momentáneos
  • Le cuesta la disciplina metódica, el esfuerzo inconstante
  • Le gustan las emociones y aventuras
  • Esclavo del momento y de lo que los demás dicen o hacen
  • Tenacidad
  • Incapaz de tener disciplina y regularidad por su automatización del medio ambiente
  • No suele chocar con los demás
  • Le agradan las matemáticas
  • Le gustan las actividades uniformes y tranquilas
  • No se preocupa mucho de sí mismo ni de los demás
  • Vive pasivamente
  • Por su reserva simula riqueza interior
  • Le gusta gozar y cuidarse
  • No le atraen el esfuerzo y el sacrificio

B

  • Activo, vital
  • Entusiasta y fogoso en lo que hace
  • Compasivo
  • Muy persuasivo
  • Alegra y optimista, comunicativo
  • Facilidad de palabra
  • Ante el peligro primero se excita y acomete sin medir las consecuencias
  • Le indignan sus faltas
  • Extrovertido, cuenta lo que piensa y siente
  • Sentimientos estables
  • Inteligencia rápida, penetrante e intuitiva
  • Mirada decidida, paso firme, movimientos enérgicos
  • Sabe improvisar
  • Cualidades de orador, facilidad de palabras
  • Sabe dirigir y organizar
  • Apto para el deporte, la política, enseñanza y el periodismo
  • Tiende a grandes empresas, audaz, valiente
  • Le entusiasma lo grande, no le gusta lo mediocre
  • Voluntad decidida
  • Puede realizar su actividad en diversos campos
  • Inconstante, falta de profundidad en lo que hace
  • Aprovecha las lecciones de experiencias pasadas
  • Sentimientos fuertes, estables
  • Inteligencia deductiva, amplia
  • Imaginación fecunda
  • Generalmente excelente memoria
  • Honrado, digno de confianza
  • Fiel a la amistad
  • Responsable ante la palabra dada
  • Organizado, eficaz
  • Ordenado
  • Vigoroso, eficacia en lo que emprende y lo que hace
  • Capacidad de concentración
  • Poco efusivo, no exterioriza mucho, reservado
  • Capacidad de invención
  • Activo, no impulsivo, constante
  • Capaz para grandes empresas
  • Gran iniciativa, fines grandes y a largo plazo
  • No se conforma con lo mediocre
  • Ante el peligro, primero reflexiona y luego se decide rápidamente
  • Se enciende interiormente ante las injurias
  • Le interesan los problemas sociales, morales y religiosos
  • Previsor
  • Agradecido
  • Apto para todo menos para el arte
  • Le cuesta obedecer
  • Susceptible
  • Desconfiado
  • Crítico, muy severo, a veces injusto
  • Impaciente frente a las faltas ajenas, lo enojan, trata de corregirlas
  • Le cuesta perdonar y olvidar
  • Le cuesta reconciliarse, rencoroso y a veces vengativo
  • Juicios inmutables, apegado en forma empecinada a opiniones tomadas, testarudo
  • Excesivamente enérgico y por eso duro y exigente con los otros
  • Al mandar no es muy simpático pero sí exacto, recto y firme
  • Justo

G

  • Falta de vitalidad, lo atribuye a una deficiencia fisiológica
  • Sus compañeros muchas veces le son indiferentes
  • Docilidad aparente por su poca tensión afectiva
  • Su falta de simpatía por los demás pocas veces llega a ser antipatía
  • Intimidad enigmática
  • Prefiere la vida tranquila
  • Prefiero los trabajos teóricos a los prácticos
  • Dócil y conformista
  • Se acomoda al régimen de vida del grupo a que pertenece y asimila sus costumbres

C

  • Poco activo, lento, poca iniciativa
  • Soñador
  • Poco práctico
  • Sensible a los cambios meteorológicos
  • Concepción seria de la vida
  • Amable y dulce exteriormente
  • Perseverante
  • Responsable, cumplidor de su deber
  • Ayuda con gusto si se le pide, no le gusta hacer ostentación
  • Honrado
  • Exteriormente reservado, aparenta ser apático
  • Profundo
  • Afectividad fuerte y rica
  • Sentimientos perseverantes
  • Amigo fiel, tiene pocos
  • Agradecido
  • Tiende a la seriedad y melancolía
  • Inseguro frente a lo que hace
  • Frente a sus faltas se desanima fácilmente y tiende a corregirlas
  • Ante las faltas de los demás se subleva por dentro, no acierta al corregir
  • Ante el peligro se desconcierta y toma una actitud pasiva
  • Indeciso, vuelve siempre sobre sus sentimientos y nociones
  • Tiende a la reflexión y al análisis de sí mismo
  • Sufre mucho con los defectos ajenos, es muy susceptible
  • Se encierra en sí mismo al no poder expresar sus sentimientos
  • Ante las ofensas reacciona poco exteriormente, en su intimidad lo saborea y lo agranda por su imaginación
  • Resentimiento
  • Los males ajenos lo conmueven
  • Subestima sus cualidades
  • Tímido
  • Juzga interiormente a los demás con falta de caridad
  • Sentimientos de inferioridad frente a otros más brillantes
  • Le cuesta perdonar
  • Desconfiado
  • Tendencia a la soledad que lo pueden llevar a ser egoísta
  • Bondadoso, caritativo

F · Sentimientos abundantes

  • Inteligencia intuitiva
  • No tiene pasiones fuertes
  • Activo
  • Poco constante
  • Descubre las necesidades ajenas
  • Exagerado
  • Sociable, atento y cortés
  • Empieza muchas cosas sin acabarlas, o las hace sin llevarlas bien
  • Poco previsor, decisiones arriesgadas, rápidas, no mide las consecuencias
  • Peligro de dispersión
  • Le interesan exclusivamente los resultados inmediatos, vive el instante presente
  • Las faltas ajenas lo preocupan, los reprende y trata de corregirlas
  • Dominante, le gusta ser jefe y no súbdito
  • Orgulloso, se sabe capaz
  • Se tiene mucha confianza, tiende a imponer su voluntad
  • Indulgente para reconocer sus defectos, los defiende como si fueran cualidades
  • Exigente con los demás, critica fácilmente los defectos ajenos
  • Irascible, se enfada por cualquier motivo
  • Para lograr sus fines puede utilizar medios indignos

E

  • Energía activa, pero lento
  • Sentimientos poco intensos pero constantes
  • Tenacidad en la acción
  • Tranquilidad afectiva, poco afectivo
  • Muy paciente
  • De pocas palabras
  • Aparentemente frío en sus afectos
  • Ordenado, metódico
  • Prefiere la soledad a la vida social
  • Fiel a sus amigos
  • Intereses intelectuales
  • Sencillo
  • Rectitud moral, casi inflexible
  • Reflexivo y prudente, todo lo calcula bien
  • Serio y constante en lo que hace
  • Sincero
  • Honrado
  • Ante las ofensas reacciona con algo de humor
  • Ante el peligro se mantiene sereno pero le cuesta resolverse rápido
  • No se angustia ante su falta
  • Tiende a la profundidad, pensar lento
  • Sentido práctico
  • Realista
  • Imaginación escasa
  • Toma bien las dificultades
  • No se preocupa inútilmente
  • Equilibrio entre pensar y actuar, sentir y hacer
  • Moderado, sobrio, no impulsivo
  • Paciente
  • Benevolente
  • Veraz
  • Buen colaborador · Trabajo eficiente, seguro, asiduo
  • A veces puede ser apático, no se interesa ni muestra interés por nada
  • Frío con los demás
  • Calculador y orgulloso por ser autosuficiente
  • Exagerada prudencia
  • Puede ser esclavo de su organización y método
  • Perezoso, le teme al fracaso o a los peligros
  • Se aleja de lo difícil y arduo.

 

LOS TEMPERAMENTOS

Por temperamento entendemos la actitud típica del sentimiento, de la voluntad y de la inteligencia de una persona, la naturaleza e intensidad de estas actitudes y sus manifestaciones. Quiere decir: el modo de pensar, sentir, reaccionar de una persona al ser impresionado por algo, por ejemplo al recibir un elogio, una corrección, una ofensa, simpatía o antipatía, o un peligro inminente.

Antes de investigar si lo positivo y negativo de los temperamentos vale también para nosotros, debemos contestarnos las siguientes preguntas en relación a nosotros mismos. Tal vez sea más fácil suponer que alguien nos ha ofendido.

  1. ¿Reacciono rápido y fuertemente, o es mi reacción más bien lenta y débil?
  2. ¿Siento el impulso de obrar enseguida, o más bien de esperar con tranquilidad? Quiere decir: al recibir una impresión ¿me siento impulsado a obrar enseguida activamente, o prefiero una actitud pasiva?
  3. ¿Esta excitación es de larga o corta duración? ¿Al recordar el suceso revive en mí nuevamente la rabia, la irritación? ¿Siento esas impresiones de rabia durante mucho tiempo, o lo olvido muy pronto, sin que el recuerdo lo haga revivir?

La respuesta a estas tres preguntas nos acerca a los cuatro temperamentos y nos da la llave para descubrir nuestro propio temperamento.

El temperamento colérico

  1. Esencia

Las impresiones exteriores conmueven enseguida y fuertemente el interior del colérico. Se siente impulsado a responder enseguida. Ña impresión que deja el suceso en su alma es duradero.

  1. Actitudes fundamentales

Sentido y entusiasmo por todo lo grande, quiere siempre lo más alto. Respecto a cosas materiales aspira a: una gran fortuna, a un negocio que marcha bien, una casa preciosa… En sentido religioso: aspira a la santidad, a grandes sacrificios, a salvar muchas almas. Una actitud innata: la magnanimidad.

El colérico cuenta en esta aspiración con:

-una inteligencia clara. En cambio tiene una fantasía y la vida afectiva atrofiadas;

-con una voluntad fuerte; no conoce el desánimo ni el desaliento;

-con una gran capacidad de apasionarse;

-con el afán de dominar a otros y de reducirlos a su servicio.

Un obstáculo peligroso en su aspiración a lo grande es la imprudencia. Con rapidez y apasionadamente se acerca a su meta, y le cuesta mucho volver sobre sus pasos y reconocer una equivocación. Quiere pasar con la cabeza «por la pared». Pierde mucho tiempo por sus imprudencias y muchas veces no tiene éxito debido a eso, pero no quiere reconocerlo.

  1. Lo positivo

Si el colérico pone su fuerza al servicio del bien, es capaz de alcanzar mucho que sirve para el honor de Dios, para el bien de los hombres y para su propio provecho.

– No le es muy difícil llegar a la santidad. Con facilidad se puede concentrar en la oración, es paciente y capaz de soportar dolores físicos; dispuesto a sacrificarse en sufirmientos, es magnánimo y generoso para con los necesitados; siente repulsión frente a todo lo bajo y malo; es capaz de soportar humillaciones, si aspira seriamente a la santidad. Falsa compasión no lo conmueve a dejar sus principios o el camino del deber.

– El colérico puede rendir el máximo en su profesión: siente ganas de trabajar, trabaja con esmero y es rápido; lo que una vez comenzó, lo termina con perseverancia y también en dificultades no pierde el ánimo. Se le pueden confiar grandes y difíciles trabajos. Habla poco, pero lo que dice es claro y determinante. Puede callarse cuando alguien le confía algo.

  1. Lo negativo

– Orgullo, altanería. Está convencido de su propia importancia. Es terco y quiere tener siempre la razón. Tiene mucha confianza en si mismo, confía demasiado en sus propios conocimientos y en su propia fuerza. Menosprecio a los demás, es ambicioso y mandón. Humillaciones y ofensas vergonzosas lo hieren profundamente.

– Furor. Puede ofender gravemente con sus palabras. Puede tener ataques furiosos que pueden terminar en odio. Llega a realizar acciones que a él mismo y a otros traen mucho daño.

– Hipocresía y ficción. Su orgullo y su terquedad lo impulsan muchas veces a la hipocresía y a la ficción. El no quiere reconocer que ha sido flojo, que ha faltado. También disimula y usa de la astucia, si no puede realizar sus planes a la fuerza.

– Insensibilidad y dureza de corazón. Es duro al ver los sufrimientos ajenos, insensible y despiadado. Puede romper la felicidad de otros, si no alcanza sus planes por otro camino.

  1. Autoeducación

– El colérico debe orientar sus ansias por todo lo grande según metas auténticas y elegirse un solo pensamiento como idea directriz de toda su vida.

– Debe aprender a pedir cada día a Dios, para que lo ayude, y también a personas dignas de su confianza, para que le presten ayuda en la autoeducación.

– En todo debe dejarse guiar por el propósito: No quiero buscarme a mi mismo, sino me quiero considerar instrumento de Dios y como siervo de los que viven conmigo.

– Debe luchar constantemente contra el orgullo y la rabia. La altanería es la perdición del colérico, la humildad y pequeñez son su salvación.

El temperamento sanguíneo

  1. Esencia

El sanguíneo se deja impresionar pronto y fuertemente. La reacción se produce enseguida, pero la impresión queda poco tiempo en su alma. Por consiguiente no se produce fácilmente una nueva excitación al recordar la impresión recibida.

  1. Actitudes fundamentales

– Superficialidad. No va a la profundidad, no busca abarcar la tonalidad, sino se contenta con la superficie. Su interés se cansa pronto, al recibir nuevas impresiones.

– Inestabilidad en estados de ánimo, en sus opiniones, decisiones, en el trabajo, en sus diversiones. Ama el cambio.

– Tiene sentido para lo exterior. No le agrada la introspección, sino dedica más atención a su exterior. «Ve todo, oye, todo y habla sobre todo». Facilidad de palabra, vivacidad y temas sin fin son su característica. La actividad viva de sus sentidos le permite una apreciación de lo pequeño.

– Toma la vida del lado fácil. Es optimista, no se amarga por mucho tiempo después de un fracaso. Su alegría de vivir lo impulsa muchas veces a hacer bromas a los demás, a burlarse de ellos, a «tomarles el pelo».

– Le faltan pasiones que calan hondo. Todo en él es «fuego de paja».

  1. Lo positivo

– Todos quieren al sanguíneo. Enseguida traba amistades con otros. Es amable y alegre, agradable en la conversación, dispuesto y servicial. Es compasivo. Puede llamar la atención sobre faltas, sin herir y sin ser chocante. Tiene el don de comunicar noticias desagradables. No guarda rencor, es dócil y dispuesto. La obediencia no le cuesta mucho. Es comunicativo.

– Es inconstante en lo malo y en lo bueno. Es fácil convencer a un sanguíneo a una acción mala, pero es también fácil convertirlo después.

– No se amarga la existencia por mucho tiempo, si le ha pasado algo desagradable.

  1. Lo negativo

– Vanidad y autosuficiencia. Le gusta mirarse en el espejo. Es feliz si alguien lo alaba, está dispuesto a recibir adulaciones. De esta manera es fácil conducirlo a la realización de tonterías y hasta de pecados.

– Tiene inclinaciones a flirteos, a la envidia y celos. Le cuesta ser objetivo y justo. Tiene la inclinación de adular a aquellos que le son simpáticos.

– Siente el gozo de vivir y quiere divertirse. No le gusta estar solo. Quiere gozar de la vida. Puede ser desenfrenado, excesivamente alegre y despreocupado.

– Teme actitudes y virtudes que exigen esfuerzos, por ejemplo: no querer ver todo, no querer escuchar todo, dominar la lengua, renunciar a comidas ricas.

– Los fallos y juicios del sanguíneo son muchas veces falsos, porque nunca investiga bien un asunto, o juzga subjetivamente.

– Fácilmente fracasa lo que él comienza, porque le parece que el éxito debe llegarle sin esfuerzo. No tiene en cuenta las dificultades, no tiene constancia y pierde pronto el interés en un asunto.

  1. Autoeducación

– El sanguíneo tiene que aprender a pensar y reflexionar mucho. La superficialidad es su desgracia, su salvación en cambio consiste en dar un sentido más profundo a su vida.

– Practicar diariamente el autodominio de los sentidos: dominio de los ojos, de los oídos, de la lengua…

– Dejarse guiar por personas maduras y pedirles consejo. Un muro protector puede ser el horario espiritual.

– La sequedad en la oración es una prueba saludable, porque de esta manera se purifican sus sentimientos.

– Acentuar y practicar lo positivo del carácter: amor al prójimo, la sinceridad, la alegría. Luchar contra las faltas: contra la vanidad, la autosuficiencia, la superficialidad, la envidia, la inconstancia.

El temperamento melancólico

  1. Esencia

El melancólico responde débilmente a las impresiones. Su reacción es también débil, a veces ni se da. Pero esta impresión débil queda durante mucho tiempo en el alma, e impresiones posteriores que van en la misma línea, lo acrecientan siempre más, hasta que llega a producir en el alma una excitación tan fuerte, que muy difícilmente puede ser vencida.

  1. Actitudes fundamentales

– Inclinación a la reflexión. Su pensar es lento y torpe, profundo y de gran alcance.

– Vida afectiva muy rica, sentimientos tiernos. Lo que piensa, lo siente al mismo tiempo en su corazón, muchas veces acompañado por anhelos misteriosos.

– Le encanta vivir retirado. Ama el silencio y la soledad, se cierra frente al mundo, no usa bien sus sentidos, le gusta soñar y envolverse en sus propios pensamientos.

– Sentido serio de la vida e inclinación a la tristeza. Ve todas las cosas desde el punto de vista serio. Se siente extraño en la tierra y tiene nostalgia por lo eterno. – Inclinación a la tranquilidad. Es lento, tarda, y no obra nunca atropelladamente. Tiene una inclinación a la tranquilidad, al ocio, a la pereza.

– Es cerrado. Quisiera comunicarse muchas veces, pero le cuesta mucho y es torpe para hacerlo.

– Es indeciso. Retarda las decisiones, no termina nunca. Es el «hombre de las oportunidades malogradas».

– Peca de desánimo, de temor y desaliento.

– Es lento en el pensar, en el hablar y en el trabajo. Trabaja con esmero y trabaja bien, pero solamente si nadie lo apura.

– Es orgulloso. Teme ser puesto en evidencia y ser humillado.

– Los melancólicos son muchas veces mal vistos, no se ven sus actitudes positivas. El melancólico lo siente y se vuelve aún más serio y solitario. Tiene pocos amigos, porque solamente pocos lo comprenden, y porque él regala muy poco su confianza. 3. Lo positivo – Inclinación natural a lo religioso, a una profunda vida de oración.

– En el trato con Dios encuentra una profunda tranquilidad, también en sufrimientos, si tiene confianza y amor a la cruz.

– Es para los demás una guía hacia Dios y un prudente consejero. Tiene compasión con las necesidades de los demás y desea ayudarles. Hace sacrificios por ellos y puede luchar con constancia y entusiasmo por sus ideales.

  1. Lo negativo

– El pecado lo hunde en sufrimientos interiores inmensos.

– Melancólicos que no tienen confianza en Dios y amor a la cruz, son arrojados por los sufrimientos al desánimo, a la inactividad y pueden llegar a la desesperación

. – Melancólicos que no hacen nada para luchar contra sus malos estados de ánimo, pecan muchas veces contra el amor al prójimo y son considerados como molestos por los demás.

  1. Autoeducación

– Debe luchar por una gran confianza en Dios y un gran amor a la cruz. Es importante que acepte su cruz con alegría

– Cuando está deprimido debe decirse: no es tanto como te lo imaginas. Ves la cosa demasiado negra.

– Luchar desde el principio contra la antipatía, la desconfianza, el desánimo, la depresión, para que estas impresiones no se arraiguen demasiado profundamente en el alma.

– Trabajar y ocuparse siempre, para que no quede tiempo para pensamientos tristes.

– Cultivar las buenas disposiciones: la inclinación a la vida interior, la compasión con los demás… Luchar contra lo negativo.

– No ocuparse demasiado en pensamientos con las faltas de los demás. No esperar que todo se realice según el propio gusto y según la propia voluntad.

El temperamento flemático

Parece que este temperamento aparece menos que los demás. Como complementación los rasgos más importantes.

  1. Esencia

Las impresiones excitan muy débilmente su interior, o ni llegan a excitarlo. La reacción es débil o falta completamente. Las impresiones se borran pronto.

  1. Actitudes fundamentales

– poco interés para todo lo que pasa fuera de él.

– Poco interés para la acción y el trabajo, en cambio gran inclinación a la quietud.

– Todo en él se desarrolla y va muy lento.

  1. Lo positivo

– En el trabajo es lento, pero constante.

– No se excita fácilmente por nada, ni si lo ofenden, ni si tiene fracasos y sufrimientos. Queda tranquilo, tiene presencia de ánimo y un juicio objetivo y práctico

  1. Lo negativo

– Obedece demasiado a su inclinación a la quietud, al comer y beber. Es perezoso y no cumple sus obligaciones.

– No tiene fuerzas de acción y no se pone ningún ideal alto, tampoco en lo religioso. Nadie tiene un temperamento solo. En cambio encontramos temperamentos principales, cuyas actitudes pueden ser suavizados y acentuados por la influencia de otro temperamento. La mezcla suaviza lo negativo del temperamento principal.

  1. El temperamento colérico-sanguíneo

Se impresiona rápidamente y reacciona también muy pronto. Pero la impresión no perdura tanto tiempo en el colérico «puro». El orgullo del colérico está mezclado con la vanidad, el enojo y la terquedad no son tan fuertes, los sentimientos son más accesibles que en el colérico puro. Es una mezcla muy feliz.

  1. El temperamento sanguíneo-colérico

Se parece al anterior, solamente que se acentúan aquí las características sanguíneas, y las del colérico son más débiles. La excitación y la reacción son fuertes y se producen enseguida, y la impresión no desaparece tan pronto como en el sanguíneo puro, aunque no va tan profundo como en el colérico puro. La superficialidad, exterioridad y charlatanería del sanguíneo es suavizado por la seriedad y firmeza del temperamento colérico.

  1. El temperamento colérico-melancólico y melancólico-colérico

Aquí se mezclan dos temperamentos serios y apasionados: el orgullo, la terquedad y el enojo del colérico con el carácter cerrado, malhumorado y grosero del melancólico. Una persona con este temperamento necesita mucho autodominio, para alcanzar la paz interior, y para que nos ea una carga para las personas con que vive o trabaja.

  1. El temperamento melancólico-sanguíneo

La recepción de las impresiones es débil, la reacción también, y la impresión no perdura tanto como en el melancólico puro. Las características sanguíneas dan al temperamento melancólico algo más movible y adaptable, una cierta amabilidad y alegría. Los melancólicos complementados por lo sanguíneo son aquellas personas bonachonas que desgraciadamente se emocionan también en aquellas ocasiones en que se necesitaría fuerza y energía. Los sanguíneos con algo del melancólico son casi iguales, pero en ellos se nota más la superficialidad del sanguíneo.

  1. El temperamento melancólico-flemático

Personas con este temperamento se arreglan más fácilmente en la vida comunitaria que los melancólicos puros. Lo oscuro, la incomunicación y el malhumor han desaparecido y es reemplazado por la tranquilidad e inestabilidad del flemático. Tales personas no chocan fácilmente, pueden soportar ofensas y son trabajadores tranquilos y contentos.

 

 

Charla 6 – MODELO PERSONAL

 

  1. Lectura del Evangelio
  2. Dinámica: ¿Qué es un ideal?
  3. Charla con textos

Cuando hablamos de ideales, personalidad, autoeducación, etc., hacemos referencia al anhelo de la persona por superarse a sí mismo. Esta superación parte del supuesto que el hombre es un ser dotado de capacidades potencialmente infinitas pero con algo en su naturaleza que lo impulsa a «hacer lo que no quiere y evitar lo que quiere».

Chesterton decía: «Todo yo soy un inmenso afán de infinito». Queriendo mostrar con esto que el hombre desde lo más hondo de su naturaleza aspira a la perfección, aspira a lo más alto que puede. Esos anhelos a lo largo de la historia se han visto llenados por las más diversas ideologías. Fue San Agustín el que mejor describe esta situación del hombre: «Me creaste, Señor, para Ti, y mi corazón está inquieto hasta que descanse en Tí». Esa búsqueda propia de todo hombre, encuentra eco sólo en Dios, fuente y origen de nuestro mismo ser.

Es por ello que cuando en nuestra época tratamos de llenar los vacíos existenciales que tan tremendamente golpean a nuestra sociedad, vamos a buscar la felicidad en todas partes menos en el lugar que corresponde. Perdemos tiempo buscando el sentido de la vida en lugares alternativos, buscamos a Dios sin saber lo que buscamos, y no nos damos cuenta que «Dios está más dentro mío que yo mismo» (San Agustín). Y los anhelos que son infinitos se quedan en el vacío girando en torno a sí mismos y no les podemos dar cause. ¿Cómo hacemos entonces para que nuestro núcleo más personal llegue a su pleno desarrollo? ¿Qué hacemos con «nuestras ansias de infinito? Y aquí comienza entonces la búsqueda de nuestra propia personalidad. Búsqueda larga y muchas veces difícil. Es que el ritmo actual impide muchas veces que hagamos silencio en nuestro interior para poder adentrarnos en nuestro yo más profundo. A Dios lo encontramos en el silencio del alma, en la contemplación del propio yo. Y poder encontrar un tiempo para ese lento trabajo hoy en día es más que difícil. Por eso es que vamos a tratar de ir adentrarnos en ese mundo «siempre viejo y siempre nuevo» de nuestro ser, y poco a poco ir descubriendo las motivaciones más profundas de nuestro yo. Esta búsqueda por ir descubriendo nuestro núcleo personal, no es otra cosa que lo que el padre Kentenich llamó «Ideal Personal» y el padre Sergio lo llamó “Modelo Personal”.

El Ideal o Modelo Personal responde a necesidades muy marcadas de unidad y armonía, de desarrollo sano y orgánico y de preservación de la propia personalidad… La juventud necesita el MP, porque concentra y cohesiona sus energías interiores… Se trata de encontrar el núcleo de la personalidad. Si no damos con el punto de contacto con que vibra la persona aunque sean las almas del purgatorio o el ángel de la guardia, ¿de qué sirve hablar de Dios Uno y Trino?»

El MP es esa fuerza motivadora que nos impulsa a actuar de acuerdo a nuestra propia esencia. Dios nos ha pensado desde toda la eternidad con determinadas características que son sólo mías, con potencialidades para que las vayamos desarrollando a lo largo de nuestra vida.

Todos en mayor o menor medida buscamos ser auténticas con nuestro modo de ser más íntimo, buscando siempre la coherencia con un estilo de vida que refleje lo más profundo que llevamos dentro de nosotros. El fin de nuestra existencia es el fin al que nosotros aspiramos desde nuestra personalidad. Es por ello que descubrir el núcleo, la base sobre la que construimos nuestro ser es de fundamental importancia para poder ser reflejo de lo que llevamos dentro del alma y así ir desarrollando nuestra esencia.

Nuestra época necesita desesperadamente personalidades autónomas y libres, personalidades que puedan decidir y pensar por sí mismas sin recurrir al «consenso» para tener la misma opinión de la mayoría. Encontrar el MP es encontrar aquello por lo cual cada uno es lo que es, porque Dios así nos pensó y así nos amó «desde toda la eternidad».

El testimonio sólo se irradia desde lo más profundo de sí mismo. En tiempos en que tanto abunda el ´hombre-masa´ (que sólo sabe copiar lo que los otros hacen) la autenticidad del testimonio exige ser especialmente transparente. En el MP, cada uno puede precisar, con la mayor claridad posible su identidad interior (a la luz del camino concreto histórico por el cual la Providencia nos quiere conducir). De modo que, así, tenemos claro cuál es el testimonio fundamental que Dios espera de nosotros, y con el cual debemos sellar el estilo de todo lo que hacemos: en el ámbito laboral, eclesial, social, etc. Tal es el sentido de los ´lemas´ que los obispos y los Papas escogen como propios: expresan la forma concreta de reflejar a Cristo Pastor que, según les ha parecido, Dios espera de ellos. El Ideal Personal debe ser una realidad que una vez descubierto, llegue a ser el impulso y la actitud espontánea de mi yo más profundo. Es a lo que tiende mi ser desde lo más hondo, consciente e inconscientemente. Y todo lo que yo haga, lo voy a hacer teniendo en cuenta los impulsos y las tendencias fundamentales de mi yo.

La meta del MP la conquista cada vez más perfecta de la libertad de los hijos de Dios: vale decir, la conquista ardua de tomar decisiones responsables para amar, y amar para ser libre.

Medios concretos para descubrir el núcleo personal:

«Pregúntense por su ocupación predilecta. ¿Por qué? Porque refleja el elemento subconsciente de la personalidad… ¿Tienen algún lema que repentinamente surge en la mente, una palabra que inflama? Miles pueden haberla escuchado, pero sólo enciende a aquél que perciba en ella una respuesta a su actitud fundamental. Pregúntense por su oración predilecta… Si brota de las profundidades del alma, compromete la persona entera… Si ya no tenemos una oración predilecta, nos hemos convertido en un hombre masa religioso… ¿Tienen alguna devoción predilecta, aunque parezca totalmente periférica, sobre todo, a los ojos del crítico contemporáneo? Ciertos santos tenían como MP la devoción a las almas del purgatorio. Uds. dirán: ¡por el amor de Dios!, ¿Acaso la meta del MP no es el Dios Uno y Trino?»

El MP es, pues, esa fuerza plasmadora y motivadora que nos impulsa a actuar de acuerdo a la coherencia interna de nuestro yo. Por eso descubrirlo es encontrar cómo podemos canalizar nuestro propio «anhelo de infinito» del que hablaba Chesterton.

 

BUSCANDO EL MODELO PERSONAL

 

       Naturalmente que la primera pregunta que nos salta es ¿Qué es un modelo personal? Y responderemos que un modelo es siempre un plan excelente. Así el modelo de un avión supersónico, es el plan excelente que se puede realizar sobre ese tipo de avión.  Además, es el plan original y central, del cual todos  los aviones supersónicos van a derivar. Es el plan original y central creado por los ingenieros y técnicos; que hicieron lo mejor que pudieron para obtener ese plan excelente.

       Haciendo un poco de filosofía, diremos que el modelo personal de cada hombre es el modelo o planificación, original y central que existe desde siempre en el conocimiento de Dios, y que se va insinuando progresivamente como un convite divino; el más excelente, el mejor que se puede pensar de cada persona. Esto se va insinuando a cada persona en el transcurso de la vida, en forma paulatina, por la transoperancia divina en ella. Esto implica la total y perfectísima realización de la persona, ser totalmente auténtica.

       Si Dios es el creador de ese plan respecto a cada uno de nosotros, indudablemente, es el mejor, el más excelente que se puede pensar.

       La tarea del hombre es ir progresivamente descubriendo ese plan convite de Dios. Pero puede el hombre no aceptar ese plan, y buscar otros caminos de autorealización. Pero por no ser ajustados al plan original, llevan elementos de desautentificación.

       Desde el punto de vista antropológico, el modelo personal es el plan más auténtico que puede concebirse para cada persona. Seguirlo, encarnándolo en la realidad, equivale a la plena realización del hombre, equivaler al hombre auténtico.

       Desde el punto de vista odológico (el método a medida de cada persona), el modelo personal, se obtiene como la Gran Idea o Ideal, como la Gran Tarea personal y como el Gran Compromiso  o Gran Amor). Simplemente se le formula en una frase que contiene el imperativo de lo que yo, personalmente yo, debo llegar a ser, para ser auténtico.

       Así odológicamente, el modelo personal se formula en una frase, que contiene lo que uno cree que es en esencia el plan de Dios para él mismo.

       ¿Cómo actúa el modelo personal, desde el punto de vista sociológico?

       Si me dan una jarra para ir a buscar agua, y yo todo el tiempo me repito que se me va a caer, la fuerza sugestiva de esta idea, lleva a que seguramente se me caiga. Si como Richard Speck, me hago un tatuaje: «Nacido para crear problemas», esta idea o modelo, que implica se va a ir haciendo realidad paulatinamente, tal como ocurrió en la vida del asesino de las enfermeras de Chicago.

       Esto es justamente el antimodelo personal. Cada uno de nosotros debe llegar a tener el modelo de su vida, en una frase que simbolice, lo que uno cree haber descubierto que es el plan de amor que Dios tiene sobre uno. La repetición constante de este plan, que se va confrontando constantemente con la vida práctica, en cada una de las alternativas, va a ir logrando formar al santo auténtico. Significará realizar aquello que Dios quiere en primer lugar de mi vida. Cumplir su voluntad amorosa: «Hágase Señor tu voluntad…» Y esa actitud implica la santidad.

       Para poder llegar a conocer cada uno su modelo personal, hay que hacer una abundante reología. Es decir, estudiarse en el dinamismo de su vida propia. Al modo como se estudia una fuente, en su incesante manar de aguas, así hay que estudiarse a sí mismo, para ver donde han ido quedando las huellas del convite de Dios en mi vida. La reología contiene las siguientes ramas: andreología (estudio del hombre), laología (estudio del pueblo y sociedad en que vive el hombre), keralogía (estudio de las fuerzas que producen el desarrollo), stoología (estudio de las puertas por las que sale el desarrollo), discología (estudio de las dificultades u obstáculos que encuentra el desarrollo), metamorfoseología (estudio de las etapas de la metamorfosis, que conforman el desarrollo),   vainología (estudio de las vainas o estructuras que fue determinando el desarrollo de la vida), futurología o prognosis (estudio de los probables futuros momentos de la metamorfosis futura).

 

¿COMO CONOCER MI MODELO PERSONAL?

 

       Dios podría enviarme un ángel a decirme. Pero Dios quiere dejarme mucho más libre y permitirme que yo vaya descubriendo en mí mismo, en mi propia vida, lo que El ha dejado como huella de su actuar, y donde está implícitamente los imperativos más importantes de mi existencia humana.

 

1.- Andreológicamente: ¿Quién soy yo? ¿Cuáles son mis características sicológicas? ¿Cómo reacciono? ¿Soy lento o rápido? ¿Soy emotivo o afectivamente muy frío?  ¿Soy activo o pasivo? ¿Cuál es mi temperamento, cuales son mis características o mi carácter? ¿Cuáles son las fuerzas que se generan en mi o fuerzas dominantes?

 

2.- Laológicamente: ¿Cuáles son las características de la familia donde yo me he formado, de mi ambiente de amistades, de mi pueblo o nación? todos estos datos de mi vida, son huellas del actuar de Dios en mi vida.

3.- Keralógicamente: ¿Cuáles son las fuerzas más grandes de mi vida personal? ¿Cuáles son los motivos que me mueven a la acción, y al desarrollo y reacción ante la vida? ¿Qué sistema de valores me mueven? ¿Cuáles son las cosas que trato por todos los medios que no me ocurran? ¿Cuáles son las cosas que trato por todos los medios de conquistar?

 

4.- Stoológicamente: ¿Cuáles son las salidas que he encontrado en mi vida? ¿Cómo y por qué conductos he logrado satisfacer mis deseos y evitar los peligros de mi vida? ¿Cuáles serían las mejores salidas a esa presión en mí?

 

5.- Discológicamente: ¿Cuáles son los obstáculos que encuentro en mi, en la sociedad en que vivo? ¿Qué determinantes se producen en mí, al enfrentar estos obstáculos?

 

6.- Metamorfoseológicamente: ¿Cuáles fueron las etapas o momentos de metamorfosis en mi vida? ¿Qué determinantes fueron las que produjeron esa forma o tipo de desarrollo en mí?

 

7.- Vainológicamente:  ¿Cuáles son las estructuras, o formas que fueron quedando en mí, producidas por el desarrollo?

 

8.- Futurológicamente:  ¿Cuáles son los pronósticos que podríamos hacer de las etapas o metamorfosis que tienen que provenir aún?

       La respuesta a estas preguntas, me va a ir haciendo descubrir como soy yo, cual es la huella que Dios ha dejado en mí: que quiere El que evite, y que  quiere que trate de conseguir.

Taller de autoeducación

Charla 1 – INTRODUCCIÓN A LA SANTIFICACIÓN DE LA VIDA DIARIA

 

Motivación: ¿Qué les significa la palabra: «santidad»? ¿Qué es para ustedes un santo?

Proponemos un estilo original de santidad. Una santidad vivida en lo cotidiano, que aspira a hacer lo ordinario extraordinariamente bien.

La santidad de los días de trabajo no es la santidad del domingo, del día de la semana en que se supone que todos vamos con mayor o menor ánimo a misa y nos acordamos de Dios y de todo lo trascendente especialmente. No, es la santidad de los otros seis días de la semana. Entonces falta al exterior todo ambiente festivo: el trabajo es prosaico, habitual.

El santo de la vida diaria sabe santificar su tarea cotidiana, vive santamente durante toda la semana e imprime en todas sus obras el sello de la santidad. Sus tristezas y sus alegrías, sus recreos y sus trabajos, sus oraciones, sus palabras y su conducta: todo es extraordinariamente bueno, es decir, santo, porque procede de la caridad.

Ama y vive lo natural y sobrenatural como un conjunto, como un gran organismo vivo. La naturaleza es para él base y fundamento de lo sobrenatural; todas las cosas creadas lo elevan hacia arriba, son para él puentes y guías hacia Dios.

El santo de la vida diaria es consciente de que hay una unión armónica entre la naturaleza y la gracia, puesto que «la gracia perfecciona y eleva la naturaleza» . Esto quiere decir que, según la intención de Dios, el hombre redimido pertenece a ambos órdenes, al orden de la naturaleza y al de la gracia. Por eso, cuando resplandece en algún punto la voluntad de Dios, la pone en práctica inmediatamente, y siempre que en la vida observa o experimenta algo, levanta su mirada al cielo y pregunta qué es lo que querrá decir Dios con eso. Conocer, amar, vivir, para él tienen una relación íntima. Decía el maestro Eckehard: «Un maestro de la vida es mejor que mil maestros de escuela».

Por eso se aprovecha de la lección que en la Edad Media dio un loco a profesores eruditos. Éstos llevaban ya mucho tiempo discutiendo sin provecho. Entonces se atrevió a presentarse un «loco» pidiendo que le dejaran hacer una pregunta. Se lo concedieron. Dijo así: «¿Qué es mejor: saber lo que no se sabe, o poner en práctica lo que se sabe?». En seguida los doctores comenzaron de nuevo a disputar. Por fin llegaron a un acuerdo y declararon: «Es mejor poner primero en práctica lo que se sabe, después es más fácil aprender lo que no se sabe». Entonces el «loco» hizo una reverencia y replicó: «Pues, señores míos, ¡ya saben lo que tienen que hacer!» Y desapareció.

Entonces la santidad de la vida diaria es la armonía santa entre la vinculación hondamente afectiva con Dios, con la obra del hombre y con el prójimo a través de todas las situaciones de la vida. Es evidente desde todo punto de vista, que tal santidad tiene una razón de ser en los tiempos actuales. Más aún, las corrientes actuales dentro y fuera de la Iglesia suspiran por ella, pues el hombre católico actual tiene un ansia grande de cristianismo vivido ante sus ojos. Los hombres que viven su cristianismo plenamente, no buscan a Dios solamente en el tabernáculo y en el cielo, sino también y sobre todo en el hombre mismo. Esto es lo que todos buscamos: una santidad vivida. Y a esta ansia del hombre responde claramente la santidad de la vida diaria.

Esta santidad debe establecer la debida proporción entre la actividad divina y la cooperación humana, proporción que, como todos palpamos a diario, se ha visto conmovida con violencia por las hondas crisis culturales de nuestros tiempos.

Dios nos santifica, pero con nuestra colaboración. La obra de Dios y la obra nuestra están en una mutua relación de armonía.

Por Cristo se nos dio la vida divina. Cristo nos mereció la gracia de la salvación, y nosotros la recibimos unidos íntimamente con Él, lo mismo que los sarmientos y la vid. Es Dios, por lo tanto, quien hace lo principal.

Nuestra actividad desempeña un papel secundario, pero un papel al fin y al cabo. Sin ella no hay verdadera santidad. Por nuestra parte, tenemos que defender, acrecentar y hacer fructífera la vida divina. Su principal tarea ha de ser formar una actitud cristocéntrica, para, como decía Romano Guardini: «situarle en el orden justo y en la relación esencial con su Dios, para que por medio de la adoración y del homenaje del culto tributado a Dios, por la fe y el amor, por la penitencia y el sacrificio, adquiera la rectitud interior de suerte que en el momento que tenga que resolverse a obrar o se presente el cumplimiento de un deber, obre en conformidad con ese estado de espíritu, es decir, con rectitud y justicia».

La santidad de la vida diaria trata de que esa unión con Cristo se refleje prácticamente en el modo de pensar y de vivir.

Son varias las corrientes actuales que nos arrastran a no tomar en cuenta la santificación de la vida diaria, y todo lo que ella implica. Entre ellas, podríamos decir:

El naturalismo, que pretende explicar todo ser y todo suceso por la naturaleza y por las leyes naturales. Pone la naturaleza en lugar de la gracia. Por consiguiente, el hombre puede redimirse a sí mismo.

Ahora bien, la desdivinización tiene siempre por consecuencia la deshumanización; porque la gracia es defensa y remedio de la naturaleza. Si en el hombre no hay nada divino y sobrenatural, pronto se convierte en una máquina sin alma. Pues no puede resistir mucho tiempo sin su Dios.

Tintes naturalistas los encontramos no raras veces en cristianos tibios. No niegan, es verdad, al Trino y Uno de la Revelación ni desconocen sus efectos sobrenaturales en el hombre; pero ya no le conceden a Dios un influjo pleno de su vida. Su vida diaria ya no es religiosa. Es fría, mezquina, porque ha perdido el contacto vital con Dios.

Pero la santidad de la vida diaria pone a Dios en medio de nuestra vida de cada día, le adora en todas partes donde se le puede hallar, en nuestros mismos hermanos y hermanas y en toda la creación.

El colectivismo es una herejía antropológica, es decir, una herejía que va contra la naturaleza humana. No sólo separa al hombre de lo sobrenatural como hace el naturalismo, no sólo le desliga de Dios Uno y Trino, sino que además destruye directamente la naturaleza, deshaciendo sin piedad los vínculos naturales de patria y familia, y creando así el tipo de hombre masificado, radicalmente desligado de todo vínculo querido por Dios, el hombre desdivinizado, desmoralizado, despersonificado.

Por ejemplo, la manipulación genética desconoce que «ya es persona aquél que lo será» y considera que el hombre puede ser tratado como objeto sin tener en cuenta sus características de persona inherentes a él desde el momento mismo de la concepción. Desliga al hombre de su condición de «imagen y semejanza» de Dios», por lo que abre el camino hacia un nuevo tipo de colectivismo.

La santidad de la vida diaria aspira y logra superar intrínsecamente el colectivismo, porque, frente al hombre desligado de todo vínculo, cosa que repugna a la naturaleza, presenta al hombre arraigado en Dios, la perfecta personalidad, que, sumergida en el mundo sobrenatural, forma perfecta comunidad con los demás. No es un hombre más, sino un ser social con personalidad propia y con vida sobrenatural.

Por tanto, quien tenga oídos para oír, y ojos para ver, no puede sustraerse a la convicción de que el tiempo actual, con sus calamidades, requiere necesariamente la santidad de la vida diaria como el gran poder salvador y redentor del trastorno actual.

La santidad de la vida diaria hay que considerarla y vivirla siempre en la vida práctica como un conjunto orgánico. Ahora bien, su exposición necesariamente ha de separar en trechos lo que va unido, a fin de destacar cada parte con mayor claridad y de poder vivirla mejor. Vamos a considerarla entonces, bajo tres aspectos en este taller: la vida en relación con uno mismo, con el trabajo y las cosas, con el prójimo y finalmente con Dios.

  1. Dinámica
  2. El hedonismo (que hace de la propia imagen un «culto») y el consumismo, son ejemplos de cómo el hombre puede prescindir de Dios aferrándose a lo «natural» y quedándose en un plano inmanente (que permanece en el hombre) que no deja pasar al plano más trascendente del hombre, es decir, al plano sobrenatural y de la gracia. ¿Qué actitudes de hedonismo y consumismo encontramos en nuestra vida diaria? (Pensar y comentar).
  3. Una común actitud de masificación es querer cumplir todos los objetivos que la sociedad persigue; ej: terminar la carrera a término, realizar un master, tener un físico de «Barbie», etc. Y si por algún motivo te salís de estos esquemas, te sientes menos y te cuesta aceptarlo. ¿Cuál sería la actitud correcta frente a casos similares a estos, para vivir la santidad diariamente?
  4. Analizando la definición

Analicemos un poco las características de la Santificación de la vida diaria, surgidas de la definición. «armonía santa entre la vinculación hondamente afectiva con Dios, con la obra del hombre y con el prójimo a través de todas las situaciones de la vida».

Ø Una vinculación santa. Es decir, agradable a Dios o de gran altura. No basta hacer lo estrictamente mandado en los mandamientos; a Dios le agrada muchísimo que el hombre haga el bien libremente, sin que se vea obligado a ello. Pensemos en el pasaje del joven rico: «Si quieres ser perfecto…» Jesús no lo obliga a serlo, dejando de lado aquellos que le impide llegar más plenamente a Dios, pero deja entrever que si lo hace le dará una inmensa alegría y por recompensa obtendrá una cadena de gracias. ¿No hizo Jesús siempre lo que le agradaba al Padre? «hago siempre lo que da alegría al Padre». Nuestra santidad de la vida diaria debe estar marcada, pues, por una alegre magnanimidad que surge de un profundo amor a Padre Dios.

Ø Una vinculación armónica. Pensemos en la música, por ejemplo en un trío instrumental. Si los tres tocan correctamente su melodía y en una intensidad armónica de volumen, el sonido será sumamente agradable. Pero basta con que uno desafine o suene con excesiva intensidad para tornar desagradable la melodía. Así ha de reinar la armonía entre las diferentes vinculaciones de nuestra vida. Debemos cultivar en una sana y equilibrada proporción la vinculación a Dios, al prójimo, al trabajo y a nosotros mismos.

Es clásico el ejemplo de la madre de familia que a la Santa Misa temprano, a la mañana, mientras sus hijos se están levantando para ir al colegio y su marido se prepara para ir al trabajo. La casa es un caos, todos se van de mal humor porque no llegan ni a prepararse el desayuno. ¿No sería más atinado que en ese momento la mamá estuviera en casa? Nunca la vinculación a Dios puede impedirme cumplir mi deber de estado.

Un médico trabajaba en exceso, a tal punto que nunca podía responder a las demandas de diálogo por parte de su esposa. Ella, con perspicacia, decidió dar una lección a su marido para que él comprendiera el activismo en el que había caído. Fue al consultorio de su esposo y sacó un turno para que él la atendiera. Al verla su marido en la sala de espera le dijo que en ese momento no podía atenderla, que estaba trabajando; su esposa le dijo: «Ahora me toca a mí, yo tengo turno y lo he pagado». Su marido comprendió a qué extremo había llegado su fanatismo por el trabajo y cómo había descuidado a su familia.

Dinámica Las invitamos a reflexionar acerca de cómo está la armonía de sus vinculaciones a través de esta «torta» que deberán dividir en porciones. El tamaño de cada porción corresponderá a la importancias que le doy a esa vinculación. La importancia no depende tanto de la cantidad de tiempo que le dedico como de la calidad de mi dedicación a ella.

Ø Una vinculación hondamente afectiva. Esto quiere decirnos que nuestro camino de santidad no ha de ser sólo fruto de elucubraciones intelectuales o de esfuerzos de voluntad; debe intervenir el corazón con todo su amor. De hecho la santidad de la vida diaria está animada por el organismo de vinculaciones y un vínculo supone un lazo afectivo.

En nuestro pensar, amar y vivir orgánicos, amar a las creaturas es amar a Dios, hacer nuestro trabajo con amor es alabar a Dios, amarme como Dios me creó, es amar a mi Creador. El ser entero debe intervenir en este camino de santidad, por tanto, el corazón debe arder, debe amar lo que hace. Este amor surgirá del amor a Dios, hacia quien ordenamos toda nuestra vida, y se conseguirá a través de una profunda vida interior.

Ø Una vinculación continua. Es decir «en todas las situaciones de la vida». Esta característica nos invita a una vida coherente, no dividida. Mi aspiración a la santidad ha de ser constante, es decir, no «dejarla afuera» cuando entro a la universidad, a mi casa o voy a bailar. Yo me santifico en el club, en la Iglesia, en mi trabajo, etc. Esto surgirá de un vivir bajo la mirada del Padre y buscar darle siempre alegría.

 

 Charla 2- VINCULACIÓN CONMIGO MISMA – PARTE I

 

Introducción

Queremos hacer un viaje a nuestro interior para conocernos y querernos tal cual somos. Queremos mejorar la relación que tenemos con nosotras mismas.

El Modelo Personal es la síntesis de lo que yo soy. Tratemos de meditar el MP a la luz de lo que hay en nuestro corazón, en nuestra vida diaria, en nuestras actitudes, en nuestras virtudes y defectos. Dios nos creo tal cual somos, y dio su vida por nosotras, nos amó hasta el extremo. Intentemos querernos un poco más, nosotras mismas. Cuando lo logremos, podremos amar mejor al prójimo (como a nosotras mismas).

Mi tiempo personal

Dentro de la vinculación a mí misma, cobra una importancia fundamental el tiempo que me doy para elaborar mis temas personales, para entrar en mi propio Santuario interior y encontrarme con lo más mío. Vincularme a mi misma es amar mi propia realidad, conocerla y amarla como es. Por eso yo necesito tiempo para mí misma, tiempo para ponderar mi vida a la luz de mi ideal personal, para conquistar mi propia originalidad y ponerla al servicio de los demás.

Vamos a concretizar en tres campos esta vinculación a mí misma desde mi ideal personal:

  • El autoconocimiento y la autoaceptación
  • Mi sufrimiento
  • La alegría y el descanso
  1. El autoconocimiento y la autoaceptación

Se trata de entrar al Oratorio de mi corazón, querer encontrarme conmigo misma y conquistar mi propia personalidad. Conquistar un profundo autoconocimiento y autoaceptación. Hay tres actitudes necesarias para lograr este objetivo:

Ø La veracidad

Ø La confianza

Ø La pequeñez

 

– LA VERACIDAD

Trabajar mi propio perfil desde una actitud veraz, sincera, sin doblez, sin temor o prejuicio. Vincularme a mí misma tal cual soy.

La veracidad me invita a darme un sí a mi misma. Para lograr esto es necesario también pedir la ayuda de la gracia ya que, en definitiva, un profundo autoconocimiento sólo es posible con su auxilio.

Podemos implorar al Espíritu Santo quien con su don de entendimiento nos permite «leer por dentro», «intus legere», esto significa entender. Entenderme a mí como soy, conocerme como soy conocida por el amor eterno.

Ven Espíritu Santo…

Existe también una oración muy linda compuesta por el P. K. que nos puede ayudar en este camino de autoaceptación:

«Dios te salve María, por tu pureza, conserva puros mi cuerpo y mi alma. Ábreme ampliamente tu corazón y el de tu Hijo. Dame un profundo autoconocimiento y la gracia de la fidelidad y la perseverancia hasta la muerte. Dame almas, confíame a las personas y todo lo demás, tómalo para ti.»

Dinámica personal:

En un momento de silencio, cada una trata de contestarse estas preguntas.

1- ¿Qué caracteriza a mi personalidad?

2- ¿Cuáles son mis rasgos más personales?

3- ¿Qué me alegra de mí?

4- ¿Qué me entristece de mí?

Son preguntas que me pueden ayudar a acentuar mi «tipo personal», mi estilo propio. Cada una debería ir logrando un estilo personal, una síntesis de mis talentos, mis anhelos mis rasgos personales. Lograr mi propio estilo es ser libre, es lograr no ponerme insegura cuando comparto espacios con alguien muy diferente que aparentemente tiene más éxito. Sólo voy a ser fecunda desde mi estilo.

Mi verdad sobre mí misma es la voluntad de Dios para mí, por eso, mi verdad me da seguridad y cobijamiento. Este cobijamiento y seguridad me permite la autoposesión. No me hace depender de la opinión o comentarios de otros, sino de lo que yo quiero de mí que está basado en lo que Dios quiere. Si yo estoy segura de mi propio perfil, originalidad, los demás me aceptan, tengo influencia.

Dinámica personal

Escribo:

Mis valores

Mis talentos

Mi actitud fundamental (la actitud que más me caracteriza y me sale espontánea)

Un sí a mi verdad implica también

  • Un sí a mi pasado.

Significa elaborar a la luz de Dios los acontecimientos centrales de mi vida. La vinculación a mí misma, incluye la vinculación a mi historia personal, el asumirla para que no haya nada en mi alma que me frene, me quite fuerzas o me trabe.

  • Un sí a mi presente:

Muchas veces perdemos tiempo y oportunidades del presente por pensar en una realidad diferente, por quejarnos del presente y anhelas que sea distinto. «La vida es lo que sucede mientras nosotros anhelamos otra cosa» decía alguien no muy optimista, pero bastante realista. Justamente en esas zonas difíciles de nuestro presente es donde la mayoría de las veces se juega nuestra maduración como personalidad, nuestro crecimiento y nuestra santidad.

Pensemos por ejemplo en situaciones que quizás a diario vivimos y no vemos como oportunidades buenísimas de crecimiento:

La inseguridad ante el futuro

La falta de tiempo, el stress

La insatisfacción con lo que hago

La soledad afectiva o espiritual…

Si lucho con todas mis fuerzas por cambiarlo y me amargo porque no es de otra manera, pierdo la oportunidad de crecimiento que esto me trae. Debo luchar por cambiar las cosas que puedo cambiar, pero siempre abierta al mensaje que ellas me traen, especialmente si no logro cambiarlas, si la situación permanece.

El tiempo que me lleva encontrarme con la persona de mi vida, o conseguir el trabajo que anhelo, etc. Es el tiempo que Dios me regala para prepararme para vivirlo plenamente cuando llegue.

  • Un sí a mi futuro

Con el sí a mi futuro vamos a relacionar la actitud de CONFIANZA. La confianza está íntimamente ligada a la fe, fiarme, creer. La fe no es en primer lugar en mí misma, sino en el Padre, en el que conduce mi vida. Se trata por eso de una actitud positiva frente al futuro: «esto es para bien», «esto termina bien». Aunque el «bien» no sea lo que yo esperaba como resultado, sino otro tipo de bien, de crecimiento espiritual, de maduración.

La confianza me da alegría, energía. La desconfianza me paraliza. Esperar contra toda esperanza es para héroe.

El Padre siempre contaba un relato en relación a la confianza:

Un niño iba en un velero con su papá y de pronto se desató una gran tormenta. Todos los tripulantes sintieron miedo y desconfiaban de la destreza del piloto para conducir la nave, le preguntaron al niño si él no tenía miedo a lo cual respondió: no, si papá está en el timón.

El Padre tiene el timón de mi vida, él sabe bien qué es lo mejor para mí.

– LA PEQUEÑEZ

El conocer mi verdad hace necesaria una actitud fundamental ante los límites y fracasos con los que muchas veces nos enfrentamos: la pequeñez.

El Padre no nos quiere hijas perfectas, sino hijas pequeñas. O mejor dicho, la perfección que nos pide el Padre, pasa necesariamente por al pequeñez. Cada fracaso, caída o límite se puede transformar en un trampolín para llegar a su corazón y permitir que su misericordia nos colme.

Santa Teresa de Ávila expresaba esto con el juego del ajedrez. En el ajedrez, hay una sola pieza que por sí misma puede poner en jaque-mate al rey, es la reina. Ella reflexionaba ¿porqué sólo la reina lo puede hacer, tiene derecho de hacerlo? Porque es reina, porque tiene la dignidad real. Del mismo modo, nosotros podemos ponerlo en jaque-mate a Dios, nuestro rey. ¿Por qué tenemos ese derecho y ese poder? Porque somos hijos, porque tenemos su dignidad. ¿cuándo ponemos en jaque-mate a Dios? Cuando reconocemos humildemente nuestra limitación, nuestra pequeñez y le pedimos que nos regale su perdón, su misericordia. Ponemos en «jaque-mate» al Padre, porque el no puede no regalarnos su amor. «La pequeñez conocida y reconocida del hijo, es la omnipotencia del hijo y la impotencia de Dios» decía el Padre Kentenich La aceptación de la pequeñez me libera, me hace auténtica. El Padre nos enseñaba cuatro actitudes frente a la propia limitación:

  • No asombrarnos de ella.

Somos limitados, tenemos el pecado original, sería anormal que no tuviéramos faltas y pecados. Tendríamos que asombrarnos de que no pequemos más aún de que no faltemos más, pero no de que tengamos limitaciones. No asombrarnos, tomarlo con naturalidad, es inherente a nuestra condición de ser humanos.

  • No confundirnos.

Cuando fracasamos o fallamos, podemos confundirnos pensando que no servimos para nada, que todo nos va a salir mal, perdemos la esperanza, nos desanimamos.O bien nos encerramos en nuestro fracaso queriendo ocultarlo o disimularlo. Pero no debemos perder la calma ni dejarnos enredar por el Demonio que «pesca en aguas turbias», es decir, que trata de confundirnos y así hacernos abandonar nuestra aspiración tratando de convencernos de que nunca vamos a llegar a nada. No confundirnos, empezar cada vez de nuevo, eso es pequeñez, eso es santidad.

  • No acostumbrarnos:

Es decir, no instalarnos en nuestra miseria, no resignarnos y dejar de luchar por crecer. No cansarnos de volver a empezar. Es verdad que vamos a caer siempre, porque somos imperfectos, pero si nos embarramos en nuestra pequeñez y no trascendemos al Padre, nos estancamos.

Entregar la propia miseria: La actitud correcta frente a la propia miseria es entregarla, regalarla al Padre para que él la transforme en oro, nuestra nada ante él se vuelve valiosa resplandece.

 

Charla 3 – VINCULACIÓN CONMIGO MISMA – PARTE II

 

MI DOLOR

Quizás lo más personal que tenemos es nuestro dolor, nuestras cruces.

¿Cuáles son en este momento mis cruces, lo que me produce dolor?

¿Qué utilidad tiene el sufrimiento?

El sufrimiento es una expresión de amor:

Es una expresión de amor del Padre hacia mí, ya que por él me quiere asemejar a su Hijo Jesús. Es una expresión de mi amor hacia El ya que aceptándolo le demuestro que no lo amo por sus consuelos, sino porque es Dios.

Cuenta un relato que un joven estaba muy cansado de la cruz que le había tocado cargar. Era muy grande y pesada. Llegado a un atajo del camino, se encontró con una montaña de cruces y enseguida divisó una chiquita y portátil que le serviría muy bien en lugar de la suya tan incómoda. Partió con su cruz alegre y libre, sintiendo que ahora sí era feliz. Caminó unos kilómetros hasta que se topó con una especie de abismo aparentemente insalvable. No podía cruzarlo. En ese momento le vino a la mente la imagen de su cruz pesada y larga que había abandonado en el atajo, ella sí le hubiese servido de puente para cruzar, la que tenía ahora era totalmente inútil.

Cada cruz es un puente que nos abre un camino que tiene un porqué aunque no lo entendamos en el momento.

El sufrimiento es una expresión de amor ya que a través de él puedo reparar o expiar mis pecados y los de los hombres. La expiación es ofrecer un sufrimiento, o un dolor como amor acrecentado, es decir ofrezco más amor de lo común, por el amor que yo o que otros le quitaron a Dios.

El sufrimiento como purificación

El sufrimiento, las cruces, son también un camino de purificación del alma. El sufrimiento nos libera y nos desprende de un buscarnos a nosotros mismos egoístamente. La parábola de la vid y los sarmientos es muy elocuente al respecto.

«Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Toda rama que no da fruto en mí la corta. Y toda rama que da fruto la limpia para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado, pero permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid y ustedes los sarmientos, el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran y se seca como a las ramas que las amontonan, se echan al fuego y se queman…» Jn 15, 1-6

El Padre poda la vid, la limpia para que dé más fruto.

¿Qué es lo que poda el Padre?

Todo lo que pueda ser ansias de valer, egoísmo, envidia, hacer las cosas por el éxito, por el ser reconocidos y no por amor. Poda ante todo el orgullo para hacernos más pequeños.

Cuenta una leyenda que un agricultor contemplaba su campo sembrado en un atardecer de verano. Su sensibilidad de buen observador del cielo le decía que se avecinaba una granizada. Sufría con desesperación al imaginarse que en ese momento una granizada le arruinaría su trabajo de meses y lo dejaría en una terrible situación económica. Y su predicción se cumplió. Una hora más tarde se desató una intensa tormenta y durante unos cuantos segundos cayeron piedras de un grueso volumen, suficientes como para destrozar los sembrados de su campo. Cayó en un abatimiento muy profundo y cuando estaba al borde de la desesperación oyó una voz interior que le decía: Si cada una de esas piedras fueran pepitas de oro, ¿te preocuparía que hubieran destruido tus sembrados? Por supuesto que no, se contestó interiormente y antes este pensamiento fue recobrando la calma al mismo tiempo que cesaba la tormenta. El campo recibió el nombre de tierra de oro porque cuenta la leyenda que, al salir el agricultor a ver sus sembrados se encontró con numerosas pepitas de oro con las cuales se compró una super estancia cien veces más grande que el campo que poseía.

Frente a esta sencilla leyenda podemos preguntarnos ¿Qué cosas nuestras simbolizarían el sembrado del agricultor, qué cosas las pepitas de oro?

Muchas pruebas y sufrimientos nos arruinan plantes, nos humillan, nos hacen sufrir desilusiones, pero en cada sufrimiento hay una pepita de oro que nos regala algo mucho más grande que lo que nos quita, sólo debemos verlo con ojos de fe.

El sufrimiento como prueba

El sufrimiento es una prueba que nos fortalece. Sucede al alma lo mismo que a un roble de pocos años con la tormenta y el viento. Si se desencadena una tempestad y con violencia lo azota y remueve, entonces las energías internas de la planta trabajan en hacer más resistentes las raíces que se van hundiendo cada vez más profundamente en la tierra hasta que el tronco y la corona son capaces de resistir airoso los embates de la tormenta.

De la misma manera las tormentas espirituales, las crisis o los sufrimientos, fortaleces el alma y hacen que nos enraicemos cada vez más en Dios y sus valores. Sólo la virtud probada nos hace alcanzar el heroísmo.

«Nos gloriamos en las tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la paciencia: la paciencia, la virtud probada; y la virtud probada, la esperanza» Rm 5,3

Está clara en este texto de S. Pablo la riqueza que trae al alma el sufrimiento.

  • ¿Qué actitud tengo normalmente ante el sufrimiento?
  • ¿Qué experiencias de sufrimiento tuve en mi vida, cómo lo viví?

————————————————–

  1. Mi alegría y expansión

La vinculación a mí misma incluye un ámbito muy importante para nuestro desarrollo orgánico que es el de la expansión, el descanso, la alimentación. Es decir, el cuidado razonable de nuestro cuerpo y nuestro espíritu.

Si la Santidad de la vida diaria es la armonía santa entre las vinculaciones queridas por Dios, esta dimensión también debe asegurarse de algún modo.

La alegría

¿Qué es? Podemos decir que es el reposo en la posesión de un bien.

  • ¿Qué cosas me gustan, satisfacen un anhelo mío, personal?
  • ¿Cuál es mi hobby? ¿Me doy tiempo para hacerlo?

Normalmente lo que nos da alegría son cosas simples, son instantes. Por ejemplo: Es hermoso tomarse un momento de expansión con algo que nos da alegría después de haber cumplido con nuestro deber.

La alegría es la atmósfera de las virtudes heroicas.

Cultivar lo que me da alegría y tomarme un tiempo para eso, es cultivar una sana vinculación a mí mismo, es darme tiempo para que el corazón «respire» tranquilo, se libere de tensiones.

La alegría, el tiempo personal del alma para distenderse se da generalmente con cosas sencillas, pero llenas de sentido. Pequeños «ritos» personales que me permiten encontrarme con mí misma, con lo más mío.

  • Escribir en mi bitácora.
  • Meditar en mi Oratorio Personal sobre mis «tesoros», los regalos del Padre que me hacen feliz.
  • Leer un libro que me llena el corazón.
  • Salir a caminar y contemplar la naturaleza en un día radiante.
  • Mirar una buena película.
  • Encontrarme a tomar un café y conversar un rato con una amiga.
  • Hacer gimnasia.
  • Dormir un rato cuando lo necesito.

Son cosas simples, no requieren de mucho tiempo; puede parecer una «pérdida de tiempo» porque no son productivas, para la mentalidad utilitarista no sirven, pero son muy importantes si queremos vivir orgánicamente, responder a las necesidades de mi naturaleza. De otro modo, nos transformamos en máquinas y al poco tiempo no damos más, nos sentimos vacías, insatisfechas.

Para ser más eficaces, para rendir más es importante para, descansar unos instantes, llenar el alma con lo que toda naturaleza sana necesita.

«… Y al séptimo día Dios tuvo terminado su trabajo y descansó en ese día de todo lo que había hecho. Bendijo Dios el séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descansó de sus trabajos después de toda esta creación que había hecho.» Gn 2, 2-3

Dos modos de llevar el MP a lo cotidiano

Corremos el peligro de que la idea del MP se quede en eso, una idea. O quizás trascienda a un lindo símbolo en mi lugar de oración, o en mi agenda… tal vez se convierta en una canción, o en una oración a Dios… pero ¿nada más? NO. La idea del MP es que nos impulse a la santidad. ¿Qué quiere decir esto? Que debe ser el motor que nos empuje cada día a luchar por ser aquello que soñamos, aquello que el Modelo nos representa. Si el Modelo representa el modo en que queremos reflejar a Jesús a los demás, con nuestra originalidad, nuestro propio sello, entonces debe ser efectivo. El ideal debe despertar la nobleza y la bondad que existe en nuestra alma. Si el MP está rezado y reflexionado, cuando nos encontremos con él, una gran fuerza nos invadirá y nos recordará todo aquello que el Modelo encierra y significa para nosotras. Debe inspirarnos el siguiente pensamiento: «¡sí, con eso me identifico, eso es lo que quiero ser, por eso quiero luchar!».

La reflexión

¿Qué se les viene en mente cuando digo: «primer método, la reflexión»? ¿Les aburre, les parece obvio, las decepciona?¿O todo lo contrario?

La reflexión es la mejor manera de llevar el Ideal a la vida práctica.

– ¿Alguna vez les pasó que les contaron algo feo de una persona, reflexionaron demasiado en ello, y la siguiente vez que se encontraron con dicha persona le tuvieron rechazo y poca simpatía? ¿Qué hubiese pasado si hubiesen pensado bien de ella, si hubiesen tratado de imaginar cómo hubiera actuado Jesús con ella, su perdón, y por ende, mi necesario perdón hacia ella? Quizás cuando la hubiésemos encontrado, hubiéremos querido abrazarla y expresarle toda nuestra comprensión. ¡Cómo influye la reflexión en nuestros actos!

– Cuántas veces comprobamos que después de reflexionar las cosas junto a la Madre, o a Jesús, de imaginarnos actitudes o situaciones, luego nos es mucho más fácil llevarlas a la práctica. No se trata de algo difícil ni complicado… ¡Al contrario! Es muy sencillo arrodillarnos, cerrar los ojos, juntar las manos, ponernos en presencia de María y comenzar a conversar de nuestros días, nuestros acontecimientos, las cosas que nos importan. ¿Y luego? Luego preguntarle: ¿qué esperas que yo haga? ¿según mi MP, cómo debo actuar, remendar aquella falta, amigarme, mejorar aquella situación, corregir aquel defecto, usar el tiempo, etc. etc.? El MP debe responder a mis situaciones diarias… Pero lo difícil quizás no sea el «reflexionar». Muchas veces nos sorprenderemos al ver cuánto nos gusta ese momento, y cuántas respuestas encontramos a la luz de María y de nuestro MP. El desafío y la dificultad quizás esté en «buscar el momento» para reflexionar. Hoy en día vivimos «corriendo». O quizás nos pasamos horas chateando, viendo TV, hablando por teléfono, y luego los deberes y actividades… y cuando nos queremos dar cuenta, ya es de noche y estamos «muertas». -¡Perdón Jesús! ¡Me esperaste todo el día, y yo realmente añoraba ese rato de silencio y de reflexión! ¿Cómo puede ser que se me haya pasado? Es bueno conocernos y saber qué es lo que nos cuesta. Justo en ese punto es donde debemos evitar los «voy o no voy» y dejar las dudas de lado. ¡Decididamente, ahora, ya, sin titubear, me arrodillo a rezar! El Espíritu Santo hará todo lo demás.

Propósitos

Los propósitos son maneras concretas y reales de plasmar en lo cotidiano eso que quema en nuestra alma. Sin tomar los propósitos con compromiso y seriedad, toda la formación que recibamos puede quedar en nuestra mente, pero no en nuestra vida.

Es muy difícil hacerlo sin acompañarlo de la oración, porque sino se transformaría en una práctica mecánica…

Después de la oración, cuando ya recibimos el perdón misericordioso del Padre, y estamos renovadas y contenidas, listas para volver a la lucha, reflexionamos (a la luz de nuestro MP, de nuestra originalidad y de lo que estamos viviendo en ese momento) y decidimos cuál será la actitud que nos propondremos para estos días. Y cuando ya lo tenemos, buscamos una manera práctica y concreta, para llevarlo a la práctica. (Que se pueda controlar. Por ejemplo: «ser alegre» no es un buen propósito, es muy general. En cambio, «sonreír en vez de contestar mal» es algo más concreto y más controlable).

Revisar si hemos podido cumplir el propósito que nos habíamos puesto es siempre un momento que da pereza, pero que si se lo lleva a cabo, siempre tiene un final feliz. Cuando lo he cumplido, porque puedo decirle a la Madre: «mira lo que he hecho, qué contenta estoy de poder hacerte este regalo para ti». Y cuando no hemos podido cumplirlo, porque podemos decirle: «Madre, éste ha sido mi propósito, así he intentado alegrarte, pero no he podido. Me duele haber desperdiciado tantas oportunidades en el día para hacerte ese regalo. Gracias por cobijarme y abrazarme. Te entrego mi pequeñez, conviértela en fortaleza y humildad. Que mañana esté renovada para volver a intentarlo.»

El propósito debe ayudarnos a educar la pasión dominante. Para definirlo debo repasar las características de mi pasión.

  1. a) Por ejemplo, si soy irascible y tiendo a imponer mi opinión, puedo proponerme escuchar con respeto a los demás cuando hablan.

O si siempre estoy pensando en MIS planes, proyectos, deberes, puedo proponerme mirar más a los ojos del otro, saludar con más cariño, escuchar más, regalar mi tiempo al prójimo.

  1. b) Si en cambio, soy concupiscible, y tiendo a hacer lo que siento y gozo, puedo proponerme hacer por lo menos 3 cosas que me cuesten por día.

O si tiendo a ponerme mal cuando alguien me dice algo que no me gusta, puedo intentar objetivizar el comentario, no darle tanta importancia.

Para elegir y cumplir los propósitos se necesita un poco de creatividad. Si elegimos siempre el mismo, quizás nos cansemos y nos aburramos. Podemos trabajar la misma actitud con diferentes propósitos. A medida que nos vamos conociendo y sabemos cuáles son las actitudes que necesitamos trabajar más, podemos ir haciendo una lista con propósitos relacionados. Entonces, cuando llega la hora de trabajar esa actitud, sólo tenemos que tomar uno de la lista (y evitamos elegir siempre el mismo).

También una ayuda para cumplir el propósito es inventar una jaculatoria (ejemplo: repetir durante el día: Madre, que refleje hoy tu alegría) o ponerse un anillo, o algo que nos haga acordar el propósito. También puede ayudar el hecho de tener a la vista la frase o el dibujo de nuestro MP, que nos ayudará a darle sentido a nuestro día.

 

Charla 4 – LA SANTIFICACIÓN DEL TRABAJO Y LA VINCULACIÓN A LAS COSAS

 

Nuestra entrega a lo que hacemos diariamente debe ser una entrega armónica, es decir, una entrega en la que podamos cumplir «fiel y fidelísimamente nuestro deber de estado», no dejando de lado ni nuestra relación con nosotros mismos ni nuestra relación con el diario quehacer.

El cristianismo es una religión que debe marcar un estilo de vida, y un estilo de vida es cómo encarnamos a diario el mensaje de salvación que nos vino a traer Cristo mismo.

Es en la vida práctica donde nosotros encarnaremos en mayor o menor medida nuestro cristianismo y en definitiva nuestra santificación. ¡La vida práctica muestra tantas veces una discordancia entre las relaciones con el prójimo y con Dios!

Y así hay dueñas de casa que acaban con la paz y la apacibilidad del hogar y expulsan de él al marido y a los hijos, porque se está limpiando y ordenando; y otras que por una pelusa y un poco de desorden son capaces de echar a perder la tranquilidad de un día de fiesta. Falta entonces la acertada consonancia con las personas y con las cosas. Y es que la limpieza y el orden se han hecho para el hombre y no viceversa.

Rabindranath Tagore dijo después de un viaje a Europa: «Encontré en Europa un cristianismo de domingo y un paganismo de diario. Ya no hay en ella coherencia entre la religión y la vida… Para la mayoría, la religión es tan sólo un marco más o menos bonito de su vida; digno tal vez de respeto como un mueble antiguo y heredado de sus mayores; pero la religión ya no es energía central que penetra y sostiene toda la vida»

La separación entre la fe y la vida es el principal error del mundo cultural moderno. Es por eso que ahora vamos a detenernos a reflexionar acerca de la vinculación al trabajo y a las cosas, ya que ellos son el medio a través de los cuales nosotros podremos llegar a la felicidad y a la vida en plenitud.

Es necesario entonces dominar la vida diaria. Decía Nietzsche: » Si esos redimidos me vivieran más como redimidos, ya me sería más fácil creer en su Redentor». Nuestra vida debe ser reflejo de la redención de Cristo. Por ello vamos a analizar entonces nuestra relación con el trabajo (o en nuestro caso estudio)

  1. Trabajo como fuente de felicidad

Ante todo, el trabajo es nuestra herramienta de realización personal. Es en el trabajo donde nos sumamos a la obra de Dios: Dios trabaja en todas partes con su actividad:

a.. creadora

  1. conservadora
  2. rectora.

El trabajo es fuente real de dicha porque desarrolla la propia personalidad y despierta y arraiga una sana conciencia del propio valer. Desde siempre el trabajo fue una bendición.

Dios crea y su actividad creadora es trabajo. Cuando crea al hombre y le da el paraíso, Dios mismo le dice a Adán que dé nombre a todas las criaturas de la tierra, y ese trabajo intelectual que hace Adán, es semejante a la actividad creadora de Dios. El trabajo comenzó a ser una carga para el hombre después del pecado original, pero continuó siendo una bendición. Por desgracia, en las circunstancias que hoy en día se desarrolla el trabajo, son muchísimas las personas que se ven reducidas a trabajos puramente mecánicos en las fábricas y las oficinas. Si no logramos dar de nuevo al trabajo su verdadero sentido, si no logramos despertar y desarrollar en el hombre, por medio del trabajo, las potencias creadoras y comunicadoras, aun cuando parezca que el trabajo es demasiado seco para eso; si no logramos esta meta, todas las demás tentativas de reforma apenas lograrán su cometido.

Debemos enaltecer todo trabajo. Es fácil sin duda comprender esto, pero su constante aplicación exige en la práctica una voluntad decidida y una enérgica vida de sacrificio. Es por eso que el trabajo mecánico puede encuadrarse de forma racional y práctica dentro del bien común de las sociedad. Cada persona que trabaja por más insignificante que el trabajo sea, ayuda a que la sociedad progrese. Una sola gota no llena un océano, pero el océano está compuesto por infinitas gotas…

No todos se encuentran felices en sus trabajos, pero entonces hay que compensar la carencia de sentido que puede llegar a ocasionar el trabajo con los ratos libres. Si mi trabajo no deja que mi espíritu se alimente, entonces en mis ratos libres realizaré una actividad que dé cauce al espíritu. De cualquier forma que sea, el hombre ha de emplear noblemente sus energías en un trabajo creador y comunicativo; de lo contrario, su naturaleza reclama con mucha insistencia algunas satisfacciones que le sirvan de compensación.

El hombre cristiano además de tener estos medios naturales para honrar el trabajo, tiene además medios sobrenaturales que pueden ser de gran eficacia. Mediante el trabajo, el cristiano se plenifica siendo partícipe del Cuerpo Místico de Cristo, y conforme a ello modela su vida.

  1. Trabajo para cambiar el mundo

Si no tomo conciencia de que con mi trabajo y/o profesión yo estoy intentando que el hombre se encamine hacia el bien común, simplemente mi trabajo no va a poder ser entonces mi herramienta de santificación. Y ciertamente jamás podré vincular a Dios con mi vida cotidiana. La humanidad moderna arrancó al trabajo toda relación con la voluntad de Dios y le quitó su sentido más hondo, por lo que el hombre no puede trascender el mundo del trabajo para descubrir la voluntad de Dios detrás de todos los acontecimientos de la historia. El hombre no sólo es un peregrino hacia la Patria Celestial, sino que además es protagonista de la historia ayudando a que todos nos encaminemos hacia la felicidad eterna.

  1. Trabajo que colabora con Dios

Como el trabajo es objetivamente participación de la actividad creadora y comunicadora de sí, el santo de la vida diaria no descansa hasta que logra que el trabajo sea una realidad, lo que debe ser: un continuo trabajar con Dios y para Dios.

En un mundo hiper acelerado, hay una profunda necesidad de recogimiento para contemplar las maravillas de Dios. Es por eso que el que pone cada vez más a Dios como centro de su trabajo y de su actividad, nunca se siente solo internamente. Busca detrás de todo acontecimiento, de cada cosa en el estudio o en el trabajo, el plan de Dios para su vida. Dios está en todas partes, pero especialmente, Dios está presente en el alma que se encuentra en estado de gracia: es allí donde se produce la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma Y el solo pensamiento de que Dios me ve y me ama, me debería impulsar a realizar el diario quehacer con mayor ímpetu y alegría.

Con mi trabajo y mi estudio, colaboro directamente con Dios en su obra salvadora y redentora. Por ello soy partícipe de la misión divina junto a Cristo y a María, para que toda la Creación llegue a través de la santificación de mi trabajo al Bien Común

VINCULACIÓN A LAS COSAS

Material necesario: Cántico del hermano Sol, de San Francisco de Asís.

Escribe el Cardenal Newman: «El hombre que es religioso lo es por la mañana, al mediodía y por la noche. Su religión es un carácter, una forma que anima íntimamente todos sus pensamientos, sus palabras y sus acciones, y todas sus cosas se entienden únicamente como parte de un conjunto. Ve a Dios en todas las cosas y todo lo mide por la voluntad de Dios»

El hombre en su vida diaria está permanentemente relacionándose con todo tipo de cosas Materiales, desde la vestimenta hasta el alimento. Por ello es que el santo de la vida diaria asume la importancia que las cosas tienen para que se conviertan en expresión y estímulo de un gran amor a Dios. Las cosas se hicieron para el hombre, y el hombre sabe que sin ellas, carecería de lo necesario para vivir. Y si queremos vivir en armonía con Dios, con nosotros mismo y con nuestro prójimo, es necesario entonces que tengamos para con las cosas una relación sana.

  1. Vinculación profética a las cosas

Las cosas de este mundo no solamente tienen un valor propio, sino además una significación simbólica. Todas ellas son como pequeños profetas de Dios, nos anuncian atributos divinos y por ello nos ayudan a inflamarnos en un amor grande a Dios. Por eso San Agustín decía que las cosas eran saludos o indicaciones de Dios.

Si pensamos detenidamente en todas las cosas que a lo largo del día nos vinculan a Dios, no acabaríamos nunca: desde la computadora que nos facilita tanta tarea, hasta el almuerzo, la ropa, todo puede convertirse en «pequeños profetas de Dios» si les doy la debida importancia. Es claro que quien vive en el mundo no puede sustraerse a las cosas porque a cada paso las encuentra. Por eso saber interpretar la voz profética de las cosas es uno de los requisitos más importantes para el santo de la vida diaria que viven en el mundo. Todaas las cosas nos recuerdan a Dios y esto lo entendieron los grandes santos: Santa Teresa de Ávila rezaba cuando lavaba las cacerolas. San Francisco de Sales escribía:

« Así como aquellos que están encendidos en amor humano y natural, dirigen sin cesar sus pensamientos al objeto amado, y tienen el corazón lleno de afectos sólo para él y así como en ausencia de su amor, no dejan pasar ninguna ocasión de testimoniar su afecto pasional por medio de cartas; de la misma manera, los que aman a Dios no cesan de pensar en Él, de suspirar por Él, de hablar de Él, (…) no hay criatura alguna que no les anuncie el amor de Dios; todo lo que existe en este mundo les habla, con un lenguaje mudo pero inteligible, del amor de Dios»

  1. Vinculación sacerdotal a las cosas

El sacerdote ofrece permanente alabanza a la Santísima Trinidad en todo lo que hace. De la misma manera, toda la Creación es un canto de alabanza a Dios. Cada paisaje que contemplamos, cada maravilla de la naturaleza, son cosas que nos llevan a contemplar la grandeza de Dios.

También nosotros, que vivimos en una ciudad, llena de edificios, de tecnología, de ciencia y progreso, debemos aprender a admirar a Dios a través de todo lo que hace que nuestra vida sea un poco mejor: los buses, el metro, los trenes, las fábricas, con todo lo que nos acontece, deberíamos aprender a alabar a Dios que nos permite a diario hacer uso de cada una de estas cosas. El cielo, la tierra y el mar están llenos de la gloria de Dios. Así como los sacerdotes alaban a Dios, nosotros deberíamos vincularnos a las cosas de manera sacerdotal: que todo sea un continuo alabar al Padre. Así lo entendió San Francisco de Asís en su canto al hermano Sol.

  1. Vinculación heroica a las cosas

Todas las cosas deben alabar a Dios, y a través de ellas el hombre debe él mismo ser una alabanza al Creador. Pero así como debemos responder a la vinculación heroica y sacerdotal para con las cosas, no podríamos responder con todo nuestro corazón a Dios, si al mismo tiempo no tuviéramos una heroica desvinculación con ellas.

Vinculación heroica con las cosas significa despojarse de ellas y este desvincularse es un asemejarse al Dios personal y trascendente, distinto de ellas.

Así hablamos de una divina «sobriedad» o carencia de necesidades. Con esa sobriedad, queremos dar a entender un grado de semejanza con Dios, que no necesita en absoluto de ninguna criatura ni mucho menos de las cosas de uso habitual.

Vivimos en una época marcada por un consumismo escalofriante. Las cosas no son importantes, sino que son la única manera de que el hombre sea feliz, dice el hombre posmoderno. Y esto lleva a dejar de pensar en las cosas como medios, sino como fin en sí mismas. Gran peligro para la vida espiritual, ya que las cosas muchas veces pasan a ser el centro de nuestros desvelos, dejando de lado lo verdaderamente importante.

Jesús vivió de manera práctica este desasimiento total a las cosas, y las bienaventuranzas son las enseñanzas de Cristo que nos muestran el verdadero camino de la santidad. ¿Por qué Dios eligió ser pobre? Sencillamente porque sólo un corazón que se ocupa de la riqueza interior y de la pobreza de espíritu es el que está más capacitado para amar a Dios como debe. Cristo no rechaza la riqueza material, ni mucho menos era «comunista», pero sabe que el hombre puede perderse en sus propias riquezas y puede perder el rumbo. Por ello dice en Mt. 19, 21: «Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, y ven y sígueme». El pobre de espíritu es el que tiene el corazón puro. No en vano San Pablo llama «raíz de todos los males» a la codicia. Codicia es sinónimo de espíritu capitalista o de avidez desmedida de lucro; y por lo tanto causante de los mayores males que vive el mundo moderno. Sólo un profundo y vasto espíritu de caridad logrará mejorar efectivamente la situación.

El verdadero amor consiste en la comunicación recíproca de bienes. Por eso, el santo de la vida diaria devuelve a Dios, de quien todo lo ha recibido, el derecho de propiedad sobre todos sus bienes y se considera como mero administrador. Para acrecentar su amor, cultiva con esmero la gratitud, el contento y la confianza. Siente agradecimiento filial por el regalo más insignificante y cada cosa es camino hacia Dios, lo mismo que la falta de cosas.

Los grandes hombres y las grandes mujeres se forman con las oraciones, los sacrificios y los vencimientos a todo lo que los aleja de Dios. Intentemos cultiva entonces un santo desprendimiento de las cosas para que ellas nos lleven a Dios y a nuestro prójimo. Nuestro mundo necesita de ejemplos concretos para afrontar este consumismo que empobrece cada vez más a tanta gente. Empecemos entonces en nosotras mismas a encarnar el ejemplo de Cristo ejercitándonos cada vez más en el espíritu de la pobreza.

 

Charla 5 – VINCULACIÓN AL PRÓJIMO – PARTE I

 

El distintivo de los discípulos de Jesús 

Quien quiera seguir los pasos de Jesús, tratará de vivir todas sus enseñanzas y virtudes. Pero… ¿cómo no perturbarnos, entre tantos consejos y preceptos?

Hemos oído decir:

– «El que suprimiere uno de estos mandamientos, aunque sea el más pequeño, y enseñare a los hombres a hacer lo mismo, será tenido por el más pequeño en el reino de los cielos» (Mat 5, 19)

– «Quien observe toda la ley, pero quebrante un solo precepto, viene a ser reo de todos» (Santiago 2, 10)

¿Cómo hacer para cumplir con todo? El mismo Jesús nos da la respuesta, nos da una síntesis breve y fácil de todos los mandamientos: la caridad .

(Caritas viene del griego: «agape» que significa amor, ofrenda, dar todo de sí, darse por entero. Amor en plenitud).

– La caridad es el primer mandamiento; es el espíritu y el fin y el perfecto cumplimiento de toda la ley (Rom 13, 10).

– Lavatorio de los pies (Juan 13, 12-17)

– «Nadie tiene mayor amor que éste de dar la vida por sus amigos» (Juan 15, 13)

– «Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado, así también amaos mutuamente. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis caridad unos para con otros» (Juan 13, 34 s)

Jesús nos dice que el rasgo de los cristianos debe ser el amor al prójimo. Ese amor que surge y se alimenta del amor a Dios ¿Es eso lo que nos diferencia de los practicantes de otras religiones?

El amor que le tenemos a los que nos rodean, que conviven día a día, es el termómetro de nuestro amor a Dios.

– «El que quiera saber la magnitud de su amor, que mida la magnitud de su amor al prójimo. Ambos poseen la misma medida; nacen, crecen y se perfeccionan a la par, viven y mueren juntos»»(Pergmayer)

– «Amamos a Dios porque Él nos amó primero. SI alguno dijere: «amo a Dios» pero aborrece a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve. Tenemos de Él este precepto: quien ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Juan 4, 19-21)

– Cuenta San Jerónimo que San Juan, cuando era ya anciano y no podía andar, hacía que sus discípulos le llevasen a la iglesia, y en el camino les repetía siempre el mismo consejo: «Hijitos míos, amaos los unos a los otros». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿Por qué nos das siempre el mismo consejo?» Y el apóstol respondió: «Porque es mandato del Señor, y si lo cumplís, él solo basta.» Si alguien quiere imitar a Jesús, aunque no supiese que la caridad es el mandamiento más importante, igual la viviría, porque está plasmada en todo el Evangelio y Jesús es su perfecto exponente.

– ¿Cuál es la razón más importante para amar a los demás? Que Jesús nos lo haya pedido. Él mismo dijo: «ámense los unos a los otros. Como yo los amé, así deben amarse» (Juan 13, 34).

¿Y cómo nos amó Dios? Hasta la muerte. Vino al mundo sin nada, y así se fue. Durante toda su vida, su ley primera fue amar a los demás. San Juan nos lo dice: «Dios es amor». Él dedicó toda su vida a amar a los demás. Todas las demás virtudes se deben a ésta, vienen por añadidura.

En las bienaventuranzas vemos la expresión del amor de Dios a los hombres: (Lucas 6, 20 en adelante) – Felices ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.

– Felices ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.

– Felices ustedes los que lloran, porque reirán.

– Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre. Alégrense en ese momento y llénense de gozo, porque les espera una recompensa grande en el cielo. (…)

Y luego agrega:

– hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea una mejilla, preséntale también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames.

– Traten a los demás como quieren que los traten a ustedes. Porque si ustedes aman a los que los aman ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman.

– Y si hacen bien a los que les hacen bien ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así.Y si prestan algo a los que les puedan retribuir, ¿qué gracia tiene? También los pecadores prestan a pecadores para que estos correspondan con algo. (…)

Y es en la medida del amor en la que seremos juzgados o premiados.

Si la caridad no se convierte en ley básica de nuestra vida, Dios dará un fallo terrible: «No os conozco. Alejáos de mí, obradores de iniquidad…» (Mt 7, 21-23). Es que nos faltará el sello especíalísimo de sus discípulos, el amor hacia los otros.

– «No todo el que dice: ¡Señor, Señor! -dice Jesús tajantemente- entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos…» (Mateo 7,21-23)

– No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados, perdonen y serán perdonados.

– Den y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan, serán medidos ustedes.

Pero a quien se esfuerce sincera y tenazmente por vivir la caridad, Jesús lo reconocerá desde lejos, lo recibirá con los brazos abiertos y le dirá: «Porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; peregriné y me acogiste; estaba desnudo y me vestiste; enfermo y me visitaste; preso y viniste a verme».

Y el que se ha esforzado en vivir el amor, le preguntará: «Pero, Señor, ¿cuándo tuve oportunidad de hacer todo eso?»

Y Jesús responderá sonriendo: «Cuantas veces se lo hiciste a uno de mis hermanos menores, a mí me lo hiciste.»

Y Jesús dijo que quien practique el amor verdadero, vivirá inundado por el amor que une al Padre y al Hijo. Porque el vínculo de amor entre ambos es el amor personificado: El espíritu santo.

Dios habita en quien ama a su prójimo, porque el que vive la caridad reproduce perfectísimamente el rasgo esencial de Dios. Por eso dijo San Agustín: «Ama y haz lo que quieras».

– «A Dios nunca le vio nadie; si nosotros nos amamos mutuamente, Dios permanece en nosotros y su amor es en nosotros perfecto.» (1 Juan 4,12)

– «Los cristianos se distinguían palpablemente de los paganos en el amor mutuo que los unía. La gente decía por las ciudades «miren cómo se aman».» (Tertuliano. Año 200)

Cada santo tiene un sello especial, como lo tendrá nuestro MP. Pero lo que a todos los une es la noble meta de alcanzar el heroísmo del amor, que es en todos lo principal en su vida.

Santa Teresa del Niño Jesús:

Santa Teresita refiere de sí misma: «Una santa religiosa de la Comunidad tenía antes el don de desagradarme en todo. Pero me apliqué a hacer por aquella hermana lo que hubiera hecho por la persona más querida. Cada vez que la encontraba, rogaba a Dios por ella ofreciéndole todas sus virtudes y méritos. Conocía que esto agradaba mucho a mi Jesús. Procuraba además hacerle cuantos favores podía; y si me asaltaba la tentación de responderle de modo desagradable, me daba prisa en dirigirle una cariñosa sonrisa, intentando desviar la conversación. Muchas veces, cuando la tentación era demasiado violenta y podía esquivarla sin que ella lo advirtiera, huía como un soldado desertor. En esto, me dijo ella un día con aire de gozo: «Hermana Teresa del Niño Jesús, ¿quiere decirme qué atractivo halla en mí? ¡No la encuentro una sola vez sin que me dirija su más graciosa sonrisa!.»»

EL AMOR, NORTE DE NUESTRO MP

El Modelo personal debe recordarme a dónde voy, quiere iluminar mi vida desde Dios. Significa un cambio de actitud, de corazón

Yo puedo hacer cosas buenas siendo mala. ¿Qué me motiva a hacer cosas buenas? No sirve ser bueno porque sí. Tenemos que preguntarnos ¿qué significa para mí buscar el MP? ¿Qué me lleva a buscarlo? ¿Qué me lleva a querer vivirlo? ¿Qué tengo que cambiar para empezar a adoptarlo?

Ej: Un señor que tenía una familia ejemplar, hijo e hija responsables y buenos alumnos, solidarios, una mujer bella y organizada, correcta, educada. La casa también era muy agradable… pero las lámparas del salón estaban hechas con el pellejo de los muertos en el campo de concentración.

Ej: La familia ejemplar de TRAFFIC. El marido era narcotraficante. La mujer, sin saberlo, llevaba una vida solidaria y digna. Era buena madre, participaba en una asociación benéfica. Cuando apresan a su marido y se le plantea la situación de quedarse sin nada, comienza a vender drogas ella también.

Lo principal no es hacer muchas cosas buenas, sino SER BUENAS. Lo importante es que todo nazca de la CARIDAD. Del amor al prójimo, a Dios.

LAS PEQUEÑAS VIRTUDES

Las pequeñas virtudes a las que nos referimos se llaman pequeñas porque apenas se estiman y aprecian a los ojos del mundo. Pero quien intenta vivir el Evangelio les concede particular atención, porque son de gran ayuda.

San Francisco de Sales decía que estas virtudes nacen a los pies de la cruz, porque, a diferencia de otras como la magnanimidad, la generosidad y la justicia, éstas no nos proporcionan honra ni prestigio entre los hombres. Es Dios quien las aprecia y se llena de alegría con esas muestras de amor.

«Las pequeñas virtudes son muchas. Numerémoslas brevemente:

*Indulgencia con las faltas de los demás y prontitud para perdonarlas, aún cuando no haya derecho a pedir semejante cosa;

*cierto disimulo, que parece no ver ciertas deficiencias notables; disimulo que, como ves, es lo opuesto a aquella triste perspicacia que tienen algunos para ver defectos ocultos;

*cierta compasión, que hace suyos los sufrimientos de los infortunados y afligidos, y una alegría que comparte las alegrías de los que son felices, para acrecentarlas;

*cierta flexibilidad de espíritu, que sabe ver, sin repugnancia, lo que hay de razonable y cierto en las opiniones de un compañero o de una compañera, aunque no haya comprendido al momento, y que sabe pagar, sin envidia, el tributo de reconocer que las ideas de otros son más acertadas;

*cierta solicitud por prevenir las necesidades de los demás para evitarles la molestia de sentirlas y el sonrojo de pedir ayuda; la bondad del corazón, que en todo momento hace lo más posible para ser útil y agradable a los demás, y aunque sólo pueda hacer poco, su deseo sería hacer mucho más;

*una finura atenta, que sabe escuchar a los pesados sin dar muestra de displicencia, e instruye a los ignorantes sin que ellos lo adviertan sensiblemente;

*cierta cortesía, que al cumplir con los deberes del decoro no lo hace con la falsa amabilidad del mundo, sino con sincera y cristiana cordialidad.

Las pequeñas virtudes son: sociales, porque son el alma de la vida en sociedad; seguras, porque no brindan mucha honra y estimación, y así quien las practica no se hace soberbio; ordinarias, porque hay muchísimas oportunidades de practicarlas en la vida diaria; razonables, porque todos sabemos por experiencia que por su falta hacemos sufrir a otros y otros nos hacen sufrir a nosotros.

«Un silencio discreto es siempre mejor que una verdad sin amor.» San Francisco de Sales.

«¡Muerte al error! ¡Pero amor a los que yerran!». San Agustín.

«Se nos maldice y bendecimos, padecemos persecución y aguantamos, somos insultados y oramos. Tal vez nos parecen peores de lo que son.» San Pablo.

San Ignacio decía: «Todo para gloria de Dios, a Dios toda la gloria»

Convertir todo en un acto de amor a Dios. Nosotras podemos tratar de vivir nuestro MP para ser más queridas, para ser más perfectas, para trabajar mejor, para dominarnos más, por orgullo… pero, ¿qué estamos buscando?

Amar heroicamente a los hermanos. Aprender a ser maternales, a ser más maduras, a salirnos de nosotras mismas y a amar. NO defendernos siempre y querer estar por encima del otro. Comprender y perdonar. Aprender a mirar a los demás como queremos que Dios nos mire a nosotras.

Rezar, querer a Dios, hablar con él. Contarle nuestras cosas.

Nuestra meta no es cumplir con los mandamientos. Nuestra meta es amar todo lo que podamos.

EL MP me tiene que remitir a Dios. Debe ayudarme a vivir mi Autoeducación. Debe ayudarme a mirar al cielo Debe ser pasiva y activa: ¿Quién soy, para qué estoy? Hija del Padre, forjadora del Reino. (pasiva, activa)

DINÁMICA

Las niñas se dividirán en grupos y cada grupo analizará la misma cantidad de pequeñas virtudes. Además, deberá inventar en tres nuevas pequeñas virtudes. Después comentará a las demás todo lo que dedujo.

La idea es que cada niña anote las nuevas pequeñas virtudes que se le proponen. Esta lista será muy útil para buscar propósitos en el futuro. Antes de terminar la reunión, elegir una para practicar en la semana.

 

Charla 6 – VINCULACIÓN AL PRÓJIMO – PARTE II

 

«Como yo los amé»

(Ver dinámicas al final)

Jesús no trae el amor al mundo. El precepto que nos presenta no es nuevo. Lo qué sí es nuevo es la clase de amor que nos pide. El amor de Jesús es diferente al amor natural no cristiano.

Podemos hablar de tres clases de amor:

1- Amor naturalista o sensitivo – instintivo

2- Amor natural o dilecto (con predilección)

3- La caridad sobrenatural o caritas

1- Amor naturalista

Es el que experimentamos por nuestros papás, hermanos, nuestro novio, nuestra mejora amiga… etc. Seguramente cuando conocimos a nuestra mejora amiga, sentimos una atracción espontánea hacia ella. No nos pusimos a razonar sobre sus cualidades, defectos, etc.

El amor instintivo representa tres características:

Primitivo:

Es la primera manifestación del amor así como surge en forma espontánea, sin reflexión ni elaboración. La palabra primitivo, por lo tanto, no está aplicada aquí en sentido negativo o despectivo, sino que hace alusión a un amor sin purificar, a una primera etapa en el amor. Decir que el amor instintivo es primitivo significa entonces que este se manifiesta como un instinto ciego que atrae a las personas entre sí, sin que medie la reflexión de la inteligencia ni la decisión de la voluntad. Es importante tener en cuenta que, normalmente toda forma de amor: paternal, filial, nupcial, de amistad, se origina a este nivel y perdura en esta forma durante un tiempo mayor o menor según sea el proceso de maduración en cada persona y situación.

Estrecho:

Es decir selectivo.

La misma palabra nos lo dice, el amor instintivo se limita a una persona o a un determinado círculo, las que más le simpatizan, ya que se mueve a un nivel sensitivo.

Egoísta:

Se centra en sí mismo.

Cuando por primera vez experimentamos el amor buscamos ser importantes para aquella persona que amamos; queremos ser únicas para ella.

2- Amor natural

Es un amor que se despierta instintivamente sin muchas reflexiones. ¿Qué presupone el amor natural? Supongamos que varias personas se han encontrado a menudo. De repente, una de ellas comienza a sentir algo especial por la otra sin habérselo propuesto. El fundamento, la raíz del amor natural es la igualdad y la desigualdad en el sentido de una capacidad de complementarse y de una necesidad de complementarse mutuamente. ¡Igualdad y desigualdad!

IGUALDAD

Esto lo podemos enteder fácilmente. Nunca podremos amar con un amor espiritual, verdadero y profundo, a un perro. Sí con un amor natural – instintivo, pero no con un amor espiritual. La igualdad supone dos espíritus capaces de entablar un diálogo. Es una unidad de corazones.

DESIGUALDAD

Lo que me atrae del otro es mayormente lo que yo no poseo, o lo que poseo en el mismo grado. Todos necesitamos ser complementados porque somos creaturas. Pero no sólo tenemos necesidad de ser complementados, sino también la capacidad para complementarnos.

Como la naturaleza se siente limitada, quisiera ser complementada. Y cuando esta complementación se da con el otro, se despierta espontáneamente algo en el alma, que es el fundamento para el amor. De este fundamento de la complementación mutua surge espontáneamente una especie de simpatía, que es lo que moviliza al amor. Por ejemplo: si yo soy melancólica, bastante introvertida y me cuesta expresar lo que siento, seguramente me llamará la atención aquella persona que sea alegre, expresiva, extrovertida. Y viceversa.

Dios también permite que podamos complementarnos con El. Pero ¿Él necesita de nosotros? En un sentido propio, él no tiene la necesidad de ser complementado. Sólo tiene la disponibilidad para dejarse complementar.

La riqueza de amor de Dios queire ser atraída por la vivencia de impotencia de su hijo. Nos damos cuenta que el maor natural es uno de los grados del amor que Dios nos permite vivir. Pero tiene que ser un amor encauzado apr que no se transforme en egoísta y superficial.

En el amor natural, el instinto ciego es iluminado y encauzado por la razón y la voluntad. Los motivos pueden ser por ejemplo: la belleza, inteligencia, bondad, etc. Amamos a la persona por sus virtudes y capacidades naturales.

Para acrecentar el amor hacia ella podemos meditar en esas virtudes; así crecerá nuestra admiración y respeto.

Lo mismo sucede si nos peleamos con alguien: recordar sus rasgos positivos nos ayudará a reconciliarnos más fácilmente.

Acostumbramos a designar con el nombre natural a todo lo que hacemos por motivos naturales. Por ejemplo: comemos y bebemos, tratamos de alternar el estudio y el descanso, todo esto lo hacemos naturalmente para conservar la salud.

Mi amor a los demás será también natural si los amo por las razones que me mueve la razón. Por ejemplo las cualidades naturales que pueden ser materiales o espirituales:

Materiales:

La persona tiene una aspecto agradable, todo su exerior es agradable, su rostro, sus facciones bien proporcionadas, una figura atrayente, hermosos vestidos, etc.

Espirituales:

Entre las cualidades espirituales encontramos por ejemplo a alguien que me atrae por un entedimiento claro, voluntad firme, porue tiene nobles sentimientos, etc.

3- amor sobrenatural

Después de haber descubierto el segundo grado del amor, recordamos la invitación de Jesús que nos lleva a vivir aún un grado más elevado en el amor:

«Si amáis tan sólo a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen esto mismo los gentiles?

Pero yo os digo amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen…»

Podemos amar aún a quienes nos resultan desagradables.

El amor debe hacer que nos resulte fácil mirar con respeto las opiniones de los demás, aún cuando no coincidan con nosotros, y aunque nos resulten antipáticos en su modo de vivir, de pensar, de expresarse, mientras sean compatibles con la verdad y con nuestra conciencia. El amor verdadero se siente feliz cuando puede ser útil, remediar y consolar a su prójimo.

Con esta reflexión nos damos cuenta de que no sólo existe el grado de amor primitivo y natural, sino que existe otro grado de amor: la caridad

MEDIDA

El grado máximo del amor sobrenatural es la entrega de la propia vida. Cristo se entregó por nosotros, los hombres, hasta el anonadamiento de su propia vida. Muchos lo imitaron, inmolándose por los demás. El único camino para poder alcanzar este nivel de amor, es el esfuerzo diario en lo pequeño, por ver el rostro de Cristo en cada persona.

«Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario; el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes, y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo» (Mt 20, 37-39)

MOTIVO

Cristo nos dice que el motivo de nuestro amor a los hombres debe ser el amor a Dios. EL amor a Dios y el amor al prójimo, son como las dos caras de una misma moneda.

«El le dijo: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. El segundo es semejante a éste, es: amarás al prójimo como a ti mismo.» (Mt 22, 37-39)

El amor tiene diferentes manifestaciones, según el destinatario. Lo más valioso que Dios nos ha dado es la capacidad de amar, con sus diferentes modos. Desarrollar al máximo nuestra capacidad de amar significará nuestra mayor riqueza como mujeres y nos permitirá llegar a la madurez de nuestra personalidad.

Dinámicas

1 Leer 1 Cor 13,1-13, con clima de reflexión.

Luego preguntar: ¿Por qué el amor es la más grande de todas las cosas?

Las niñas se dividen en 2 grupos. Cada uno recibirá tres tarjetas, cada una con una palabra: primitivo, estrecho y egoísta. A medida que se lea, ellas deberán levantar la tarjeta con la respuesta correcta. Gana el que más tarjetas acierta.

  • La atracción de una persona por otro sexo. (primitivo)
  • Una madre que no quiere que su hijo se vaya a vivir lejos para que no se separe de ella, aunque esto signifique un progreso profesional. (egoísta)
  • Cuando un niño se pierde, enseguida busca a su mamá y la llama. (primitivo)
  • Una niña que sólo habla con sus amigas. (estrecho)
  • El amor de una madre que está dispuesta a poner su vida en peligro con tal de salvar a su hijo. (primitivo)
  • Una niña se siente mal porque su pololo habla con otras niñas. (estrecho)
  • Una niña que quiere juntarse siempre con su amiga sin respetar sus tiempos. (egoísta)
  • Un extranjero encuentra a un compatriota y se acerca a él espontáneamente aunque no lo conozca. (primitivo)
  • Un papá que pasa todo su tiempo con el hijo menor porque es el único varón. (estrecho)
  • Una niña que no permite que su mejor amiga se relacione con otras niñas. (egoísta)

2 Cada niña recibe una tarjeta como la siguiente:

Test del amor

………………………. (Escribo el nombre de una persona a la que quiero mucho)

Marco la opción que más debería desarrollar en mi relación con ella:

– Alegrarme cuando se vincula a otras personas.

– Estimularla a que desarrolle sus capacidades.

– Respetar sus tiempos.

– Ser capaz de renunciar a estar juntos para que tenga más tiempo para sus cosas.

– Preocuparme por sus intereses.

– Abrir nuestra amistad a otros.

– No enojarme cuando no recibo lo que espero de ella.

3 Cada niña debe completar la siguiente frase.

«Les doy un mandamiento nuevo»

¿Por qué Jesús habla de un mandamiento nuevo, si ya existía el amor en el mundo?

Reflexión mensual

Para reflexionar cada mes y encauzar mi relación con Dios, conmigo misma, con el trabajo, el estudio y el prójimo.

1 Invocación al Espíritu Santo

2 Revisión personal

3 Tiempo de oración

4 Programación para el mes siguiente. ¿Qué me pide Dios?

—————————————-

1- «Espíritu Santo, eres el alma de mi alma. Te adoro humildemente. Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame. Y en cuanto corresponde al plan del eterno Padre Dios revélame tus deseos. Dame a conocer lo que el Amor eterno desea de mí. Dame a conocer lo que debo realizar. Dame a conocer lo que debo sufrir. Dame a conocer lo que, silencioso, con modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar. Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre. Pues toda mi vida no quiere ser otra cosa, que un continuado y perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios. Amén.» (Hacia el Padre. Pág. 217)

Oración a María

Querida madre y reina, ayúdame a despojarme de todo lo que me intranquiliza para que, en silencio y pobreza, el Espíritu de Dios pueda llegar hasta mí y encontrar en mi alma un ambiente sereno, de acogida y entrega.

Haz que mi inteligencia se abra a la luz y aprenda a ver con los ojos de Dios. Regálame la profunda comprensión del corazón que tanta sabiduría da a los que aman. Ábreme al querer del Padre y configura mi ser y mi obrar según su santa voluntad. Amén.

Minutos de oración

1 Meditación del Evangelio

2 Revisión del mes anterior

Examinar nuestra vida a la luz de la conducción de la Divina Providencia, del MP o de la línea personal en el último tiempo.

  1. a) ¿Cuáles han sido los hechos o acontecimientos más importantes del mes recién pasado? (personales, familiares, laborales, etc.)
  2. b) ¿Qué regalos especiales he recibido este mes?
  3. c) ¿En qué he crecido este mes? ¿En qué me he autoeducado?

– En relación a Dios (Oración, búsqueda y aceptación de su voluntad)

– En relación a las personas (familia, amigos, compañeros)

– En relación a mí mismo (aceptación, alegría, dispersión, puntualidad, esfuerzo, deportes)

– En relación al trabajo (obediencia, honestidad, rectitud, trato con los demás)

– En relación a mi grupo

  1. d) ¿Cuáles han sido mis propósitos? ¿Cuál ha sido el centro de mi lucha?
  2. e) ¿Los he cumplido? ¿Los he tomado en cuenta?
  3. f) ¿En qué he fallado?

– En relación a Dios, ¿Qué me ha impedido dialogar con Él? ¿Qué dificultades tengo en este sentido? – ¿Cómo ha sido mi entrega a los demás? (Familia, trabajo, apostolado…)

– ¿En qué he fallado como persona? (egoísmo, orgullo, autosuficiencia, odio, envidia…)

– ¿Dónde detecto desarmonía en mi ser? (desequilibrio, falta de paz, nerviosismo, susceptibilidad, activismo.)

– ¿Qué cosas debo pulir o cambiar? (Carácter, sentimientos poco nobles, comodidad…)

– ¿Qué cosas me pesan? ¿Por qué?

Anotar sólo lo más importante de la meditación sobre los puntos anteriores y también aquello por lo cual se quisiera pedir perdón. (Tenerlo en cuenta para la confesión)

3 Programación del mes próximo

  1. ¿En qué aspecto de mi vida personal me parece que el Señor y la Madre me piden trabajar durante el próximo mes?

Al examinarlo, tener en cuenta:

  1. a) El resultado de la evaluación del mes anterior y definir:

– ¿Qué debo cambiar, reforzar, asegurar o seguir conquistando?

– ¿Dónde me está pidiendo el Señor dar un paso más?

  1. b) Las voces de Dios que me hablan a través de las circunstancias que me tocará enfrentar durante el próximo mes, tanto en: la familia, lo personal, lo laboral, en los estudios, etc.
  2. c) Mi Modelo Personal.
  3. De acuerdo con lo visto anteriormente ¿Qué propósito específico y primordial me parece adecuado para el mes próximo mes? ¿Debo continuar con el anterior? ¿Debo trabajar algo en especial?
  4. Revisar mis propósitos del mes anterior y, considerando si debo: – mantener los mismos puntos – suprimir algún punto nuevo. Todo esto en relación a Dios, a las personas, a mí mismo, a mi trabajo.

Oración:

Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco toda a tí. Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón. En una palabra, todo mi ser. Ya que soy toda tuya, oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame, como instrumento y posesión tuya. Amén.

 

Charla 7- VINCULACIÓN A DIOS

 

Lo primero que nos podemos preguntar al pensar en la vinculación a Dios es ¿por qué nos vinculamos a El? ¿cuál es el fundamento de esta vinculación?

Porque El me amó primero, me amó y se entregó por mí, decía San Pablo. Es quien me demostró más amor:

Me creó por amor, me dio la vida, todas mis capacidades, me sostiene, me da su gracia, me hizo su hija, entregó a su Hijo por mí y me llama a la santidad, a la perfección.

Sta. Teresita decía Jesús hizo locuras de amor por nosotras, ninguna locura que hagamos nosotras se compara con lo que El hizo por nosotras.

Dinámica Cada una recibe la copia de este texto como motivación para introducir el tema de la vinculación a Dios:

Amame tal como eres

«Conozco tu miseria, las luchas y tribulaciones de tu alma, la debilidad y las dolencias de tu cuerpo. Conozco tu cobardía, tus pecados y tus flaquezas. Y a pesar de todo te digo: dame tu corazón, ámame tal como eres.

Si para darme tu corazón esperas ser un ángel, nunca llegarás a amarme. Aún cuando caigas de nuevo muchas veces en esas faltas que quisieras no cometer jamás y seas un cobarde para practicar la virtud, no te consiento que me dejes de amar.

Amame tal como eres. Amame en todo momento, cualquiera que sea la situación en que te encuentras, de fervor o sequedad, de fidelidad o traición. Amame tal como eres. Quiero el amor de tu corazón indigente. Si esperas a ser perfecto para amarme, nunca me amarás.

¿No tengo yo poder para transformar un grano de arena en un serafín radiante de pureza, de nobleza y de amor? ¿No podría hacer surgir de la nada millones de santos aún más perfectos y santos que aquellos que hasta ahora he creado con el gesto único de mi voluntad? ¿Acaso no soy todopoderoso? Si yo deseara dejar para siempre en la nada mil seres maravillosos prefiriendo tu amor, ¿no tengo derecho? Déjame amarte, quiero tu corazón. En mis planes está el moldearte, pero mientras eso llega, te amo tal como eres. Y quiero que tú hagas lo mismo. Deseo ver tu corazón que se levanta desde lo profundo de tu miseria. Amo incluso tu debilidad. Me gusta el amor de los pobres. Quiero que desde la indigencia se levante incesantemente este grito: te amo, Señor. Lo que me importa es el canto de tu corazón.

¿Para qué necesito yo tu ciencia o tus talentos? No te pido virtudes. Y aún cuando yo te las diera eres tan débil que siempre se mezclaría en ellas el amor. Pero no te preocupes por eso. Preocúpate sólo de llenar con tu amor el momento presente.

Hoy me tienes a la puerta de tu corazón, como mendigo, a mí que soy el Señor de los señores. Llamo a tu puerta y espero, apresúrate a abrirme. No alegues tu miseria. Si conocieras plenamente la dimensión de tu indigencia morirías de dolor. Una sola cosa podría herirme el corazón: ver que dudas y que te falta confianza.

Quiero que pienses en mí todas las horas del día y de la noche. No quiero que realices ni siquiera la acción más insignificante por un motivo que no sea el amor. Cuando te toque sufrir, yo te daré fuerzas. Tú me diste amor a mí, yo te haré amar más de lo que hayas podido soñar.

Pero recuerda esto: ¡Amame tal como eres!

Diálogo

El me amó primero, él me busca, no necesita mi amor para enriquecerse, pero sí para desarrollar su esencia que es el amor, que es ser Padre. El no puede otra cosa sino amar y necesita mi apertura a su amor para completar su felicidad, necesita recipientes que acojan su amor y lo respondan.

Dios es el Dios del altar

El Dios del corazón

El Dios de la vida. Son las tres formas en las que Dios se manifiesta y se nos hace cercano. De esas tres formas el Padre Dios está con nosotros y nos ama.

En el altar está como sacramento, está en la Hostia realmente presente. Es el Dios al que nos vinculamos a través de la oración y de la adoración. El Dios del corazón es el que habita en mí desde el Bautismo, cuando recibí la gracia de la inhabitación de la Santísima Trinidad. Mi corazón es un templo consagrado y habitado por Dios, con ese Dios que me habita y me hace participar de su vida, me quiero vincular, vivir en contacto con El, vivir en El.

El Dios de la vida es el que actúa permanentemente en mi vida y me habla, conduciéndome así a la santidad.

El modo de vincularme con Dios es la oración.

Hay muchas definiciones de oración.

  • Orar es inhalar a Dios y exhalar el yo.
  • Es dialogar personalmente con Dios.
  • Es elevar el espíritu hacia Dios.
  • Es luchar por adentrarse con el corazón

Se pueden leer y comentar los siguientes textos evangélicos sobre la oración.

Se pueden dividir en cuatro grupos y cada uno leer y luego comentar al grupo grande lo central del pasaje:

  • Lc. 11, 1-10
  • Mt. 7, 21
  • Mt. 6, 5-6
  • Mt. 6, 9-13

Rezar es dialogar con quien se ama, es amar, es querer estar con quien se ama.

¿Cómo rezar, cómo hacer de la oración un momento vital, de real encuentro con Dios mi Padre?

¿Cómo hace para que la oración sea un diálogo de amor, no una repetición de fórmulas, sino un encuentro vital con el Dios del altar, del corazón y de la vida?

Primer método:

Mirar a Dios, hablar con Dios y ofrecerle sacrificios.

Mirar «Jesús lo miró y lo amó»

Para Jesús mirar es amar. Por eso este mirar es ante todo experimentarme mirada permanentemente por Jesús, por el Padre y por eso, eternamente amada.

El Padre nos mira siempre, estamos cobijadas bajo su mirada. Nos mira porque nos ama. Si soy su hija y lo amo, lo voy a mirar, lo voy a contemplar. En medio del estudio, o cuando voy por la calle, o en el trabajo, me puedo conectar un instante con El y decirle: Padre, te amo, te miro y te regalo lo que estoy haciendo.

Mirar al Padre y dejarme mirar por El, estar con El, «perder el tiempo con El», que no es perderlo, sino ganarlo porque me encuentro conmigo misma.

Mirar a Jesús en la Eucaristía, adorarlo, contemplarlo, gozarme en su grandeza y regalarle mi pequeñez. Yo lo miro y Él me mira. Decirle, Jesús, aquí estoy, que se cumpla en mí la voluntad del Padre como se cumplió en Ti, te amo. Quisiera amarte más, pero no puedo, dame esa gracia, quisiera concentrarme más pero no puedo, dame esa gracia, regalame la gracia de la oración.

Hablar con Dios

Significa dejar salir los afectos en la oración. Nuestra comunicación con el Padre Dios, así como lo hacía Jesús no tiene que ser algo formal y estereotipado, duro. Jesús le decía Abbá, papito, le hablaba con ternura, le manifestaba sus emociones: «En este mismo momento, Jesús, movido por el Espíritu Santo, se estremeció de alegría y dijo: Te alabo Padre porque ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños». (Lc. 10, 21). Jesús exulta de alegría.

También la Madre oró así, pensemos en el Magnificat, cuando ella alaba al Padre por todo lo que El obró en Ella.

«María dijo entonces:

«Mi alma canta la grandeza del Señor

y mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador,

porque quiso mirar la humildad de su Esclava,

en adelante todos los hombres dirán que soy feliz.

En verdad el Todopoderoso

Hizo grandes cosas por mí,

Su nombre es Santo.

Sus favores alcanzan a todos los que le temen

De generación en generación.

Su brazo hizo portentos,

Y dispersó a los soberbios.

Sacó a los poderosos de su trono

Y puso en su lugar a los humildes.

Sació a los hambrientos de todo

Lo que es bueno

Y despidió vacíos a los ricos.

Tomó de la mano a Israel, su siervo,

Demostrándole su misericordia.

Esta fue la promesa que ofreció a nuestros Padre,

Y que reservaba a Abraham

Y a sus descendientes para siempre.»

(Lc. 1, 46-55)

María canta, deja salir su alegría porque se siente inundada por el amor de Dios. Así yo también, en la oración puedo cantar mi propio Magnificat, mi propio canto de alabanza por lo que el Padre obró en mí, que es muchísimo más de lo que solemos ver y reconocer.

Muchas veces los sentimientos serán de angustia, miedo, dolor. No son para cantar o para albar, quizás entonces nuestra oración sea un llanto y hasta un grito de dolor. La oración debe recoger todo mi mundo de sentimientos, así como está mi corazón se lo presento al Padre para que El lo ordene, lo sane con su gracia.

Ofrecerle sacrificios

Desde antiguo, el pueblo de Israel ofrecía holocaustos a Yahve, animales que inmolaban en alabanza de Dios, para reparar sus pecados.

Desde que Cristo murió en la cruz, como «el Cordero», es decir, como el holocausto viviente, estos sacrificios de animales quedaron abolidos, perdieron sentido, la inmolación de Cristo reparó todos los pecados, sólo el como Dios podía repara por su muerte con un valor infinito. Sin embargo, cada sacrificio nuestro, unido al de Jesús, hace más plena la redención.  Bernardita lo testimonió con su inmortal legado: “hemos descubierto que el dolor redime”.

Los sacrificios purifican el alma, hay una purificación pasiva y una purificación activa del alma. La purificación pasiva es la que Dios lleva a cabo en mí con las pruebas que me manda, El toma la iniciativa y su objetivo es desprenderme de mí, hacerme crecer, madurar.

La purificación activa es la que parte de mi propia iniciativa, yo misma busco hacer sacrificios para probarle mi amor con hechos a la Madre y al Padre. El amor se prueba y comprueba en el sacrificio.

El segundo método es el de las tres preguntas meditativas:

Mirar la historia sagrada de mi vida. En la oración, tomar un acontecimiento marcante de mi vida, deternerme y meditar en él haciéndome estas tres preguntas:

  • ¿Qué me dice Dios con esto?
  • ¿Qué me digo a mí mismo?
  • ¿Qué le digo a Dios?

¿Qué me dice Dios con esto?

La pregunta no es porqué, sino para qué habrá permitido Dios esto, qué querrá lograr con esta prueba, este regalo, este fracaso. ¿En qué me querrá hacer crecer?

¿Qué mensaje me trae este acontecimiento? El Padre Kentenich solía comparar cada acontecimiento de nuestra vida con un momento de anunciación, frente a cada situación nos invitaba a meditar la frase: «El ángel del Señor anunció a María». Es decir, cada acontecimiento puede ser un ángel para mí, o bien, una réplica de anunciación.

¿Qué me digo a mí misma?

Es decir, qué reacción tuve ante el acontecimiento, qué sentí, qué conclusión saco del mismo. Analiza desde mi interior el acontecimiento.

¿Qué le digo a Dios?

Esta es la pregunta más importante, mi respuesta al Padre. Los mensajes que encierran cada acontecimiento, no son para que queden allí en el aire, son para ser respondidos. Así como la Madre en el hora de la Anunciación, luego de analizar y preguntar, respondió, así también yo debo dar mi respuesta de amor, libre, firme y clara al Padre. Soy libre cuando lo escucho y quiero responderle de acuerdo a su voluntad.

El tercer método se llama: Rezar con la imaginación

Este método rescata el valor positivo de la imaginación o fantasía para crecer en la vida espiritual. En concreto, nos ayuda a sentir más real el mundo sobre natural y entrar más fácilmente en contacto con él.

Por ejemplo, puedo imaginarme a aquella persona del mundo sobrenatural con la cual estoy más vinculada. Si es por ejemplo Dios Padre, haré un ejercicio de imaginación figurándome que estoy como una niña en sus faldas hablando con Él. O si es María, me puedo imaginar en espíritu arrodillada frente a ella contemplando su hermosura y contándole algo que me interesa. Puede ser Jesús, o un santo muy querido etc.

El cuarto método se llama: Descansar afectivamente en un pensamiento.

Consiste en la repetición afectiva de algo que enciende mi corazón. Puede ser una verdad de fé, un nombre, un acontecimiento, mi ideal personal. Dejar que esa vivencia cale hondo en mi corazón a través de la repetición. Esto va tomando posesión de mi ser y se va ahondando mi vivencia religiosa. Es la oración de contemplación o de simplicidad. En una palabra puedo resumir toda mi experiencia de fe.

El quinto método dice: No el mucho saber sino el gustar es el alimento del alma.

Es una frase de San Ignacio. El gustar es la sabiduría, la palabra sabiduría proviene del latín: sapere = gustar.

El método nos invita a pre gustar, gustar y posgustar los acontecimientos.

Pregustar significa pre disponer el corazón, prepararlo para las vivencias que voy a recibir en el día de hoy. Todo lo importante exige una preparación y de ella depende su éxito. Pregustar es dar mi sí a lo que va a venir, como algo que viene del Padre. Puedo hacerlo cada mañana unos instantes al comenzar mi día, o de camino a la facultad o al trabajo.

Gustar, significa vivir intensamente el momento presente. De adentro hacia fuera, desde mi propio centro. Estar donde tengo que estar ahora, sin pensar lo que debo hacer después, o lo que podría estar haciendo. Decidirme por lo que estoy haciendo y hacerlo con todo, sabiendo que en esto Dios me está regalando su gracia y manifestando su voluntad. Gustar el amor de Dios en este instante presente.

Posgustar, significa saborear algún acontecimiento del pasado, revivirlo descubriendo el paso de Dios por mi vida. Así como cuando veo el video de una fiesta o de un acontecimiento que viví descubro nuevos detalles, me asombro. De ese mismo modo, en el Oratorio vivo del corazón, puedo renovar mis vivencias tratando de descubrir siempre nuevos mensajes, haciéndolas oración, acción de gracias, alabanza.

Queremos en esta semana tomarnos tiempo para encontrarnos con Dios y dialogar con él con algunos de estos métodos.

¿Cómo vivir la castidad?

Por: P. Jürgen Daum

Quien hace la opción de vivir la castidad porque entiende que es lo mejor para ella misma y para el hombre que ama, que ese es el camino para crecer y madurar en un amor auténtico, se encuentra ante una gran pregunta: “¿y cómo vivo la castidad en lo práctico, en lo cotidiano? ¿Qué implica concretamente?”

Para vivir la castidad lo primero es quererlo con firmeza. Desearlo con convicción y encontrar la motivación apropiada son fundamentales para la adquisición de la virtud de la castidad. En ese mismo sentido es importante que entiendas y estés convencida de que sí se puede vivir la castidad. Quien dice que es imposible, es porque no lo ha intentado seriamente o porque ni siquiera quiere intentarlo. Y no porque él o ella no quiera o no pueda, no quiere decir que otros no puedan. En esto de intentar vivir la virtud de la castidad también se aplica aquello de “querer es poder”.

La castidad ciertamente no se alcanza de la noche a la mañana, con solo quererlo y decidirlo. Luego de la decisión viene todo un entrenamiento y es necesaria la perseverancia. La castidad es una virtud, y nadie llega a ser un virtuoso sin esfuerzo, constancia, sacrificios, lucha, guía y mucha paciencia. No te desanimes jamás si fallas al primer intento, o al segundo, o al tercero. Lo importante es seguir intentando siempre de nuevo y nunca darte por vencida, nunca quedarte con la última experiencia de derrota.

Teniendo la decisión y con la convicción de que sí se puede, toca entrenarte. Como en las artes marciales o en cualquier deporte, solo se puede alcanzar su perfecto dominio mediante técnicas, con un maestro que te enseñe y con la repetición diaria de ciertos movimientos y ejercicios. Recuerda que como en todo lo que requiere entrenamiento también en el dominio de los propios deseos e impulsos sexuales por medio de la castidad la repetición de actos virtuosos y la perseverancia son fundamentales.

Perseverar es nunca darse por vencidos. Perseverar es ser una porfiada: “si me caigo, ¡me vuelvo a poner de pie y vuelvo a la batalla!” ¡Nada de quedarse tirados en el suelo luego de una caída! Perseverar implica ver la caída no como un fracaso, como la derrota final, sino como una oportunidad para aprender, para ser más inteligentes en adelante y no cometer los mismos errores. Una caída no hace el final de la carrera. Es tan sólo eso: un tropezón en el camino. Si te caes en el intento, saca fuerzas de donde sea, te pones de pie y vuelves a intentarlo, tantas veces sea necesario. Aunque falles, ¡el Señor siempre te ofrece una nueva oportunidad! Sólo te pide que con humildad aceptes tu fragilidad, que aprendas de tus caídas y que vuelvas a la lucha apoyada en su fuerza.

El fracaso no consiste en una caída, sino en no querer levantarse nuevamente, en la decisión de abandonar la lucha. Aunque vuelvas a caer “siempre en lo mismo”, jamás debes ceder al desaliento o desánimo. Siempre se puede volver a intentar de nuevo. Si siempre te vuelves a poner de pie, poco a poco, con el tiempo, con paciencia, verás que puedes ir creciendo en un mejor dominio de ti misma.

Ten en cuenta que por más buena intención que tengas en un momento de mucho entusiasmo, las caídas en el caminar son parte de la vida. Como me escribió un joven acongojado:

«He pecado, caí en la tentación, perdí mi castidad, mi segunda oportunidad para volver amar de verdad… me siento horrible… siento que decepcioné a todos los que me aman y sé que si no me quieren perdonar me lo merezco… en mi mente aún tengo como prioridad seguir amando a Dios y encontrar la felicidad, aunque por lo que hice diga todo lo contrario a todo lo que siento. Me siento mal conmigo mismo, me siento asqueroso, siento que no tengo cara para mostrársela a Dios. Yo quiero vivir en paz, he estado asistiendo a Misa todos los Domingos y entre semana también, pero sin embargo fallé. Necesito consuelo porque siento que iba bien y fallé y mandé todo al drenaje en un momento. Quiero vivir en paz y amar a la que algún día será mi esposa, ayúdeme, ayuden a este pobre pecador que implora redención, paz interior y seguir el camino de Dios.»

También una joven me escribió luego de caer:

«Le cuento que caí, me siento avergonzada y triste, pensé seguir en la lucha constante, pero no pude. Ahora me doy cuenta que es una lucha muy fuerte, que no pude seguir, pero me levanté, miré de frente. Pero ahora tengo más miedo que antes, me dejé llevar, me puse a tomar, tuve la oportunidad de dejar de tomar y no lo hice, y terminé casi cediendo a tener relaciones sexuales con un chico que supuse que era mi amigo. Me siento mal, no me porté bien, pero no me dejaré vencer por esta caída así que iré a confesarme para retomar mi lucha.»

¡De eso se trata! De levantarse nuevamente, de pedir perdón, de aprender de los errores, de volver a intentarlo con más humildad y prudencia.

Como aquellos jóvenes que cayeron a pesar de haberse propuesto vivir la castidad, tú también puedes caer en medio de tus luchas. En ese momento podrás experimentar frustración, amargura, tristeza, vergüenza, podrás sentir que has decepcionado a Dios o a quienes confiaron en ti, o a ti misma, y que ya no mereces ser perdonada. A pesar de ello el Señor no te dirá jamás: “hasta aquí no más”, “ya no mereces ser perdonada”. No dejes jamás que la decepción de ti misma te apartarte de Dios o de quienes están allí para ayudarte a levantarte si caes, para alentarte a seguir caminando. Por tanto, si caes, ¡pide inmediatamente perdón a Dios, levántate y vuelve a la batalla! ¡El Señor siempre te da la posibilidad de levantarte y empezar de nuevo!

Ahora bien, en nuestra opción por vivir la virtud de la castidad para amar de verdad es fundamental poner medios proporcionados. Un “medio” es algo que me permite alcanzar un fin. Así por ejemplo un medio para llegar a un lugar es un bus, o un automóvil, o una bicicleta. Pero un medio “proporcionado” es aquél medio adecuado que me permite llegar al fin deseado. No todos los medios son suficientes o apropiados. Por ejemplo, si quiero ir a un país que queda en otro continente no lo puedo hacer a pie o en automóvil únicamente. Debo hacer uso de otro medio de transporte: un avión o un barco. El automóvil, aunque sirve para movilizarse, no me sirve para cruzar el mar. No cualquier medio me permite alcanzar un fin deseado. Para alcanzarlo debo usar un medio proporcionado al fin que espero alcanzar.

Finalmente, lo que parece imposible, con Dios se hace posible. Los cristianos creemos que además de ser una virtud moral, la castidad «es también un don de Dios, una gracia.»[1]

En cuanto tal, hay que pedirla insistentemente a Dios. Decía San Agustín:

«Creía que la continencia dependía de mis propias fuerzas, las cuales no sentía en mí; siendo tan necio que no entendía lo que estaba escrito: que nadie puede ser continente, si tú no se lo das. Y cierto que tú me lo dieras, si con interior gemido llamase a tus oídos, y con fe sólida arrojase en ti mi cuidado.»

El Señor en el Evangelio nos dice: «Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán» (Jn 15, 7), y también: «Yo les digo: Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá.» (Lc 11, 9) Así pues, la oración para pedir pureza y castidad es indispensable en nuestra lucha diaria.

Además de la oración, la fuerza para luchar y el amor que queremos vivir los encontramos en los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación. Acudir a los sacramentos es fundamental. En la Eucaristía nos nutrimos de quien es el Amor mismo, de Cristo. De ese modo podemos crecer día a día en un amor verdadero, el mismo amor que Cristo nos tiene, el amor que Él nos manda vivir. Él, además, es fuerza para nuestra debilidad. Necesitamos de Él para amar más, para amar verdaderamente y para poder ser cada día más fuertes en nuestro empeño por vivir la castidad. Por otro lado, en el sacramento de la Reconciliación nos encontramos con el amor y la misericordia de Dios, que nos acoge cuando nos caemos, nos perdona, nos alienta y anima a ponernos de pie y volver a la batalla, cura nuestras heridas y nos fortalece en todas nuestras luchas con una gracia particular.

Comprometerse a vivir la castidad es entrar en una lucha dura. Quien entra en combate es muchas veces herido, a veces con gravedad. Comprometerse a vivir la castidad no es comprometerse a “nunca caer”, sino a luchar día a día, y si en medio de la lucha caes, es tomar la decisión de ponerse nuevamente de pie para volver a la batalla. Si caemos, necesitaremos ser perdonados y curados, una y otra vez. Si te caes, acude al Señor a pedir perdón. Él te espera para perdonarte, para curar tus heridas, para alentarte a ponerte nuevamente de pie y seguir en la batalla. De eso se trata: no de nunca caer, sino de levantarnos SIEMPRE, y levantarnos CUANTO ANTES, sin consentir en la tristeza que nos hunde en el desaliento, en la desesperanza, que quiere hacerte creer que “no puedes”, que “siempre es lo mismo”, que “nunca podrás superar tu debilidad”. ¡Nada de eso es verdad! El Señor nunca te va a decir: “es verdad, tú no puedes”. ¡Jamás! El Señor nunca te va a rechazar. Nunca te condenes a ti misma cuando el Señor te está esperando en su sacerdote para perdonarte «setenta veces siete» (Mt 18, 22), es decir, sin límite, sin medida.

Dicho esto, pasemos ahora a revisar las distintas situaciones que ponen en riesgo nuestra castidad, todo aquello que hemos de tener en cuenta para ser prudentes y para crecer en la virtud de la pureza. Sugeriremos también algunos medios que pueden parecer exagerados, pero que son muchas veces los medios necesarios para romper con situaciones pasadas que nos han llevado a la impureza. Hay momentos en los que sencillamente debemos dejar de hacer cosas con ciertos “amigos”, o apartarnos de ciertas personas o lugares si es que queremos vivir la castidad, “recuperarnos” y fortalecernos en el dominio de nuestros impulsos sexuales, a fin de orientarlos al amor verdadero.

  1. Cuídate de lo que miras y de cómo miras

 

¿Cuántas cosas que no convienen nos consentimos mirar “por curiosidad”, por saber “cómo es”, “qué se siente”? No es bueno dejarte llevar por la curiosidad malsana. Aprender a dominar nuestra curiosidad es fundamental. Decir “no” a mi impulso porque no es bueno ver todo lo que se presenta ante mis ojos es muy importante. Para ello es fundamental este criterio: no mires lo que no debes, por más curiosidad que te dé.

¿Qué te consientes mirar en la televisión? Como bien sabemos, las escenas “subidas de tono” no faltan en las películas o series. A veces podemos cambiar de canal, salir de la situación para evitar ver escenas que nos pueden perturbar, que se quedarán grabadas en nuestra memoria por mucho tiempo.

Quizá alguna vez movida por la curiosidad has visto pornografía. Has visto a tus amigos “volverse locos” con la pornografía, y te preguntaste: “¿por qué les atrae tanto?” Al ver una primera imagen muy probablemente tu reacción fue de disgusto. O quizá no has visto pornografía aún. ¿Sabes? No te pierdes de nada. Pero ya sea que hayas visto o no, niégate en adelante a ver pornografía, porque lo único que hará es degradarte como persona. Si descubres que alguna amiga o amigo tuyo ve pornografía, diles con firmeza que no está bien, que se están haciendo mucho daño, porque ver pornografía deforma la visión de la mujer o del hombre, así como también de una recta sexualidad humana. La pornografía es veneno, y para el hombre, literalmente, se vuelve en una adicción de la que difícilmente podrá liberarse.

Un chico me escribió en una ocasión:

«Mi debilidad se muestra a través de la pornografía. Siento a veces un «impulso» tan fuerte o ganas de hacer cosas impuras que se calman luego de ver películas pornográficas y masturbarme. El hecho es que estoy cayendo con frecuencia y ya me cuesta mucho ver con pureza a las chicas que me gustan. Inclusive, luego de rezar he caído aparatosamente. Por otro lado, este vicio se alimenta de los muchos años que estoy sin enamorada. También de las frustraciones que llevo en mi corazón por las muchas veces que he sido rechazado por las chicas que me interesaban. Actualmente, también es una fuga perfecta para mi fastidio por no tener trabajo hace meses. En estas condiciones, quisiera afrontar con más éxito mi lucha contra la pornografía. Está lacerando mi corazón de manera que aparecen ideas cada vez más pervertidas dentro de mi cabeza. Pero, el fuerte grito de mi conciencia hace que sólo se queden en elucubraciones. Aunque, si sigo en esta senda llegará el momento en que no sea capaz de dominarme.»

Si tu enamorado ve pornografía, háblale con firmeza y aliéntalo a que no lo haga, porque tarde o temprano te mirará como a esas “estrellas porno” y querrá hacer contigo lo que ve en las escenas pornográficas. ¿Y tú no quieres que la persona que amas te tome como una prostituta verdad? Te lo vuelvo a decir: la pornografía engancha especialmente al hombre. Y mientras más vea, más va a querer que tú lo hagas con él, del modo como lo ve allí. Un chico que ve porno termina pensando que el sexo en el matrimonio o antes de él debe ser al “estilo porno”, y que esa es la manera de “satisfacerte” a ti y a sí mismo.

Si tú crees que tienes que actuar como esas chicas porno para satisfacerlo, o para tenerlo contento y no te deje, entiende que siempre saldrás perdiendo. Sobre esto opina Tony Litster[2], un hombre que ha querido ayudar a crear una solución ante la epidemia de la pornografía y las terribles secuelas que causa:

«Demasiadas mujeres están tratando de competir con la pornografía al nivel de la fantasía, ¡y siempre saldrán perdiendo! “Hollywood” siempre podrá satisfacer más y mejor que la vida verdadera. Cuando una mujer comprende lo que el hombre verdaderamente está buscando, puede salir al encuentro de esa necesidad de un modo que la fantasía jamás podrá.»

El hombre, tanto como la mujer, están necesitados de vivir un amor auténtico, puro, en el que el respeto mutuo se resiste firmemente a tratar al otro como un mero juguete sexual, un objeto de placer.

Otra cosa que debes cuidar es el cómo miras a los hombres. ¿Te fijas únicamente en su apariencia externa? Nada de malo tiene que un chico te guste y atraiga físicamente, pero es muy importante que no te quedes en lo físico: mira su interior y conoce sus valores. Por otro lado, tú sabes que tus miradas pueden decir y dar pie a muchas cosas. ¡No uses tu mirada para jugar a la seducción!

En este punto podemos incluir no sólo el ¿qué miras?, sino también el ¿cómo buscas ser mirada? Una chica de quince años me comentó en una ocasión que en una fiesta sentía una como “necesidad imperiosa” de atraer la atención de un chico. No era la primera vez que esto le pasaba. Me preguntó si estaba mal. “¿Y cómo tratabas de llamar su atención?”, le pregunté. La inocencia de su “estrategia” me dio hasta ternura: “pasaba delante de él, una y otra vez.”

 

¿Qué mujer no desea que se fijen en ella, que la miren? Yo diría que es algo propio de la mujer, algo que Dios ha puesto en ti, y no está mal. Es parte de cómo Dios te ha diseñado en su amor y sabiduría. Sin embargo, también pienso que la mujer debe aprender a orientar rectamente ese deseo. Y es que de no hacerlo, la vanidad será la motivación de todo en su vida. La vanidad hace que lo más importante sea la apariencia, lo externo, y lleva al olvido o postergación de lo interior. La mujer vanidosa pone todo su valor en los halagos, en el “¡qué bonita estás!”, “¡qué bien se te ve!”, etc. Da demasiada importancia al vestido, al peinado, al “cómo se ve”, a la manera como se mueve, como sale en la foto, como baila, como fuma, que “si estoy muy gorda”, etc. Todo lo tiene meticulosamente estudiado, y se siente morir si no se ve “perfecta”. Lo cierto es que la mujer que busca ser mirada y apreciada tan sólo por la apariencia no valora lo que tiene dentro, en su corazón. ¡Cuántas, justamente porque se creen tan poca cosa, porque se consideran feas, porque no se valoran a sí mismas, buscan llamar la atención de cualquier manera para sentirse un poco valoradas! Y lo más fácil es llamar la atención de los hombres mostrando sus “atributos físicos” y ofreciendo fácilmente cualquier cosa, porque eso nunca falla. ¿Quién no se va a fijar en las que se regalan tan fácilmente a cambio de un mentiroso “te quiero”, de un beso o de un abrazo que las haga sentir valiosas por un instante? ¡Son capaces, por ese momento, de vender hasta su alma!

Orientar debidamente el deseo de ser mirada hace que, sin despreocuparte por un muy femenino cuidado externo de ti misma que tenga en cuenta el pudor[3], te preocupes con no menor empeño por cuidar y embellecer tu corazón.

Te sorprenderá si te digo que como a toda mujer, a la Madre de Jesús también le gustaba que se fijen en ella. ¡Está en la Escritura! Sí, ella se llenó de una alegría incontenible porque Dios «se fijó en la pequeñez de su sierva.» (Lc 1, 48) ¡Que Dios haya fijado en ella es para ella causa de una desbordante alegría! Pero Dios, a diferencia de los hombres, no se queda mirando lo externo, tantas veces engañoso, sino que su mirada penetra en lo escondido, va a lo profundo de la persona: «La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón.» (1 Sam 16, 7) Así, con su propio testimonio tan femenino, la Madre te enseña y te dice: “hija mía, recuerda que lo más importante no es buscar que te miren y admiren por una belleza externa que pronto se marchitará, sino embellecer cada día más tu corazón para atraer la mirada de Dios sobre ti, porque si Él se fija en ti, también se fijarán en ti los hombres que saben mirar el corazón de la mujer, los hombres que sí valen la pena”. Lograr que Dios “se fije en ti” por la belleza de tu corazón es el camino para que seas rectamente mirada y amada también por un hombre. Por si acaso, en ningún momento he querido decir que descuides tu apariencia física, solo he querido decirte que así como te preocupas por embellecerte exteriormente, también lo hagas —y aun más— por embellecer tu interior, porque a los ojos de Dios tú eres bella y amada más allá de tu físico. 

  1. Cuídate de lo que escuchas

Innumerables mensajes llegan a diario a nuestros oídos. Los escuchamos y asimilamos de una o de otra manera. Lamentablemente, muy pocos tienen los criterios morales y el sentido crítico necesario para saber discernir entre lo que es bueno o malo.

¿Qué música escuchas? ¿Conoces el “reggaetón” verdad? ¡Claro que sí! Tú sabes que el contenido de muchas de sus letras es explícitamente sexual. Se baila de manera sensual, e incluso con movimientos de pareja que imitan el acto sexual. El perreo se ha vuelto algo normal en ciertos estratos. Pues bien, las canciones con contenido sexual influyen en nuestra visión del hombre y de la mujer, así como en nuestro comportamiento sexual. ¿Cómo va a mirar y tratar un chico a una chica, si estas letras le dicen que la mujer “lo que quiere es sexo”? El pensamiento expresado en estas letras es degradante para las mujeres, tremendamente machista. Si no quieres pasar por “aburrida” en las fiestas, no te queda otra más que bailar al ritmo del reggaetón poniéndoles el trasero a los hombres. Pues este modo de bailar, aunque a muchas les parezca que “no tiene nada de malo”, excita al hombre. Además, va abriendo el camino al sexo “libre”, al sexo como diversión, porque va rebajando nuestros estándares morales. Este tipo de baile y música no puede ser para ti algo aceptable. Un joven me dijo en una ocasión:

«Si yo veo a una chica bailando así, inmediatamente pierdo el interés por ella… para algo serio.»

¿Entendiste?

¿Te gusta esa música y la escuchas “sin hacer caso a la letra”, como una vez me dijo una chica? Pues aunque no las escuches conscientemente, los mensajes van moldeando tu pensamiento subconscientemente. Si crees que puedes escucharlas sin que te afecten, ¿no será que te has hecho insensible al mal, y que por eso no te choca algo que es degradante para ti y debería causarte repulsión? ¿A qué mujer le gusta que la vean y la tomen como un objeto? Si a algunas parece que les gusta, ¡no seas tú una de ellas! ¡Tú tienes una altísima dignidad y mereces ser tratada con respeto!

A los hombres este tipo de letras tampoco les hace bien. Un chico de dieciocho años me contó en una ocasión que escuchar esta música por radio lo llevaba a tener imaginaciones y fantasías impuras. Finalmente, acababa masturbándose. La letra de este tipo de canciones enciende la pasión y despierta el deseo de “querer hacer lo mismo”, o —si de momento no se da la ocasión— de buscar al menos experimentar el placer mediante el autoerotismo. Al tomar conciencia del daño que le hacía escuchar este tipo de canciones, se propuso dejar de escucharlas.

Poco después otro joven de diecinueve años dejó un mensaje en la página de La Opción V[4] diciendo:

«Gracias a ustedes he dejado de escuchar reggaetón (y eso que era muy fanático de aquella música, la escuchaba desde que tenía doce o trece años) y he dejado de hacer varias cosas que me llevaban por el mal camino. Escuchar esa música alimentaba mis pensamientos y fantasías sexuales, y me llevaba a la masturbación. En las fiestas o discotecas me llevaba a tocar y besar a cualquier chica que se prestaba fácilmente para ello. Tener relaciones sexuales con alguna de ellas era sólo cuestión de tiempo. Solamente veía a la mujer como un objeto y no como una persona digna de respeto.»

El reggaetón con contenido sexual no sólo es una música que no conviene bailar, sino tampoco escuchar si es que quieres cuidar tu pureza.

He aquí otro testimonio de una joven de diecisiete años, que hizo la opción por vivir la castidad luego de “tocar fondo”. Comentaba ella desde la perspectiva de quien sin tomar alcohol ve las cosas como son:

«Ayer fui a una fiesta. ¡Me chocó un montón! Yo llegué como a las once y ya mis amigas estaban borrachas, y otras bailando muy feo. Me quedé una hora con ellas y luego me fui. A mí me daba un poco de vergüenza ajena verlas bailar tipo perreo, mientras que a los chicos que están acostumbrados a tomar hasta emborracharse y usar a las chicas como si nada, les parecía de lo más normal.»

Otro gran tema que tiene que ver con lo que escuchas es el de las conversaciones de doble sentido, obscenas o de contenido sexual.

Sobre esto escribía una joven:

«Mi entorno de amigos en la universidad y en el trabajo siempre hacen bromas en doble sentido. Yo, por entrar en el juego, empecé a entender esas bromas. Ahora sé que no me ayudan a guardar mi pureza, y yo ya no quiero eso. Por más que esté en ese ambiente quiero ser capaz de no contaminarme con eso. Lo que ahora en verdad necesito es purificarme.»

Las bromas de doble sentido, las conversaciones insinuantes o de curiosidad sobre temas sexuales, entre hombres y mujeres, hacen que vuele la imaginación, alimentan una visión deformada de la persona, manifiestan una enorme pobreza de espíritu y falta de respeto hacia la persona, fomentan la incapacidad de ver más allá de lo sexual. Hablar de sexo o de cosas sexuales se convierte en una especie de obsesión, y toda obsesión lleva a ya no querer solamente hablar de esas cosas, sino a querer hacerlas también, incluso entre “amigos”.

Hoy también se ha vuelto normal que los diálogos entre “amigos” sean de lo más superficiales y vulgares. Muchas jóvenes de hoy han adoptado el lenguaje grosero que antes usaban sólo los hombres. En vez de exigir a los hombres respeto en el hablar, se han rebajado ellas mismas hablando el mismo lenguaje. En cuanto a los chistes muchas veces son ofensivos para la mujer. Igual te ríes, por miedo a que te tilden de “aburrida” o se burlen de ti.

En esas situaciones debes hacerles entender a tus amigos y amigas que a ti ese lenguaje o esos chistes verdaderamente te incomodan porque faltan al respeto y degradan a la mujer. ¡Sé valiente! ¡No tengas miedo de hablar en defensa de tu dignidad y la de tus amigas! ¡No muestres duda ni temor en decir las cosas claras! Como lo ha hecho aquella joven, niégate a participar en los diálogos morbosos entre amigos/as del colegio, de la universidad, de tu centro de trabajo o en las reuniones sociales. No te rías ni festejes las bromas de doble sentido u obscenas, en cambio, ¡haz sentir tu malestar por toda falta de respeto! En esas situaciones, ten la personalidad para transmitir un claro mensaje: “¡a mí me respetas!”

Y tú, ¡cuida tu lengua! ¡Usa la palabra para edificar[5]! Que de tu boca no salgan groserías, malas palabras, insultos, maldiciones, bromas de doble sentido, o cosas semejantes. Al igual que la ropa, la forma como te expresas verbalmente transmite una imagen de ti. Si tu manera de hablar es vulgar, te tratarán como a una mujer vulgar. Claro que debes tener mucho cuidado no sólo con la forma como te expresas con tus palabras, sino también por la forma como caminas, bailas, etc.

Sobre los diálogos entre amigas nunca falta alguna a la que le gusta alardear sobre sus experiencias sexuales, contándole a sus amigas sobre sus últimas aventuras. Esto provoca la curiosidad en quien escucha, causa confusión, despierta la fantasía e imaginación, despierta el deseo de hacer lo mismo, como contaba aquella joven de quince años que ya hemos citado anteriormente:

«Mis amigas ya tienen ideas algo distintas y bueno, unas ya lo hicieron y nos dicen que les gustó, otras lo quieren hacer y a mí me entra esa curiosidad. ¡A veces creo que puede ser bueno y me digo a mí misma que no! No sé, a veces pienso que me sentiría bien… a veces me pongo a pensar, “no es tan complicado”, “solo es satisfacción”, y no digo que lo haría a esta edad, porque en verdad no lo haría, pero lo pienso más en el futuro.»

No consientas la malsana curiosidad, no participes tampoco de esos diálogos, no prestes oídos a ese tipo de diálogos de amigas que quieren contarle “sus últimas experiencias” a sus amigas.

Obligatorio es escuchar clases de educación sexual que se imparten en los colegios, orientadas a decirles que todo esto “es normal”, parte importante de un proceso sano de crecimiento y maduración. Lo único que debes hacer es “protegerte” y “cuidarte”. Como me compartía una joven de dieciséis años:

«He recibido charlas sobre «educación sexual» desde los doce años en mi colegio. En esas charlas sólo nos mostraban un camino, sin ninguna opción. Nos decían —y siguen diciendo— que era normal tener relaciones sexuales, siempre y cuando usásemos protección. Es así como desde que entramos en la adolescencia nos llenan la cabeza de ideas erróneas mostrándonos una sola vía, invitándonos a una iniciación sexual temprana. En esas charlas nunca se nos habló de esperar. Como consecuencia, varias chicas que conozco ya tienen relaciones sexuales con sus enamorados o amigos desde los trece o catorce años.»

Acá lo único que podemos decirte es que consideres siempre y que les enseñes a las jovencitas que ya han escuchado esas charlas que hay una opción, que es la opción por vivir la castidad, por esperar, y que esa es la mejor manera de cuidarse tanto física, sicológica y espiritualmente hablando.

En cuanto a los halagos, ¿a quién no le gustan? Todos nos sentimos bien cuando nos halagan. Hay que aceptarlos con gratitud y sencillez, pero debes tener cuidado también de no ilusionarte con un chico porque te dice cosas bonitas. Los hombres saben que para seducir a una mujer la manera es decirle cosas lindas, las cosas que ella quiere escuchar para sentirse “única”, “especial”, “valiosa”, “amada”. Una encuesta realizada por la revista juvenil Seventeen en EUA el año 2005 arrojó como resultado que «un 40% de chicos le habían dicho “te amo” a una chica con la única finalidad de obtener algo sexual de ella.»[6] Recuerda que tú eres capaz de ilusionarte con un chico simplemente por las palabras lindas que te dice y por las promesas que te hace, así que desconfía de quien te pinta el cielo de estrellas si con ello busca “avanzar” para obtener algo sensual o sexual de ti.

¿Y si es no cualquier chico sino tu enamorado quien en un momento te pide una entrega mayor diciéndote que “lo de ustedes es para siempre”, que “confíes en él”, que “no tengas miedo”? Si de verdad lo quieres, y si quieres que él te quiera de verdad, ¡dile que NO y mantente firme aunque te termine por eso! Recuerda lo que me dijo una vez un joven, luego de tener sus primeras relaciones sexuales con su enamorada: “Ya no miro su corazón como antes, ahora solo pienso en eso”. Muchas jóvenes me han dicho: “yo sentí que pasó lo mismo, desde que lo hicimos, la relación se malogró”.

Si tu enamorado te jura amor eterno para que te entregues a él, respóndele algo así: “¿De verdad es para siempre? ¡Entonces casémonos de una vez!” ¡A ver qué te dice! Seguro que te dice que todavía no están preparados, que hay que esperar a que terminen los estudios, y te pondrá miles de pretextos y argumentos por los que habrá que esperar para eso. Entonces tú le responderás que si no están preparados para casarse, tampoco están preparados para la entrega total, y que también para eso habrá que esperar. Solo cuando se casen, y si él ha sabido esperarte y respetarte hasta entonces, tu tendrás la seguridad de que es para siempre. A las “promesas de amor eterno” dichas en un momento de pasión, de emociones intensas, no hay que hacerles caso. Solo la espera en el tiempo determinará si esas promesas son o no promesas sólidas y consistentes, o si —incluso con la mejor intención— sólo son promesas dichas para poder obtener todos los “beneficios” del matrimonio sin querer asumir las responsabilidades y deberes del mismo.

Como resumen de estas dos partes quiero citar un consejo tomado de una antiquísima catequesis cristiana en la que encontramos una recomendación que no deja de tener mucha actualidad. Es un sabio consejo también para ti, que quieres hacer una opción por vivir la castidad: «Hija… que tu lenguaje no sea atrevido ni arriesgada tu mirada: también esto engendra la fornicación.»[7]

  1. Cuídate de lo que tocas… o permites que te toquen

 

El hombre siempre buscará avanzar, por más bueno que sea. Puede que no sea intencional, pero muchas veces sí lo es.

Hoy te dicen que deben “explorar el cuerpo” para “conocerse” una a sí misma y conocer a la pareja. La mujer debe hacerse respetar. Caricias o besos en zonas que en ambos despiertan la sensualidad y el deseo de “ir más allá” es jugar con fuego. Recuerda siempre que “el hombre no llega sino hasta donde la mujer se lo permite”. Y una mujer digna no permite que la estén manoseando. Si no permitirías que te manosee una persona desconocida, ¿por qué permitir que te manosee un hombre que te ama? Con mayor razón debes sacarle la mano y “aclararlo” si empieza a “avanzar” con las manos tocándote los glúteos, los senos o tus partes íntimas. El amor puro depende de un trato respetuoso: las manos deben permanecer en su lugar si de verdad se aman.

¿Y la masturbación? Se te ha hecho creer que la masturbación es algo bueno, a veces necesario, parte natural del desarrollo físico y una “autoexploración” para conocer cómo se comporta tu propio cuerpo. Al hombre se le hace creer incluso que si no se masturba, se va a enfermar.

Ya en una ocasión me escribió una psicóloga sinceramente preocupada por lo que yo pudiera decirles a los jóvenes sobre este tema: 

«Consideramos que la masturbación es incluso parte del desarrollo sexual de un adolescente, por lo que no quisiéramos que este tema se tratara en la charla, no quisiéramos generar ningún tipo de culpa hacia personas que ya mantengan estas prácticas o relaciones sexuales, sino simplemente mostrarles que existe una opción.»

Le respondí lo que quiero que también tú consideres ahora:

«Aunque muchos psicólogos lo consideren como parte normal del desarrollo sexual de los jóvenes, hoy se ha caído en un exceso: a los jóvenes se les alienta al autoerotismo en las clases de educación sexual desde que empieza la pubertad, y luego se les convierte en un vicio si no en una obsesión. Por otro lado, entiéndeme que los hombres suelen masturbarse viendo pornografía o pensando en las mujeres, cosificándolas en sus pensamientos, en sus fantasías. Así deforman su mirada y aproximación a las mujeres. Espero comprendas que no puedo dejar de tocar ese punto como tampoco puedo dejar de hablar de las relaciones sexuales prematrimoniales. Te repito que mi discurso no es moralista, y mi intención no es crearle a nadie un complejo de culpa, sino hablarles con razones y argumentos, para que cada cual tome una opción que sea verdaderamente libre, pues si los profesionales de la salud y los psicólogos les dicen «el autoerotismo es normal y es parte del desarrollo sexual de los jóvenes» y no les dan otro punto de vista, no son libres para elegir no hacerlo, sino que los alientan y estimulan a hacerlo sin límite ni restricción.»

Quiero añadir que una vez que un joven varón aprende a masturbarse, nunca va a ser algo “ocasional”, siempre va a querer más, y más, perdiendo con el tiempo el control y dominio de sí mismo, volviéndose muchas veces la masturbación en algo no sólo obsesivo sino también compulsivo.

Sobre el tema de la masturbación femenina dejaré que te hable, desde su propia experiencia, Dawn Eden. Ella ha publicado un libro excelente titulado La Aventura de la Castidad:

« En esta época del SIDA y otras enfermedades transmitidas sexualmente de manera desenfrenada, muchas organizaciones que reciben fondos gubernamentales promueven la masturbación como forma de tener “sexo seguro”. Los centros de planificación familiar están a la vanguardia en este esfuerzo, diciéndole a la juventud en su sitio web, Teenwire, que la masturbación es un “ensayo” para las relaciones sexuales. No sólo libera la tensión sexual, dicen los centros de planificación familiar, sino que también le permite aprender lo que a uno le excita y por lo tanto puede prepararse mejor para el acto sexual.

(…) Cuando [la masturbación] se convierte en el modelo que el coito tiene que emular, el resultado es un concepto del sexo centrado en el orgasmo, en el que el cuerpo de uno y el de la pareja se vuelven meros accesorios de las sensaciones genitales.

(…) El sexo, el cual debería unir a un esposo y su esposa en el amor más intenso que se pueda obtener, queda reducido a una carrera desenfrenada por alcanzar la meta de la mera satisfacción.

Así que, por medio de la masturbación, me estaba enseñando a ser una compañera sexual egoísta y superficial. ¿Y para qué? Unos segundos de orgasmo, después del cual me sentiría más sola que antes.»[8]

Sobre este tema conversaba también con una estudiante de psicología, católica practicante, quien sostenía que la masturbación sólo hace daño a nivel espiritual, pero que ni física ni psicológicamente afectaba a la persona. Pienso que no podemos desligar la dimensión espiritual del ser humano de su dimensión psicológica e incluso física. Lo que daña el espíritu, daña de una u otra forma la mente y también el cuerpo.

La experiencia de Dawn nos permite comprender que el ejercicio de la masturbación o autoerotismo produce una deformación en la aproximación de la persona hacia sí misma y hacia los demás. De esa manera se entrena a ver a otra persona como un objeto para producirse a sí mismo un placer sexual. Este acto alimenta nuestro egoísmo porque nos centra en nosotros mismos y de esa manera nos incapacita para que, llegado el momento apropiado, podamos hacer del sexo un acto de verdadera entrega y amor. Para quien consiente la masturbación la relación sexual termina convirtiéndose en un “masturbarse con el otro”, en un egoísmo “compartido” de dos. La masturbación no te aporta nada bueno, al contrario, te afecta sicológicamente, haciéndola cada vez más incapaz de un comportamiento verdaderamente humano, reduciendo la sexualidad humana a la mera búsqueda del “máximo placer físico”.

  1. ¿Cómo quién quieres ser?

 

La publicidad utiliza a la mujer para despertar en los hombres el deseo. Ponen a una mujer sexy junto al producto que quieren vender y así el placer sexual que le produce al hombre ver a la mujer queda asociado al producto. ¿Resultado? Aumentan las ventas. Es “matemático”, es psicología pura: estímulo-respuesta.

Esta publicidad evidentemente no produce el mismo efecto en los hombres que en las mujeres. Las mujeres, al ver a la mujer hermosa, sensual, “perfecta” en el cartel publicitario, les despierta el deseo de “imitar a la chica del panel”: “quiero ser como ella, tener sus mismas formas, maquillarme como ella, vestirme igual, para ser admirada, aceptada, deseada”.

Al ver esas fotos de modelos hermosas mucha chicas están tratando de alcanzar lo inalcanzable, porque además hoy en día son muy pocas las imágenes publicitarias que no se “perfeccionan” con Photoshop. Para alcanzar ese grado inalcanzable de belleza las niñas empiezan a hacer dietas realmente inhumanas. La anorexia y la bulimia, Mía y Lía[9], han entrado en la vida de muchas chicas gracias a este deseo de “ser como ellas”.

En vez de tomar como modelo a las mujeres de las portadas y revistas de vanidades, a las cantantes o artistas de moda, a la nueva Miley Cyrus[10] o a “la chica del cartel”, toma como modelo a mujeres que se hacen respetar, que están más interesadas en cultivar las virtudes y embellecer su corazón en vez de cultivar y exponer “las partes” de su cuerpo a la vista de todos como una supuesta expresión de “arte”.

  1. Cuida cómo te vistes

 

Sé que éste es un tema muy sensible para ustedes. Ya me han dicho de todo, por “osar decirles a las mujeres cómo se deben vestir”. El discurso siempre es el mismo: “¿Quién se cree usted para decirnos a las mujeres cómo vestirnos? Nosotras podemos vestirnos como nos venga en gana, y los hombres tienen que respetarnos sin importar cómo nos vistamos”. Que quede en claro desde el principio que yo no te voy a decir cómo te debes vestir, pero te voy a hablar de los efectos que produce en el hombre tu modo de vestir.

Para que entiendas lo absurdo de la afirmación “los hombres tienen que respetarnos sin importar cómo nos vistamos”, quiero ponerte una sencilla comparación: si tuvieses muchas joyas y collares de oro, ¿se te ocurriría ponértelos todos y salir a caminar con ellos por la calle para mostrárselos a todo el mundo? A todas las chicas que les hago esa pregunta me responden de inmediato: “no, porque me asaltan”. Lo mismo sucede con tu cuerpo cuando eres joven: es una joya preciosa, y como tal despierta ambición en aquellos que lo ven, un deseo de poseerlo. Ponerte ropa sensual, seductora, usar minifaldas exageradas, escotes profundos, es como salir a la calle mostrando a todos esa joya preciosa. Sencillamente, los hombres “te van a asaltar”, te van a querer robar tu pureza con la mirada, con el pensamiento y a veces con la acción. ¿Me entiendes? Nuevamente, no te diré cómo debes vestirte, esa es tu decisión y opción, pero sé tú consciente de con tu modo de vestir puedes provocar mucho a los hombres, y yo sí opino que tú eres responsable de cómo te trate un hombre: te tratará como una dama, si te vistes como una dama; si te vistes “como todas”, no te quejes después de que no encuentres a un hombre que te respete de verdad y que no te esté buscando “solo para eso”.

Ahora quiero que comprendas algo muy importante: los hombres hemos sido diseñados de tal manera que la mujer, con solo mirarlas, nos atraiga. ¿Por qué crees que los hombres, especialmente cuando ven pasar a una mujer vestida de manera muy sensual, inmediatamente voltean a mirarla? Esto tiene una explicación desde la fisiología. Con el inicio de la pubertad, la testosterona empieza a circular en mayores cantidades y esta influencia hormonal genera cambios químicos y anatómicos en el cerebro; las áreas responsables de la agresión y el sexo se hacen más grandes (2.5 veces más) en el cerebro masculino que en el femenino, por eso el hombre no solo “piensa más en el sexo”, sino que es más sensible que la mujer a los estímulos visuales. Como resultado, el hombre empieza a experimentar un interés inusual por las chicas. Es algo natural.

Por otro lado, ¿qué pasa en el cerebro del hombre y en su cuerpo cuando ve una imagen de una mujer seductora, ya sea en una foto, en la TV, en el cine, o en la realidad? Estudios revelan que cuando el hombre mira a una mujer atractiva su cerebro reacciona inmediatamente. En tan solo un tercio de segundo el centro del placer es estimulado liberando dopamina, que hace que el hombre se sienta bien; al mismo tiempo el hipotálamo hace que se dé una excitación fisiológica y se genere el sentimiento de placer. Con pequeñas cantidades de dopamina el hombre se siente bien, pero si los estímulos y las descargas de dopamina son abundantes y continuos, se producirá un efecto mayor de placer. Este mismo efecto es el que experimentan las personas que usan drogas como cocaína, anfetaminas, marihuana y heroína. Por este motivo la pornografía es catalogada como una “droga visual”.

En resumen, los hombres somos “visuales”. El solo mirar a las mujeres nos produce un placer inmediato, y mientras más muestra la mujer, más se fija el hombre “en eso”, y mayor es el placer que experimenta. El hombre ha sido diseñado así, para que las mujeres le llamen la atención y atraigan. Todo esto es parte de cómo Dios nos ha diseñado. Si el sexo opuesto no atrajera nuestra atención y el sexo no fuese tan apelante, seguiríamos como en la escuela corriendo detrás de una pelota sin hacer caso de las niñas, o sólo nos gustaría ir a la aventura. El problema no es que el hombre sea así, sino la sobreexposición a la que es sometido hoy el hombre: cartel tras cartel, foto tras foto, película tras película, por todos lados somos bombardeados con imágenes de mujeres sensuales o seductoras, que poco o ya nada dejan a la imaginación cuando se trata de la invasión pornográfica que encontramos en Internet.

Todo esto te lo digo para que entiendas que tú no puedes reclamarle a un hombre —a menos que sea demasiado virtuoso, cosa que nuestra sociedad no produce para nada— que te mire con respeto “vistas como te vistas”. No pretendo justificar a los hombres diciéndote esto, simplemente es una realidad que debes considerar muy seriamente a la hora de vestirte, más aún en una sociedad en la que se está educando a los hombres a mirarlas tan solo como objetos de placer.

En cuanto a lo que se refiere a la ropa, alguien me comentó una vez: «las mujeres todo el día paran pensando en ropa y hablando de ropa.» No creo que todas sean igual, ¿pero cuántas tienen su closet lleno y dicen: “¡no tengo qué ponerme!”? Sé que estoy exagerando un poco, ¡pero pareciera que no pueden ponerse un mismo vestido dos veces!

Alguien me decía también —verdad o no, y tampoco hay que generalizar— que “las mujeres se esfuerzan en vestirse a la moda más por lo que dirán sus amigas que por los hombres”. Mientras tus amigas te dicen “qué linda que estás, qué preciosa se te ve con ese vestido, qué lindos tus zapatos, ¿dónde los compraste?”, etc., a los hombres les atrae más lo que insinúas con tus prendas apretadas, lo que muestras con tus escotes, con prendas que muestran el ombligo o las tiritas del brassier, con la minifalda que poco deja a la imaginación y en cualquier momento deja ver lo tu ropa interior. ¡Los chicos se vuelven locos por eso! ¡Les dispara la imaginación y la fantasía! ¡Los excita!

Hay chicas que argumentan: “¿Qué tiene de malo ponerse lo que está de moda?”. El La moda reinante considera el pudor como algo “anticuado”. El pudor es la virtud que te lleva a no mostrar lo que debe permanecer velado. Al contrario, en la moda actual se juega con la insinuación, se busca “llegar al límite”, se busca mostrar lo suficiente como para atraer la mirada de los hombres y despertar excitación en ellos, pero dejándolos siempre con el deseo de querer ver “un poco más”, o querer ver todo y entrar en el juego de la seducción para lograr “poseer esa joya”. Hacer de la moda el criterio de lo que debes o no ponerte hace que no veas o te resistas a ver lo que es tan obvio: las convierte en objetos de deseo, hace difícil al hombre ver tu corazón.

Me contaba una joven que una profesora les aconsejaba en clase a un grupo de chicas de dieciséis años: «ustedes deben buscar ser deseadas.» Evidentemente se refería a ser deseadas sexualmente. Por tu forma de vestir puedes lograr ciertamente que un hombre voltee su mirada y te desee sexualmente. Si te vistes de una manera sensual, provocativa, “sexy”, recuerda que probablemente lo único que logres es despertar su sensualidad y alimentar sus pensamientos sexuales. De ese modo contribuyes a que los hombres piensen “solo en eso”.

Muchas se justifican diciendo que se visten así sin mala intención, pero tu intención inocente no impide que el chico te mire con “otras intenciones”, que su mirada se quede en los atributos que muestras. Cuando elijas la ropa que te pones, ten en cuenta lo que vas a despertar en los hombres que te verán, y no te dejes presionar por tus amigas que te puedan calificar de “aburrida” o poco femenina si no te pones “lo que está de moda”. Si no tienes en cuenta el pudor como un criterio para vestirte y te pones ropas inapropiadas “porque está de moda”, no te haces ningún favor a ti misma: lo primero y acaso único que atraerás es a chicos a los que les interesa “sólo eso”. ¿Qué mensaje estás dando con tu forma de vestir? Sé pudorosa[11], no te acostumbres a mostrar lo que debe permanecer velado, elige una vestimenta apropiada.

Lee lo que escribe una joven de dieciocho años:

«Yo creía antes que la que no se arreglaba (exuberantemente), era una «aburrida». Eso es lo que mis amigas me decían: «Oyee, ¡que te ocurreee! ¡Ponte otra cosa! ¡Pareces cualquier cosa menos una chica!»

A los catorce años estuve con mi primer enamorado. Él tenía dieciocho. Una vez me pidió que lo acompañara a una reunión de su universidad. ¡No tenía qué ponerme! Tenía catorce y estaba en tercero. ¿Qué me ponía? Fue la primera vez que usé pantalón de vestir apretado con una blusa crema de gasa floja y tacos. Todo era perfecto, solo que me hacía ver un poco mayor. Sumado el maquillaje, me veía rara. Los demás decían que estaba «preciosa». Cuando mi enamorado me vio no dijo nada. Pasamos la noche y todos se sorprendían cuando se enteraban de mi edad. Cuando terminó la reunión mi enamorado sólo me dijo: «La próxima vez no te maquilles tanto, te quita la inocencia».

 
Después de dos años y medio ya no estaba con él y yo ya no tenía catorce años. Comenzó mi época de polos cortos, escotes, jeans apretados, vestidos mega chiquitos. Creía que así iba a llamar la atención de alguien y también la de mi ex. Y aunque mi papá me gritaba siempre: «¡Bájate eso! ¡Despíntate un poco! ¡Hijita eres una niña!», siempre tenía respuesta para sus reclamos. Mi palabra era la última y punto. Yo tenía la razón y no perdía. Pero estaba en el error y me di cuenta que esas chicas eran vistas por los chicos como las más fáciles, como las “del vacilón”. Nadie busca algo serio con ellas.

Mi mamá me habló bonito y me dio a entender que si yo no cuidaba de mí, nadie más lo haría mejor. Tomé conciencia y aprendí a vestirme dignamente. Sé que mis amigos y amigas piensan que soy rara o ridícula, pero mientras yo me sienta bien y cómoda con lo que llevo puesto, todo estará perfecto. Prefiero mil veces eso que ser vista y tomada como una “regalada” o un “vacilón”.»

Recuerda: atraerás a un chico por “lo que muestras”, por “lo que pones en vitrina”, por “lo que ofreces”. A la hora de elegir la ropa que vas a comprar o usar, no puedes decir: “yo me visto como quiero” y esperar luego que te traten como una princesa. Una mujer que se ha dedicado a diseñar ropa elegante y moderna para jóvenes ha dicho lo siguiente:

«Todas queremos el reconocimiento social y algunas veces las mujeres se visten para encajar, pero no se dan cuenta de que eso genera menos respeto. Si una no se respeta a sí misma entonces no se puede esperar respeto de los otros»; «si quieres ser tratada como dama, ¡vístete como dama!»

¿Ya me entendiste? Tu belleza física es algo muy valioso, es un don de Dios, una riqueza, y es demasiado valiosa como para que andes mostrándola a todo el mundo, ya sean desconocidos o amigos, porque si muestras demasiado, si te muestras “sexy”, te van a mirar con “deseo”. ¡Hay joyas preciosas que por prudencia debes esconder de la mirada de los curiosos! ¡Hay partes de tu cuerpo que deben permanecer veladas a los hombres! Tu belleza física debes guardarla para develarla únicamente a tu futuro esposo.

Ahora quiero que leas lo que un amigo me compartió, para que entiendas qué es lo que pasa por la cabeza de un hombre cuando tú no cuidas tu forma de vestir:

«El otro día un amigo de mi amigo comentaba en estos términos: “las mujeres no es que estén más ricas, enseñan mucho más, y yo no me aguanto. ¡Qué me importa! Yo miro nomás. Algunas se dan cuenta y se tapan, ¿pero qué me importa? ¡Están bien ricas! Yo las miro con cara de picardía como diciéndoles: “¿para qué te pones esa ropita, mamita, si no quieres que te mire?”. Este comentario resume lo que las mujeres van despertando cada vez más en los hombres. Y lo más triste es que quien lo decía, era un hombre casado.»

 

Finalmente, ¡cuida cómo te vistes especialmente cuando te vas a encontrar con tu enamorado o novio! Con cuánta pena me comentaba un chico que trataba de vivir la pureza que su enamorada, que se vestía de manera decorosa cuando se reunía con sus amigas católicas, se vestía de manera sensual y provocativa cuando iba a verlo a él. Obviamente, terminaban teniendo relaciones sexuales.

6 criterios para vivir la modestia y guardar el pudor

No dejes de tener en cuenta siempre estos criterios que te ayudarán mucho a cuidar tu castidad y pureza:

  1. ¡Tú no eres un maniquí! El maniquí no tiene personalidad, no tiene vida. Se viste con la ropa que otros/as le imponen. ¡Cuántas veces son “las amigas” las que terminan vistiendo a otra para ir a una fiesta! “Ponte esta falda corta, mientras más corta mejor, porque como tienes las piernas gruesas, mientras más corta la falda más largas parecen tus piernas…” etc. etc. ¡Vístete como te sientas más cómoda y segura de ti misma! ¡Vístete como una dama, para que seas tratada como una dama!
  1. Sé auténtica, descubre quién eres de verdad y vive de acuerdo a tu identidad más profunda. No busques aparentar quien no eres sólo por agradar a tus “amigos”, a tu familia o a tu pareja (enamorado, novio o esposo).
  1. Vístete para destacarte y no para rebajarte. ¡Escoge bien tus vestidos, guiándote por la modestia y el pudor! Si son demasiado cortos, o demasiado transparentes, o muestran mucho… es mejor que busques otra opción. Tu valor no se mide por cuántas miradas u hombres atraigas por la cantidad de piel que expones.
  1. ¡El calor no es pretexto para quitarse la mayor cantidad de tela posible! Hay vestidos frescos para el verano, no porque hace calor tienes que mostrar todo.
  1. Si no encajas quizá es tiempo de buscar un nuevo círculo de amigos y amigas que te valoren por lo que hay en tu corazón. No trates de ser aceptada en un círculo de amigas “movidas” para no ser calificada de “aburrida”. Recuerda que los amigos son como un ascensor: pueden elevarte o llevarte a lo más profundo del sótano. Elige amigos y amigas que te eleven, que te ayuden a ser mejor, y al mismo tiempo, ayúdalos tú a ser mejores, a elevarse cada día más.
  1. Nunca rebajes tus estándares por complacer a tu enamorado o novio. ¡Mantén tus estándares elevados contra viento y marea! El amor no puede ser excusa jamás para renunciar a la modestia y al pudor, para mostrar lo que no debes cuando no es el momento.
  1. Cuídate de los pensamientos consientes

 

Que vengan “pensamientos impuros” a la mente es algo normal, más aun en medio de una sociedad saturada de elementos hedonistas y egoístas, que nos bombardea incesantemente con mensajes provocativos, sensuales, eróticos y sexuales.

Muchas creen que ya “es pecado” el simple hecho de que un mal pensamiento aparezca en la mente, y no es así. Conviene aclarar que si un pensamiento o recuerdo aparece en tu mente, no es ya automáticamente un pecado. Sólo lo es si empiezas a darle vueltas, a imaginar, a dar rienda suelta a tu fantasía a partir de ese pensamiento que aparece en tu mente. Pero si lo rechazas, si con tranquilidad te dices a ti misma: “no quiero pensar en esto, no quiero darle cabida a este pensamiento o recuerdo”, entonces has vencido, no has caído. ¡De eso se trata justamente la lucha por vivir la castidad! La tentación muchas veces aparece “de la nada”, sin que la busques, a través de algo que viste, oíste, de un recuerdo, de algo que alguien dijo. En ese momento tú puedes decir “no”, rechazar ese pensamiento. Si lo haces, ¡habrás ganado una batalla!

  1. Cuidado con las fotos que pones en tu Facebook

 

Facebook (o cualquier otra red social) es el lugar perfecto para mostrar tus fotos posando, modelando y —si tienes buen cuerpo claro está— poner la infaltable foto en bikini para que te vea todo el mundo. ¿Por qué? ¿Para arrancar halagos de los hombres? “Woooow”, “¡qué sexy!”, “¡qué tal cuerpazo!”, etc., son los típicos comentarios que uno encuentra en semejantes fotos. “¡Graciaaaas!”, es la típica respuesta de la chica que recibe tantos halagos por lo que muestra.

¿Has puesto en Facebook fotos tuyas en bikini o prendas pequeñas y apretadas? ¿No te das cuenta de lo que miran los hombres? ¡No están mirando tu corazón! Están mirando “tu cuerpo”, “tus formas”, tus “atributos”.

Este es el testimonio que me hizo llegar un chico:

«Ayer miré una foto de una amiga mía, vestida de forma muy provocativa… Por un instante dejé de mirarla como amiga, pasó a ser un objeto deseado, despertó mi imaginación, mi fantasía, me deleité en su sensualidad, para experimentar un placer interior… ¡Qué pena me da! ¡Por mí, y por ella!»

Ciertamente, mostrar tu cuerpo públicamente es una manera muy fácil de atraer las miradas y piropos de los chicos, pero también es el camino más seguro para que “te busquen solo por eso”. ¿Cómo quieres que te miren tus amigos? Tú tienes una responsabilidad sobre ellos: cuidarlos, para que su mirada no se deforme, y para que a ti no te vean y te traten luego como un objeto sexual.

  1. Cuida tus conversaciones por chat

Siempre hay excepciones, pero por lo general a las mujeres no les atrae la pornografía tanto como al hombre. Sin embargo, a lo que sí son proclives a volverse “adictas” es a las conversaciones o “chats” afectivos y sentimentales.

Una mujer casada se involucra con el mejor amigo de su esposo porque éste se siente solo. Se siente con la “obligación” de acompañarlo en su soledad, de “estar allí” para él. Las conversaciones se hacen cada vez más frecuentes, más afectivas. Ella ya piensa más en él que en su esposo, no ve la hora de volver a conectarse para hablar con el “amigo”. Se siente responsable por él. ¿Cómo no sentirse así, si él le ha abierto su corazón, si se ha apoyado en ella en momentos difíciles? Como por ahora vive lejos, sólo se comunican por Skype. Pero ya él ha avanzado un poco más: le pide que le muestre su torso, que se desnude. Ella lo hace, aunque sabe que no está bien, acaso por complacerlo, por ser “su amiga”, para aliviar su soledad. Los diálogos ya han tomado otro giro, evidentemente. La propuesta ya es audaz: cuando nos veamos, quiero hacerlo contigo, aunque sea sólo una vez… o hasta que consiga una enamorada. Ella, enredada emocionalmente en esta situación, confundida, avergonzada, ha caído en la trampa perfecta, y aunque en algún momento toma conciencia de lo que está sucediendo y hacia dónde va todo, es incapaz de decir “no”, “se terminó”, “¡BASTA!”

De la misma manera, muchas mujeres jóvenes terminan involucrándose en actividades de “sexting” o “cibersexo” con sus enamorados, por la confianza que le tienen y porque al principio parece algo inocente. El término sexting nació de la conjunción de las palabras “sex” (sexo) y “texting” (envío de textos) para referirse al envío de imágenes de ellos mismos o de amigos con poca ropa o eróticas a través de celulares, computadoras con cámara u otro dispositivo electrónico.

El “cibersexo” implica cualquier tipo de conducta sexual que se lleva a cabo a través de Internet, chat y/o cámara de video. Mientras se producen los diálogos eróticos en los que se expresan fantasías sexuales, los enamorados se filman y se muestran semidesnudos o desnudos para excitarse mutuamente.

Es muy fácil y seductor hoy en día “chatear” o hablar de cosas sexuales por celular o por la computadora, así como también enviarse fotografías o filmarse ante la cámara web para mostrarse desnudos o semidesnudos, sin considerar el riesgo enorme que existe en esta actividad: lo que envías a través de la web queda grabado para siempre, está allí y es de “dominio público”. El “sexting”, en muchos casos, ha dañado terriblemente la fama de las personas al difundirse masivamente lo que se supone que era privado. Dichas imágenes suelen transmitirse de persona en persona hasta proliferarse en la web rápidamente, dejando al protagonista de la foto o video en boca de todos. En algunos casos ha llevado incluso a algunos jóvenes al suicidio:

«Jessi de dieciocho, Amanda de quince años y Gauthier de dieciocho, no se conocieron, ni vivieron en la misma ciudad, ni estudiaron en el mismo colegio, pero los tres tienen cosas en común. Jessie, Amanda y Gauthier vieron cómo su intimidad se convertía en objeto público, al punto de sentirse incapaces de seguir viviendo y decidir quitarse la vida.»[12]

El “sexting” o “cibersexo” se da entre conocidos (enamorados) o desconocidos. Quien se involucra en este tipo de actividad con chicos que “conoce” por internet desconoce no sólo la verdadera identidad de aquél que está “al otro lado de la pantalla”, sino también sus reales intenciones. Muchos hombres se hacen pasar por jóvenes apuestos para enganchar a jóvenes ingenuas. Esto favorece los abusos de menores[13] y sitúan a la mujer que expone su cuerpo desnudo en una posición de alto riesgo: muchos son los casos de chantaje que se presentan (“si no me muestras más, difundo las fotos que ya tengo”) o de difusión masiva de sus fotos o videos por la red (el “amigo” o enamorado que difunde esas fotos a sus amigos y así las terminan viendo en todo el colegio). Debes entender que una vez que mandas un mensaje o foto por Internet, pierdes totalmente el control sobre ese material: cualquiera lo puede ver, ya no lo puedes borrar nunca más, queda para siempre allí[14]. ¿Puedes realmente confiar en que la persona a quien le envías tus fotos nunca las difundirá? ¿Y si le roban el celular o computadora con tus fotos? ¿Y si un día te toma cólera y se le ocurre vengarse publicando tus fotos? ¿Y si alguien “hackea” su cuenta y se encuentra con tus fotos o videos? Por ello, tu norma  debe ser siempre: nada de mensajes, fotos o videos eróticos, desnudos o semidesnudos. Y si tu enamorado te lo pide, pregúntate: ¿Eso ayuda al amor entre ustedes? ¿Ayuda a que vea tu corazón? ¿O es que “te quiere” como su actriz pornográfica privada? Aunque te diga que no hay nada de malo, que confíes en él, este punto “no es negociable”.

El “cibersexo” tiene un grave riesgo: facilita que se desarrollen comportamientos adictivos, adoptando actitudes incontroladas que llegan a interferir tanto en la relación que va deteriorando y deformando un verdadero amor. He aquí el testimonio de una joven que terminó enredándose en este tipo de actividad:

«Tengo un enamorado que vive en otro país, nos conocimos por Internet y nos hicimos muy amigos en poco tiempo. Noté en él cosas que los otros chicos no tenían. Sin embargo, poco a poco llegamos a hacer algo que no debíamos: prendíamos la webcam y yo mostraba mi torso desnudo. Él no mostraba nada, sólo se tocaba. Las primeras veces yo no sentía culpa ni nada, pero después ya me empecé a sentir mal y sólo lo hacía por él. Él no me pedía nada, siempre he sido yo la que empezaba. He estado tratando de entenderme y llegué a la conclusión de que lo hacía para sentirme «necesitada» por alguien.

En un momento optamos por no volver a hacerlo. Lamentablemente, luego de un mes, no fuimos tan fuertes como debimos: de la nada la conversación se tornó un poco subida de tono, intentamos parar, luego no pensamos y cuando me di cuenta estaba mostrándole de nuevo el torso desnudo. Él no hizo nada por miedo a que alguien entrara a su cuarto. Yo no seguí y paramos los dos.

Sé que es una lucha constante… No quiero seguir cayendo. Tengo claro que no debo volver a lo mismo, pero a veces soy muy débil. También sé que por seguridad personal y protección no debería hacerlo. Hay muchas razones para dejar de hacer eso, lo peor es que yo lo sé, pero aún así, lo sigo haciendo, aunque ya no es como antes: ahora trato de controlarme y ni si quiera pensar en eso, pero una vez que ya lo has hecho, no es fácil dejar de hacerlo.»

Recojamos la última frase de este testimonio: «una vez que ya lo has hecho, no es fácil dejar de hacerlo.» Por ello, ¡lo mejor es nunca dar un primer paso en esa dirección!

Ten las cosas claras y mantente firme es este principio: nunca envíes fotos sensuales o eróticas a tu enamorado o a un chico al que quieres conquistar. Lo más seguro es que él no se quede con esas imágenes para sí mismo. ¿No te ha pasado que incluso cuando tu mejor amiga te cuenta un secreto te es imposible guardártelo sólo para ti misma y no contárselo a otra amiga “de confianza”? ¡Cuántas veces esos secretos se han terminado convirtiendo públicos porque una amiga o amigo de confianza cometió una infidencia! No te arriesgues, no es una cuestión de confianza, sino de naturaleza humana: guardar un secreto es cosa que muy pocos pueden hacer.

Muchas chicas que mandan este tipo de fotos a sus enamorados confían plenamente en él, que no las pasarán a nadie más. No piensan que en la vida y en el amor hay giros inesperados, y que si un día se pelean su “ex” puede usar esas imágenes tan solo como una manera de “vengarse” o dañarlas. En la adolescencia hay una natural falta de percepción del riesgo que acompaña estas actividades. Si un día te sientes tentada a mandar una foto así, piensa que en el futuro, piensa en tu futuro. ¡No lo hagas!

Algunas quiebran los límites porque les resulta simplemente divertido. Datos del National Crime Prevention Center Council, indican que el 65% de los jóvenes envían sexting para divertirse, mientras que el 52% de las adolescentes han enviado algún “sexting” como “regalo” para su enamorado.

Para no caer en esta trampa, toma en cuenta estas recomendaciones importantes:

  1. ¡Valórate a ti misma! Tu cuerpo y tu integridad en general es muy importante. Trabaja en tu autoestima: ¡TÚ VALES MUCHO! No necesitas estar exponiendo tu cuerpo o partes de tu cuerpo para ser aceptada o valorada. Si muestras tu cuerpo, valorarán tu cuerpo, ¡pero NO A TI! Una joven que se valora a sí misma por lo que es, por lo que hay en su corazón, no necesita recurrir a estas formas equivocadas y peligrosas de “llamar la atención” para “sentirse deseada”.
  1. Reflexiona sobre las consecuencias que te traerá este tipo de práctica si se difunde. ¿Podrías soportar estar en boca de todos, amigos y desconocidos? Dicen que el mejor secreto es el que no sale de tu boca. Lo único que garantiza que una foto tuya no se difunda afectando tu fama, afectándote a ti y a tu familia, es que no te la tomes ni permitas que alguien te la tome, aunque le tengas mucha confianza. Y si alguien te dice “¿es que no confías en mí?”, dile que para ti es cuestión de principios, no de confianza. Y que si esa persona te aprecia y te quiere, debe respetar tus principios. Punto. No te dejes manipular.
  1. Así como es bueno no contar secretos que te cuentan, si te los cuentan, es bueno que no difundas o reenvíes este tipo de imágenes si te llegan. Nunca le hagas a otras/os lo que no quisieras que te hagan a ti.
  1. Si te has enredado en algún tipo de problema debido a la difusión de este tipo de material y necesitas ayuda, no dudes en recurrir a tus padres por más vergüenza que te dé. También hay organizaciones que te pueden ayudar si estás en problemas: http://www.sextorsion.es/
  1. Edúcate en un uso responsable de la tecnología para evitar los riesgos asociados a ella. Tienes que aprender a cuidarte a ti misma. Debes saber qué puedes hacer y qué no. ¡No cedas jamás a peticiones que impliquen quebrar esos límites, ni de extraños, ni de amigos, ni de enamorados! ¡Rechaza toda presión con un rotundo NO! ¡Edúcate a tener un carácter firme!
  1. ¡Domina tu curiosidad! No hagas cosas que tú sabes que no te van a hacer bien por el sólo hecho de que otras amigas lo están haciendo, de que les parece divertido, por querer tú también experimentarlo y “saber cómo es”. ¡No te dejes confundir y mantente firme en tus principios, aunque te cueste!
  1. Cuídate en las fiestas y discotecas

 

Hacer una opción por vivir la castidad no necesariamente incluye no ir a lugares como las discotecas. Divertirse y bailar no es malo, lo malo es cómo muchos utilizan el baile de una manera insana. Hay personas que disfrutan mucho de bailar y pueden acudir a fiestas o discotecas que no interfieren en su opción por vivir la pureza y castidad. Si vas a una discoteca y bailas sanamente, para divertirte y pasar un buen rato con tus amigos/as, no tiene nada de malo.

No debemos juzgar y menos condenar a nadie porque decide ir a una discoteca. Como principio básico, no podemos saber lo que sucede en el corazón de cada uno, por más que según nuestros estándares la persona se está comportando de una manera que no nos parece adecuada. No debemos ser jueces y menos verdugos de quienes no se comportan como nosotros esperaríamos que lo hagan, o como lo hacemos nosotros.

No juzgar no quiere decir que debemos permanecer indiferentes. Decirle las cosas en las que objetivamente ha obrado mal no es lo mismo que condenar o juzgar a tu amigo/a. Si ves que tu amigo o amiga obra mal debes decírselo a solas, en un momento oportuno, con todo el cuidado del mundo, sin que se sienta juzgado/a por ti.

Ahora bien, si quieres cuidar tu pureza, aquí te ofrecemos algunas consideraciones para que tú misma veas y decidas cuándo te conviene ir o cuándo no:

  1. Si eres menor de edad, debes contar con el permiso de tus padres. No les mientas y diles a qué lugar quieres ir y con qué amigos/as. Si te dicen NO, es NO. Y si te dan una hora de llegada, es importante que retribuyas su confianza llegando a la hora señalada.
  2. Es importante conocer bien el sitio a donde se va, porque no todas las discotecas y fiestas son iguales. No se debe generalizar. Debes averiguar bien sobre el ambiente que tiene el lugar donde vas a ir, el tipo de música que ponen o el tipo de espectáculo que va a haber. Si va en contra de tus principios y propósito de vivir la castidad, no vayas. Hay discotecas o fiestas a las que definitivamente no conviene ir, ya sea por lo inapropiado de la música, por la forma como se baila, por la gente que va o por las cosas que se ven. Si vas a una discoteca en la que las canciones suelen tener contenido sexual, o se ven parejas bailando de maneras eróticas (como el perreo), o corre mucho alcohol y drogas, mejor sería que no vayas a esa y busques otra más adecuada. Y si vas a una fiesta o discoteca en la que las cosas se van poniendo feas, no dudes en salir de allí. No tienes por qué quedarte hasta el final.
  3. Es importante conocer bien a las personas con las que vas, y es igualmente importante que la mayoría de amigos con los que salgas sean amigos que tengan los mismos valores que tú, que sean amigos con quienes puedas contar ante cualquier situación complicada. No es bueno que vayas con “amigos/as” que van a estar presionándote para hacer cosas que no quieres, sino con aquellos/as que respetan tu forma de pensar y actuar y te cuiden. Cuida tú también de tus amigas y amigos.
  4. Hay circunstancias o temporadas en las que es mejor que no vayas, por ejemplo, si estás emocionalmente débil o si eres muy frágil ante la presión social. Tú debes conocerte y saber cuándo no te conviene ir. Quizá has sido de ir todos los fines de semana a las discotecas y acabar mal, y ahora que quieres hacer las cosas bien te cuesta mucho dejar de ir. Debes entender que es por un tiempo, pero en ese tiempo deberás mantenerte firme en tu decisión, especialmente ante la presión de “amistades” que no sólo no te ayudarán sino que te presionarán hasta que vuelvas con ellos a la discoteca a “divertirte” como antes. Es verdad que si te respetas y tienes la fortaleza para hacerte respetar y guardar tu pureza, no hay problema que vayas a discotecas, pero si por el momento no tienes la fortaleza para decir “no” o “no dejarte llevar”, lo mejor es que seas humilde y aceptes que lo mejor es no ir, pues de lo contrario terminarás haciendo nuevamente lo que no querías.
  5. Cuida la forma como te vistes. Recuerda que con tu manera de vestir estás dando un mensaje: según lo que muestres exteriormente, eso es lo que eres para los hombres y así serás tratada.
  6. Cuando vayas, mantente firme en tus convicciones y no cedas a ningún tipo de presión. Recuerda que tú debes ser coherente con tus principios en todo momento. Tener personalidad es fundamental, debes saber decir NO a lo que va en contra de tus principios. Si algo te incomoda, ¡NO LO HAGAS! ¡NO TE DEJES LLEVAR! y pronuncia un decidido ¡NO QUIERO! Ah, y no tienes que sentirte obligada a dar explicaciones a nadie: simplemente di NO. Y punto.
  7. Elige bien las canciones que bailas y cuida la forma en que bailas. Hay canciones que no es adecuado bailar por el contenido que estas tienen, como por ejemplo algunas canciones de reggaetón. Si a pesar de ir a una buena discoteca te encuentras con alguna canción que no va de acuerdo a lo que quieres vivir, no la bailes. Si te preguntan por qué no quieres bailar, ¡no tienes que dar explicaciones como si estuvieses en falta! Es suficiente con un simple “no me gusta” o “no tengo ganas”. No cedas a la presión, burla o manipulación emocional de nadie. Quédate siempre cerca de tus amigos/as.
  8. Lo mejor es no tomar alcohol, y si lo haces, toma muy poco. Debes ser consciente de los efectos que tiene el alcohol en ti. El alcohol desinhibe y te puede llevar a hacer cosas que no querías. Hoy en día te dicen que si no te emborrachas, no la vas a pasar bien, pero eso es mentira. No necesitas tomar o estar borracho para divertirte. Te puedes divertir mucho más sin tomar una gota de alcohol. Debes cuidarte especialmente en los sitios en lo que estés más expuesta.
  9. Una recomendación fundamental es ésta: nunca tomes nada que no abran ante tus ojos, nunca quites la vista de tu vaso, nunca aceptes de nadie un trago, agua, o lo que sea. Hay quienes introducen sustancias en las bebidas de las chicas para drogarlas o excitarlas, y así poder aprovecharse de ellas.
  10. No entres en el “juego” de los besos. También los besos son sagrados y no son para estar regalándolos a cualquiera tan solo “porque te gusta”. Si alguien que no es tu enamorado te quiere robar un beso, ¡apártalo de ti con firmeza! No sigas bailando o hablando con él, porque si no terminará obteniendo lo que quiere.
  11. Es importante tener el criterio para saber cuándo es momento de retirarse de un lugar. Si en un momento estamos expuestos a que pasen cosas que nos pongan en riesgo o pongan en riesgo a nuestros amigos/as, es el momento de retirarnos.
  12. Si no son tus padres quienes te recogen, nunca aceptes que te lleve a casa un chico que recién conoces esa noche, aunque sea el mejor amigo de alguna amiga, aunque ella te diga que es de confianza. Que te lleven a casa personas que tú conoces bien.
  1. Cuida la relación con tu enamorado

 

En la relación con el enamorado debes “trazar la línea” y poner los límites claros desde el principio. Y si ya tienes enamorado y no lo hiciste en su momento, quizá sea necesario hablar con él ahora para dejar los límites claros.

Me escribía un chico:

«Con mi enamorada, cuando recién empezamos nuestra relación, nos pusimos medios concretos que consistían en evitar situaciones como: estar solos en su casa o la mía, ver películas o conversar con la luz apagada, que ella se siente encima mío. Evitando estas situaciones —que al principio nos costaron pero luego se nos hicieron hábito— logramos mantener nuestra pureza.»

Quizá esto te pueda parecer “súper nerd”. Pero es mejor eso a perder tu pureza y a que la relación se vaya deslizando cada vez más hacia lo sensual y sexual.

Pero, ¿hasta dónde pueden llegar con tu enamorado? ¿Cuánto puedes permitirle? Luego de una de mis charlas un joven me preguntó justamente eso. Se me ocurrió responderle con otra pregunta: “¿tienes hermana?” “Sí”, me dijo. Mi siguiente pregunta fue: “¿hasta dónde quisieras que su enamorado llegue con tu hermana?” Su respuesta no se dejó esperar, veloz como un rayo pronunció un firme y rotundo “¡NADA!”. “Bueno —le dije— ese es el límite al que puedes llegar con tu enamorada”. Como un manotazo de ahogado vino entonces la inesperada repregunta de aquél joven: “No pues Padre, ¿y si yo no tuviese hermana?” En ese momento todos los presentes nos reímos, aunque él parecía estar hablando muy en serio. ¿Por qué tiene que ser uno el límite para el enamorado de su hermana, y otro el límite para él? ¿Por qué él puede avanzar “más allá, hasta un cierto punto”, pero exige a otros que respeten a su hermana al máximo? ¿Es que su enamorada o novia no es hermana de alguien, hija de alguien que también espera de él el máximo respeto hacia su hija o hermana? El hombre debe tener la integridad de respetar a la mujer que ama como él quisiera que respeten a sus hermanas o a sus futuras hijas. Y tú debes exigírselo a él y a ti misma. Para ti, además, debe existir otra norma: no hagas nada con tu enamorado que tengas que ocultárselo luego a tus padres por vergüenza.

Para el cristiano hasta los besos deben ser castos. Tú sabes o sabrás cuando no lo son, porque se vuelven “demasiado apasionados”, porque excitan y poco a poco dan paso a “caricias indebidas” que despiertan las pasiones que luego arrastran a cosas mayores. El límite debe estar al principio del camino, no a la mitad ni justo antes del final. Quien juguetea con el fuego de la pasión y piensa que puede llegar hasta cierto punto sin perder el control, terminará perdiéndolo. ¡A cuántas he escuchado decir: “quería llegar virgen al matrimonio, pero me dejé llevar por el momento”! Creyeron que podían tener todo bajo control, pero tarde se dieron cuenta de que cuando la pasión se enciende el control se pierde. Como un fuego que se descontrola, no se apaga hasta que todo en un instante queda consumado y consumido.

¿Y si tu enamorado se molesta y no está de acuerdo con los límites que le pones? Pues termina allí mismo esa relación. Mejor es estar bien contigo misma y con Dios que “estar bien” con el enamorado. Y si estratégicamente te dice que “respeta tu decisión” pero poco después intenta avanzar un poco más, dile: ¡Hasta aquí llegamos! No tengas miedo de perderlo, que él tenga miedo de perderte a ti si no respeta los límites “exagerados” que le pones. Y si aún así no los respeta, entiende que no te ama de verdad. Acepta esa realidad aunque te duela y termina la relación que tan solo te va a traer más sufrimiento.

  1. ¿Qué pasa si mi enamorado quiere saber si soy virgen o no?

 

Es común al poco de iniciar una relación de enamorados se hable “del tema”. “¿Qué piensas de las relaciones sexuales prematrimoniales?” “¿Ya has tenido alguna experiencia sexual antes? ¿Todavía eres virgen?”. En general, existe un interés y curiosidad —tanto del hombre como de la mujer— de querer saber la vida pasada de sus parejas, cuántas enamoradas tuvo, cómo era su relación con cada una de ellas. Hablar de esto perturba la mente y afecta la relación en sí misma:

«Cuando uno está con alguien no está porque tuvo uno o dos enamoradas o enamorados, o porque fue de tal o cual forma, o porque tuvo relaciones con él o ella, sino porque te enamoras de la persona, de sus cualidades, de sus virtudes, de sus valores. El problema está en que en medio de su inmadurez muchas chicas y chicos se enamoran de la imagen que el chico o la chica proyectan y no de la persona que lleva en su interior. Es entonces cuando se vuelve importante saber sobre la vida sexual pasada del enamorado o enamorada.» (Anónima)

Opino que la pregunta sobre tu vida sexual pasada, si eres virgen o no, es una pregunta que un enamorado no tiene por qué hacerte, por respeto.

Cualquiera de las dos respuestas puede traer consigo ciertos riesgos:

  1. Si respondes que sí has tenido relaciones sexuales, al chico se le va a pasar por la mente que también él podrá hacer lo mismo contigo.
  1. Si respondes que eres virgen, el chico puede en efecto experimentar el anhelo de cuidarte. Sin embargo, hay otras posibilidades: si él también es virgen sentirá en un momento que será “muy especial” hacerlo contigo por primera vez. Y si él no es virgen y ha tenido relaciones sexuales con una o más enamoradas anteriores, o incluso con alguna “amiga con beneficios” o prostituta, robarte tu virginidad será un trofeo más valioso para él. ¡Entiéndelo de una vez! El que un chico tenga relaciones con una chica que es virgen es visto entre los hombres como un gran logro, como una conquista. Una vez que tú también te entregas a él, te conviertes en su posesión, y corres el riesgo de ser con el tiempo “una más” para él. ¿Quieres eso para ti? ¿O quieres permanecer siendo esa “mujer especial” que probablemente él te dice que eres, con la intención de robarte justamente eso especial?

Tu reacción y respuesta ante tal pregunta te sugiero que sea esta:

  1. “Ponlo en su sitio” y dile sin más que esa es una pregunta que no corresponde hacer en la etapa de enamorados, que es un tema del que no tienen por qué hablar. Seas virgen o no, a él lo único que le toca saber es que debe respetarte, respetar los límites y dominarse a sí mismo sin que tú tengas que estar diciéndole “no”. Si te ama, a él le toca respetarte y cuidarte, dominando sus propios impulsos sexuales. No tiene por qué saber más que eso.
  1. Tampoco a ti te toca preguntarle sobre sus experiencias sexuales pasadas, si las ha tenido o no.
  1. Esto sólo será algo de lo que hablarán en un futuro, siempre y cuando sea conveniente[15]. Entonces será el momento de hablar, no por curiosidad, sino porque habrá cosas que tienen que saber de su pasado para poder curar sus heridas y aceptarse cada cual con su propia historia personal. La transparencia, la aceptación de cualquier error de la vida pasada y el perdón deben ser el criterio para hablar de ese tema con madurez.
  1. «El hombre no llega sino hasta donde la mujer se lo permite”

 

“El hombre propone, la mujer dispone”. En la relación tú eres la que permite o no que el chico avance. ¡Asúmelo! Aunque hay chicos que lo hacen, no esperes que sea él quien ponga el freno. El hombre siempre quiere avanzar. La mujer tiene el poder de decir “no” cuando el hombre ya no tiene la capacidad de hacerlo porque está excitado. Por eso —justo o no— la gran responsabilidad recae sobre ti, sobre cuánto permites tú. ¡No tengas miedo de decir NO! ¡No tengas miedo de ponerle un freno si él ha perdido el control, o quiere avanzar “un poco más”!

Hoy en día muchas chicas tienen miedo de decirle “no” a los chicos por miedo a “herir sus sentimientos”. Se sienten mal de que ellos se puedan sentir mal y prefieren sufrir ellas a causarle un sufrimiento al chico. ¿Cómo le digo que “no”, sin herir sus sentimientos? Pues simplemente dile “no” con la conciencia de que la verdad, aunque duela, es lo mejor para ambos. No puedes mantenerlo “ilusionado” para que no sufra. Tarde o temprano sufrirá, y sufrirá más y te reclamará al saber que no se lo dijiste antes. Una relación o incluso una amistad jamás se puede basar en “mantener apariencias”. Acostúmbrate a ser siempre sincera con tus sentimientos, pues así le estarás dando también al chico la oportunidad de madurar como hombre. Un hombre necesita de esos “no” para hacerse hombre. El rechazo que experimentará lo ayudará a madurar. No tengas miedo, pues, de decirle “no” y no ceder por temor a herir sus sentimientos.

  1. ¿A qué lugares voy con mi enamorado?

 

Se ha hecho normal y frecuente que los enamorados se encierren en el cuarto de alguno de ellos para ver una película, hacer tareas, jugar en la computadora, o “simplemente” para estar echados en la cama. “¡Es tan romántico!”, puedes pensar tú con ingenuidad. En el cuarto del enamorado o de la enamorada, tarde o temprano, termina pasando de todo. Por ello, tú misma eres quien debe ser firme: “a tu cuarto o al mío, no entramos”.

Muchas veces pasan cosas también en la sala de la casa, viendo una película. Leamos lo que una joven de veinte años nos comparte desde su experiencia:

«En menos de cinco meses ya jurábamos que nos amábamos, pero grande fue la sorpresa cuando ambos nos dimos cuenta de que no era así. Todo ese tiempo lo único que yo buscaba era agradarle, y confundí “amor” con “consentirle todo”. Sí, llegamos a realizar algunos “juegos” que nunca llenaron mis ansias de amar y ser amada, tan solo me alejaban más y más de mi anhelo de un amor auténtico. ¿Cuándo se daban estas situaciones? Pues cuando estábamos en su sala. Tan tonta yo, no me daba cuenta que todas las veces que íbamos a su casa “a ver una película” terminábamos en eso, porque el lugar se prestaba y nosotros no nos controlábamos. Yo, por miedo, cobardía y bastante inseguridad nunca le dije que eso no me llenaba. Luego que sucedían estas cosas me preguntaba: ¿de eso se trata el amor? No, eso no era amor. Con el tiempo nos dimos cuenta que en realidad nunca habíamos llegado a amarnos de verdad: ¡sólo sentíamos pasión! Fue doloroso reconocerlo, pero era la verdad. Es triste saber que tan buenos momentos se perdieron por consentir esos “juegos” y centrarnos cada vez más en darnos placer.

Chicas, desde mi experiencia les digo: ¡eviten estar a solas con sus enamorados en una casa o en un cuarto! ¡No se queden en esos lugares a solas pensando que “no va a pasar nada”, porque llegará un momento en el que no podrán controlar la situación! ¡Es muy difícil decir NO en esas situaciones!»

Hay chicos que llevan a sus enamoradas a un hostal para “pasar el rato juntos”. Otros tienen su departamento y llaman a sus enamoradas o amigas simplemente para “pasarla bien”. Evidentemente, es para tener sexo.

Tú tienes que hacerte cargo de ti misma. Nadie va a cuidar mejor de ti que tú misma. Si tú entras a una habitación o departamento o casa en la que no hay nadie más que tú y él y cierras la puerta, ten por cierto que tarde o temprano algo va a pasar. Además, si él te propone ir a un hotel y tú accedes, implícitamente estás aceptando que van “para eso”.

Si quieres vivir la pureza, tienes que saber decir NO si tu enamorado te pide ir a esos lugares, o incluso ir a un descampado o un parque lejos de la gente.

He aquí un testimonio que te ayudará a entender el por qué de estas recomendaciones:

«Acabé la secundaria y empecé la universidad. Para entonces había conocido a un chico porque era fan de su música. Él era guitarrista de una conocida banda de rock limeña. Al saber que se acercaba mi cumple me propuso organizar una tocada con toda la banda en su departamento, sólo para mí. Yo estaba muy feliz, aparte estaba próxima a cumplir dieciocho años. Cuando llegué al lugar no había nadie, no había torta, no había instrumentos ni música, no había nada. Ese día perdí mi virginidad, el mismo día que cumplí dieciocho años. Recuerdo que después de eso lloré mucho, me sentía usada, sucia, me sentía “mosqueada”. Sin embargo no podía separarme de él, él me usaba para satisfacer sus necesidades sexuales y yo lo usaba para sentirme querida y valorada aunque sea sólo por unos minutos. Un día me dejó de contestar el celular y desapareció, nunca más lo volví a ver.»

No siempre son los hombres quienes proponen a las mujeres ir a un hotel. Esta es la historia que un joven me autorizó a compartir con ustedes: ella tenía veintiún años y él veintiséis. Se habían conocido en el trabajo, una semana antes de estar de enamorados. Llevaban menos de una semana de enamorados cuando ella le propuso ir a un hotel a ver televisión. Inmediatamente le aclaró: “no pienses que va a pasar algo ah”, añadiendo que ella no lo iba a permitir. Fueron, y efectivamente no pasó nada. Pero lo de ir al hotel se volvió a repetir. En diez días de enamorados fueron tres veces, y la última vez él tomó un poco de más y se le pasó la mano. Ella se molestó con él, le echó toda la culpa y le terminó. Bien por ella, por hacerse respetar, ¿pero no lo puso ella misma en esa situación, al ir a un hotel a ver televisión echados en la misma cama? ¿Es que aquella chica no entendía todo lo que estaba despertando en el hombre? ¿No era ella en gran parte responsable por los excesos del hombre? ¡Claro que sí!

Tú debes tomar conciencia de que no puedes poner a tu enamorado en una situación así. A ti puede parecer “muy romántico” estar echados juntos en la cama, pero para el hombre lo romántico no es lo que prima, que lo que se va a despertar en él es otra cosa. ¡No lo pongas en esa situación!

Es muy importante que entiendas que en ocasiones como estas el “no” debe decirse antes, porque en estos lugares finalmente no vas a poder decir “no”, no vas a poder dominarte, simplemente “se dejarán llevar”.

  1. Cuidado con las fechas importantes

Fechas importantes como los aniversarios o el día de San Valentín pueden dar pie a los enamorados a “avanzar un poco más”:

«Mi primer enamorado me llevaba tres años. Cuando yo tenía quince él ya estaba en la onda de experimentar y sacar ventaja entre sus amigos y bueno, yo quería a mi príncipe azul. En los primeros cinco meses él me había enseñado a confiar en él y lo bello que era estar de enamorados. Yo era su primera enamorada y él el mío, y eso era muy especial. Jurábamos que sería mágico para ambos, y soñábamos con un futuro juntos. El día que cumplimos cinco meses salimos y la pasamos muy bien. En un momento me dijo que sus papás no estaban en su casa y que podíamos ir a pasar el rato. Yo intuía que ese «pasar el rato» era con otras intenciones. Ya no tenía la mente inocente como cuando era niña. Acepté. Ya en su casa me llevó a su cuarto y él se quitó la camisa. A mí no me llamaba la atención tener relaciones y mucho menos a esa edad, así que no me saqué nada. Entonces como que empezaba a insinuar que quería algo, por la forma como me besaba y me miraba. Le dije que tenía miedo y él me dijo: “no tengas miedo, yo te cuido y si lo hacemos prometo quedarme contigo para siempre”. Pero le dije que no, que ya era tarde y tenía que irme. Me levanté y le dije que lo esperaba abajo. Salimos y fuimos a mi casa. Esa fue la primera vez en la que estuve muy tentada a tener relaciones.»

Cuando estás muy enamorada o ilusionada de un chico, es comprensible que quieras regalarle “lo mejor de ti” en fechas tan románticas. Lamentablemente puedes terminar creyendo que “el mejor regalo” es tu propio cuerpo, “porque es lo que él más quiere”, porque “es lo que lo va a hacer feliz”. Si crees eso y haces eso, estarás cometiendo el peor error de tu vida. La misma joven que escribió el testimonio anterior escribió también esto:

«Hace poco una amiga me comentaba que ya había tenido relaciones varias veces con su ex y lo sigue haciendo. Se notaba confundida, era como si estuviera orgullosa y a la vez decepcionada. Cuando le pregunté por qué lo hacía, me dijo que era porque ella se sentía bien con ello y que era completamente normal hacerlo. Yo le dije: ¿y si yo lo hago ahora a mis quince años, que pasará? Mientras yo pensaba que podría fortalecer la relación que tenía con mi enamorado, ella me dijo: «Una vez que le entregas TODO a un chico, ya no hay nada más que dar, te quedas con NADA y nada es lo que en adelante podrás ofrecer, porque para un hombre tener relaciones es como la meta”. La verdad es que no pensé en escuchar algo tan crudo, pero es algo real… Ahora me siento realmente feliz de no haber cedido y haber tenido la fortaleza para haber dicho NO, y saber que por eso es tan especial la virginidad.»

Por eso, si tu enamorado te pinta el cielo de estrellas y te promete que se va a quedar contigo toda la vida si tan sólo te entregas a él, no temas decirle que NO. Recuerda que el hombre puede prometerte lo que sea para obtener lo que quiere, y una vez que se lo das, es capaz de olvidarse de todas sus lindas y románticas promesas. Al decirle NO evitarás lo que suele suceder cuando se adelantan las cosas:

«Tenía quince años y sabía con todo mi corazón que eso era amor. Él me dijo que si lo amaba, se lo demostrara. Así lo hice. Pero al poco tiempo ya no quería pasar más tiempo conmigo, sólo pasaba el tiempo con mi cuerpo.»[16]

Por tu propio bien, por el de él y por el bien de la relación, el regalo de tu entrega total debe esperar hasta el matrimonio, hasta que el compromiso de amarte y respetarte por todos los días de su vida no sea sólo una promesa hecha en la efervescencia de las emociones y pasiones, hecha no sólo a tu oído, sino un juramento solemne hecho públicamente y ante Dios.

  1. ¿Qué hay del sexo oral?

 

La práctica del sexo oral se viene incrementando en nuestra sociedad. Hay enamorados que les piden sexo oral a sus enamoradas o chicas que se lo ofrecen a sus enamorados. Este testimonio nos ayuda a entender lo que sucede cuando a una mujer cede a tal pedido y realiza un acto tan degradante:

«Llevo tres años con mi enamorado, tengo dieciocho. Nos habíamos propuesto llegar vírgenes al matrimonio. Estos últimos meses las cosas han “avanzado” un poco más allá de las caricias. Hemos llegado masturbarnos y él me pidió tener “sexo oral”. Yo accedí. Desde entonces me siento fatal, no puedo más conmigo misma. Me siento tan avergonzada, trato de convencerme de que es normal, pero no puedo con mi conciencia, me siento sucia, indigna totalmente de Dios, he dejado de rezar, ya no voy a Misa. Me pregunto si no soy una más de esas chicas que aparecen en las páginas porno. ¿Y por qué me lo pidió mi enamorado? ¿Por amor? ¿Es eso a lo que lleva el amor verdadero? ¿Es eso lo que tengo que pasar o soportar por amor? Claro, yo también lo he propiciado… soy una estúpida… ¡por encerrarme con él en su cuarto! ¿En qué pensará él cada noche, cada vez que se acuesta en la cama en la que hicimos esas cosas que me repugnan? ¿Cuánto tiempo más pasará para que empiece a pedirme algo más?»

Aquí no se trata tan solo de un “sentimiento de culpa por su formación religiosa”. De acuerdo a un estudio hecho por el Instituto Alan Guttmacher y publicado en la revista de diciembre del 2000, Perspectivas de la planificación familiar, «ofrecer sexo oral hace que las chicas se sientan explotadas, pero igual lo hacen porque quieren ser populares o “hacer felices a los chicos”.»[17] Una mujer que se siente explotada y usada, psicológicamente se empieza a degradar y despreciar a sí misma.

Y que “el sexo oral no tiene nada de malo” es una creencia muy equivocada y dañina: además de degradar psicológicamente a la mujer, las enfermedades sexuales pueden ser fácilmente transmitidas de los genitales a la boca.

No es normal y no debes aceptar esa práctica con tu enamorado. Punto.

  1. Cuidado con las bebidas alcohólicas

 

En las fiestas abunda el alcohol. Incluso en los quinceañeros hay “barras libres” para adolescentes. ¿Por qué siempre hay que “beber hasta emborracharse” para divertirse o pasarla bien?

Ten en cuenta que el alcohol es un desinhibidor: te suelta todos los frenos y te vuelve torpe. Al tomar alcohol ciertamente puede experimentarte “más libres”, “más suelta y alegre”, capaz de hacer cosas que no haces normalmente. Tomar alcohol te pone en un estado de euforia primero y, si sigues tomando, en un estado de absoluto descontrol e inconsciencia de ti misma. Historias como éstas se repiten interminablemente:

«Cuando tenía dieciocho años, conocí un chico y en menos de una semana, perdí mi virginidad de la peor manera posible: estaba borracha, y lo peor, el chico desapareció, y nunca supe qué fue de su vida.»

Me contaron también la historia de una joven que fue a una fiesta en una playa muy frecuentada por gente adinerada. Al siguiente día por la mañana ella estaba a la puerta de una farmacia contándole angustiada a su amiga que “se sentía morir” porque había despertado en la cama con un chico que había conocido la noche anterior y que no se acordaba de nada. Por eso había ido a la farmacia: para comprar la píldora del día siguiente.

Lo cierto es que

«muchos embarazos indeseados provienen de una noche de copas. Miles de abusos sexuales se planean con la maña de emborrachar a la mujer. Infinidad de jóvenes acaban rompiendo todos sus límites, desinhibidos por el alcohol. Los novios que beben, son varias veces más propensos a tener caricias eróticas profundas y relaciones sexuales. Cuando la mecha está impregnada con alcohol, siempre resulta muy corta para apagarla a tiempo.»[18]

Ahora bien, no necesariamente el resultado final de sobrepasarse con el alcohol es una relación sexual, sea con un conocido o un total desconocido, pero sí todo tipo de “chape” y “agarre”:

«En el cumpleaños de mi amiga salimos con otras amigas a bailar. Ella creo que bebió mucho y no sabemos ni cómo pasó, porque estaba bien. ¡Habíamos hablado justo antes de nuestro deseo de vivir la pureza, pero en ese estado besó como a tres chicos y había como un sofá y estaba ella ahí muy ebria, con un chico que estaba perfectamente bien, aprovechándose de su estado! ¡Lo hacía frente a todo el mundo! ¡Era horrible! Yo no podía soportar que se aprovecharan así de mi amiga así que me acerqué y la levanté, pero él no la soltaba y ella no quería moverse tampoco y decía muchas incoherencias. ¡Traté de sacarla de allí como cinco veces, pero ella no quería! Hasta me peleé con ese chico, ¡pero no había forma! Tuve que llamar a sus padres para que viniesen a recogerla, y al siguiente día ella no se acordaba de nada.»

Recuerda que si vas a una fiesta nadie cuidará mejor de ti que tú misma. Si tú pierdes el control de ti misma, otros se aprovecharán de ti y quizá no tengas la buena suerte de tener una amiga que esté sobria y te libre de las consecuencias de tu propia irresponsabilidad.

Una puede tener un propósito muy firme de guardar su pureza, pero bajo el efecto del alcohol todo puede cambiar, y a veces no es necesario tomar mucho, a veces basta con tomar ¡tan solo un vaso! Por ello, debes aprender a ser responsable de ti misma y a limitarte en el consumo del alcohol especialmente cuando vas a una fiesta. Aunque mejor es no tomar nada, pues igual te puedes divertir muchísimo sin tomar una gota de alcohol.

  1. ¿Qué amigos tengo?

Leemos en un antiguo texto: «Con el hombre inocente serás inocente; con el elegido serás elegido, y con el perverso te pervertirás.»[19] Tan sencillo como eso: si quieres vivir la pureza, tienes que saber elegir a tus amigas y amigos, porque lo quieras o no, ellos ejercerán una influencia sobre ti, para bien o para mal.

He aquí el testimonio que nos comparte una joven:

«tuve que tocar fondo para reaccionar, tuve que quedarme sin aquellos amigos que decían ser verdaderos y sin aquel enamorado que alguna vez me juró amor eterno. Yo no entendía nada de lo que me estaba pasando, no entendía por qué Dios, justo cuando estaba empezando a conocerlo, quería que yo pasara por esto. En esos momentos sólo sufría, sin entender, como lo hice después, que Dios me estaba forjando. Mis dos mejores amigas en el mundo decidieron darme la espalda, y el resto de mis amigos también. ¿Por qué se fueron cuando más los necesitaba? A nadie le importó cómo estaba yo, sentí que de un día para otro me convertí en la mala de la película y todos estaban apoyando a mi ex, como si tuvieran que decidir de qué lado estaban. Yo no necesitaba eso, no necesitaba que me saquen en cara que “por mi culpa” mi enamorado había cambiado y se había alejado de ellos, cuando yo en el fondo sabía que fue su propia decisión. Yo sólo necesitaba que estuvieran a mi lado, porque estaba sufriendo como nunca había sufrido en mi vida por algo, porque me había arriesgado por este chico y me había fallado, porque me dolió que me dijera que terminaba conmigo porque pensábamos distinto (se refería a Dios) cuando en realidad la razón fue otra chica. Estaba angustiada, estaba triste, estaba con cólera y un montón de sentimientos encontrados que me hicieron pensar que la mejor solución era alejarme de quien supuestamente me había traído este problema. Así es, pasó por mi cabeza alejarme de Dios, dejar de ir a Misa y a mis reuniones, porque buscaba que mis “amigos” me aceptaran otra vez, e incluso que este chico me aceptara de nuevo. Sí, seguro que alejada de Dios iba a ser distinta, pero iba a ser como ellos querían y no como en realidad soy. Estuve a punto de renunciar a todo lo que había descubierto, pero luego me puse a pensar: ¿valdrá la pena? ¿Iba a en serio darle la espalda a Dios, iba a hacerme la loca con lo que había descubierto sólo para agradarle a un grupo de personas que no demostraron preocuparse por mí cuando más los necesitaba? Puse en una balanza a Dios y a mis “amigos”, y ganó Dios.»

 

  1. ¿“Amigos con derechos” y sin deberes?

 

“Amigos con derechos” es el título de un artículo publicado en una revista juvenil[20]. La autora del artículo no firma, probablemente porque le da vergüenza identificarse. El artículo empieza así:

«Lo conocí hace más de cinco años, nos llevamos bien, conversamos mucho, nos gusta bailar, ir por unos tragos, tenemos buen sexo y hay tanta confianza como para que no dude en coger el teléfono para contarme sus nuevas hazañas. A mí no me dan celos, él es mi amigo… claro, mi amigo con derechos.»

Luego de leer este primer párrafo me pregunto: ¿puede haber un “amigo” que tenga derechos sobre una sin al mismo tiempo tener deberes para con una? ¿Qué clase de amistad es esa, que sólo te usa para su satisfacción pero no está allí para ti cuando más lo necesitas, porque no puedes reclamarle nada, absolutamente nada?

Luego afirma la autora:

«Muchas personas saben lo que es tener un amigo con derechos, tener cerca a alguien para pasar un buen rato, divertirse en una disco el fin de semana, pasar la noche juntos, despertar, vestirse y despedirse con un: “nos vemos”.»

Las reglas comunes a este tipo de “relación” las expone también la anónima autora:

  1. «Tener las cosas claras: saben que pueden pasar un buen rato juntos; pero tiene clarísimo cuál es el límite entre sexo y las emociones.»
  1. «Cero compromisos: son conscientes de que pueden hacer muchas de las cosas que suelen compartir las parejas, pero no están dispuestas a todo el compromiso que hay detrás de una relación, ni el “tienes que” porque estas con alguien. Nada de eso.»
  1. «No hay derecho a reclamos: cual mismo mensaje de producto a precio de oferta, cuando tienes un amigo con derechos, no hay lugar a reclamos. Si no te invitó a la fiesta del fin de semana pasado, no te llamó por teléfono o si empieza a salir con otra persona, créeme, no puedes reclamar.»
  1. «100% libertad: como no tienes una “relación” (sí, entre comillas para no olvidarse), cada uno es libre de poder hacer lo que se le plazca sin todas esas explicaciones de por medio, es más, pueden salir con quien quieran y no habría mayor problema.»

Este tipo de “amistades” tiene “sus reglas”, y todas apuntan en una misma dirección: CERO compromiso; CERO responsabilidad; CERO preocupación por el otro; CERO amor.

Al leer estas “normas” me pregunto: ¿Es que puede una mujer poner un límite o división entre sexo y emociones? ¿Hay algún ser humano que lo pueda separar y dividir? El día que lo hace sencillamente deja de ser humano para convertirse en un animal. ¿Y es a un hombre que no se comprometa con ella para nada, que no se preocupe por ella, que no vele por ella, que ni siquiera le interese saber cómo está lo que necesita una mujer? Quien así piensa, sencillamente ha desesperado del amor verdadero, ya no busca amar y ser amada verdaderamente, solo busca alguien que le llene un vacío.

Quién mejor que alguien que ha vivido eso puede hacerte entender lo que pasa en el corazón de una mujer que se presta a esto:

«A los diecisiete un hombre que era muchísimo mayor que yo logró conquistarme con su forma de ser y vivir. Lo admiraba demasiado y comenzamos una relación que después de varios meses tuvo como resultado entregarle mi virginidad, para sentirme a su altura y madurez. Desgraciadamente a la semana descubrí que tenía otra mujer… y allí quedó lo más bonito de mí. Desde entonces le perdí total importancia a las relaciones sexuales. Tuve otros dos novios, usé métodos de planificación, pastillas del día después… y sencillamente cometía el error de acostarme con ellos y luego me confesaba. Esta situación la tomé como deporte, pero cada vez que lo hacía se formaba en mí un vacío grandísimo. Todo empeoró cuando el año pasado conocí a alguien, uno de esos hombres que van por la vida como muchos y solo les importa su satisfacción, él me enamoró con sus cariños y cuidados, pero cuando me vio en la palma de su mano, por decisión de él, solo íbamos a ser los famosos «amigos con derechos» y perdí todo el valor como mujer, porque por complacerlo y tenerlo a mi lado caí hasta lo más bajo que puede una mujer caer. Cada día me hacía más daño con esa relación, yo sabía que no le importaba a él como mujer y que no me quería, pero yo tenía la esperanza de que eso cambiaría algún día. Por eso siempre era tierna, detallista, y me preocupaba por él y sus cosas, pero de él nunca recibí una muestra de cariño.» (Anónima, 21 años)

Lamentablemente hay chicas confundidas que ceden ante esta mentalidad de una entrega sexual “sin compromiso”. Quienes ya se han entregado y terminan la relación, vuelven a tener relaciones con sus ex-enamorados, esta vez sin ninguna promesa del “para siempre”. Muchas chicas se prestan a ello simplemente porque “todavía lo quieren”, porque “lo extrañan”, aunque saben que esa relación ya no tiene futuro, o no quieren pasar la página y albergan secretamente la ilusión de que todo cambiará algún día si siguen siendo detallistas, si siguen entregándose. Los chicos se aprovechan porque saben que las tienen “en la palma de sus manos”, que por más que ellas decidan cambiar de vida y vivir en adelante una vida casta, basta que las vuelvan a ver para convencerlas de abandonar su “tonta idea” y se vuelvan a entregar a ellos. Literalmente las tienen emocional y sentimentalmente esclavizadas, al punto que las manipulan y hacen con ellas lo que quieren.

 

  1. Viajes de intercambio

Una joven de dieciocho años se fue de intercambio a París. Parece ser el sueño romántico de muchas jóvenes. Allí, el día antes de regresar, perdió la virginidad que había prometido guardar hasta el matrimonio. Se la entregó a un chico “bueno”, de su misma edad, a quien había conocido dos meses antes y ya estaban de enamorados. Ella vivía en su casa y la mamá los dejaba dormir juntos.

En países del primer mundo dormir juntos es normal entre enamorados. Los jóvenes, decía ella,

«son todos muy «libres» porque hacen lo que quieren. De la misma forma una chica era lesbiana y yo estaba en su casa por dos semanas y también venía su enamorada a dormir con ella. Ella me hacía bromas, como que tenía miedo a la oscuridad o a que algo le pase mientras dormía, bromas que parecía tomarlas en serio.»

Los jóvenes allá pareciera que se aprovechan de las chicas “inocentes”, de familias tradicionales, para “iniciarlas” en su forma de vivir tan liberal:

«Sí, de verdad, ¡todas regresan como loquitas y lamentablemente me incluyo! De verdad que es increíble, hay muchas cosas buenas que aprendes, pero también estamos expuestas a cosas que no son buenas y a las que, por ser muy jóvenes, nos dejamos arrastrar.»

  1. Viajes con el enamorado

 

Nos contaba y preguntaba confundida una joven:

«Tengo una amiga que apenas lleva algo así como siete meses con su novio y ya se ha ido como tres veces de vacaciones con él: una vez fue a la playa, otra a nadar y otra vez a acampar. Muy emocionada me comenta que próximamente incluso se irá fuera del país con él, o sea, ¡cuando apenas SON ENAMORADOS y se van solos! Yo por mi parte llevo poco más de año y medio con mi enamorado y jamás me he ido de vacaciones con él. A veces me siento como rara por eso, pues mi amiga me dice que ¡cómo puede ser que no salga de vacaciones con mi enamorado! Yo por mi parte pienso que está bien que no haya hecho lo mismo que ella, porque ir de vacaciones siendo enamorados ─y más aun si es a lugares donde te verá en traje de baño─, es algo que va contra cuidar la castidad dentro de la relación. ¿Es bueno o malo irse de vacaciones con el enamorado o el novio?»

En la actualidad situaciones como esta son muy comunes. Se ha vuelto una especie de normalidad que los enamorados o novios viajen juntos a cualquier lugar de su país o al extranjero, solos los dos, o con otras parejas de enamorados. ¿Es bueno o malo irse de vacaciones con el enamorado o novio? La respuesta, que nos ofrece una colaboradora[21], es variada:

Si te invitaron a pasar un fin de semana con la familia de tu enamorado o novio, no vas a rechazar la invitación por pensar que es incorrecto ir con él. Esta invitación puede ser una oportunidad para relacionarte con su familia y de verlo cómo se comporta en el núcleo familiar, algo que es muy importante para el futuro de la relación. Conocer a la familia ayuda mucho a conocer a tu enamorado/novio y cómo se comportará en el futuro contigo y con sus hijos (en caso se lleguen a casar). En este caso, sí creo que es correcto que vayas y conozcas más sobre él y su familia. Obviamente, tendrás que evitar estar a solas con él en lugares cerrados, y si se hospedan en un hotel, no dormirán en el mismo cuarto.

Si vas con amigos, que sea con amigos de verdad, de aquellos que cuidan de ambos. Hay “amigos” que buscan estas vacaciones para poder hacer lo que se les venga en gana y lamentablemente muchos (especialmente las chicas) ceden ante las presiones de estos enamorados/novios y/o “amigos” sólo por no quedar como los “nerds”, los aburridos, los anormales. Cuida de las amistades que tienen, rodéate de gente que te ayude a avanzar y que comparta tus mismos ideales y aspiraciones. Si tienen algún plan con amigos, averigua siempre quienes van, a dónde van, cuáles son los planes del viaje, cuál es el objetivo y opta por lo que no represente una ocasión peligrosa para ti y para tu enamorado/novio.

Si se trata de ir solos, la respuesta es ¡NO! ¡Un NO rotundo y sin excepciones! Ir de vacaciones solos, y peor aún si es a otro país, es exponerse demasiado. La clave es la prudencia. Puede ser que ambos tengan bien claro la idea de mantenerse castos, pero al ir solos a un sitio, por muchos días, ya están siendo imprudentes pues aunque no estén pensando en hacer nada y piensen que “no va a pasar nada entre nosotros”, la pasión puede encenderse de un momento para otro llevándolos a perder totalmente el control de la situación. Es verdad que esto puede suceder aún cuando no se vayan de viaje juntos, pero también es cierto que el riesgo de que suceda en un viaje de estos es muchísimo mayor. La prudencia en este caso aconseja no exponerse, porque sí puede pasar de todo.

Tal vez te preguntes a qué me refiero con “no exponerse”. Es no ponerse en situaciones u ocasiones en las que será más difícil controlar sus expresiones sensuales. Te doy un ejemplo: muchas mujeres no ven nada de malo en quedarse a dormir en la misma habitación e incluso en la misma cama con el enamorado/novio (aunque no tengan relaciones sexuales). Para muchas de nosotras ese acto no representa nada malo, es más, puede parecernos tierno estar con tu enamorado/novio. Pero tomando en consideración la biología de los hombres, ellos reaccionan de manera distinta y para él puede ser una situación muy complicada de manejar, porque fácilmente lo puede excitar. No es que los hombres estén pensando en sexo todo el tiempo, pero situaciones como éstas (acostarse en la misma cama, acariciarse mucho, besarse mucho) podría llevarlo a cruzar la línea del cariño a la excitación en sólo segundos, y si eso sucede, lo más probable es que te arrastre también a ti por ese camino. Así que lo mejor es no exponerse, o sea, no ponerse en esas situaciones peligrosas para los dos (estar echados en una misma cama), o no quedarte a solas con él en lugares cerrados y/o muy oscuros (una habitación, o en una casa). Si amas a tu enamorado/novio, ¡cuida de él!

Se dice que el hombre es como una bombilla de luz: apenas le toma unos segundos para encenderse (excitarse). En cambio, la mujer normalmente es como una plancha: le toma un tiempo más largo para que pueda llegar a la excitación. Ten en cuenta eso y actúa con cautela cuando estés con tu enamorado/novio.

Recuerda que vivir la castidad va más allá de abstenerse de tener sexo cuando todavía no es el momento, es purificar incluso las intenciones. Siempre cuestiónate y cuestiónale a tu enamorado o novio: ¿por qué irse de vacaciones a solas? Cuestionen el lugar donde van a ir y con quiénes van a ir. Si detrás de estas preguntas encuentras una respuesta con una doble intención, es mejor no intentar nada ni menos creer que vas a hacerle cambiar sus ideas.

Si tu amiga lo ha hecho y tú no, ¡no te atormentes! Si tu amiga o mucha gente te dice que es necesario irse de vacaciones con el enamorado o novio para “pasarla bien” o “conocerse mejor”, pues la respuesta es ¡no! ¡No es necesario! Muchas hemos tenido novios que ahora son nuestros esposos, y no ha sido necesario tener estas “experiencias” previas de fin de semana o de vacaciones con los novios para conocernos o divertirnos juntos. Esa es una mentira que te quieren hacer creer para justificarse a sí mismas y para que no les cuestionen lo que en el fondo saben que es incorrecto.

Con respecto a lo de la playa y el traje de baño. Vivir la castidad y la modestia no quiere decir que te tengas que cubrir de los pies a la cabeza, estás en la playa y necesitas un traje adecuado para ello. Nuestro cuerpo humano es un don de Dios, es bello porque Dios lo hizo así, pero hay partes que no deben ser develadas (mostradas) a todos, por ello es importantísimo que cuides lo que vistes especialmente en la playa. Que tu traje de baño sea modesto. Lamentablemente muchas chicas caen en el consumismo y en el juego de tener un cuerpo de modelo y les gusta ser admiradas por su cuerpo. ¡Cuida mucho de caer en eso! Muchas mujeres no se dan cuenta que el cómo vestimos influye mucho en cómo nos ven los hombres y en lo que puedan pensar de nosotras. Fisiológicamente el hombre reacciona ante lo que les mostramos. Que nos vean en traje de baño les atrae, así que mientras más muestras, más excitación les causas. Y aunque ellos se estén forjando en la virtud, la parte biológica es real y hay que cuidar mucho de ellos.

¡Adquirir la pureza exige una conquista diaria! Habrá momentos en tu vida en los que te costará más, pero para poder conquistarla debes poner los medios humanos necesarios en cada caso, y eso muchas veces requerirá huir de las ocasiones, no exponerse a ellas y cuidar de los sentidos, especialmente de la vista.

Lo que el resto hace no siempre es lo correcto. Tú edúcate en la virtud y en el momento que se presente la situación sabrás actuar correctamente.

No te olvides que sola no puedes en esta lucha, pídele a tu enamorado o novio que luche contigo y juntos pidan la ayuda de Dios para que cada día puedan forjar una relación pura. Aún cuando toda la sociedad les grite que están locos por querer vivir la castidad, es una lucha que vale la pena sostener porque eleva el amor humano a una dimensión superior.

  1. ¿Regalar o robar besos?

Se ha puesto de moda también “regalar” o “robar” besos. Algunas chicas muy jóvenes van a las fiestas a besar a cuantos chicos puedan. Compiten entre ellas a ver quién “pesca” más. Todo es “diversión”. Hoy en día también los besos se han “prostituido”, se han hecho fáciles. Ya no es necesario “declararse” formalmente, basta que “se gusten”, o que quieran “vacilar”, o que tomen un poco, para que se empiecen a regalar besos “sin compromiso”, es decir, sin que el beso signifique necesariamente que con ello se inicia una relación “seria”:

«El chico que me gusta fue a una fiesta este sábado por mi casa y justo salí a bailar con él y nos besamos. Hace tres años que yo no me besaba con nadie y ese chico me gustaba mucho y pasó. Fue su primer beso, pero él había tomado. Hoy me enteré que está diciendo que no se acuerda qué pasó, ni cómo, ¡y eso me dolió!»

Obvio que a los chicos también les gusta divertirse y disfrutar de los besos, de la sensación que producen. No sólo se aprovechan de las chicas que se los ofrecen fácilmente, sino que también buscarán arrancárselos a las que se hacen de rogar, porque así el reto es mayor, y porque piensan que cuando la mujer dice “no” en un primer momento en realidad les están diciendo “insiste un poco más”:

«Ayer fui a la despedida de una amiga. Allí estuve hablando con todos. Yo tengo un amigo muy amigo del colegio y siempre me abraza cuando me ve. La cosa es que no sé por qué ayer se le dio por abrazarme a cada rato. Se ponía a mi costado, me abrazaba y en una de esas me contó que la semana pasada había ido a una discoteca y se había besado con una chica y me dijo: “así”, y me cogió la cara, se me acercó y yo le dije: “aléjate”. Él me insistió y me dijo: “¡para mostrarte!”, y yo tonta me dejé, se me acercó y me dio un beso. Yo reaccioné y lo aparté. Él se rió y me fui. Pero él me seguía buscando para abrazarme. Quería besarme a toda costa, y me decía: “dame un beso en el cachete”, se lo di y me pidió: “otro, otro, otro” y cuando se lo iba a dar volteó la cara y me dio otro beso en la boca (pico) y yo: “¡Contrólate!” Sé que estuvo mal, dejarme llevar… pero, o sea, no sé cómo decirle “no” sin parecer como que muy pesada, porque hay chicos que te dicen: “¿Qué te pasa? ¡No te haré nada!”, y como es mi amigo… me cuesta mucho como que dejar de hacer algo que me piden, aunque me incomode o en el fondo no quiera. ¡Soy muy débil de carácter! Además, creo que lo permití porque una amiga me molestó y me dijo: «muy soltera, sin nada», y me sentí como que mal ¡y creo que por eso me dejé llevar! Y otras amigas me dicen: “¡vive la vida!», «¡no es nada malo!”, “¡eres joven!», y cosas así, ¡y a veces me la creo!»

Los besos para una mujer digna son también sagrados. No se pueden estar regalando a cualquiera, por simple “juego y diversión”. Incluso cuando quieres a alguien el beso debe esperar: el hombre antes de besar a una mujer debe pasar por el riesgo de decirle a la mujer que quiere comprometerse con ella a algo serio, es decir, estar como enamorados. Sólo entonces una chica puede acceder a dar el beso como expresión de afecto y de un amor que exige hacer las cosas bien, por etapas, sin apuros.

  1. ¿Y qué hay de los “besos apasionados”?

Hace poco nos hicieron esta consulta:

«Quisiera saber si es correcto besar apasionadamente o no y, en caso de ser aceptable, ¿en qué momento hacerlo? Es algo que me inquieta mucho, pues siempre los muchachos me dicen que les gustan mis besos, y hasta siento que sólo me buscaban por mi forma apasionada de besar.»

¿Qué te aconseja una mujer, ahora casada, que supo llevar bien su noviazgo y guardarse para el matrimonio?[22]:

En la vivencia del enamoramiento y noviazgo surgen muchas maneras de expresar el cariño por la persona amada, pero hay que tener mucho cuidado en cómo demostramos ese cariño. ¿Te preguntarás por qué tener cuidado?

En primer lugar debes tener muy en claro que hombres y mujeres no somos iguales. Hay muchas características que nos hacen muy diferentes. El hombre es más apasionado, está en su naturaleza el cortejar, en cambio la mujer es más afectiva, su naturaleza es ser cortejada, conquistada.

En el plano biológico, como he dicho anteriormente, el hombre tiende a “prenderse” más rápido que la mujer.

Partiendo del conocimiento de estas diferencias, debemos actuar con cuidado con las caricias que damos y las que recibimos, y ello incluye los besos. Tanto los besos como las caricias (abrazos, tomarse de las manos) son lícitas (permitidas) siempre y cuando sean moderados y que no busquen provocar la excitación de la pareja.

Moderar un beso es muy difícil, por eso es mejor no meterse en terreno peligroso. Tu pregunta es si los besos apasionados (entiendo como besos apasionados aquellos que son largos en duración, o en lo que se utiliza la lengua y cosas semejantes) están bien en el enamoramiento o en el noviazgo… Pues la respuesta es sencilla: ¡NO! No están bien por las siguientes razones:

1) En el plano biológico los hombres son más sensibles y el simple roce del cuerpo, más aún los besos, podrían hacer que se encienda en tan solo segundos. Ello no quiere decir que ellos no se puedan contener, pero es más complicado para ellos que para nosotras. ¡Tú debes cuidar el corazón de tu pareja! Por eso es recomendable que no “explores” en un campo que no les corresponde vivir.

2) Un beso prolongado y apasionado puede cruzar fácilmente del plano de ser cariñoso al plano de la excitación.

3) Es más difícil controlar un beso que se ha subido de tono, ya que muchas veces ese beso no va solo, sino que se acompaña de caricias impropias.

Muchas parejas de enamorados o novios que habiendo hecho un propósito de esperar hasta el matrimonio tuvieron relaciones sexuales se preguntan: ¿cómo es que llegamos a este punto? ¿Cómo nos pudo pasar esto? Y en casi el 100% de las veces encontrarás la respuesta en un simple beso que se extendió y excedió más allá de lo que podían manejar, encendiendo el fuego incontrolable de la pasión. No caigan en la mentira de que pueden controlar las caricias y besos apasionados si ya los han iniciado. ¡No sean tontas! Estos fueron pensados para ser vividos solamente por los esposos.

Entonces, ¿cuál es la solución? La respuesta es simple: evitar la situación, es decir, detente antes de que los besos lleven a las caricias que enciendan la pasión.

Algunos dicen: “El hombre llega hasta donde la mujer le permite”, pero a veces sucede que “la mujer permite hasta donde el hombre quiere llegar”. Definitivamente la responsabilidad es de los dos, tanto de la mujer como del hombre, ella por consentir y él por insistir, o a veces al contrario.

La virtud se vive todos los días de nuestra vida, no la dejamos de lado cuando estamos con el enamorado o con el novio.

Para terminar respondo a la pregunta: «¿Cuándo es aceptable tener besos y caricias apasionadas?» Cuando estés con tu esposo o esposa. ¡Antes no!

Ahora ya sabes que esos besos apasionados antes del matrimonio están fuera de lugar, no te corresponden vivirlos, y que la mejor manera de guardar y cuidar tu castidad y la de tu enamorado o novio es evitando toda ocasión peligrosa.

Luego de leer esta respuesta, una joven de dieciocho años nos compartía su experiencia y reflexión:

«La verdad es que necesitaba que alguien me aclarase, porque cuando estaba con mi ex enamorado nos besábamos feo, muy apasionadamente. Estuvimos cuando yo tenía diecisiete y él veinte. Al comienzo eran besos normales, pero pronto, a partir de la tercera semana, se volvieron muy apasionados y eso dio pie a otras cosas que no me atrevo a decir. Yo siempre sentía que aunque eran solo besos algo estaba mal, pero cuando le preguntaba a alguien SIEMPRE me respondía que era algo “normal”, que “no tenía nada de malo”. Ahora, gracias a la respuesta de Vero, veo las cosas desde otra perspectiva y entiendo que de haber evitado esos besos apasionados probablemente no habríamos llegado a hacer otras cosas de las que ahora me avergüenzo, y no habríamos perdido la oportunidad de amarnos bien. Aquellos besos fueron la “puerta de entrada” para otras cosas más “fuertes” que también me decías muchos que eran “normales” entre enamorados pero que definitivamente terminaron haciéndome mucho daño y deterioraron la relación con mi ex.»

 

  1. ¿Y los besos y “caricias” en partes íntimas?

 

Otra joven nos presentó esta inquietud:

 

«Llevo ya tres años con mi novio, a pesar que mi novio está de acuerdo en no tener relaciones, él cree que ciertas “caricias” (debajo de la ropa, en las partes íntimas e incluso besos… si es que se les puede llamar así) no están mal y cree que me he vuelto fanática y exagerada al respecto. ¿Están bien esas caricias? Y si no, ¿qué le digo para hacerle entender?»

¡No eres una fanática exagerada cuando optas por cuidar tu pureza y la relación entre ustedes, para que no se desvirtúe! ¡Tú tienes la razón! No están bien ese tipo de “caricias”, que los chicos creen que son “normales”.

Para entenderlo tú misma y explicárselo a él de la manera más sencilla y contundente lo mejor es preguntarle lo siguiente:

«Si alguien te roba cien dólares… está bien o está mal?» Obvio que te va a decir que está mal. Luego pregúntale: «¿Y si te roba cincuenta?» Su respuesta será la misma. Luego sigues: «¿Y si te roba diez?». Si es un hombre con valores su respuesta seguirá siendo la misma. Luego concluyes: «Como tú mismo dices, en todos los casos está mal. Lo mismo sucede con la castidad: tener relaciones es como robar los cien, y tener esas ‘caricias’ es como robar primero uno, luego cinco, luego diez. En ninguno de esos casos está bien que me robes mi pureza. Además, si yo hoy te permito que me robes diez, mañana serán veinte, pasado treinta y así llegarás a robarme finalmente los cien.»

Si no entiende ese argumento y sigue diciéndote que no está de acuerdo, está siendo egoísta y está queriendo imponerte su parecer sin respetar la voz de tu conciencia, sin respetarte a ti y demostrando su egoísmo. Si te ama entenderá tu razonamiento y estará dispuesto a dominarse a sí mismo por amor a ti. Ojo, no solo lo dirá con palabras tipo “te prometo que voy a cambiar”, “no lo volveré a hacer”, sino que lo demostrará con hechos y en el tiempo, cuidándote, respetando los límites que tú le pongas no solo por un tiempo, o “hasta que tú estés lista”, sino en todo momento.

La mejor forma de que seas fiel a tu propósito y a tu futuro esposo (si es este chico, ¡es muy importante que desde ahora lo eduques para que te sea fiel en el futuro!) es manteniendo firmemente tus criterios y anhelos y sobre todo evitando toda situación peligrosa. Piensa: si este chico no es capaz de contenerse ahora que son enamorados o novios, no hay ninguna garantía de que en el futuro lo haga, si es que se casan. Si ahora él lo llama “fanatismo” o “exageración”, pues en el futuro le pondrá el mismo o cualquier otro calificativo para justificar su falta de continencia e infidelidad. Si un chico te dice “te admiro”, “respeto tu decisión”, pero no comparte los límites que tú le pones, es momento de valorar si realmente debes seguir con esa persona.

Por tu parte, no tengas miedo de defender tu castidad, diciendo la verdad y exigiendo respetar tu pureza, incluso si él decide dejarte por eso. No tengas miedo, va a doler al inicio, pero será lo mejor porque es mejor sufrir por un tiempo que sufrir por el resto de tu vida. Además, esa será la verdadera “prueba del amor”: la persona que de verdad te ama no solo será capaz de respetar tu decisión y esperar, sino también de ayudarte en tus esfuerzos de vivir la castidad.

¡Mantente firme y no cedas ante nada! Si no cambia su mentalidad y no opta por vivir una vida digna de un hombre verdadero que cuida y protege a quien ama, no temas terminar tú la relación. ¡Tú mereces respeto y tienes dignidad! Él tiene que entender claramente el mensaje de que tú no estás dispuesta a luchar sola, que debe ser una lucha de los dos, y que ese tema no es negociable.

  1. Cuídate de la soledad

Cuando dejas de salir con un grupo de amistades con el que siempre te divertías “a morir”, o cuando terminas una relación que te hacía daño, hay momentos en los que el deseo de volver a salir con ellos o de llamar a esa persona que has decidido sacar de tu vida se hace muy fuerte, especialmente en momentos en los que experimentas el cansancio, la tristeza y sobre todo, la soledad. Lo único que dan ganas en esos momentos es de renunciar a la lucha con tal de olvidar esos sentimientos:

«Las cosas a veces están bien y a veces todo lo malo vuelve nuevamente, estos días siento soledad y culpa, mucha pena por todas las cosas que han sucedido se me vienen pensamientos malos y no sé como calmarme. Siento que me estoy rindiendo… ¡Me siento muy sola!»

Muchas mujeres, por no poder soportar ese sentimiento de soledad y por haber generado una fuerte dependencia, terminan llamando y buscando nuevamente al chico que habían jurado nunca más llamar porque “nunca me voy a volver a rebajar así”. ¡Cuántas renuncian a su dignidad, se olvidan de lo que se prometieron a sí mismas y “le rompen el teléfono” con mensajes o llamadas al chico que pocos días antes despreciaban con todo su ser, ¡tan solo por no sentirse solas o porque lo extrañan mucho! Una mujer es capaz de abandonar la lucha y de renunciar a su dignidad y con tal de sentirse acompañada y querida, aunque ese “amor” sea una mentira.

La experiencia de soledad no es fácil de sobrellevar, pero es necesario pasar por ella con paciencia si quieres ser amada de verdad. Para encontrar el amor verdadero es necesario tener paciencia. Me imagino lo que estás pensando en este momento: “¡eso es lo que menos tengo!” Pues te cuento que no eres la única. Hace un tiempo estaba en el supermercado y me llamó la atención una niña de unos cinco años que le decía a su mamá jalándola de la mano con fuerza: “mamaaaaa, yo soy pacienteee, ¡pero vamooos yaaa para que me compres lo que quieroooo!” La madre me miró y nos reímos de su hija tan “paciente”.

Vivimos en una sociedad que nos educa a no esperar. Todo lo queremos “para hoy”, todo tiene que divertirnos “ya”, ¡y el aburrimiento se nos hace insoportable! Sí, nuestra paciencia es puesta a prueba cuando tenemos que esperar, más aún cuando nos sentimos solos, tristes, aburridos. En ese momento parece agotarse nuestra paciencia y se hace fuerte la tentación de buscar “sentirnos bien” a toda costa, volviendo a hacer lo que sabemos que nos hace daño porque parece que es lo único que puede calmarnos de momento.

Hace poco me escribía una joven en un momento de debilidad, un momento de esos en los que una quiere echar todo por la borda o “patear el tablero”:

«Creo que ya no quiero nada, extraño mucho mi vida de antes, por seguir a Dios he perdido mucho, he perdido amigos, yo sólo quería ser feliz y dejé muchas cosas, y ahora todo es peor. Extraño mi vida de antes, extraño ser la chica normal de antes, quiero ser normal como los demás… ya no quiero ser paciente ni nada, ya no voy a ir a misa, ni voy a rezar ni voy a pensar en nada que tenga que ver con Dios, total, igual estando con Él lo decepciono. Quiero experimentar un tiempo sin Dios, para ver si en verdad me hace falta.»

Por ello, lo inteligente cuando una se separa de amistades que no lo son en verdad o termina una relación es buscar y apoyarte en amistades que compartan tus mismos principios. Si no encontramos esas amistades, volveremos a las antiguas. Si no te apoyas en amigas y amigos que lo son de verdad, tarde o temprano preferirás estar mal acompañada que estar sola.

A esto se suma que las antiguas “amistades” te presionarán, te insistirán para que vuelvas a tu antigua vida (si es que la has tenido). Te harán sentir mal, y tramarán incluso como “recuperarte”. Muchas historias de esto he escuchado, confabulaciones de “amigos” para hacer caer nuevamente a quien quiere levantarse del fango, y es que cuando alguien cambia de vida y encuentra algo mejor, les molesta y es un continuo reproche a su conducta equivocada. Por ello, ¡busca y cultiva amistades que te sostengan, que te acompañen y alienten, y acude a ellas en los momentos de tristeza y soledad que puedas experimentar!

Una última recomendación: ¡no des lugar a la tristeza! Busca mantenerte ocupada haciendo cosas, eso es muy importante porque en el momento en que no tengas nada que hacer, empezarás a pensar en miles de cosas que no debes y que te pondrán triste. Asimismo procura hacer algo a favor de otras personas. ¡Salir de ti misma para ayudar es aprender a amar y por lo tanto es una manera muy eficaz para dejar de sentirte sola!

 

  1. Relaciones dañinas y relaciones constructivas

Enamorarse en la adolescencia es muy fácil: “sentir algo fuerte por tal chico”, “pensar todo el día en él”, decirle “cuídate mucho” cada vez que pueda, tratar de estar juntos “todo el día”, mensajearse o hablarse olvidándose del resto del mundo, sentir “maripositas” en el estómago cuando lo ves o estás cerca de él, pueden ser “síntomas” de un estado al que llamamos “estar enamorada”.

Una jovencita de trece años recibió en su colegio una excelente charla sobre el tema del enamoramiento en la adolescencia, a partir de un video elaborado por un grupo de jóvenes[23] que refleja lo que puede suceder cuando una se enamora de alguien que apenas conoce, se ilusiona, se desilusiona, y sobre todo cuando no hay la suficiente madurez que ayude a superar esas “decepciones amorosas”.

La psicóloga que les habló, luego de mostrarles este video, les dio criterios fundamentales sobre el enamoramiento adolescente y les dijo algo tan sencillo y básico como:

«Hay enamoramientos que son destructivos, y lo que los adolescentes deben cuidar es que, si se enamoran y si llegan a estar o no con la persona de la que se enamoran, ese enamoramiento sea constructivo

Esta joven nos comparte sus anotaciones sobre las características que debe tener un amor constructivo, aquello que debe tener en cuenta toda adolescente para no terminar haciéndose daño a sí misma:

  1. En el enamoramiento constructivo ambos dejan un espacio para la individualidad, es decir, a pesar de estar juntos hay un respeto por el individuo, por el otro y por la necesidad de sentirlo diferente a uno y con sus propias capacidades y fortalezas. Así como derechos y deberes como persona.
  2. El enamoramiento constructivo conduce a un crecimiento mutuo, donde ambos se enriquecen de la relación, ambos aprenden el uno del otro y con ello se convierten en personas más valiosas.
  3. El enamoramiento constructivo existe en la pareja claridad y acuerdo en los límites: en los horarios en los que pueden estar juntos, en las metas, ayudas y caricias. El respeto a esos límites es lo que construye un amor sólido con el tiempo.

¿Cuándo es destructivo el enamoramiento o el “amor” que se tienen los adolescentes?

He aquí algunas características:

  1. Es una relación que obstruye otros ámbitos de la vida personal. Por ejemplo: los estudios, la familia u otras amistades.
  2. Absolutiza lo sexual, es decir, no se establecen límites y se va avanzando cada vez más, y así poco a poco los “juegos sexuales” o el mismo sexo se convierten en parte importante de la relación.
  3. Los celos se vuelven enfermizos, las amenazas y manipulaciones se hacen comunes. 

¿De qué te tienes que cuidar en una relación?

  1. a) De la idealización, es decir, ver sólo lo buena y admirable que es la persona. La idealización es un fenómeno común en los adolescentes, y en general, cuando uno/a se enamora: pierde de vista la realidad, uno/a solamente ve los aspectos positivos del otro y pasa por alto defectos que pueden ser muy graves. La idealización dificulta el verdadero conocimiento de la pareja. La idealización lleva a un amor “ciego”, muchas veces irracional.
  2. b) De enamorarse del cuerpo, y no de la persona. Esto sucede cuando los adolescentes se fijan solo en los aspectos físicos del otro o de la otra, donde lo más importante es lo visible a los ojos y no lo interior. Se agrava cuando la relación empieza a avanzar en caricias o besos subidos de todo, cuando el placer físico se convierte en parte importante de la “demostración del amor” que se tienen.
  1. ¿Por qué me es tan difícil dejarlo, si yo sé que me hace daño?

Cuando estás en una relación en la que de pronto te comienzas a sentir angustiada, intranquila y poco segura de ti misma, que tú das mucho y él da poco o nada, usada y poco valorada, quiere decir que la persona que está a tu lado no es para ti. Acaso en esta situación no sabes qué hacer, ya que tu razón te dice una cosa pero el corazón te dice otra, es decir, sabes claramente que debes terminar la relación pero sientes que “no puedes” romper con el vínculo porque ya has dado demasiado. Esto generalmente sucede porque has creado un lazo afectivo tan fuerte con la otra persona que se te hace casi imposible salir de esa relación.

Salir de una relación dañina no es nada fácil, pero tampoco es imposible como suelen pensar aquellas que ya no se valoran a sí mismas, que creen que tienen la culpa de que la relación no funcione, o que tienen miedo de quedarse solas porque “ya nadie las va a querer”. En este caso aplican aquello de “mi peor es nada”, pues piensan que “estar así es mejor que estar solas”. Mujeres así se vuelven absolutamente dependientes del hombre, entregando cualquier cosa con tal de recibir a cambio un abrazo o un “te quiero”, que en el fondo saben que no es verdad.

Si quieres salir de una relación dañina que te desgasta y va deteriorando cada vez más tu autoestima, tienes que tener en claro que debes cortar TODO vinculo con él y no ceder en nada, ni un poquito, ya que a la primera que retomes el contacto, entrarás en un círculo vicioso de nunca acabar. ¡Cuántas siguen atadas a su ex o vuelven otra vez con él tan solo por responderle un mensaje de texto!

Si es que ya tienes la convicción de que la relación no es buena para ti y ya has tomado una decisión, no retrocedas y mantente firme. Una vez que le digas “se terminó, esto no va más”, no debes volver a verlo. Tal vez puedas decir, “ok, yo estoy decidida a cortar con la relación y no volver más, pero él sigue insistiendo y me dice para volver a vernos para conversar o aclarar algunas cosas”. ¡No lo hagas! ¡Ya no hay nada que aclarar! Sencillamente, no tendrás la fortaleza suficiente para decirle en la cara que no hay vuelta atrás y que no hay más que conversar o asuntos pendientes. Lo típico es que cuando estés en su presencia te olvides de todos los argumentos que tenías preparados y los sentimientos “te traicionen”, de modo que le vuelves a dar “una nueva oportunidad” y —si ya antes te has entregado a él— te estarás acostando con él nuevamente esa misma noche pensando que lo que falta para que la relación mejore es un poco de sexo.

Si ya te diste cuenta de que la relación no va para más, entonces no sigas buscando escusas o pretextos para verlo. No vale la pena arriesgar tanto, no caigas en la mentira de pensar “esta vez si podré verlo a la cara y decirle que ya no me busque más”. ¡No! En estas situaciones no debes dar por sentado que tendrás esa fuerza, porque después de haberte involucrado tanto con la persona, resulta muy difícil decir “no”. Cuida tu integridad y date cuenta lo mucho que vales. Si no le pones fin a esta historia, no podrás recuperar tu autoestima y todo lo que has perdido por estar envuelta en esta relación.

Si crees que tienes que aclarar algo, déjaselo por escrito una sola vez y no le vuelvas a responder. Una vez tomada la decisión y terminada la relación, ¡no debes contestarle ni siquiera un mensaje de texto, aunque te cueste la vida!

Es importante que entiendas que ninguna conducta es recurrente si no es retroalimentada de alguna manera. Por ejemplo, si dices que tu ex no te deja en paz porque una y otra vez te vuelve a llamar es porque en algún momento le has contestado. De ese modo le has hecho saber que todavía pueden mantener alguna comunicación. Aquí está la clave para que no vuelva a insistir: no volver a contestar y dejar bien en claro con tu silencio que no quieres retomar la comunicación con él. Sencillamente, no hay otra forma de que entienda ese mensaje.

Otro punto que debes tener muy en claro es que tú no lograrás que él cambie. Hay muchas chicas que se aferran a la idea de que “si estoy en su camino, es por algo y yo puedo hacer que él recapacite y cambie de actitud”.  De hecho, ya lo has intentado; y ya ves que no hay ningún cambio, el problema sigue ahí y tú sigues haciéndote daño. ¿No crees que ya es suficiente? Ya es hora de abrir los ojos y comenzar a hacer algo por ti.

Tú vales mucho y estás hecha para amar de verdad, debes recordar que el verdadero amor no es egoísta, no piensa solo en satisfacer sus necesidades, sino que sale de sí mismo y se preocupa por el bienestar del otro. ¡Tú mereces un amor de verdad, no solo migajas! No te conformes ni te aferres a alguien que no te valora, no te toma en cuenta ni se preocupa por ti. No tengas miedo a quedarte sola porque no lo estarás. A veces necesitas un tiempo para ti misma. Después te darás cuenta que si logras estar bien contigo misma, podrás estar bien al lado de otra persona y construir una relación saludable.

Sí, definitivamente es difícil pasar por una ruptura, pero sí se puede salir adelante. No pienses que es imposible, la vida no se acaba, todo lo contrario, la vida vuelve a comenzar para ti. Para esto tienes que buscar las cosas que antes te llenaban y que poco a poco fuiste dejando de lado por estar envuelta en esta relación. Evalúa cómo está tu vida espiritual y tu relación con Dios. Él más que nadie te dará la fuerza que necesites para salir de esto. Con su gracia, todo es posible. 

Por otro lado, también debes recuperar todos los demás vínculos que tal vez has dejado de lado. Tu familia, compañeras y amigas. Debes buscar actividades que te distraigan y que te ayuden a enfrentar esta etapa. Sal con tus amigas, disfruta el tiempo en familia y las actividades de tu día a día. No te quedes pensando en todo lo que fue y torturándote con la situación, así no conseguirás nada bueno. Saca todas las fuerzas que tengas, levántate y haz algo por ti, buscando todos los medios que necesitas para recuperar tu vida.

En todo momento tienes que repetirte que esto es lo mejor para ti, que solo rompiendo este vínculo podrás volver a valorarte a ti misma y comenzar de nuevo. Recuerda que cada día es un nuevo comienzo, ¡nunca te des por vencida! Ya sabes que en esta lucha no estás sola. Lo único que tienes que hacer es mantenerte firme en tu decisión y así cada vez serás más fuerte y cada día. 

En conclusión, da vuelta a la página, sigue para delante y recuerda que los beneficios de esto no son solo recuperar tu tranquilidad y estabilidad emocional, sino también recuperarte a ti misma como persona. ¡Tú lo mereces y tú lo vales! Solo mantente firme en tu decisión y, en menos de lo que piensas, comenzarás a disfrutar de las cosas bellas de la vida y estarás totalmente recuperada.

  1. “¡Tengo ganas de llamarlo y decirle que lo extraño!”

Una joven de diecisiete años decidió terminar la relación con su enamorado porque él no la ayudaba a guardar su pureza. La relación ya le había hecho mucho daño. Él sabía que ella había hecho un compromiso de guardar su virginidad hasta el matrimonio, pero eso no le importó. Con sus manipulaciones y sutiles presiones finalmente obtuvo lo que quiso: robarle su virginidad. Roto el límite, volvió a suceder, a pesar de que ella —en frío— no quería volver a hacerlo. Él no respetada su deseo, así que ella sabía que terminar la relación era lo que tenía que hacer si no quería seguir en lo mismo. ¿Cómo terminar con alguien a quien quieres y ya le has entregado todo? Tomar la decisión no fue fácil y pasados ya dos meses se mantiene firme en su decisión. Sin embargo, no logra olvidarlo: «No me siento tan bien, a veces tengo ganas de llamarlo y decirle que lo extraño, pero sé que si lo hago, volveremos a lo mismo, ¡y no sé qué hacer para sacarme esto que siento!»

Ella no es la única. Otra joven de dieciocho años que hizo una promesa de guardar su virginidad para su futuro esposo está en la misma lucha. Ella logró terminar la relación antes de entregarle todo a su enamorado. Él ya había tenido relaciones sexuales antes y se venía de un proceso de recuperación por adicción a las drogas. Él en un momento empezó a presionarla, incluso le llegó a decir que él no podía «esperar diez años hasta casarnos.» Estuvo muy tentada de entregarse, pero no lo hizo. Decidió terminar la relación antes de pasar “al siguiente nivel”. Ha pasado más de un mes y ella sigue pendiente de todo lo que dice o hace. Si bien ya no se comunicaba con él por teléfono o mensajes, había sido incapaz de eliminarlo de su Facebook. ¿Su excusa? «Él me ha dicho que si lo elimino soy una inmadura.» Finalmente me dijo la verdad: «es que no quiero sufrir.» Es decir, eliminarlo de sus “amigos” en Facebook, bloquearlo, es semejante al momento en el que se entierra un muerto: se sufre, porque es el signo claro y palpable de una separación definitiva. Luego de “patalear”, de querer justificar la “necesidad” de tenerlo como “amigo” en Facebook, ha logrado eliminarlo. Le costó, pero lo hizo y ahora se siente libre y feliz por eso, por haber logrado algo que se creía incapaz de hacer.

Sin embargo, sus amigas le siguen contando de él: «me enteré que habla con la chica con la que antes coqueteaba y una amiga me comentó: ‘te apuesto que van a terminar estando, fácil porque está despechado.» Su mejor amiga le ha dicho que él es un patán, pero ella aún sigue preocupada porque no termine nuevamente en drogas o malogre su vida. Es decir, aún cuando sabe que ese chico no le conviene y que la relación ya terminó, ella sigue pensando en él, preocupada por él, incapaz de “dar vuelta a la página”.

Otra joven de dieciocho años, virgen también, está pasando por el mismo sufrimiento. Luego de un año de relación se sentía emocionalmente tan unida a su enamorado que no podía estar sin él, no podía vivir ni respirar sin él. Su dependencia era total. Las cosas empezaron a ir mal, y ella sentía que él ya no la amaba como antes. En un momento de desesperación, por no querer perderlo, se olvidó de su propósito de guardar su virginidad hasta el matrimonio y decidió que la solución era entregarse sexualmente a él. Pensaba que era “la única manera de mejorar la relación” y quedarse con él, así que se lo ofreció. Cuando estaba a punto de suceder, reaccionó, lo apartó y se puso a llorar. Él le dijo: «perdóname, te mereces a un chico mejor que yo.» Al poco tiempo él le terminó la relación ¡por teléfono! Ni siquiera tuvo la decencia de darle la cara. Para ella fue peor que si se hubiera muerto. Han pasado tres meses, sigue sufriendo muchísimo y le cuesta dar la vuelta a la página, mientras que él parece que ya olvidó todo. También ella lo ve a diario en la universidad, pues están en el mismo salón. Es imposible no escucharlo cuando en voz alta le comenta a sus amigos de sus últimas aventuras del fin de semana. En esos momentos es como si le removiesen una y otra vez el puñal que le han clavado en el corazón.

Otra joven universitaria de diecinueve años terminó una relación de nueve meses, porque aunque adoraba los momentos que pasaba con él —era tranquilo, generoso y muy tierno—, cambiaba de personalidad cuando estaban en grupo con sus amigos. Entonces se convertía en alguien burlón, egoísta y duro, y sentía que realmente a él, ella no le importaba. Nunca entendió porque él se dejaba influenciar tanto por sus amigos, por qué prefería incluso maltratarla y ofenderla a ella para “quedar bien con sus amigos”. Confundida por esta “doble actitud”, decidió terminar la relación. No le fue fácil, le dolió demasiado, lloró muchísimo noche tras noche, algunas veces pensó en correr y regresar con él, pero se mantuvo firme en su decisión porque tenía en claro que más allá de todo lo que lo quería primero estaba su dignidad como mujer. Ya han pasado algunos meses, el dolor ha amainado y está más tranquila. Ahora comprende que de haber vuelto a buscarlo nada habría cambiado, antes bien, seguiría emocionalmente esclavizada a un hombre que era incapaz de sacar la cara por ella ante sus amigos.

¿Te has identificado con la historia de alguna de ellas? No me sorprende, pues como ellas ¡hay miles! La verdad es que no es fácil terminar una relación con una persona a la que quieres mucho pero sabes que no te quiere igual, o te hace daño, o no tienes futuro con ella. Es más difícil aún cuando se ha entregado tanto, física y/o también emocionalmente. Es tan difícil que muchas ni siquiera tienen el valor o la fortaleza para hacerlo, aunque se sepan usadas. Piensan que ya nadie las va a querer, y a cambio de algo sensual o sexual los usan para llenar un vacío afectivo o emocional.

Hay muchas que tienen el valor y la decisión de terminar —a otras les terminan— pero no soportan el vacío que les deja y lo extrañan tanto que al poco tiempo le mandan un mensaje o le contestan el mensaje que él les manda. Así quedan en encontrase de nuevo, y muchas veces solo para tener cosas sexuales, ya sin compromiso. O sea, ya no les importa ni siquiera estar comprometidos, acaso lo único que quieren es sentir una “conexión” de momento que les hace olvidar todo el sufrimiento de la soledad, de la falta de amor. Viven una ilusión, pues esa relación ya no existe: ahora es tan solo un “ex con beneficios”. Me pregunto: ¿tan solas se sienten, tan vacías, tan “dañadas”, que no les interesa su dignidad, que no son capaces de “soltar el pasado” para construir un futuro en el que puedan ser amadas de verdad?

Volvemos a lo mismo: ¡Qué difícil es olvidar a alguien a quien hemos amado, más aún si le hemos entregado no solo el cuerpo, sino también el corazón!

¿Hay manera de evadir ese sufrimiento y de hacer más fácil una ruptura? ¿Cuál es la salida? ¿Cuál la solución? Ante todo hay que decir que tienes que aceptar que no hay salida fácil. Cuando terminas con alguien porque entiendes que no te ama de verdad, o porque no te conviene porque te está llevando a renunciar a tus propios ideales y estándares, no terminas porque dejas de quererlo o porque deje de gustarte. Debes entender que normalmente el proceso de “independización emocional” es largo, que los sentimientos hacia esa persona no se van de la noche a la mañana solo porque decides terminar la relación, y menos aún cuando es el chico el que decide terminar la relación. En ambos casos —sobre todo cuando él te termina— se asemeja a la muerte de un ser querido y se entra en un proceso largo que necesita su “periodo de duelo”, por decirlo así.

El duelo tiene tres etapas típicas:

  1. La etapa de la negación, de la no aceptación de la realidad. En esta etapa se entra en crisis y perdura hasta que se asimile gradualmente la ruptura. Puede durar horas, semanas o meses. Nos invade una profunda tristeza, acompañada del llanto frecuente.
  2. La segunda etapa es una fase aguda de dolor por la separación, acompañada por un desinterés por todo. La rabia brota y suscita angustia. Es muy difícil deshacer los lazos emocionales que mantienen el vínculo con el ser amado. Este sentimiento va disminuyendo con el tiempo, pero puede repetirse en ocasiones como los aniversarios. Puede durar 6 meses o más. En ocasiones, luego de un tiempo y muchas veces por causa alguna caída de la que te cuesta levantarte, él viene nuevamente a tu mente viene él y te tienta a entrar en el círculo vicioso otra vez. En esos momentos de crisis simplemente quieres “dejarlo todo y regresar corriendo donde él”, o buscas excusas tontas para pensar otra vez en esa situación, en que se puede recomponer, en que ahora puede ser distinto, pensando que “la esperanza es lo último que se pierde”.
  3. La tercera etapa es el final del duelo, es una fase de gradual reconexión con vida diaria y de estabilización ante los altibajos de etapa anterior. La tristeza y nostalgia ceden, se produce una “liberación emocional” que permite escribir un nuevo capítulo en la vida, donde es posible experimentar nuevamente la alegría, la felicidad, el gozo.

Pasar por un duelo no es fácil, y hay que entenderlo para no pensar que “nunca va a pasar este dolor”, que “es imposible vivir sin él”.

Lo que hace más difícil aún pasar exitosamente por un duelo en el caso de una ruptura sentimental es que la persona sigue viva, quizá incluso la vemos todos los días. Mientras que un entierro nos manda el fuerte mensaje de que la separación es definitiva y no hay vuelta atrás, de modo que no queda sino aceptar la realidad, en una relación que se rompe él sigue vivo, y no hay ese claro mensaje de que “no hay vuelta atrás”.

Para recuperarse de una mala relación o de una relación que se ha terminado porque no llevaba a nada bueno, o no tenía futuro, es necesario completar algunas “tareas”:

  1. Aceptar la realidad de que la relación se terminó, y de que no hay vuelta atrás o “nuevas oportunidades”

Cuando decidas terminar una relación, lo primero que debes hacer es una lista de los valores y cualidades que tú esperas que tenga un chico, y por otro lado, una lista de los valores y defectos que tiene la persona con la que estás terminando la relación. Escribe además todas las razones por las que piensas que es lo correcto terminar, de modo que puedas leer esa hoja cada vez que te den ganas de llamarlo. Ojo: en el momento de leerlas nuevamente ten en claro que son las razones que deben hacerte fuerte para mantenerte firme, ¡no una ocasión para torturarte a ti misma con todo lo que alguna vez pasaste! En esos momentos de tristeza, de añoranza, de soledad, no puedes olvidar las razones profundas que te llevaron a terminar una relación que no tiene futuro y que acaso te hizo mucho daño. Si ya has cortado una relación y andas en este tiempo de “duelo”, antes de seguir leyendo, ¡escribe esa lista ahora mismo!

En este periodo debes cortar completamente el contacto: ni llamadas ni mensajes de ningún tipo. A veces tendrás que cambiar tu numero de celular, sobre todo si de cuando en cuando él te envía un mensaje o te llama diciéndote cosas o prometiéndote cambios que te llevarán a “darle una nueva oportunidad” o simplemente a volver a buscarlo.

Si lo tienes en alguna red social como el Facebook, debes eliminarlo o bloquearlo. Si es necesario, cancela tu perfil y crea uno nuevo. Esto es difícil, sobre todo cuando la “curiosidad” te lleve a querer saber cómo está, con quien está, etc. Pero DEBES HACERLO aunque te cueste, aunque te duela. Mantener a tu ex en tu Facebook no es sino fuente de tortura para ti misma, lleva a abrir la herida una y otra vez, impide que cumplas con esta primera tarea de aceptar que la relación se terminó. No alimentes una eterna dependencia metiéndote en la vida del chico, siguiéndole el rastro “para saber cómo está”, o cosas semejantes. Simplemente, ¡déjalo ir!

Si has llegado hasta acá, todavía falta lo más difícil: no serás libre mientras sigas atada a todo lo que él te regaló. Debes deshacerte de esas cartas lindas que alguna vez te regaló, de todo aquello que guardas como un “recuerdo de un día especial”, un boleto de lo que sea, un osito que te regaló, una estampita con dedicatoria, un poema, una medalla o anillo, una foto especial… una joven al romper su relación metió todo en una caja, y la llevó a otra casa. Allí tenía esa caja, lejos de ella, sin embargo, cada vez que volvía a esa casa, le daba por ver lo que había allí, le volvía la melancolía, el dolor, el sufrimiento. Tampoco eso es suficiente. Ella nos ha querido compartir su experiencia:

«Recuerdo esa caja, y recuerdo también todo el dolor. Y es que en esa insignificante caja no solo guardaba las cosas que él alguna vez me regaló, sino que estaban guardadas también todas mis ilusiones rotas, todos los recuerdos, los sueños y deseos que tenía en ese tiempo, estaba guardada una pequeña parte de mi vida. Cada vez que la volvía a abrir era como regresar a ese tiempo y volver “a soñar”… Pero luego me topaba con una gran pared: la realidad. Él ya no estaba, y yo no lo estaba dejando ir. Esa caja me seguía atando a él, y algo que aprendí en este tiempo es que hay que aprender a desprenderse de las cosas que nos mantienen atadas a un “ex”, sobre todo de las cartas y de los regalos, de todas las cosas materiales que son “recuerdos”. Aunque queramos, no podemos reconstruir nuestras historias con esa caja. Lo esencial ya no está, y sin la esencia las cosas pierden su valor. Es como cuando un Hada pierde su brillo, sus polvos ya no funcionan, ya no hay magia… ya no tiene significado. Entonces, ¿por qué seguir aferrándonos a algo que ya no tiene valor?»

Sólo serás verdaderamente libre de toda atadura emocional, solo podrás cerrar ese capítulo de tu vida y avanzar al siguiente si cortas todo “hilo” que te ata y no te deja volar: quema las cartas, regala o deshazte de todo ello de tal manera que no puedas volverlos a ver nunca más. ¿Exagerado? ¿Demasiado difícil? Pues no hay otra manera de curar tus heridas y quedar libre.

Por otro lado, tampoco conviene que vayas a los sitios donde probablemente él estará, porque estás vulnerable y es probable que al verlo nuevamente actúes o reacciones de una manera no adecuada, totalmente opuesta a lo que habías decidido “en frío”. Esta tarea es muy complicada de cumplir cuando estudian en el mismo salón, o trabajan juntos. Eso no hará más que prolongar la agonía, avivar una y otra vez los sentimientos hacia él, ponerte en riesgo de que —si él te busca— vuelvan a pasar cosas entre ustedes, porque si te dice cosas bonitas o halagadoras tendrás muy poca resistencia a decir “no” y querrás al menos por un instante “fugar” de la dolorosa realidad de que todo se acabó, renunciando acaso a tu propia dignidad. A veces lo mejor es dejar de estudiar por un tiempo o renunciar al trabajo… pero si eso es imposible, tendrás que mantener tu distancia con firmeza y será bueno que toda vez que puedas, en las vacaciones sobre todo, te vayas de viaje, te alejes de todo lo que te recuerde a él…

Otra de las recomendaciones básicas es esta: ¡dile a tus amigas que te ayuden, y que no te estén contando o comentando de él!

  1. Aceptar el dolor de la separación

Todo sería más fácil si no nos doliese, pero duele. Y como me decía una de aquellas jóvenes arriba mencionadas, “es que no quiero sufrir”. Lamentablemente eso es imposible. De todas maneras vas a sufrir. Sufres si terminas la relación, pero sufrirás también si la mantienes, aunque en ese caso cuentas con “dosis” de una falsa felicidad o placer que por momentos te hacen olvidar todo el dolor que sientes, tus temores e inseguridades. Pero tú sabes que eso es mantener la herida abierta y desangrarse lentamente. Luego es peor, los celos y la inseguridad te matan, no puedes estar sin él, tú misma empiezas a degradarte y avergonzarte de ti misma, a despreciarte incluso, a creer que ya nadie te va a querer, que no mereces ser amada…

Lo mejor es aceptar el sufrimiento con paciencia, con serenidad, y no permitirte de ninguna manera “aliviar” ese sufrimiento mandándole un mensaje, llamándolo por teléfono o hablando nuevamente con él. Debes resistir con firmeza, con tenacidad, porque si no tu herida nunca va a cerrar y cicatrizar. Necesitas mucha fuerza de voluntad para no ceder en esto que parece tan pequeño (“¡es tan solo un mensaje!”) pero que tiene la fuerza de hacer volver todo el pasado y mantenerte atada y esclavizada a una persona que no te conviene.

El único camino para sacar de tu corazón eso que sientes es mantenerte firme y dejar que el tiempo pase. El tiempo de verdad lo cura todo si tú te mantienes firme, ¡créeme!

Así, pues, sé valiente, asume el dolor de la separación con coraje. Si te sientes débil, busca tu fuerza en Dios, ¡reza!, ¡pídele a Él las fuerzas que necesitas! Él te dará esa fortaleza para resistir, para pasar esta prueba, para cargar con este sufrimiento mientras tu herida va curando, sanando, hasta que quede ya tan solo una cicatriz que ya no duele.

Para terminar, queremos decirte que lo peor que puedes hacer cuando terminas o te terminan una relación es quedarte tirada en tu cama viendo novelas, soñando además que el protagonista es tu hombre ideal. ¡Nada de eso! Aunque no tengas ánimos para nada, busca algo que hacer, no te abandones, no alimentes tu melancolía viendo novelas románticas. En vez de abandonarte o encontrar una fuga en esas películas, ¡lucha! Quizá pienses que no tienes fuerzas, pero no es verdad: ¡todos las tenemos! ¡Despierta esa fuerza que hay en ti y lucha por no abandonarte a la tristeza, a la melancolía, no que quedes sin hacer nada y pensando en él cada vez que algo te recuerde lo que pasó entre ustedes o lo que pudo pasar o podría pasar “si tú lo cambias”!

  1. Adáptate a un ambiente en el cual él no esté presente, aprende a vivir sin él, retira la “energía emocional” que antes le dedicabas a él e inviértela en nuevas situaciones o relaciones.

Te ayudará mucho a ocupar tu tiempo en cosas productivas, deportes, ejercicios, salir a divertirte sanamente con tus amigas, dedicarle tiempo a cosas que te apasionan, te interesan, investigar, escribir, sal de ti misma y ayuda a los demás, hazte parte de un proyecto, inscríbete en algún voluntariado, etc. etc. Mientras menos tiempo de ocio tengas, mientras más tengas tu mente ocupada en cosas que te distraigan, menos tiempo tendrás para estar pensando en él, menos probabilidades habrán de que te hundas en un estado de melancolía y menos fuerte se hará la tentación de llamarlo o buscarlo.

¡Los ejercicios son muy buenos también! ¡Muévete! ¡Haz algo de deporte! ¡Verás cómo eso te ayuda!

 

PARA TERMINAR

Queremos concluir este libro con el valioso testimonio de una joven que te alentará en tu propia opción por luchar y vivir un estilo de vida diferente, contracorriente, el de la castidad, el de la pureza de mente, corazón y cuerpo, con el fin de conquistar el amor verdadero:

«Ya hace más de un año que yo aprendí a decir NO, ¿por qué? Porque los chicos que se me acercaban eran vacíos en todo sentido y yo ya estaba cansada de estar rodeada de falsedad: ¡eso cansa y hasta te pone mal! A mí me ponía de mal humor y me desquitaba con todos, y eso no me gustaba, ¡porque nadie tiene por qué aguantarme las pulgas!

Eso de ilusionarse porque un chico “te pintó todo color de rosa” es a veces bueno, pero depende del chico que te lo diga, porque unos lo hacen sólo para sacar algo a cambio. Ahora yo soy de la idea de que esa persona que te ilusione tiene que haber sido primero mi amigo, porque el amor verdadero comienza con una amistad y se sostiene con ella…

Yo desde hace mucho soy muy cuidadosa con las personas que van a entrar a mi vida. Tengo muchas expectativas en una relación próxima, tengo muchas expectativas para el chico que conozca en un futuro.

Tengo muchas expectativas en mí misma, porque no hay nada más hermoso para mí ahora que decir: mi relación tiene como base a Dios y el respeto. ¡Ahora yo apuesto por mí misma y apuesto por un amor verdadero!»

[1] Catecismo de la Iglesia Católica, 2345.

[2] Puedes entrar a http://www.CureTheCraving.com; Si sabes inglés, te recomiendo bajar gratuitamente los 7 CD’s que él ofrece en su sección de recursos. ¡Escúchalos!

[3] El pudor en otras palabras es no mostrar lo que debe permanecer oculto. Hoy la moda femenina en general carece absolutamente de pudor. Las mujeres no se dan cuenta que muestran demasiado a los hombres, y de esa manera alimentan la fantasía y deseos sexuales de los chicos, haciendo que “sólo piensen en eso” y que las vean como objetos de placer sexual.

[4] https://www.facebook.com/LaOpcionV

[5] «No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen» (Ef 4, 29).

[6] SHAPIRO, Ben: Porn Generation; Washington, Regnery Publishing, 2005, p. 25.

[7] Didajé.

[8] EDEN, Dawn: La aventura de la castidad; Nashville, Grupo Nelson, 2008, p. 164.

[9] Para la comprensión de este problema es muy recomendable leer el libro de: SÁNCHEZ, Carlos Cuauhtémoc: Los fantasmas del espejo; Ciudad de México, Diamante.

[10] Sobre ella y muchas “estrellas pop” sería bueno que leas este excelente artículo: http://laopcionv.wordpress.com/2013/09/22/estrellas-al-desnudo/

[11] Catecismo de la Iglesia Católica, 2521ss.

[12] http://www.protegetucorazon.com/2012/11/04/sextiando-yo/

[13] Ver película: “Trust”, en español: “Desconfianza”. La encuentras en YouTube.

[14] Ver caso de Amanda, una chica que por estos chantajes y bullying terminó suicidándose a los 15 años en Canadá, 2012.

[15] Hay historias pasadas que pueden dañar mucho la relación, cuando no hay la suficiente madurez por parte de la otra persona. Si sientes que algo de eso te puede pasar, y tienes miedo de decirle las cosas por las que has pasado a tu novio, lo mejor es que consultes con alguna persona entendida y prudente para que te aconseje si debes hablar de eso o no, o de qué modo y cuanto es necesario decir en su momento.

 [16] EVERT, Crystalina: Feminidad Pura; San Diego, Catholic Answers, 2008, p. 1.

[17] SHAPIRO, Ben: Porn Generation; Washington, Regnery Publishing, 2005, p. 27.

[18] SÁNCHEZ, Carlos Cuauhtémoc: Free sex?; Ciudad de México, Diamante, 2008, p. 99.

[19] Carta de san Clemente I, Papa, a los Corintios, Cap. 46, 2.

[20] Pandora, Nº 38, octubre 2012.

[21] Verónica Ortega de Manning, Doctora en Medicina General y Cirugía.

[22] Verónica Ortega de Manning, Doctora en Medicina General y Cirugía.

[23] https://skydrive.live.com/?cid=37798ce373d653ad&id=37798CE373D653AD%21252&sff=1&authkey=!AD9qKhPc4A4MgO4

EL FEMINISMO, ¿DESTRUYE LA FAMILIA?

JUTTA BURGGRAF

 

  1. Introducción

    Hace poco, leía un artículo en que, con gran profusión de palabras, se pretendía explicar, por qué el feminismo destruye la familia. Quedé un poco sorprendida y comencé a pensar en ello. ¿Realmente destruye el feminismo la familia? Sin querer, recordé un suceso que me ocurrió hace algún tiempo en Sudamérica. En Santiago de Chile, me habían dicho que una persona, conocida como una enérgica feminista, quería discutir conmigo acerca del tema de la mujer. Se trataba de la fundadora y rectora de una universidad privada. Habíamos concertado una cita. Me preparé para una intensa discusión y, luego de unos días, acudí al encuentro con un cierto ánimo de ir a la ofensiva. Cuando entré al Rectorado, me sorprendió ver que en la muralla colgaba una imagen grande de la Virgen. La rectora era una señora muy amable y bien arreglada. “Yo trabajo, con todas mis fuerzas, para que las mujeres puedan estudiar y obtengan puestos de trabajo”, me dijo. “Sueño con un sueldo para las dueñas de casa y con la supresión de la pornografía. Me llaman feminista, porque devuelvo todas las cartas que recibo, dirigidas al Rector; porque esta Universidad no tiene un rector, sino una Rectora”. Y, entonces, señaló, sonriendo: “Y no tengo nada contra los hombres. Estoy casada hace mucho tiempo y quiero a mi marido más que hace treinta años”.
    Es evidente que un feminismo así no destruye la familia. Pienso, incluso que es extremadamente favorable para la comunión de los esposos y para la familia misma, ya que devuelve a la mujer la dignidad que, en ciertas épocas y culturas, y parcialmente en la actualidad, le ha sido y le es negada. Sí, esto ocurre también hoy, no es ideología, ni exageración. No necesitamos pensar en las mujeres cubiertas por un velo, como en Arabia Saudita, ni al pueblo africano de los Lyélas, que consideran a las mujeres como la parte más importante de la herencia. Por ejemplo, una de las fórmulas con que un hombre constituye a su hijo mayor como su heredero dice: “Te entrego mi tierra y mis mujeres” [1]. No podemos tampoco juzgar con altanería el rapto de las novias de la aguerrida Esparta [2] , ni lamentarnos de la llamada oscura Edad Media, que, por cierto, no fue una época tan hostil para la mujer [3]. Como se ha dicho, no necesitamos ir tan lejos. Basta mirar a Europa ¿Se respeta a la mujer en la sociedad, en las familias? También hoy día se la considera, en innumerables avisos publicitarios, en el cine, en revistas del corazón y en conversaciones de sobremesa, como un ser no muy capaz intelectualmente, como un elemento de decoración y de exhibición, como mero objeto de deseo masculino.
    Su dedicación a su casa y su familia no es ni se valora, ni se apoya como se debía. ¿No ocurre con cierta frecuencia que un hijo, sólo porque es varón, después de un suculento almuerzo dominical, se siente frente al televisor junto a su padre, mientras las hijas “desaparecen”, junto con su madre en dirección a la cocina? ¿O que una joven madre, que trabaja fuera de la casa, se las tenga que arreglar sola con las labores domésticas y más encima sea enjuiciada, pues no se preocuparía lo suficiente de su marido -que trabaja a tiempo parcial- y de sus hijos y que además sea criticada por no tener la casa limpia? ¡Cuántas mujeres casadas, que carecen de ingresos propios deben mendigar de sus maridos un poco de dinero y no tienen acceso a la cuenta bancaria, ni participación en las decisiones pecuniarias de la propia familia! Concedo que estas cuestiones pueden ser superficiales; sin embargo, demuestran cuánta -o cuán poca- comprensión y cariño reciben las mujeres, a menudo, en una situación difícil.
    Existe pues una promoción de la mujer que es absolutamente razonable y conveniente. Su finalidad consiste en que los derechos humanos no sólo sean derechos de los varones, sino que ambos, tanto el hombre, como la mujer, sean aceptados en su ser-persona. También se esfuerza por considerar a cada ser humano en su propia individualidad, sin colocar ningún cliché a nadie. Y esto es válido en todo sentido. Hoy en día nadie duda que la mujer puede dominar la técnica más complicada. Pero ello no significa que todas las mujeres deban ser técnicas y que gocen con las computadoras. Según un nuevo dogma: “La mujer emancipada es gerente de empresa, arquitecto o empleada en una oficina; de todas maneras, trabaja fuera de la casa”. Sin embargo, si la emancipación es entendida como un proceso de madurez conseguido, ¿por qué la mujer “emancipada” no puede ser madre de una familia numerosa? Cuando una mujer prefiere preparar un pastel, tejer chalecos, jugar con los niños y procura hacer de su casa un hogar agradable, no quiere decir que ella se haya resignado a asumir el rol que se le asignó en el s. XIX. Significa simplemente que, para ella, estas actividades son más importantes que para quienes la critican. En principio, no se trata de lo que una persona hace, sino de cómo lo hace.
    Ni el trabajo fuera de la casa, ni la familia son, en sí, soluciones a problemas personales o sociales; ambos conllevan ventajas y riesgos. Así, es posible que una mujer profesional, debido a la creciente especialización de su trabajo, se le vaya empequeñeciendo su campo de acción, mientras que una dueña de casa, al tener que enfrentarse a los más diversos trabajos, adquiera una visión más amplia. En su vida profesional, la mujer está expuesta a los mismos riesgos que el hombre -deseo desmedido de hacer carrera, afán exclusivo de poder…-, incluso más que él, pues le pone a prueba y enjuicia más duramente.
    No quiero, de ninguna manera proponer que la mujer debe volver a ocuparse exclusivamente de las tareas del hogar. Pienso solamente que se debe dar, a cada mujer, la posibilidad de decidir libremente lo que ella considera como bueno, sin iniciar permanentemente nuevas polémicas.
    Se ha discutido mucho acerca de si las mujeres son diferentes a los hombres y en qué lo son. Primero, hay que considerar que cada ser humano es distinto de los otros. Cada uno debe tener la oportunidad de desarrollarse libremente, de ser feliz y de hacer feliz a los demás -por diferentes caminos, da lo mismo en qué estado o profesión-. Desde una perspectiva histórica y social, algunas veces, a las mujeres esto les ha sido más difícil que a los hombres. Es por ello, que se les debe ayudar más a vivir de acuerdo con su convicción personal. Esta es la finalidad de un feminismo que podemos denominar “auténtico”, “razonable” o “libertario”. Puesto que pretendo unir la verdadera promoción de la mujer con mi fe cristiana, me gustaría hablar de “feminismo cristiano”. A este tema nos referiremos más adelante.

    2. El feminismo radical

    Estamos casi en nuestro tema. Como se ha mencionado, existe otro tipo de feminismo, que se ha extendido mucho en los países occidentales, es denominado, con frecuencia, feminismo “radical” o “extremo”. Me parece que este tipo de feminismo, por lo menos como se presenta a sí mismo, ha sobrepasado su momento culminante. Su enorme influencia ha tenido un devastador efecto, que se deja ver en todos los ámbitos. Todos conocemos lo que se ha dicho acerca del “mito de la maternidad”, que debe ser destruido o del macho, que la mujer debe desterrar. En algunas de sus afirmaciones, las feministas han traspasado con mucho el límite de lo absurdo.
    La filósofa francesa Simone de Beauvoir es considerada la precursora del feminismo de nuestro siglo, cuya influencia apenas puede superarse [4]. Su monografía “Le Deuxiéme Sexe” (“El otro sexo”), publicado por primera vez en 1949) es denominada con frecuencia la “biblia del feminismo” [5]. En ella, Simone de Beauvoir postula, por primera vez, con gran agudeza intelectual, la igualdad de los sexos y, con ello, da un nuevo impulso al movimiento feminista en el mundo occidental, el que, hace ya tiempo, va mucho más allá de pretender la simple mejora de la situación jurídica de la mujer y una mayor posibilidad de acceder a la formación escolar, universitaria y profesional.
    En aquella obra, la filósofa comienza esbozando su propia posición ideológica. “Nuestra perspectiva es la de la ética existencialista” [6], declara. Y continúa “Esla de Heidegger, Merleau-Ponty y Sartre” [7] (su conviviente). El “existencialismo”, tomado del título de un libro de Sartre, es una negación consciente de toda reflexión que parta de la esencia o naturaleza. No hay “una naturaleza humana -dice Sartre- pues no hay Dios que la hubiese podido diseñar” [8]. Sartre se refiere a la libertad creadora del hombre, que le capacita para hacer de sí mismo lo que él quiere y que no es limitada por ninguna “esencia” o “naturaleza” [9].
    Simone de Beauvoir intenta traspasar el existencialismo ateo [10] de Sartre a la existencia femenina [11]. Para ella, el hombre tampoco es un “ser dado” o una “realidad fija”, sino “una idea histórica”, “una continua transformación”, que hace de la persona lo que ella es [12]. En consecuencia, en la ética de Beauvoir, toda forma de “quietud” o “pasividad” sólo puede considerarse como un gran mal [13]. Sin embargo, es precisamente esa la actitud a la cual los hombres han obligado continuamente a las mujeres.
    Ya desde los nómades, el mundo ha pertenecido al varón [14], dice Beauvoir, pues éste ha sabido influir en el mundo con ocupaciones que iban “más allá de su ser animal”. Para cazar y pescar, construyó utensilios, se puso metas y abrió caminos. Continuamente se superó y emprendió el camino hacia el futuro [15]. Añade: el privilegio del varón consiste en que “su vocación como persona con destino no contrasta con su ser varón” [16]. Sin embargo, en la mujer sucede algo distinto. Hasta hoy, a las mujeres se les ha impedido intervenir de manera creativa en la sociedad. Las mujeres han sido “aisladas” y ahora se encuentran marginadas [17]. Permanecen toda su vida encerradas y la culpa de todo, la tienen el matrimonio tradicional (con la división del trabajo según el sexo) y, sobre todo, la maternidad.
    En toda la obra de Beauvoir está presente un tema dominante: la de quitar todo valor al matrimonio y la familia. A este respecto, señala que, “sin duda alguna, dar a luz y amamantar no son actividades sino funciones naturales y no está en juego ningún proyecto personal. Por eso, la mujer no puede encontrar en ello ninguna razón para una alegre afirmación de su existencia” [18]. Durante siglos, la mujer se ha contentado con llevar una “vida relativa”, dedicada al marido y a los hijos. “En realidad -continúa-, para el hombre, ella es sólo una distracción, un objeto, un bien poco importante. El varón es el sentido y la justificación de su existencia” [19]. El varón, por su parte, ha consolidado su supremacía a través de la creación de mitos e instituciones.
    Por medio de muchos ejemplos de la literatura y la cultura, Beauvoir analiza el mito de la mujer, tal y como lo han inventado los varones para sus propósitos y concluye que “es tan irrisorio contradictorio y confuso que no se halla unidad alguna: como Dalila y Judit, Aspacia y Lucrecia, Pandora y Atena, la mujer es siempre la tentadora Eva y la Virgen María a la vez. Es ídolo y esclava, fuente de vida y puerta de los infiernos; es el silencioso original de la misma verdad, al mismo tiempo falsa, locuaz, mentirosa; es bruja y terapeuta; es presa del varón y su perdición; es todo lo que él no es y desea poseer, su negación y su fundamento existencial” [20], es, precisamente, el “otro” sexo.
    Beauvoir se opone a todas estas afirmaciones, pues señala que las mujeres no son ni ángeles, ni demonios, ni esfinges, sino seres humanos dotados de razón [21]. Su proximidad a la naturaleza -que significa una limitación radical de su potencial humano- es exigida y también temida por el hombre. Aunque las mujeres no pueden negar, ni ignorar su propio cuerpo, éste no determina para nada su libertad existencial. Indudablemente, en la filosofía de S. de Beauvoir, hay razonamientos acertados; que, sin embargo, dan lugar a un gran empobrecimiento ideológico. Ello se aprecia claramente si consideramos su conocido aforismo, “No naces mujer, te hacen mujer” [22], completado más tarde por la lógica conclusión “¡No se nace varón, te hacen varón! Y tampoco la condición de varón es una realidad dada desde un principio” [23].
    La “mujer constituye para Beauvoir un “producto de la civilización” [24]. Ella “no es la víctima de un destino misterioso e ineludible” [25] , sino la de una situación muy concreta y corregible, en la cual el “mito de la maternidad” siempre ha servido a los varones como pretexto para motivar a las mujeres a realizar sus quehaceres domésticos [26]. La mujer, por su parte, se ha resignado durante mucho tiempo ante su situación. “Al no querer que una parte de sí se ha convertido en negación, suciedad y malignidad el ama de casa maniática se encoleriza contra el polvo y exige un destino que a ella misma le exaspera” [27]. En su desesperación intenta inútilmente introducir al hombre en la cárcel de su pequeño mundo, bien como madre, esposa, amante “permanente”, parásita [28] o carcelera [29]. El hombre trata a la mujer como su esclava y la persuade a la vez de que sea su reina [30]. Hoy, sin embargo, la lucha se muestra de otra manera, “en lugar de que la mujer pretenda llevarse al hombre a su cárcel, lo que hará es intentar salir de ella. Ya no pretende penetrar en la región de la inmanencia [31]. El hombre hace bien en ayudar en la emancipación de la mujer, pues librándola a ella, se libera él mismo [32].
    ¿Cómo tienen que ser la emancipación? Para Simone de Beauvoir, no cabe duda que las “cadenas” o “ataduras de la naturaleza deben ser rotas”. La filósofa existencialista traza una ética radical [33], que intenta desenmascarar el matrimonio [34], la maternidad [35], la prohibición del aborto [36] y del divorcio [37], como “medidas coercitivas de las sociedades patriarcales” [38], que dejan a las mujeres en dependencia de los varones. Según sus propias palabras, “las mujeres han decidido protegerse de la maternidad y del matrimonio” [39]. “lamento la esclavitud que se impone a la mujer con los hijos… Como otras muchas feministas, también estoy a favor de que se suprima la familia” [40] dice explícitamente. Además, simpatiza con la inseminación artificial [41], las relaciones lesbianas [42] y la eutanasia [43]. Para la filósofa existencialista, el remedio para salir de la dependencia es la actividad profesional de la mujer [44], con la cual se puede alcanzar “una plena igualdad económica y social” [45] entre los dos sexos.
    Aunque todas parten de sus principios, algunas de las feministas actuales superan con mucho determinados aspectos de las exigencias de Beauvoir. En su obra mundialmente conocida, “The Feminin Mystique” [46], Betty Friedan -fundadora del movimiento feminista americano de los años sesenta- critica con gran vehemencia el que la mujer se vea obligada a “la realización de su feminidad” [47] únicamente en el matrimonio, en la familia y en el trabajo doméstico y que se le impida desarrollarse intelectualmente [48].
    De la misma manera, la americana Kate Milled, en su libro “Sexual Politics” [49], recurre lo señalado en “Le Deuxième Sexe”: “La mujer aún es indispensable para la concepción, la gestación y el nacimiento de un niño, pero no tiene otra atadura u obligación especial con respecto a él”. Finalmente, el objetivo del feminismo de Shulamith Firestone -la más radical de este grupo- es destruir todas las estructuras más importantes de la sociedad [50]. En “The Dialectic Sex”, propone liberar a la mujer de la “tiranía de la procreación” [51], a cualquier precio. “Lo quiero decir muy claramente: el embarazo es una barbaridad” [52], señala.
    La periodista Alice Schwarzer es una de las pocas figuras sobresalientes del feminismo alemán. Después de su larga estancia en París, comenzó su labor, organizando, a principios de los años setenta, la campaña pro-aborto en Alemania [53]. En 1975, lanzó un bestseller [54] al mercado y se destacó, finalmente, como editora de la primera revista feminista, “Emma”, hasta hoy, muy difundida. Su lenguaje frívolo, la exposición de problemas humanos, la eliminación de los tabúes relativos a las normas morales, junto con algunas hipótesis racionales, no constituye una mezcla nueva; no obstante, aplicada exclusivamente a la cuestión femenina, se transforma en un asunto de carácter político.
    Aunque Alice Schwarzer subraya una y otra vez su admiración por Simone de Beauvoir [55] -a la que conoció en París personalmente-, es aún más radical en la aplicación de las ideas feministas. Difunde las tesis contenidas en “Le Deuxième Sexe” y las planteadas por el movimiento feminista norteamericano. Más, en último término, para ella no se trata de la cuestión teórica de la igualdad de los sexos, sino de qué modo la mujer, siendo más valiosa y digna de ser amada que el hombre, puede huir del dominio masculino. Según A. Schwarzer, el poder masculino es el único factor que condiciona actualmente la relación hombre-mujer, y sólo puede ser destruido por un poder femenino [56]. El varón es, para ella, el enemigo al que reprocha una lista de pecados. La autora expresa: “Por eso, todo intento de una liberación de la mujer tendrá que dirigirse contra los privilegios del varón, tanto a nivel colectivo, como a nivel personal. Eso quiere decir que hay que luchar también contra el propio marido” [57]. Llama a todas las mujeres para que manifiesten su poder y se nieguen a sus maridos, rehúsen “la heterosexualidad” que ha pasado a ser “un dogma” [58] y se interesen por la bi- y la homosexualidad. En suma, Schwarzer concibe el poder sexual como un poder político, intenta iniciar una revolución en las relaciones hombre-mujer, de la cual surgirá una mujer liberada del poder masculino. Esta mujer podrá actuar positivamente en la sociedad.
    A. Schwarzer crítica la “ideología del hijo propio” y lucha contra todos los lazos existentes entre madre e hijo. Según ella, tales lazos sirven únicamente para proteger los últimos baluartes de una sociedad para varones [59]. La tarea educativa debe realizarse, en gran parte, por el colectivo; el trabajo doméstico tiene que ser industrializado. Eso significa que debe existir un número suficiente de guarderías y de jardines infantiles, abiertas durante las veinticuatro horas y donde trabajen mujeres y varones [60].
    Para la feminista norteamericana Mary Daly, todo lo masculino es objeto del juicio más despiadado, casi de la maldición universal. En su exitoso libro, aparecido en 1978 [61], la autora pasa revista a todas las atrocidades que los hombres han cometido contra las mujeres, desde el comienzo de los tiempos. Contrasta la maldad masculina, “contaminante”, “ponzoñosa” y “destructora”, la autora contrapone la “pureza elemental” de las mujeres. M. Daly exagera tanto las ideas de “Le Deuxième Sexe”, que realmente no se las puede tomar en serio.
    Desde hace algún tiempo, el intento de liberarse de las “cadenas de la naturaleza” no es la única preocupación del feminismo radical. Desde ciertos ambientes ecologistas y desde el llamado “feminismo cultural” de Norteamérica han surgido nuevas tendencias. Mientras un grupo de las feministas continúa negando las diferencias fundamentales entre mujeres y hombres, otro grupo ha comenzado a “celebrarlas”. Actualmente, dentro del feminismo, se plantea cada día con más fuerza, que la identificación de lo femenino con la naturaleza, la corporeidad, la sensibilidad y la voluptuosidad, no es un “maldito prejuicio masculino”. Por el contrario, todo lo emocional, vital y sensual ha pasado a ser la esperanza para un futuro mejor. Después de que la racionalidad y el despotismo masculinos han conducido a la humanidad al borde del desastre ecológico y la han expuesto al peligro de la destrucción nuclear, ha llegado la hora de la mujer. La salvación se puede esperar solamente de lo ilógico, de lo instintivo, de lo afable y apacible, tal como se encuentra encarnado en la mujer [62].
    Después de que, durante décadas, el deseo de tener hijos fue reprimido y negado, ahora es redescubierto, por grupos feministas [63] como una “necesidad femenina” pura [64]. Esto puede ser una reacción al esfuerzo de la emancipación entendida, con demasiada frecuencia, como una acomodación a los valores masculinos y a la competitividad.
    Por supuesto, el deseo de tener hijos no significa un retorno al matrimonio y a la familia burgueses. Las feministas se interesan poco por la realidad social de las mujeres, lo que les preocupa son la vida de la mujer, el cuerpo femenino y las experiencias de dar a luz y de amamantar. “Son las mujeres las que tendrán que liberar la tierra y lo harán, porque viven en una mayor armonía con la naturaleza” [65], esta es la más conocida de las tesis propuestas. A ella se opone ahora, con renovado ímpetu, la teoría igualitaria, que continúa la línea de pensamiento inaugurada por Simone de Beauvoir [66]. Así llegamos otra vez al comienzo de nuestra reflexiones.

    3. Las familias patchwork

    Cuando se leen los manifiestos feministas, se podría concluir lisa y llanamente que el feminismo radical destruye la familia. ¡Ese es su objetivo declarado! Sin embargo, las cosas no son tan simples como parecen. También hay que matizar esta afirmación.
    Si miramos a nuestro alrededor, podemos comprobar que la vida familia existe. Por ejemplo, tres cuartos de los europeos pasan sus vacaciones en familia, incluso con frecuencia, varias generaciones juntas, en las combinaciones más variadas. Al observar los campings y otros lugares de vacaciones, esto queda muy claro. Pese a todas las advertencias de Simone de Beauvoir y de Alice Schwarzer, pese al deseo creciente de hacer carrera y de ganar dinero, vemos, en todas partes, como las parejas forman una familia y traen niños al mundo. A pesar que, según dicen, para “autorrealizarse”, es más fácil permanecer solo, la mayoría de las personas insisten en reunirse alrededor de una familia.
    Incluso, conocidas feministas han comenzado a alabar a la familia. La argentina Ester Vilar, señala que, si existiera completa igualdad, la mujer saldría por la noche, menos que el hombre. Esto no le parece nada mal, pues “que una persona sea mucho más feliz tomándose una cerveza en un bar lleno e humo que velando el sueño de su hijo pequeño en un hogar tranquilo, aún está por demostrar” [67]. Y Christiane Collange, una de las más connotadas feministas francesas sorprende al decir: “Me dan pena las mujeres que no saben la tranquilidad que da quedarse una tarde en la casa, sin hacer nada y disfrutando a su hijo. No hay ninguna otra sociedad que nos brinde tanta alegría de vivir, como la familia” [68].
    La feminista de Berlín Barbara Sichtermann opina que la mujer no debe continuar orientándose de acuerdo al varón, como ha sido hasta ahora la política de la emancipación, que ha puesto al varón como ideal. Sin embargo, iguales derechos para ambos sexos es algo tan indispensable como insuficiente. “La posición del varón en la sociedad sólo puede… ser, dentro de ciertos límites, un modelo para el sexo femenino; primero, porque el mundo de los hombres, tal como funciona -o como no funciona- deja mucho que desear; segundo, porque las mujeres emancipadas no son semi-varones, ni quieren serlo” [69].
    Es interesante que Sichtermann ponga de relieve la disposición de las mujeres de estar-ahí-para-otros. Señala que se trata de “una virtud clásica femenina”, cuyo exceso debe evitarse; pero “cuya esencia debe ser guardada y propagada” [70].
    Sichtermann exige que “el cuidar de otros”, sea apreciada en todo su valor, precisamente cuando no es remunerado. “Nuestra civilización ha creado un clima ético en el que todo el que hace algo gratis, es considerado un tonto. Aún así, sería errado suponer que el respeto por la víctima se ha extinguido completamente. Sólo que carece de un lenguaje… Todo esto es un problema cultural y psicológico social, que sólo puede ser resuelto donde ha comenzado: no mediante transformaciones del mercado laboral, ni del estado, sino en las relaciones interpersonales, que se sustraen, tanto a las reglas que rigen el mercado, como a las que rigen el estado” [71].
    El trabajo doméstico es uno de los campos en que ese ser-para-otros, esa preocupación por las necesidades inmediatas, tiene mayor relevancia. Sichtermann no se refiere a su efecto “limitante”, “opresivo” o “enfermante”, sino que lo presenta como una alternativa frente a la vida profesional agotadora y programada. Se trata de un ámbito que se puede organizar como una quiera, señala -junto con los tradicionales defensores de la familia- aquí se puede ser, simplemente un ser humano [72]. Después de todo, todo ser humano anhela tener una “vida personal no económica”, una vida privada. Este deseo se puede reprimir temporalmente, pero nunca se extingue por completo. Por lo demás, las mujeres han adquirido suficiente experiencia fuera del hogar, como para poder admitir, con sinceridad, que la exclusiva vida profesional no aporta, por sí solo, la felicidad. “Las dueñas de casa hacen muy bien cuando se niegan a acudir a la fábrica; ciertamente lo pagan con su dependencia del marido, pero ésta es siempre mejor que la dependencia de un jefe” [73].
    Puede ser -continúa Sichtermann en tono provocativo- que las mujeres dependan del sueldo de su marido. Pero, por otra parte, los hombres dependen de sus mujeres, en un sentido mucho más profundo, precisamente, porque todo ser humano necesita un hogar, cuya creación se le ha asignado, durante siglos, a la mujer [74]. La protección de ese hogar debe ser tomada en cuenta por la política feminista, tanto como “el deseo, igualmente fuerte en ambos sexos, de reconocimiento profesional” [75].
    Hasta aquí el debate sobre la emancipación. Hoy en día, en amplios sectores de la sociedad, no solamente se habla de una “nueva maternidad”, sino también una vida familiar agradable, seguridad y apoyo moral. Sin embargo, esa familia que anhela el movimiento feminista, nada tiene que ver con la tradición y mucho menos con el Cristianismo. Comúnmente, es denominada “familia-patchwork” o “familia de remiendos, de parches”. la imagen de una colcha hecha de trozos de telas muy diversas, es el ejemplo perfecto de esta nueva comunidad de personas, en que se reúnen padres e hijos de familias anteriores. Cuando una familia ya “no funciona más”, se va cada uno por su lado, los padres se separan, se llevan a algunos hijos consigo e intentan con otra pareja, un nuevo patchwork. Los remiendos se pueden separar y coser nuevamente, en un modelo diferente, cuando y como se desee.
    Nos referimos a un tema muy doloroso y que, por tanto, no se puede tratar superficialmente. Cada uno conoce muchos casos parecidos. Todos sabemos cuánta penuria -de la que se prefiere no hablar-, cuánto sufrimiento se oculta en una situación como la descrita. ¿Quién puede dejar al padre o a la madre de sus hijos, después de años de vida en común, sin experimentar una ruptura en su vida, sin sentirse fracasado, sin dudas, ni remordimientos? Es bien sabido que quienes más sufren son los hijos. Hay que pensar en qué conflicto permanente se encuentran, cuando tienen que elegir entre sus padres “biológicos” y los “escogidos”. Hace poco, me contó una conocida mía: “Mi hijo vive con su tercera mujer. Hasta ahora, todas sus relaciones sólo han durado unos cuantos años. De su primera señora, tiene sólo una hija pequeña. La segunda trajo dos niños al matrimonio, de los cuales, él se preocupó como un verdadero padre. A veces, tenía la sensación de que mi hijo los quería más que a su propia hija. Mis dos nietas políticas estaban muy tristes cuando mi hijo y mi nuera se separaron. El ya tiene una guagua de su actual polola y quieren casarse pronto. Esto significa que pronto tendré tres nueras y un solo hijo”.
    No nos corresponde juzgar a nadie. Nadie tiene derecho a hacerlo y, como espectador, se puede ser muy duro y caer, fácilmente en la altanería. Únicamente, queremos conocer el motivo del cambio de valores, que se viene observando en las últimas décadas. ¿No es cierto que el feminismo radical ha jugado un papel decisivo en la destrucción de la familia burguesa y tradicional? Yo diría que sí. Este ha sido uno de sus objetivos declarados y lo ha logrado en amplios sectores de la sociedad. Por una parte, ha llevado la lucha de clases dentro a la relación entre el hombre y la mujer; por otra parte, ha creado un nuevo concepto de familia abierta y ha tildado al “antiguo” como ridículo. En una ley finesa, se define la familia como “el grupo de personas que utiliza el mismo refrigerador” [76]. El desprecio por todas las formas tradicionales de vida queda de manifiesto en un informe de Christiane Collange: “¿La familia unida, en armonía, sin divorcios, ni separaciones, de la se nos habla continuamente para que nos avergoncemos de nuestra vida sin ataduras? ¿Cuánta frustración y fracaso se esconde detrás de la respetable fachada? ¡Cuánta mentira y traición en nombre de la indisolubilidad del matrimonio! No añoro la época de los padres (hombres) ‘estrictos pero justos’, ni los de las santas mujeres de mirada triste. Prefiero los padres (hombres) de hoy, que no son ni tan gallinas, como se piensa, ni tan gallitos como antes. También me gustan nuestras supermadres, que siempre tienen prisa, pero se sienten bien en su piel. Prefiero los jeans de fines de siglo, que el cuello de encaje de sus comienzos” [77]. ¡Por cierto, yo también los prefiero!
    Es evidente que no se trata de volver a la familia burguesa. Esto sería hacer muy poco y no respondería a las inquietudes de nuestros contemporáneos. ¡No se puede responder a los desafíos actuales con provincianismo! Hemos de demostrar que es mucho más atractivo que un hombre y una mujer se amen y sean un apoyo el uno para el otro, a que se combatan e intenten vencer al otro. Asimismo, hemos de mostrar que el matrimonio, como comunión indisoluble, es la mejor garantía para la felicidad de una familia. Pienso que el testimonio de los cristianos es especialmente importante en este punto, no porque ellos sean mejores que los demás, sino porque en su fe encuentran el apoyo y la ayuda necesarios para superar los obstáculos de nuestro tiempo.
    A continuación, pretendo resumir esquemáticamente, qué respuestas puede ofrecer un feminismo de orientación cristiana, para las situaciones mencionadas.

  2. El feminismo cristiano

Hay que hacer una observación previa: Todo cristiano -hombre o mujer- debe ser hoy más consciente de que no es posible vivir coherentemente dejándose llevar por todo lo que nos rodea, lo que se nos exige y lo que se nos ofrece. En esta tensión en que vivimos, entre valores, valores aparentes y contravalores, resulta fácil perder la orientación. Por ello, necesitamos guardar una distancia reflexiva, para descubrir una dimensión más profunda de la vida, y tener la valentía de contradecir el espíritu de nuestra época. A lo largo de la historia, los cristianos nunca se han rendido, ni siquiera cuando han ocupado posiciones aparentemente perdidas. A pesar de todas las afirmaciones contrarias, el mensaje cristiano sigue siendo hoy día atractivo y, desde esta perspectiva, la mujer puede hacer un enfoque muy actual de su situación, que le ayude a adoptar sus decisiones existenciales.
Pienso que, precisamente, cuando se tiene una motivación cristiana, se puede trabajar por una promoción de la mujer, llena de sentido, pues la “emancipación”, entendida como libertad, independencia y madurez interior se alcanza por la fe en Cristo. El nos libera de prejuicios y clichés, de tradiciones represivas, de costumbres y formas de vida que se han hecho muy estrechas. Pero, sobre todo, nos libera del pecado y de la culpa, que nos pueden llegar a corroer y que pueden destruir mucho más que los acontecimientos externos. A El le podemos confiar todas las cargas que nos hacen sufrir y nos apesadumbran interiormente, que nos desmoralizan y nos desaniman. Sabemos que somos aceptados y amados por El, pese a todas nuestras debilidades, errores y limitaciones. De El recibimos siempre la fuerza para recomenzar y la gracia para ser osados ante las dificultades.

4. 1. Aceptarse a uno mismo

Una persona que se sabe querida sin reservas por su Padre Dios, puede aceptarse a sí misma. Tal vez la falta de aceptación propia sea el problema principal del feminismo, también en su modalidad de la nueva maternidad. Porque si yo me acepto a mí misma, también debo aceptar mis limitaciones, debilidades y los errores que cometo. Además, tengo que aceptar que no toda la bienaventuranza del mundo proviene de mí. En lo que concierne a la ideología de la igualdad, esto es aún más claro. El querer-ser-como-el-hombre ha conducido a muchas mujeres a grandes tensiones y a la frustración, incluso hasta a enfermar psíquicamente, pues sólo puede tener una personalidad equilibrada, quien vive en paz con su propio cuerpo.
Normalmente, para los cristianos no resulta difícil responder afirmativamente a su corporeidad, puesto que, para ellos, no existe la casualidad o el destino ciego, sino la sabia -aunque no siempre comprensible- y bondadosa Providencia Divina. El manifestó Su voluntad cuando creó al hombre y a la mujer. Dios inventó la naturaleza humana de un modo maravilloso, en sus dos facetas y dio a cada sexo abundancia de talentos y cualidades. Quien acepta esto, puede estar tranquilo, pues comprende que una rebelión contra su propia naturaleza es, en realidad, una rebelión contra el Creador.
La propia liberación de la mujer no puede reducirse a una mera equiparación con el hombre. Tenemos que aspirar a algo mucho más valioso y beneficioso; pero también más arduo: la aceptación de la mujer en su propia manera de ser, en su ser mujer, único e irrepetible. La finalidad de la emancipación es sustraerse a la manipulación, no convertirse en un producto, sino ser un original. Poco ayuda entender la emancipación siguiendo los modelos que nos presenta la literatura feminista; pero, sin la disposición a enfrentarse consigo misma; o interpretando las propias debilidades como represión. Precisamente, la resistencia a tales tendencias garantiza la propia libertad. La verdadera promoción de la mujer no la libera de su propia identidad de su propio ser, sino que la conduce a él.
¿Qué significa ser “hombre” o ser “mujer”? ¿En qué se diferencian los dos sexos? En la historia de la humanidad, no se han planteado sobre esta materia sólo ideas sensatas y constructivas. Actualmente, es frecuente burlarse de los hombres, atribuyéndoles características, que no son más que prejuicios superficiales. Otras veces -con bastante más frecuencia-, son las mujeres a quienes se les atribuye ciertos clichés y se humilla, en la teoría y en la práctica. La verdad es que cada sexo tiene rasgos que le caracterizan; cada uno es superior al otro, en un determinado ámbito. Naturalmente, el hombre y la mujer no se diferencian en el grado de sus cualidades intelectuales o morales; pero, sí, en un aspecto ontológico elemental, como es la posibilidad de ser padre o madre y en aquellas capacidades que de ello se derivan. Es sorprendente que un hecho tan simple como éste, haya causado tantos extravíos y confusiones.

4. 2. La maternidad como regalo

Como madre, la mujer es llamada a ser “lugar” donde se efectúa el acto de la Creación divina, pues cuando surge una nueva vida, los padres cooperan, de un modo increíble con Dios. El nuevo ser humano es confiado a la mujer antes que al hombre, para que ella -primero dentro de sí- lo acoja, lo proteja y alimente. Es verdad que el embarazo no está exento de esfuerzo y agotamiento; sin embargo, ¿no demuestra una predilección especial hacia la mujer que ella pueda experimentar el amor creador de Dios incluso en lo más íntimo de su misma corporeidad? Sólo desde una perspectiva muy superficial y en la cual se ha perdido el sentido de lo esencial, se puede sostener que la maternidad disminuye o perjudica a la mujer, que, como madre, la mujer es inferior o tiene desventajas. Desde un punto de vista cristiano, al contrario, se puede decir que, debido a su maternidad, a la mujer corresponde una “precedencia específica sobre el hombre” [78], como ha señalado el Papa Juan Pablo II.
No por eso, la mujer debe quedar “encerrada en la casa”, “condenada a un trabajo de esclavos”, aunque algunos grupos feministas lo dan por demostrado. Es cierto que a bastantes mujeres, el nacimiento de un hijo les supone una carga, en parte por la poca comprensión de los demás y, en parte, debido a estructuras sociales injustas. Sin embargo, estas últimas son consecuencias del pecado, no circunstancias que necesariamente acompañen la maternidad. No pueden ser motivo para negar la vida a un nuevo ser humano, sino que esas estructuras injustas deben desaparecer. Este es, en todas las sociedades, uno de los desafíos más urgente para los cristianos.
Cuando una mujer acepta ser madre, puede seguir a Cristo, de una manera que no es espectacular, pero sí muy íntima. Ella da testimonio de “la bondad y la amistad de Dios con los hombres” [79], forma un hogar, transmite valores culturales y religiosos. En esta labor, se dará cuenta de que a Cristo se le encuentra en la cruz, a la vez que reconocerá que, desde su lugar, está llamada a trabajar activamente en la expansión del Reino de Dios. De ninguna manera, es deseable que viva “encerrada” entre cuatro paredes. Dependiendo de las circunstancias familiares y de su situación personal, puede incluso ser su deber, colaborar en la sociedad también a través de su labor profesional y que su casa esté abierta a muchas otras personas. Evidentemente, la primera y principal ocupación y preocupación de los padres es el bienestar de la propia familia.
La maternidad no puede ser reducida a su aspecto físico. En un sentido espiritual, todas las mujeres están llamadas, de alguna manera, a ser madres. ¿Qué es sino salir del anonimato, escuchar abiertamente a los demás, compartir sus deseos y preocupaciones y, con frecuencia, hacerles receptivos a la gracia de Dios? Los pensadores cristianos se han referido muchas veces a esta maternidad espiritual, que tiene muy poco que ver con la idea protectora, sensiblera y blandengue, que tanto alaba un sector del feminismo radical. La maternidad espiritual difiere con mucho de aquella visión biológico-materialista. Al contrario, caracteriza una capacidad especial de amar que tiene la mujer, que consiste en descubrir y fomentar lo individual en la masa [80]. Como dice Juan Pablo II, a la mujer, “Dios ha confiado al hombre, de un modo especial a la mujer” [81]. La maternidad espiritual no sólo expresa cualidades del corazón, sino también del entendimiento y no sólo exige una constitución natural, sino también formación.. Se refiere a la mujer dotada de espíritu, y no a aquella caricatura que, en el fondo, sólo gira alrededor de las propias necesidades corporales.
A una sencilla, normalmente no le cuesta acercarse a los demás. Su sentido de lo concreto, de la realidad y su sensibilidad ante las necesidades espirituales de los demás, le pueden ser de gran utilidad. Tiene un gran talento para la solidaridad y la amistad, así como para transmitir la fe de un modo práctico y concreto, que ha recibido de su Creador. ¿Por qué ha de negar estas cualidades, en vez de ser agradecida y hacer así la vida más amable y agradable a los ojos de Dios? Edith Stein da qué pensar, al escribir: “Cuando alguien se da cuenta de que, en su lugar de trabajo -allí donde cada uno se encuentra en peligro de convertirse en una máquina-, se espera de él cooperación y disponibilidad, conservará algo vivo en su corazón, o despertará a algo que, de otra forma, se atrofiaría” [82].
Aquí se ve con claridad cuánto bien puede hacer un cristiano en medio del mundo. Contribuir a formar un ambiente, en el que las personas se sientan a gusto es una tarea que vale la pena. La mujer -precisamente por ser cristiana- tiene el papel decisivo de dar testimonio del amor de Dios, a cada persona en particular. A ella se le pide que transmita a los demás, la firme convicción de Dios toma en serio a cada uno y que su vida es muy valiosa.

4. 3. El matrimonio como vocación divina

Con la luz de la fe, no sólo se reconoce uno a sí mismo y también reconoce la posibilidad de la propia maternidad o de la propia paternidad, sino que también se ve el matrimonio desde una perspectiva más profunda, que es la que Dios ha querido desde un principio. Como una comunidad de vida y de amor entre un hombre y una mujer. En la Nueva Alianza es todavía más, es sacramento de gracia, vocación divina, en suma, un camino concreto para seguir a Jesucristo.
El hombre y la mujer se complementan entre sí y tienen mucho que darse recíprocamente. Espiritual e intelectualmente, un hombre nunca puede ser “complementado” por otro hombre en la medida en que lo es con la mujer y lo mismo ocurre en el caso de la mujer. Pero la “ayuda” mutua sólo se hará realidad fructífera si, tanto el hombre, como la mujer están unidos a Dios. En el momento en que Adán y Eva comían del fruto prohibido, pensaban estar muy unidos, pues estaban comiendo del mismo árbol. No obstante, en realidad se abrió un foso entre ellos, pues cometer un pecado en común es quizás el mayor abismo que puede existir entre los hombres. Si cuando los amantes pecan conjuntamente, se dieran cuenta que ello supone una auténtica ruptura en su amor, se asustarían de su propio pecado. El amor verdadero y la verdadera vida en común sólo puede existir cuando Dios está presente [83]. En las sociedades secularizadas, está casi programado que se den tensiones entre los sexos, que no conducen a ninguna parte.
La escritora alemana Ida Friederike Görres, señalaba, hace algunos años: “Hace ya tiempo que tengo claro que el matrimonio está pasando desde el Antiguo testamento al Nuevo Testamento. Esto significa que, está transformándose de ser sólo o especialmente una institución jurídica, social, económica y moral, al ámbito de la decisión espiritual. Quizás no sea sólo una señal negativa que hoy se rompan tantos matrimonios. Quizás, esto quiere decir que muchas personas no aceptan más el matrimonio en esa forma corrupta, y no están dispuestas y vivirlo de ese modo” [84].
Precisamente en estas nuevas circunstancias, las parejas cristianas están llamadas a ser un ejemplo del atractivo del amor y de la fidelidad conyugales. También en épocas de crisis e incomprensión, los cónyuges tienen que aceptar el desafío de mantenerse unidos. Todo matrimonio (incluido el matrimonio cristiano) pasa por momentos duros. Se experimenta monotonía, la trivialidad de lo cotidiano, el descontento y la insatisfacción profesional; se ve cómo los planes se estropean y que los hijos son muy distintos a como se los deseaba. Y, con los años, se tiene, no rara vez, la sensación de que se es deudor de muchas deudas impagas.
Cuanto más se pone en tela de juicio la imagen clásica de la mujer, más fácil resulta que surjan conflictos del tipo ¿quién tiene que lavar los platos? ¿quién debe limpiar? ¿quién va de compras?, en fin. Tan necesario es pensar quién hará el trabajo de la casa, como absurdo es estar siempre discutiendo por ello.
Creo que para cada hombre y para cada mujer, más que cada tarea particular, son más importantes su buena disposición hacia la familia, un amor sincero entre ellos y hacia sus hijos, que siempre se manifiesta de modo diverso e individual; pero siempre con la disponibilidad de querer llevar en común las preocupaciones del hogar. Es un callejón sin salida pensar que hombre y mujer, padres e hijos deban “emanciparse” unos de otros. Sería mucho mejor que juntos redescubrieran la belleza de estar ahí para los otros, libremente y por amor. Entonces, ya no se piensa que los propios derechos vayan a salir perjudicados, ni tampoco se exige de los demás lo que uno mismo no quiere dar.
Cuando un hombre y una mujer están dispuestos a sacrificarse por su matrimonio y por su familia, es cuando el amor madura. Esta madurez del amor puede conllevar situaciones muy diversas e incluso contradictorias. Para una mujer puede ser un sacrificio quedarse en la casa, por sus hijos, sin trabajar fuera; para otra, puede ser heroico conjugar el trabajo dentro y fuera de casa, por el bien de su familia. No hay recetas fijas que indiquen cómo ha de ser la vida diaria en cada familia concreta, así como tampoco es adecuado juzgar desde fuera cada situación concreta.
Las posibilidades de cada uno son muy distintas: lo que a una persona le resulta muy sencillo, a otra le supera. También las necesidades de los hijos son diferentes, uno sólo puede requerir más energías de los padres que varios juntos. Como dice la citada I. F. Görres, el matrimonio “ya no es más patria y puerto”, sino que llega a ser una verdadera aventura mística, cuando se lo vive en su profunda dimensión espiritual. Así, añade, es la traducción del gran mandamiento cristiano del amor, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas, a un tamaño apto para los seres humanos [85].
El matrimonio se vive como una comunión corporal, psíquica y espiritual del ser humano; y en todos los planos, significa, para los cónyuges, una unión entrañable [86]. Por ello, está abierto a nuevas vidas, pues el otro es aceptado en la totalidad de su persona, esto es, también en su fertilidad y en su posible paternidad o maternidad. Sin embargo, si la unión sexual se entendiera únicamente como la procreación de descendientes, se utilizaría y denigraría al cónyuge como un simple medio, se abusaría de él. Asimismo, frecuentemente, se olvida que, si se considera a la pareja tan sólo como objeto de placer, también se la convierte en un objeto. Si en el amor matrimonial se encuentran integrados, tanto el deseo de tener hijos, como la búsqueda de la unión sexual, se puede considerar que la relación entre los cónyuges ha sido lograda. Precisamente, con la aceptación de nuevas personas, que amplían la familia, la comunión de los cónyuges es confirmada y afirmada.

5. 4. La búsqueda de la santidad

Realizarse plenamente a sí mismo, someterse a lo que para toda persona es posible y realizable y, para un cristiano, todavía más: a lo que él, en su concreta situación de vida, descubre como voluntad divina.
En este punto, tocamos la dimensión más profunda del desarrollo personal. Cuando el hombre y la mujer sean capaces de superar la resistencia a la entrega, que se percibe en nuestra sociedad, en todos los planos; cuando estén dispuestos a abandonarse de nuevo al amor de Dios, entonces serán verdaderamente libres. Y esa libertad es fruto de estar desprendidos de sí, de estar redimidos.
La filósofa francesa Simone Weil percibió la tragedia del hombre moderno. Aunque nunca se declaró creyente, juzgó con criterios cristianos, al analizar las sociedades occidentales, y mencionó un remedio sorprendente, la unión personal con Dios: “Lo que hace falta en el mundo, lo que nuestro presente necesita, es una santidad nueva, una santidad que nunca existió. Esta es, al menos hoy, una súplica permitida, porque es una súplica necesaria. Creo que es… la primera súplica que debe ser expresada, hoy, cada día, a cada hora, como un niño hambriento que mendiga pan sin cansancio. El mundo necesita santos con genio, tal como una ciudad infectada por la peste necesita de médicos. Donde hay necesidad, también hay obligación” [87].
Las promesas y exigencias del cristianismo incumben a ambos sexos en igual medida. Sin embargo, podemos preguntarnos, ¿qué significa concretamente para la mujer de hoy, vivir según la fe? Que encuentre su apoyo para desempeñar bien las exigencias, muchas veces exageradas que suponen su dedicación a la familia y a la profesión, en una profunda vida de oración. Que vuelva a descubrir el sentido del sacrificio, del esfuerzo no reconocido, del trabajo callado y aparentemente sin brillo y que también se lo haga descubrir de nuevo al hombre. Y esto no como exigencia de una ideología de tiempos pasados, sino como un desafío de su vida cristiana viva, que sigue teniendo valor para ambos sexos, en las más variadas condiciones de la vida moderna.
En todas las exigencias, protestas y discusiones, los cristianos olvidan con facilidad que Cristo vence en la cruz y no luchando contra ella, y que no triunfó sino hasta después de morir y ser sepultado. Esto no significa que no haya que defender activamente la paz y la justicia; pero sí tener en cuenta que la vida, también cuando el dolor es inseparable, no deja estar llena de sentido. Si tenemos fe, tendremos siempre esperanza, pues “¿quién podrá vencer a aquél cuyo triunfo presupone el fracaso?” [88].
Permítanme unas últimas palabras: seguramente, las cuestiones sobre un modelo de mujer propio, no se resuelven con la determinación de conceptos abstractos. Basta una mirada cariñosa y deseosa de descubrir a la “mujer” de la Sagrada Escritura, a María. Cuando la vida nos demuestra lo bajo que, a veces, puede caer la mujer, María nos muestra hasta donde puede llegar, en Cristo y por el. La Madre de Cristo, con toda la predilección que supone, seguía siendo una persona que tenía que luchar y sufrir como nosotros. Ella ha sabido llevar con dignidad la pobreza, el dolor, el desprecio y el exilio.
Si aprendemos de María a vivir de la fe en toda su dimensión, nuestra sociedad podría cambiar mucho. Un sinnúmero de problemas se resolverían más fácilmente, otros se compartirían. Así como el pecado rasga el lazo que une los dos sexos, así la gracia posibilita que vuelva a existir armonía entre ellos. Su relación es tanto más bella, cuanto mayor sea su cercanía a Dios. Como cristianos, hombre y mujer, se pueden querer mutuamente como son y disfrutar juntos, y son capaces de convivir en igualdad, de un modo responsable para el futuro del mundo. Cuanto más cristiano sea este mundo, será también más humano, y más se respetará la dignidad y libertad de cada persona.

 

[1] Cfr. G. Völker y K. von Welck (editores), Die Braut II. Zur Rolle der Frau im Kulturvergleich, Colonia, 1985, pp. 536 – 545.
[2] Cfr. Völker y von Welck, ob. cit., pp. 224 – 231.
[3] Cfr. E. Ennen, Frauen im Mittelalter, 4a. edición, München, 1991.
[4] Cfr. K. Bieber, Simone de Beauvoir, Bonn, 1979, p. 80.
[5] Cfr. C. Wagner, Simone de Beauvoir Wegs zun Feminismus, Rheinfelden, 1984, pp. 1 y 89.
[6] S. de Beauvoir, Das andere Geschlecht. Sitte und Sexus der Frau, Hamburgo, 1951, p. 21.
[7] Beauvoir, ob. cit., p. 49.
[8] J. P: Sarte, Ist der Existentialismus ein Humanismus?, Zürich, 1974, p. 14.
[9] Sartre, ob. cit., p. 14.
[10] La confesión de ser atea en: cfr. Beauvoir, Die Zeremonie des Abschieds und Gespräche mit Jean Paul Sartre. August – September 1974, Reinbek, 1983, p. 565 y sgtes.
[11] Cfr. ver C. Zehl Romero, Simone de Beauvoir in Selbstzeugnissen und Bilddokumenten, Reinbek, 1978, pp. 120 – 127.
[12] Beauvoir, Das andere… cit., p. 49.
[13] Beauvoir, Das andere… cit., p. 21.
[14] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p. 73.
[15] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p. 75.
[16] Beauvoir, Das andere... cit., p. 684.
[17] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p. 455.
[18] Beauvoir, Das andere… cit., p. 71.
[19] Beauvoir, Das andere… cit., p. 719.
[20] Beauvoir, Das andere… cit., p. 165 y sgte.
[21] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p. 258.
[22] Beauvoir, Das andere… cit., p. 285.
[23] S. de Beauvoir, Alles in Allem, Reinbek, 1974, p. 455.
[24] Beauvoir, Das andere… cit., p. 722.
[25] Beauvoir, Das andere… cit., p. 724.
[26] Cfr. S. de Beauvoir, Über den Kampf für die Befreiung der Frau, Interview von Alice Schwarzer, Kursbuch 35, 1974, p. 62.
[27] Beauvoir, Das andere… cit., p. 461.
[28] Beauvoir, Das andere… cit., p. 721.
[29] Beauvoir, Das andere… cit., p. 751.
[30] Beauvoir, Das andere… cit., p. 718.
[31] Beauvoir, Das andere… cit., p. 751.
[32] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p. 502 y 717.
[33] Una resumida exposición de esta ética, también llamada «nueva moral», se encuentra en K. Lüthi, Gottes neue Eva, Stuttgart – Berlín, 1978, pp. 67 – 126. Ver también la feminsta Elisabeth Badinter, Die Mutterliebe. Geschichte eines Gefühls vom 17. Jh. bis heute, München, 1981, p. 267: «De la contradicción entre los deseos de las mujeres y los valores dominantes sólo pueden surgir nuevos modos de actuar que posiblemente transformarán la sociedad mucho más profundamente que todo cambio económico que sea de esperar».
[34] Cfr. p. ejm. Beauvoir, Das andere… cit., p. 209; cfr. pp. 500, 697 y 721.
[35] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p.689.
[36] Cfr. p. ejm. Beauvoir, Das andere… cit., p. 504.
[37] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p.70.
[38] Beauvoir, Das andere… cit., p.70.
[39] S. de Beauvoir, entrevista con Alice Schwarzer en: Der Spiegel 15, 1976, p. 195; cfr. también Beauvoir, Über den Kampf… cit., p. 463.
[40] Beauvoir, Über den Kampf… cit., p. 463.
[41] Beauvoir, Das andere… cit., p. 697.
[42] Cfr. Beauvoir, Das andere… cit., p. 409 y sgtes.
[43] Cfr. S. de Beauvoir, Ein sanfter Tod, Hamburgo, 1965, pp. 63 y sgte; Das Alter, Reinbek, 1972, p. 383; Alles… cit., p. 105.
[44] Años más tarde, Beauvoir insiste en que la liberación de la mujer empiece por la emancipación económica, cfr. Beauvoir, Über den Kampf… cit., pp. 65 y 66.
[45] Beauvoir, Das andere… cit., p. 679 y Über den Kampf.. cit., p. 462.
[46] B. Friedan, The feminin Mystique, 1963. Der Weiblichkeitswann, Hamburgo, 1966.
[47] Friedan, ob. cit., p. 33.
[48] Friedan, ob. cit., p. 52.
[49] K. Millet, Sexual Politics, 1969. Sexus und Herrschaft. Die Tyrannei des Mannes in unserer Gesellschaft, München, 1971.
[50] Cfr. S. Firestone, The Dialectic Sex, 1970; en alemán: Frauenbefreiung und sexuelle Revolution, Frankfurt a. M., 1976, p. 41; cfr. también Beauvoir, Über den Kampf… cit., p. 463.
[51] Firestone, ob. cit., p. 191.
[52] Firestone, ob. cit., p. 191.
[53] Ver A. Schwarzer, Frauen gegen den § 218, 2, Frankfurt a. M., 1971.
[54] A. Schwarzer, Der kleine Unterschied und seine großen Folgen, Frankfurt a. M., 1975.
[55] Cfr. A. Schwarzer (editora), Simone de Beauvoir heute, Reinbek, 1983, pp. 9, 14 y 96.
[56] Cfr. Schwarzer, Der kleine Unterschied… cit., pp. 206 y sgte.
[57] Cfr. Schwarzer, Der kleine Unterschied… cit., pp. 208 y sgte.
[58] Cfr. Schwarzer, Der kleine Unterschied… cit., pp. 200.
[59] Cfr. revista Emma, septiembre de 1978.
[60] Cfr. Schwarzer (editora), Frauenarbeit-Frauenbefreiung, Frankfurt a. M., 1973, p. 27.
[61] Cfr. M. Daly, Gyn/Ecology; en alemán, Gyn/Ökologie, München, 1982.
[62] Cfr. R. Garaudy, Der letzte Ausweg. Feminisierung der Gesellschaft.
[63] El hecho de que la actitud frente a la maternidad divide al movimiento feminista, se muestra en una conversación entre Simone de Beauvoir y Betty Friedan. Esta última senala: «Now, I think we do disagree. I think that maternity is more than a myth, although there has been a kind of false sancity attached to it». Cfr. Sex, Society and the Female Dilemma. A Dialog between Simone de Beauvoir an Betty Friedan, en: Saturday Review (14 de junio de 1975), p. 20.
[64] B. Sichtermann, Weiblichkeit. Zur Politik des Privaten, Berlín, 1983, p. 27. Cfr. también p. 32.
[65] Cfr. L. Caldecott und S. Leland (editores), Reclaim the Earth, Londres, 1983, p. 1.
[66] Cfr. p. ejm. L. Segal, Ist die Zukunft weiblich?, Frankfurt a. M., 1989.
[67] E. Vilar, Das Ende der Dressur, München, 1977, p. 194.
[68] C. Collange, citada en E. Motschmann, Offen gefragt, offen geantwortet, Berlín, 1988, p. 70.
[69] B. Sichtermann, FrauenArbeit, Über wechselnde Tätigkeiten und die Ökonomie der Emanzipation, Berlín, 1987, p. 50.
[70] B. Sichtermann, ob. cit., p. 9.
[71] B. Sichtermann, ob. cit., p. 57 y siguiente.
[72] Cfr. B. Sichtermann, ob. cit., p. 22.
[73] B. Sichtermann, ob. cit., p. 13.
[74] B. Sichtermann, ob. cit., p. 57.
[75] B. Sichtermann, ob. cit., p. 54.
[76] Cfr. F. Geinoz, Wenn die Bevölkerungsfrage Familienwerte erstickt, en Familie und Erziehung 16 (1994), n° 3, p. 4.
[77] C. Collange, Die Wunschfamilie, Düsseldorf-Viena, 1993, p. 226.
[78] Juan Pablo II, Carta apostólica Mulieris dignitatem, 1985, N° 19.
[79] Tito 3,4.
[80] Cfr. sobre este punto J. Angst y C. Ernst, Geschlechtsunterschiede in der Psychiatrie, en: Weibliche Identität im Wandel. Vorträge im Wintersemester 1989/90, Heidelberg, 1990, pp. 69 – 84.
[81] Juan Pablo II, ob. cit., N° 30.
[82] Edith Stein, Die Frau, Ihre Aufgabe nach Natur und Gnade, Friburgo, 1959, p. 8.
[83] Cfr. A. Jourdain von Hildebrandt, Feminismus und Feminität, (manuscrito de una conferencia, sin publicar, sin fecha).
[84] I. F. Görres, Zwischen den Zeiten, Friburgo, 1960, p. 15.
[85] Cfr. I. F. Görres, ob. cit., pp. 413 y sgte.
[86] Cfr. N. y R: Martin, Johannes Paul II: Die Familie. Zukunft der Menschheit, Vallendar, 1985, p. 324.
[87] S. Weil, citada por G. Siegmund, Die Stellung der Frau in der Welt von heute, Stein am Rhein, 1981, p. 95.
[88] G. v. Le Fort, Der Kranz der Engel, 6a. edición, München, 1953, p. 302.

ELOGIO DEL PUDOR

José María Iraburu

 

Indice

Introducción. -La extraña doctrina del pudor. -Castidad y pudor.

  1. EL ANTIGUO IMPUDOR. -El mundo judío. -El mundo pagano. -Las termas.

 

  1. VICTORIA HISTÓRICA DEL PUDOR CRISTIANO. -Sentido cristiano del vestido,. -Revestidos con el hábito de la gracia. -La Buena Noticia del pudor. -Evangelio y martirio. -La victoria del Evangelio sobre las termas. -La doctrina y la acción de los Padres. -Leyes de la Iglesia y del Estado. -Época medieval y moderna. -Siglo XX. -Doctrina hoy vigente. -Cambian tiempos y circunstancias. -Las ocasiones próximas de pecado. -Por sus frutos los conoceréis. -Pornografía. -Vestidos. -Espectáculos.

 

  1. PUDOR EJEMPLAR DE LOS RELIGIOSOS. -Modestia y pudor en los religiosos. -Hoy escandaliza la ascesis tradicional de los religiosos. -Los religiosos, ejemplo en todo para los laicos. -¿Tristes, los religiosos?.-¿Anacrónicos, los religiosos?.

 

  1. DESCRISTIANIZACIÓN E IMPUDOR. -Apostasía e impudor. -Pelagianismo. -Naturalismo. -Hedonismo. -Modernismo progresista. -Efectos providenciales del impudor.

 

  1. LA PREDICACIÓN DEL PUDOR. -El Apóstol, contra la lujuria, predica la castidad. -¿Por qué hoy apenas se predica el pudor y la castidad?. -Porque se estima que es o era una doctrina falsa. -Por temor a la cruz. -Por miedo a desprestigiar a la Iglesia. -Por otras varias razones falsas. -Pecados materiales y pecados formales. -El Evangelio del pudor.

 

  1. ¿QUÉ HE DE HACER, SEÑOR? -Arrepentíos y creed en el Evangelio. -Criterios operativos de discernimiento. -Final.

Bibliografía citada.

INTRODUCCIÓN

La extraña doctrina del pudor

Hace poco tiempo, en un retiro que yo daba a un grupo de jóvenes seglares sobre la santificación de los laicos en el mundo, señalé la profunda mundanización que hoy padecen muchos bautizados, incluídos también a veces los más fieles, y cómo en buena parte la sufren sin advertirlo. Y para que se dieran buena cuenta de esa realidad, quise ilustrar el tema con varios ejemplos. Uno de ellos se refería al impudor, hoy tan generalizado entre los cristianos:

«No es decente que hombres y mujeres se queden semidesnudos en playas y piscinas, o dicho de otro modo, es indecente. Esa costumbre está hoy moralmente aceptada por la inmensa mayoría, también de los cristianos: pero es mundana, no es cristiana. Jesús, María y José no aceptarían tal uso, por muy generalizado que estuviera en su tierra. Y tampoco los santos.

«La Biblia, en efecto, presenta la vergüenza de la propia desnudez como un sentimiento originario de Adán y Eva, como una actitud cuya bondad viene confirmada por Dios, que “les hizo vestidos, y les vistió” (Gén 3,7.21). Quedarse, pues, casi desvestidos es contrario a la voluntad de Dios. Ciertas modas, ciertas playas y piscinas mixtas -en las que casi se elimina ese velamiento del cuerpo humano querido por Dios- no son sino una costumbre mundana, ciertamente contraria a la antigua enseñanza de los Padres y a la tradición cristiana, que venció el impudor de los paganos. La desnudez total o parcial -relativamente normales en el mundo grecoromano, en termas, gimnasios, juegos atléticos y orgías-, fue y ha sido rechazada por la Iglesia siempre y en todo lugar. Volver a ella no indica ningún progreso -recuperar la naturalidad del desnudo, quitarle así su malicia, generalizándolo, etc.-, sino una degradación.

«Al menos a cierta edad y condición, es poco probable que una persona asuma ese alto grado de desnudez inusual sin pecado de vanidad positiva: orgullo de la belleza propia, o negativa: pena por la propia fealdad -lo que viene a ser lo mismo-; y sin peligro próximo, propio o ajeno, de pecado de impureza (“todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón”, Mt 5,28).

«Y aunque esa persona se viera exenta de las tentaciones aludidas, cosa difícil de creer, hace un mal en todo caso al apoyar activamente con su conducta una costumbre mala, que a otros ocasiona muchas tentaciones, y que, desacralizando la intimidad personal, devalúa el cuerpo -y consiguientemente la persona misma-, ofreciendo su vista a cualquiera.

«Por lo demás, los religiosos fieles a su vocación no frecuentan playas ni piscinas, y los laicos que busquen la santidad tampoco deben hacerlo, como no sea en condiciones de lugar, hora y compañía sumamente restrictivas».

Así quedó escrito en los resúmenes que acostumbro dar en los retiros. Pues bien, en los días siguientes me fueron llegando las reacciones de aquellos jóvenes. Fueron muy variadas, desde la aceptación al rechazo. Pero en casi todas ellas había un fondo común de perplejidad: «nunca se nos había dicho esto».

Eso me hizo pensar que, aunque sea en forma parcial y poco ordenada, merece la pena ampliar un tanto el tratamiento de la cuestión, pues todo parece indicar que no hay en nuestro tiempo, ni siquiera en el pueblo cristiano más cultivado, suficientes noticias del pudor.

Castidad y pudor

La castidad es una virtud que, bajo la moción de la caridad, orienta al bien el impulso genésico humano, tanto en sus aspectos físicos como afectivos. Implica, pues, en el hombre libertad, dominio y respeto de sí mismo, así como caridad y respeto hacia los otros, que no son vistos como objetos, sino como personas. Como es una virtud, la castidad es en la persona una fuerza espiritual, una inclinación buena, una facilidad para el bien propio de su honestidad, y consiguientemente una repugnancia hacia la lujuria  que le es contraria.

Y un aspecto de la castidad es el pudor. Mientras la castidad modera el mismo impulso genésico, el pudor ordena más bien las miradas, los gestos, los vestidos, las conversaciones, es decir, todo un conjunto de circunstancias que están más o menos en relación con aquel impulso sexual.

Por eso dice Santo Tomás que «el pudor se ordena a la castidad, pero no como una virtud distinta de ella, sino como una circunstancia especial. De hecho, en el lenguaje ordinario, se toma indistintamente una por otra»  (Summa Thlg. II-II, 151,4).

Pío XII enseña que el sentido del pudor consiste «en la innata y más o menos consciente tendencia de cada uno a defender de la indiscriminada concupiscencia de los demás un bien físico propio, a fin de reservarlo, con prudente selección de circunstancias, a los sabios fines del Creador, por Él mismo puestos bajo el escudo de la castidad y de la modestia» (Disc. 8-XI-1957: AAS 49, 1957, 1013).

En otro escrito (El matrimonio en Cristo, 33-38) he estudiado la psicología del pudor, la naturalidad del pudor en la condición humana pecadora, la conexión del pudor con otra virtudes, etc. Ahora, dentro de los múltiples aspectos del pudor, trataré principalmente del vestido, de las miradas, de la desnudez.

¿Y por qué trato del pudor, más bien que de la misma castidad? Por una razón muy sencilla. La mayoría de los lectores previsibles de este escrito tienen la conciencia bastante clara acerca de la castidad. Pero muchos de ellos -recuérdese el caso concreto del que he partido- no acaban de tener su conciencia plenamente evangelizada respecto del pudor. Por el contrario, siendo así que están viviendo en Babilonia, o si se prefiere, en Corinto, no acaban de darse cuenta a veces de las dosis de impudor que han ido asumiendo sin mayores problemas de conciencia. Y esto, lo sepan o no, lo crean o no, lo quieran o no, trae para ellos y para otros malas consecuencias.

  1. EL ANTIGUO IMPUDOR

 

El mundo judío

Yavé en el Antiguo Testamento da a su pueblo revelaciones preciosas acerca del matrimonio monógamo (Gén 1,27-28; 2,24). Y condena claramente el adulterio (Éx 20,14; Lev 20,10; Dt 5,18), aunque esta prohibición parece resguardar especialmente las «propiedades» del prójimo, que ni siquiera deben ser «deseadas» (Dt 5,21).

También inculca Dios el espíritu del pudor a los judíos desde las más antiguas revelaciones. Adán y Eva, en el principio, «estaban ambos desnudos, sin avergonzarse de ello» (Gén 2,25), pues creados como «imágenes de Dios» (1,27), y ajenos a toda maldad, vivían una total armonía entre alma y cuerpo, y su naturaleza era pura y perfecta.

Sin embargo, una vez que, desobedeciendo a Dios, se hicieron pecadores, de tal modo entra el mal en sus corazones, de tal modo se encrespa en ellos el desorden de la concupiscencia incontrolada, que «se les abrieron los ojos, y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores» (3,7).

El Señor se dirige entonces a ellos con reproche: «¿y quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?» (3,11)… Partiendo de la vergüenza que ellos mismos sienten, les hace ver que, efectivamente, son ahora pecadores, es decir, que han perdido su primera armonía entre alma y cuerpo, entre voluntad libre y ávidas pasiones.

Y aprobando este nuevo, recién nacido, sentimiento de pudor, «les hizo el Señor Dios al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió» (3,21). Seguidamente, los arrojó fuera del Paraíso (3,23-24).

La Biblia inculca también el pudor en otras modalidades, concretamente en lo que se refiere a las miradas: «no pasees tus ojos por las calles de la ciudad, ni andes rondando por lugares solitarios. No fijes demasiado tu atención en doncella, y no te entramparás por su causa”» (Eclo 9,7-8; cf. Job 31,1).

En todo caso, la vida de la castidad en Israel tuvo un desarrollo bastante precario. Los antiguos patriarcas guardaron una monogamia muy relativa. La sagrada Escritura habla de las concubinas de Abraham (Gén 25,6). Jacob toma por esposas a dos hermanas, Lía y Raquel, y cada una de ellas le da su esclava (Gén 29,15-30; 30,1-9). Esaú tiene tres mujeres, y las tres con el mismo rango (26,34; 28,9; 36,1-5), dos de ellas extranjeras, hititas (Gén 26,34). Hasta puede decirse que «las costumbres del período patriarcal aparecen menos severas que las de Mesopotamia en la misma época» (De Vaux 56).

Más aún, bajo los jueces y la monarquía, se pierden algunas antiguas restricciones sobre la monogamia. Gedeón tiene «muchas mujeres» y, por lo menos, una concubina (Jue 8,30-31). La ley reconoce la legalidad de la bigamia (Dt 21,15-17). Y los reyes poseen un harén, a veces muy numeroso, en el que se incluyen con frecuencia mujeres no israelitas. David cuenta entre sus mujeres una calebita y una aramea (2Sam 3,3), y el gran harén de Salomón incluye «además de la hija del faraón, moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas» (1Re 11,1; +14,21).

Con estos modelos y antecedentes, fácilmente se comprende el escaso nivel de la castidad y del pudor en Israel, y más aún si tenemos en cuenta que la sociedad judía incluía esclavas y cautivas de guerra.

No olvidemos, por otra parte, que el divorcio podía romper fácilmente la santidad de la unión conyugal. La ley judía no exigía graves condiciones para el derecho del marido a repudiar a su mujer; bastaba con que hallara en ella «alguna tara que imputarle» (Dt 24,1). Estas taras podían ser muy leves (Eclo 25,26), y escuelas rabínicas como las de Hilel redujeron los motivos del repudio a causas vergonzosamente mínimas.

No conocemos bien, en todo caso, si los maridos israelitas hicieron uso frecuente de este derecho, que parece haber sido bastante amplio (De Vaux 68). No pocos indicios hacen pensar, sin embargo, que «la monogamia era el estado más frecuente en la familia israelita» (id. 57).

En todo caso, el repudio nunca es considerado como algo positivo. La Biblia, por el contrario, hace el elogio de la fidelidad conyugal (Prov 5,15-19; Ecl 9,9): «¿no los hizo Él para ser uno solo?… No seas infiel a la esposa de tu juventud. Odio el repudio, dice Yavé, Dios de Israel» (Mal 2,14-16).

En suma; Israel recibe de Dios una cierta revelación acerca de la castidad y del pudor. Pero será preciso llegar a Jesucristo para que esos valores espirituales sean revelados y vividos plenamente en el Nuevo Israel, en la Iglesia, y alcancen así su plena firmeza y hermosura.

El mundo pagano

La castidad y el pudor, e incluso la virginidad, fueron valores en alguna medida conocidos por el mundo pagano antiguo. Esta moderación honesta, obligada no pocas veces por la necesidad, fue vivida sobre todo entre los pobres. Pero entre los ricos, y también entre los pobres, aunque en otra medida, reinaron ampliamente la lujuria y el impudor, de tal modo que sobre estos pecados había una conciencia moral sumamente oscurecida. Más aún, en no pocas ocasiones había que decir, como dice San Pablo, que sobre estas cuestiones apenas había conciencia de pecado.

En la enseñanza del Apóstol, efectivamente, esta ceguera moral de la lujuria y el impudor afectaba a los paganos precisamente porque «alardeando de sabios, se hicieron necios, y trocaron la gloria del Dios incorruptible por la semejanza de la imagen del hombre corruptible». Por eso precisamente se vieron hundidos en las miserias de la fornicación y de la impudicia, «porque adoraron y dieron culto a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos» (+Rm 1, 22-25):

«Por eso Dios los entregó a los deseos de su corazón, a la impureza, con que deshonran sus propios cuerpos… Por eso los entregó Dios a las pasiones vergonzosas, pues las mujeres mudaron el uso natural en uso contra naturaleza; e igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos por otros, los varones de los varones, cometiendo torpezas y recibiendo en sí mismos el pago debido a su extravío. Y por eso, porque no procuraron conocer a Dios, Dios los entregó a su perverso sentir, que los lleva a cometer torpezas, y a llenarse de toda injusticia, malicia, avaricia, maldad [etc.]. Todos éstos, conociendo la sentencia de Dios, que quienes tales cosas hacen son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que aplauden a quienes las hacen» (Rm 1,24-32).

Muestra, pues, el Apóstol en ese escrito el nexo profundo que existe entre la irreligiosidad y la lujuria, que es una forma de idolatría.

La plena revelación de la castidad no se da sino en Jesucristo, en quien se produce la plena revelación de Dios. Es comprensible, pues, que los paganos, desconociendo a Dios, vivan en la idolatría, y den así culto a la criatura humana, que es «la imagen de Dios», idolatrando concretamente la belleza corporal y la actividad sexual.

Todo esto significa que los cristianos, también en estas cuestiones referidas al impudor y la lujuria, deben morir completamente a la mentalidad y a las costumbres del hombre pagano, carnal, viejo, cegado por su estupidez espiritual, y deben renacer al espíritu nuevo y santo que trae Cristo, el nuevo Adán, origen de una nueva humanidad:

«Haced morir en vuestros miembros todo lo que es terrenal, la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una especie de idolatría. Estas cosas provocan la ira de Dios, y en ellas también vosotros andabais antes, cuando vivíais en ellas» (Col 3,5-7).

El cristianismo, es evidente, en los primeros siglos de su vida, tuvo que afirmar la perfecta castidad y el perfecto pudor en un mundo judío y en un mundo grecoromano que en gran medida ignoraban y rechazaban ese espíritu nuevo. Me referiré ahora concretamente a la situación del mundo romano decadente de aquella época (+Carcopino).

El adulterio era entre los ciudadanos romanos muy frecuente y estaba completamente trivializado. Y no sólo los hombres se concedían la triste libertad de adulterar, sino también las mujeres, como aquella que le decía a su esposo: «tú haz lo que quieras, pero déjame también a mí que haga lo que yo quiera. Ya puedes protestar y clamar al cielo y a la tierra, que nada vas a conseguir. Yo también soy un ser humano (homo sum!)» (Juvenal VI,282-284).

Las infidelidades conyugales -al menos en las clases ricas y medias altas- eran tan numerosas que apenas ocasionaban escándalo. La existencias de numerosos esclavos y esclavas, libertos y libertas, la facilidad para el concubinato voluntario o impuesto, colaboraban sin duda a esta situación perversa.

El libertinaje era especialmente frecuente en las libertas, antiguas esclavas, que en su nueva situación estaban ávidas de riqueza y de elevación social. Adiestradas a veces por sociedades mercantiles, conseguían grandes ganancias con sus encantos. Y las esposas tenían que llegar a un buen entendimiento con estas corruptoras de sus maridos y de sus hijos, tomándolas con frecuencia más como colaboradoras y modelos, que como rivales.

No faltan maridos que comercian con la belleza de sus esposas, y vienen a ser tantos que la ley Julia ha de dedicar al sórdido asunto un apartado titulado De lenocinio maritii.

En Roma, en los tiempos heroicos de la República, el marido no podía exigir el divorcio sin un motivo válido, reconocido en consejo familiar. Pero con la degradación moral siempre creciente, ya para el siglo II «es cosa corriente el divorcio por el consentimiento mutuo de los cónyuges o por la voluntad de uno solo de ellos» (Carcopino 119). Hay una verdadera epidemia de separaciones conyugales, que se extiende a todo el Imperio, y que llega a poner en grave peligro la natalidad. La lex de ordinibus maritandis dictada por Augusto consigue evitar que en el matrimonio, tanto el marido como la mujer, estén siempre abiertos a nuevos enlaces.

Los maridos pudientes fácilmente cambian su esposa vieja por una joven. «Basta que aparezcan tres arrugas en el rostro de Bibula para que Sertorius, su marido, se vaya a la búsqueda de otros amores, y para que un liberto de la casa le diga: “recoja sus cosas y lárguese”» (Juvenal VI, 142ss).

Pero las esposas tampoco se quedan atrás en esto: «se divorcian para casarse y se casan para divorciarse (exeunt matrimonii causa, nubunt repudii)» (Séneca, De benef. III,16,2). Éstas, que se casan y divorcian tantas veces, en realidad viven en un continuo adulterio legal (quæ nubit totiens, non nubit: adultera lege est) (Marcial, VI, 7,5).

El teatro clásico romano quedó ya muy atrás, y ahora las comedias de violencia y sexo, estimulando las más bajas pasiones del público, consiguen los mayores éxitos. Los mimus es un género teatral en el que los mimos representan en toda su crudeza los aspectos más groseros de la vida real. No representan la realidad normal de la vida social, sino que eligen lo más atroz e impúdico (a diurna imitatione vilium rerum et levium personarum) (Evanthius, +Carcopino 265). Puede verse en escena cómo se mata realmente al malo de la comedia, y para ello se toma a un condenado a muerte. En escena se representan en vivo toda clase de obscenidades, y con frecuencia las actrices aparecen desnudas, sea porque representan historias mitológicas o sea porque actúan en comedias cuyo guión así lo exige (ut mimæ nudarentur) (Valerio Máximo II, 10,8).

Violencia y sexo invaden el teatro y la literatura. «Por sorprendente que parezca la coincidencia, son éstos los mismos ingredientes que hace dieciocho siglos componían los mimos romanos» (Carcopino 266). En realidad se da la coincidencia, pero no la sorpresa, pues es lógico que el mundo que da la espalda a Dios y a su Cristo recaiga en los vicios paganos, y en éstos mismos vicios caiga aún más bajo.

A todas estas malas costumbres de Roma han de añadirse todavía la afición creciente a los gimnasios, tal como éstos venían de Grecia (gymnásion, derivado de gymnós, desnudo); la brutalidad del anfiteatro y del circo; las cenas inacabables, con intermedios de cantos y danzas lascivas, que fácilmente terminan en groseras orgías… Y las termas, de las que trataré en seguida más detenidamente.

Por otra parte, conviene recordar que «los días de fiesta obligatoria en la Roma imperial sumaban más de la mitad del año. La cifra de 182 días, que hemos contado, es solo un mínimo muchas veces sobrepasado» (Carcopino 237).

Las termas

Los baños cotidianos en las termas eran una parte tan importante en la vida social grecoromana, que aún hoy, con tantas playas y piscinas, nos resulta difícil reconstruir mentalmente un uso social tan arraigado y difundido.

«El uso diario de los baños estaba universalmente extendido en el imperio romano en la época en que el cristianismo comienza a propagarse. Roma estaba llena de termas públicas» (Dumaine 72). En tiempos de Agripa (33 a.de Cto.) había en Roma ciento setenta termas, y poco más tarde eran ya un millar. Algunas eran establecidas por empresarios, otras por benefactores, y otras, normalmente las más grandiosas, por los mismos gobernantes. Son famosas las termas de Nerón y de Tito (s.I), las de Trajano (II), las de Caracalla (III), las de Diocleciano y Constantino (IV)  (Carcopino 294-296). Y a imitación de Roma, las termas se multiplican en esos siglos por todas las ciudades del imperio.

Las termas venían a ser como un centro social, en el que, además de las piscinas, que formaban el establecimiento principal, había gimnasio, biblioteca, salas de masaje, y salas de estar tan decoradas y adornadas, que a veces venían a ser verdaderos museos públicos. Se abrían las termas a hora temprana, eran cerradas a la puesta del sol, y «el pueblo romano había contraído la costumbre, como si fuera algo necesario, de asistir a ellas todos los días, llenando así sus horas de ocio», algunos hasta la hora de cierre (Carcopino 298).

De este modo, «las termas eran generalmente un lugar de pasatiempo y de placer, en el que la licencia de costumbres se desarrollaba fácilmente» (Dumaine 73). «Ellas absorbían diariamente a la mayoría de la población libre, invitándola a los refinamientos de un placer radiante de lujo y sensualidad» (Vizmanos 297). Todo el espíritu pagano de pereza, refinamiento blando y sensualidad ilimitada encontraba en las termas un marco verdaderamente ideal. Y téngase en cuenta que todavía bajo el emperador Trajano (+117) estaba permitido que hombres y mujeres se bañaran juntos.

Los mismos paganos, sin embargo, son conscientes, al menos algunos, del influjo degradante de las termas, según aquel dicho: balnea, vina, Venus corrumpunt corpora nostra, sed vitam faciunt -baños, vinos y Venus corrompen nuestros cuerpos, ¡pero nos dan la vida!-.

Y justamente en los años primeros del cristianismo, la situación en este asunto llega a un punto tal de inmoralidad, que el emperador Adriano se ve obligado a decretar, en 117 y 138, que hombres y mujeres se bañen por separado. En adelante las termas tienen horas reservadas para unos y para otras, o locales distintos. También se ocuparon de esta cuestión Marco Aurelio y Alejandro Severo.

La eficacia, sin embargo, de estas normas -a juzgar por las exhortaciones de los Padres- fue muy dudosa, sobre todo en las termas no estatales. Está claro que si no cambia y mejora el espíritu de un pueblo, poco pueden hacer las leyes para mejorar sus costumbres.

Hasta aquí he evocado brevemente las graves deficiencias de la castidad y del pudor, tanto en el mundo judío como en el pagano, concretamente en el mundo pagano. Veamos, pues, ahora con qué atrevimiento y eficacia el Espíritu de Jesús y los Apóstoles plantaron en este barro social las flores cristianas de la castidad y del pudor.  

  1. VICTORIA HISTÓRICA DEL PUDOR CRISTIANO

 

Sentido cristiano del vestido

En el relato bíblico ya citado, Adán y Eva, antes de ser pecadores, estaban ambos desnudos, «sin avergonzarse de ello», pues en alma y cuerpo eran santas imágenes de Dios. Pero una vez degradados por el pecado, sus sentidos se rebelan contra el dominio de la libre voluntad, experimentan -como dice San Juan en el Apocalipsis- «la vergüenza de la desnudez» (3,18), tratan ellos mismos de taparse de algún modo, y el Señor Dios, acudiendo en su ayuda, vistió al hombre y a su mujer, y los arrojó fuera del Paraíso.

En esta maravillosa catequesis del Génesis, los Padres de la Iglesia entienden unánimemente una revelación divina: por el pecado, Adán y Eva incurrieron en la necesidad del vestido, sancionada por el mismo Dios, pues al rebelarse los hombres contra Dios, «se vieron despojados del hábito de la gracia sobrenatural» que hasta entonces les vestía; es decir, quedaron desnudos (S. Juan Crisóstomo, Hom. in Gen. 16,5: MG 53,131).

De este modo, «la pérdida del vestido de la gloria divina pone de manifiesto no ya una naturaleza humana desvestida, sino una naturaleza humana despojada, cuya desnudez se hace visible en la vergüenza» (Erik Peterson, 224). El vestido, pues, ese velamiento habitual del cuerpo, que Dios impone al hombre y que incluso éste se impone a sí mismo, viene a ser para el ser humano un recordatorio permanente de su propia indignidad, es decir, de su propia condición de pecador. Y al mismo tiempo -adviértase bien-, el vestido es para el hombre una añoranza de la primera dignidad perdida, un intento permanente de recuperar aquella nobleza primitiva, siquiera en la apariencia.

La tradición unánime cristiana -tradición en la que coinciden el antiguo Israel, el Islam y muchas otras religiones y culturas- exige, pues, el velamiento habitual del cuerpo humano, al mismo tiempo que reprueba su desnudez como algo malo y vergonzoso.

Re-vestidos con el hábito de la gracia

El hombre adámico, por lo que al vestido material se refiere, peca con frecuencia de vanidad y de lujo, y también de indecencia y desnudez. Pero por otra parte, y ahora ya en el sentido de un vestido espiritual, se ve ignominiosamente vestido con los malos «hábitos» de sus pecados.

Por eso ahora, si quiere recobrar su dignidad primera, debe desvestirse de esas «sucias vestiduras» (S. Justino, Trifón 116), y revestirse con el hábito glorioso de las virtudes cristianas, hábitos santos y bellísimos, que nacen de la gracia divina. En efecto, «cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis revestido de Cristo» (Gál 3,27; +Rm 13,14; Ef 4,22-24; Col 3,9-10).

El rito sacramental del bautismo recuerda este sentido espiritual del vestido, cuando el sacerdote impone una vestidura blanca al recién bautizado:

«N., eres ya nueva criatura, y has sido revestido de Cristo. Esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el ejemplo de los tuyos, consérvala sin mancha hasta la vida eterna».

Está claro que es la fe lo que reveló a los cristianos la dignidad de su propio cuerpo y la belleza del pudor y de la castidad. Lo que hizo conocer a los neo-cristianos la dignidad sagrada de sus cuerpos fue, sin duda, la conciencia de ser miembros de Cristo, y por eso mismo templos de la santísima Trinidad. Esta dignidad, por otra parte, se les hizo también patente gracias a la fe en la resurrección de los cuerpos, destinados éstos a una glorificación celestial en la otra vida.

Ésta es la fe que sacó a los cristianos del engaño de considerar el cuerpo como algo perecedero y trivial, es decir, como algo indigno de los esplendores del pudor y de la castidad.   

La Buena Noticia del pudor

Hace veinte siglos, en los comienzos del Evangelio en el mundo, sobre todo en el ámbito del mundo griego y romano, el pudor cristiano hubo de afirmarse con sumo esfuerzo en medio de un impudor generalizado. Fue ésta, pues, sin duda una de las buenas noticias que el hombre nuevo de Cristo llevó a los hombres viejos del paganismo.

Y es de notar que en el primer encuentro -o mejor encontronazo- del Evangelio con el mundo, la Iglesia puso un gran empeño en afirmar y difundir el pudor y la castidad. Es un hecho hasta cierto punto desconcertante, pero muy cierto, que los Padres, obispos y teólogos, estando enfrentados con gravísimos problemas filosóficos, dogmáticos y disciplinares; más aún, viendo cada día al pueblo cristiano amenazado en su misma supervivencia a causa de persecuciones muy violentas, se ocuparon, sin embargo, una y otra vez en sus escritos -también los que eran maestros de la más alta especulación teórica y mística- de cuestiones bien concretas referentes al pudor, la castidad conyugal y vidual, la virginidad, los espectáculos, etc.

Ése es un hecho histórico cierto, que debe ser conocido y recordado. En efecto, en la historia de la Iglesia naciente, el desarrollo social del pudor y de la castidad, así como de la virginidad y del sagrado matrimonio monógamo, constituye uno de los capítulos más impresionantes. En esa historia se comprueba que, realmente, el Espíritu Santo tiene poder para «renovar la faz de la tierra». El Evangelio, en efecto, teniéndolo todo en contra, vence al mundo y crea en todos esos valores una nueva civilización.

De hecho hoy, por ejemplo, en los foros internacionales, hasta los mismos representantes de pueblos desnudos y polígamos se avergüenzan de su desnudez y de sus rebaños de esposas, y se presentan vestidos y con una sola mujer. Se ha impuesto, pues, en el mundo, aunque sea muy precariamente, el pudor y la monogamia, es decir, el verdadero «modelo» originario, reinventado por el Hombre nuevo, Jesucristo.            

Evangelio y martirio

Una virtud sólo puede ser vivida sin especiales esfuerzos cuando ha sido ya socialmente asimilada, al menos como ideal. Por el contrario, mientras predominen unas estructuras de pecado -unas formas mentales o conductuales- fuertemente adversas, esa virtud no podrá ser afirmada sino a costa de grandes marginaciones y sufrimientos, incluso con peligro de la vida (desarrollo este tema en De Cristo o del mundo, 202-214).

Nada tiene, por tanto, de extraño que en los primeros siglos de la Iglesia la afirmación del pudor y de la castidad sea una de las causas más frecuentes de martirio, junto con la cuestión del culto al emperador (Paul Allard 185-191).         

Hoy nos sigue sorprendiendo y admirando que los primeros cristianos -concretamente aquellos que procedían de culturas casi ajenas al pudor y la castidad, y que habían crecido en la impudicia-, asimilaran tan precoz y tan profundamente estas virtudes cristianas, hasta el punto de que estuvieran dispuestos a perder la vida por afirmarlas. Es un enigma histórico. O mejor, es un milagro formidable del Espíritu Santo.

Recordemos un solo ejemplo de este pudor sorprendente, afirmado ya en el año 203. Las santas mártires Perpetua y Felicidad fueron expuestas en el anfiteatro de Cartago a la furia de una vaca muy brava. «La primera en ser lanzada en alto fue Perpetua [de 22 años, madre reciente], y cayó de espaldas; pero apenas se incorporó sentada, recogiendo la túnica desgarrada, se cubrió la pierna, acordándose antes del pudor que del dolor» (Actas 20).

Gestos como éste dejaban asombrados a los paganos. En la literatura de los Padres quedan huellas frecuentes de este asombro que en los paganos causaba el pudor de las mujeres cristianas, y la admiración que en muchos casos suscitaba la belleza de la castidad. No parece excesivo afirmar que el testimonio cristiano de la castidad y del pudor fue una de las causas más eficaces de la evangelización del mundo grecoromano, que en gran medida ignoraba esas virtudes.

La victoria del Evangelio sobre las termas

El pudor, como es obvio, afecta a muchos aspectos del ser humano. Pero como no es posible en un breve escrito estudiar el pudor en todos ellos, aquí voy a analizar con alguna atención únicamente la cuestión de la desnudez y de los baños mixtos, para poder considerar así de modo más concreto y detenido al menos un aspecto del pudor.

Volvamos, pues, al problema de las termas. Y veamos cómo el Espíritu de Cristo, en su primera proyección al mundo romano, lejos de considerar las termas «una realidad mundana inevitable», libra de ellas a los cristianos desde el principio, y acaba con ellas en unos pocos siglos, pues introduce en el mundo pagano un espíritu muy diverso al que las inspiraba.

La Iglesia que, enseñada por Cristo, aborrece la pereza, la pérdida del tiempo, el culto al cuerpo, el impudor y la sensualidad, la vanidad y el lujo, así como, en general, la búsqueda del placer por el placer -un placer que no va unido a la necesidad o la utilidad-, no puede menos de rechazar el mundo de las termas, y reacciona contra esa costumbre mundana tan arraigada. Lo hace, como veremos ahora, de muchas maneras y con no pocos matices.

En efecto, no era tan fácil realizar discernimientos morales y asumir medidas pastorales unívocas sobre cuestión tan compleja. Y por otra parte, retirar absolutamente a los cristianos de los baños públicos equivalía a separarlos tajantemente de la vida social.

Según Vizmanos, «fácil eran de ver las quiebras a que estaba sujeto el pudor en semejantes ocasiones, pero no era menos fácil de entender el sacrificio que suponía el renunciar a una costumbre que, en nombre de la higiene, la salud y el necesario esparcimiento, consagraba una tradición repetidas veces secular» (298).

Así ve también Dumain la compleja cuestión: «Abstenerse de esas promiscuidades era, es cierto, una cuestión de moral elemental, que cualquier conciencia podía discernir. Sin embargo, no debe extrañarnos demasiado que se produjeran en esto ciertos excesos en los medios cristianos del Imperio, si tenemos en cuenta un pasado de libertad generalizada en las costumbres, y en concreto, la disminución notable que había sufrido el sentimiento del pudor. Era todo un pasado de aberraciones morales lo que se hacía necesario olvidar, y eso no podía conseguirse en un día. La Iglesia, en este sentido, encontrará un terreno mucho mejor preparado en el mundo judeo-cristiano, palestino o helenista, todavía penetrado por la huella de las prescripciones legales relativas a la pureza del cuerpo» (74).

Algunos testimonios, que recordaremos ahora, nos ayudarán a hacernos una idea de la actitud cristiana antigua no sólo ante los baños públicos mixtos, sino también ante la sobriedad conveniente en los mismos baños privados.

Nunca, por supuesto, los testimonios del pasado, como los que vamos a recordar inmediatamente, podrán darnos normas concretas de conducta para hoy, pues las circunstancias actuales son muy diversas, y solo pueden ser tratadas adecuadamente mediante discernimientos nuevos. Pero sí hemos de captar en todos los testimonios pasados, antiguos o recientes, un espíritu, el de la mejor tradición cristiana, el mismo Espíritu de Jesús, que hoy quiere seguir viviendo en nosotros, aunque se manifiesta actualmente en modos diversos a los de épocas anteriores.

La doctrina y la acción de los Padres

Veamos con algunos ejemplos la reacción de los Padres de la Iglesia ante el hecho social, absolutamente generalizado, de los baños públicos.

-Clemente de Alejandría (+215?). Pagano converso, hombre que domina tanto la cultura pagana como la cristiana, describe en El Pedagogo el ideal de una vida evangélica. Propone este ideal a cristianos seglares, pues aún no había nacido el monacato. Concretamente en el libro tercero enseña Cómo comportarse en los baños (V) y cuáles son las Razones para admitir el baño (IX).

En primer lugar, describe Clemente el lujo y la sensualidad de los baños alejandrinos de su época, y refiere que «los baños están abiertos al mismo tiempo para hombres y mujeres juntos, y así es como se desnudan con intenciones licenciosas, como si en el baño el agua los despojara del pudor» (V,32). «Estas mujeres, al despojarse a la vez de su vestido y de su pudor, quieren mostrar su belleza, pero de hecho, sin quererlo, muestran su fealdad, ya que, realmente, es principalmente en su propio cuerpo donde se manifiesta la sordidez de la lujuria»…

«Es necesario, pues, que los hombres, dando a las mujeres un noble ejemplo de respeto a la Verdad, tengan el pudor de no desvestirse con ellas, y de evitar las miradas peligrosas, pues “aquel que ha mirado con mal deseo, dice la Escritura, ya ha pecado” [Mt 5,28]. Hace falta, por tanto, que en la casa se respete a los parientes y domésticos, en la calle a quienes se encuentre, y lo mismo las mujeres en los baños, como también es preciso en la soledad respetarse a uno mismo, y en todo lugar respetar al Logos [Cristo], que está en todas partes» (V,33).   

Por otra parte, de los cuatro motivos que suelen aducirse para los baños frecuentes -la limpieza, la salud, la defensa contra el frío y el mero placer-, Clemente sólo estima lícitos los dos primeros, juzga innecesario el tercero, y considera el cuarto indigno de la conciencia cristiana.

A su juicio, en la frecuencia de los baños debe haber, como en todo, la moderación propia de la virtud de la templanza, evitando tanto una frecuentación excesiva de los mismos, como otra insuficiente. Y es, en definitiva, un espíritu nuevo el que ha de afirmarse en todo esto, pasando del culto pagano al cuerpo al cultivo cristiano del alma.

«Lo que hace falta sobre todo es bañar el alma en el Logos purificador; y el cuerpo, de vez en cuando, a causa de la suciedad que se le adhiere, como también en otros casos para relajarlo de la fatiga». Dicho lo cual, y apreciando además que muchas veces la refinada limpieza del cuerpo coincide con una gran suciedad del alma, aplica Clemente al tema, con original atrevimiento, aquellos reproches que hace Jesús en otro contexto: «“Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, dice el Señor, porque parecéis sepulcros blanqueados, con una apariencia exterior muy limpia, y un interior lleno de huesos muertos y de toda clase de porquería” [Mt 23,27]. Y dice Él también a los mismos: “Ay de vosotros, porque purificáis el exterior de la copa y del plato, dejando el interior lleno de suciedad. Purifica primero el interior de tu copa, y que también el exterior esté limpio” [23,25]» (IX,47-48). 

-San Cipriano (+258). En el breve tratado que este santo obispo mártir de Cartago dedica al porte exterior de las vírgenes (De habitu virginum), hace algunas valiosas referencias al tema de los baños comunes.

«¿Y qué decir de las que acuden a los baños en promiscuidad, y prostituyen ante las miradas curiosas y lascivas la castidad? Cuando allí ven desnudos a los hombres y son vistas por ellos con desvergüenza ¿acaso no fomentan y provocan la pasión de los presentes para su propia ignominia y afrenta? Pero, dirás, “allá se las haya quien lleve tales intenciones; yo no tengo otro interés que reparar y lavar mi cuerpo”.

«No te excusa este pretexto, ni te libras del pecado de lascivia e inmodestia. Ese baño más bien te ensucia que te lava, y no limpia tus miembros, sino que los mancilla. Podrás tú no mirar a nadie con ojos deshonestos, pero otros te mirarán a ti. No afeas tus ojos con vergonzoso deleite, pero causando placer a otros tú misma te afeas. Haces del baño un espectáculo, y más vergonzoso que el teatro mismo, a donde acudes. Allí queda excluído todo recato; allí se despoja el cuerpo a un tiempo del vestido y de su dignidad y pudor, poniendo al descubierto unos miembros virginales para ser objeto de miradas y curiosidad. Considera, pues, ahora si van a creer casta los hombres, cuando estás vestida, a aquella misma que ha tenido la audacia de desnudarse sin pudor» (19). «Váyase a los baños, pero con las de vuestro sexo, para que vuestro lavado resulte decente mutuamente» (21).

-San Atanasio (+373). Este gran obispo, patriarca de Alejandría y muy amigo de los primeros monjes egipcios, muestra, como muchos otros ascetas de la antigüedad, una fuerte reticencia hacia los baños en común, a causa del pudor y de la castidad. Pero también desaconseja el mismo hecho de bañarse con frecuencia: aconseja lo contrario por mortificación, para no dar al cuerpo un placer no estrictamente necesario -según en aquel tiempo se juzgaba-. Y así exhorta a las vírgenes consagradas a Cristo:

«Desde el momento en que determinaste consagrarte al Señor por la castidad, tu cuerpo quedó santificado y convertido en templo de Dios. No debe, pues, el templo de Dios desceñirse sus vestiduras bajo ningún pretexto. Estando, pues, sana [otra cosa será si hay necesidad por la salud], no irás a los baños, a no ser impelida por extrema necesidad; ni sumergirás todo el cuerpo en el agua, ya que está consagrado al Señor tu Dios [sancta es Domino Deo]. No contamines tu carne con ninguna costumbre mundana, sino conténtate con lavar tu rostro, tus manos y tus pies» (De virginitate 9).

No hace falta que multiplique estas referencias patrísticas. Enseñanzas como éstas, citadas de Clemente, Cipriano o Atanasio, se repiten con unos u otros matices en muchos otros Padres. Pero al paso de los siglos, como los baños mixtos van desapareciendo bajo el influjo social del cristianismo, es éste un tema que desaparece también de la predicación de los Padres.

Leyes de la Iglesia y del Estado

También las leyes eclesiásticas y civiles del mundo cristiano antiguo enfrentan la cuestión de los baños públicos.

-El concilio de Laodicea (320) prohibe los baños con mujeres tanto a los clérigos y a los ascetas, como a todos los cristianos, también a los laicos (c.30: Mansi II,569).

-La Didascalia, documento del s. IV, y también las Constituciones de los Apóstoles, que son una adaptación de aquélla, dan algunos consejos interesantes, más matizados, acerca del uso honesto de los baños.

Concretamente, la Didascalia recomienda al cristiano varón que, después del trabajo y de la lectura de libros santos, «vaya a la plaza pública, y se bañe en un baño de hombres, y no en uno de mujeres, teniendo así cuidado de que, después de haberse desvestido y mostrado la desnudez vergonzosa de tu cuerpo, no seas tú cautivado, y no seas ocasión de pecado para quien pueda ser cautivado por ti».

Y a la mujer cristiana le manda: «evita bañarte en un mismo baño con los hombres. Si hay en donde vives un baño de mujeres, no vayas al de hombres. Pero si no hay baño de mujeres y tienes necesidad de bañarte en el baño común a hombres y mujeres -lo que no conviene a la pureza-, báñate con pudor, con modestia y con mesura, no a cualquier hora ni todos los días, ni al medio del día, sino elige bien la hora en que te bañas, [que será] a las diez horas [cuando hay menos afluencia de gente], pues es necesario que tú, mujer cristiana, huyas en absoluto ese vano espectáculo de los ojos que se da en los baños».

-El emperador Justiniano (528), en su legislación civil, llega a declarar causa legítima de separación matrimonial la indecencia de la mujer que frecuentara por liviandad los baños comunes. Y dispone la pena de muerte para el varón que fuerza a una mujer a frecuentar los baños públicos (Codex Iustin. V, 17,11).

-El IV concilio de Constantinopla, conocido como Trullano (692) reproduce para todo el pueblo cristiano la prohibición de los baños mixtos dada por el de Laodicea (320), y para los que desobedezcan esta norma conciliar dispone con severidad: «si sit quidem clericus, deponatur; si autem laicus, segregetur». Suspensión a divinis para los clérigos, y excomunión para los laicos.

Epoca medieval y moderna

Las termas paganas van a ser completamente vencidas e incluso olvidadas en la Edad Media. En efecto, la Cristiandad medieval cristaliza socialmente las normas morales patrísticas procedentes del Evangelio. Por eso entonces, al menos como costumbre social, desaparece el problema moral de los baños mixtos, como tantos otros males del mundo pagano -la esclavitud, el concubinato, el divorcio-. Y por eso, de hecho, la cuestión de los baños mixtos apenas es tratado por los autores espirituales o por los cánones de los concilios. Es una cuestión totalmente superada. Y superada quedará hasta que rebrote el paganismo con fuerza en la segunda mitad del siglo XX.

En todos estos siglos no hay propiamente piscinas públicas. Hay casas de baños; pero éstas disponen de espacios separados para hombres y mujeres (Ariès-Duby IV: 60-62, 217,290-297). En esos tiempos los baños se dan en privado. Y por otra parte, no son muy frecuentes, entre otras causas porque darse un baño en condiciones favorables es entonces un lujo que no suele estar al alcance del pueblo.

Las playas, por lo demás, permanecen desiertas durante esos siglos. Incluso hoy es normal ver siempre vacías las playas de aquellos países del Africa poco occidentalizados, que apenas son frecuentadas por los nativos, y que sólo son visitadas por blancos.

Siglo XX

A lo largo del siglo XX se va generalizando en Occidente el uso popular mixto de playas y piscinas. Ya a fines del XIX la gente de clase alta comienza tímidamente a asomarse a las playas. Pero es en la segunda mitad del siglo XX cuando la costumbre social de playas y piscinas llega a ser practicada en todos los estratos sociales. Recuérdese, por otra parte, que cuando en estos decenios las piscinas populares se van generalizando, en las regiones católicas todavía se disponen piscinas separadas para hombres y mujeres, o se asignan horas distintas a unos y otros. Esta práctica perdura en no pocas regiones católicas hasta pasada ya la primera mitad del siglo XX.

Es, pues, normal, que en esos años las personas totalmente dóciles al Espíritu Santo mostraran una reticencia más o menos tajante frente a los baños mixtos. Del tiempo en que la Venerable niña Mari Carmen González-Valerio (1930-39), poco antes de morir,  estaba en San Sebastián, su prima María del Carmen Sáenz de Heredia, que era de su edad, cuenta esta anécdota:

«Recuerdo que, cuando iba a la playa, no quería bajo ningún concepto ir sin que le pusieran sobre el traje de baño una faldita. Y aún quiero recordar que ni en esta forma le gustaba mucho ir y que, cuando la llevaban, sobre todo, si no era el traje todo lo modesto que ella quería, protestaba con vehemencia y organizaba fuertes rabietas» (Proceso 70). La abuela de Mari Carmen confirma lo mismo, y dice que un día la doncella que había acompañado a la niña a la playa le dijo al volver: «“no la obliguen a la niña a ir a la playa, porque se ha pasado toda la mañana llorando detrás del palo de un toldo”. Y por eso, cuando iban sus hermanos, ella se quedaba jugando en el jardín» (Proceso 140; en J. Mª Granero, Víctima 79-80).

Estas actitudes de extremado pudor no le vienen a Mari Carmen de la sociedad, ni tampoco de su familia, que se extraña de ellas, sino directamente del Espíritu Santo, el mismo que ha inspirado a la mártir Perpetua y a todos los cristianos fieles de la historia cristiana.

Doctrina hoy vigente

Con un poco de mala voluntad, es desde luego posible rechazar todos los argumentos y testimonios hasta aquí aducidos en favor del pudor en lo relativo a la desnudez, alegando simplemente que «ésas son cosas de gente antigua, que hoy ya no valen». Pero eso no es verdad, pues los santos y los autores católicos de nuestro tiempo han enseñado la misma doctrina sobre el pudor y la modestia, como podemos comprobar con algunos ejemplos. 

-Adolphe Tanquerey (1854-1932). Es éste uno de los maestros espirituales católicos más leídos en el siglo XX, tanto por sacerdotes y religiosos como por seglares. Su Compendio de Teología ascética y mística sigue hoy teniendo nuevas ediciones, también en castellano. Pues bien, transcribo alguna de sus enseñanzas sobre el pudor.

«Modestia del cuerpo. Para tener a raya a nuestro cuerpo hemos de comenzar por guardar bien las reglas de la modestia y de los buenos modales: hay aquí abundante materia de mortificación. El principio que ha de servirnos de regla es aquel de San Pablo: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿No sabéis, acaso, que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros?” (1Cor 6,15-19). Hemos de respetar nuestro cuerpo como un templo santo, como un miembro de Cristo. Nada, pues, de vestirle con vestidos poco decentes y que no se idearon sino para incitar la curiosidad y el regalo» (772; cf. 773-774).

«Modestia de los ojos. Hay miradas gravemente pecaminosas, que hieren no solamente el pudor, sino también la castidad (Mt 5,28), y de las que ciertamente hemos de abstenernos. Otras hay que son peligrosas, cuando, sin razón para ello, fijamos la vista en personas u objetos que de suyo pueden mover a tentación. Por eso nos advierte la Sagrada Escritura que no debemos parar los ojos en ninguna doncella, para que su belleza no sea para nosotros motivo de escándalo: “no fijes demasiado tu atención en doncella, y no te entramparás por su causa” (Eclo 9,5). Y ahora, cuando la licencia en las exhibiciones, la inmodestia en el vestir, la procacidad de las representaciones teatrales, y de algunos salones, nos cercan por todas partes de peligros, ¿qué recogimiento no habremos de tener para no caer en pecado?

«Por eso el cristiano de verdad, que quiere salvar su alma cueste lo que costare, va mucho más allá, y para estar seguro de no rendirse al deleite sensual, mortifica la curiosidad de sus ojos» (776).

-P. Antonio Royo Marín. Este dominico eminente es uno de los autores espirituales más leídos en la segunda mitad del siglo XX, particularmente por su Teología de la perfección cristiana, obra que lleva ya siete ediciones. En ella, al tratar de la purificación activa de los sentidos externos, distingue igualmente entre las miradas gravemente pecaminosas, las peligrosas y las de mera curiosidad. Y acerca de las segundas, enseña:

«El alma que aspire seriamente a santificarse huirá como de la peste de toda [innecesaria] ocasión peligrosa. Y por sensible y doloroso que le resulte, renunciará sin vacilar a espectáculos, revistas, playas, amistades o trato con personas frívolas y mundanas, que puedan serle ocasión de pecado. Por la calle, sobre todo en las ciudades populosas modernas, extremará la modestia de sus ojos para no tropezar con la procacidad de los escaparates, la inmodestia descarada en el vestir, la licencia desenfrenada de las costumbres. Y sin llegar a extremos ridículos o situaciones violentas (como sería, v. gr., andar contando los adoquines o dejar de saludar a una persona conocida), andará vigilante y alerta para no dejarse sorprender» (n.238).

Si las obras citadas de Tanquerey y de Royo Marín han sido editadas tantas veces en los últimos decenios, es porque el pueblo cristiano ha reconocido en ellas una representación genuina de la mejor tradición espiritual católica.

-Juan Pablo II, en muchas ocasiones, pero concretamente en varias de las catequesis sobre El amor humano en el plan divino, reitera la enseñanza bíblica y tradicional de la Iglesia sobre la pérdida de la inocencia original, la concupiscencia que procede del pecado y a él inclina, la necesidad del pudor, el necesario recogimiento de los sentidos, concretamente de la vista, etc.

Recuérdense los profundos análisis psicológicos, morales y teológicos que hace el Papa acerca de la naturalidad del pudor en la actual condición humana pecadora (catequesis 19-XII-1979; +14-V-1980; cf. El amor humano en el plan divino).

En efecto, «el nacimiento del pudor en el corazón humano va junto con el comienzo de la concupiscencia -de la triple concupiscencia, según la teología de Juan (cf. 1Jn 2,16)-, y en particular de la concupiscencia del cuerpo. El hombre tiene pudor del cuerpo a causa de la concupiscencia. Más aún, tiene pudor no tanto del cuerpo, cuanto precisamente de la concupiscencia» (cateq. 28-V-1980, 5; +4-VI-1980).

Recuérdese también la doctrina del Papa sobre las palabras de Cristo: «todo el que mira a una mujer deseándola [el que la mira con concupiscencia] ya adulteró con ella en su corazón» (Mt 5,28) (cateq. 10-IX-1980, 5). «La mujer, para el hombre que mira así, deja de existir como sujeto de la eterna atracción, y comienza a ser solamente objeto de concupiscencia carnal. A esto se une el profundo alejamiento interno del significado esponsalicio del cuerpo» (cateq. 17-IX-1980,5; +24-IX, 1-X, 8-X, 15-X, 22-X, 29-X, 5-XI y 12-XI de1980).

-El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) también enseña, como no podía ser de otro modo, la doctrina católica tradicional sobre estas materias:

La modestia es uno de los frutos del Espíritu Santo, como se enseña en Gálatas 5,22-23 (1832). Y «la pureza exige el pudor, que es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas» (2521).

Por eso mismo, «inspira la elección de la vestimenta» (2522). «Este pudor rechaza los exhibicionismos del cuerpo humano… Inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda» (2523). «Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia del hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la persona humana» (2524).

Fácil sería acumular citas de varias docenas de moralistas católicos modernos que dan esa misma doctrina sobre el pudor. Aunque, lamentablemente, también podrían citarse no pocos autores que se desvían de ella. Ahora bien, la enseñanza de éstos no vale nada, debe ser ignorada, pues no es católica, ya que contraría la doctrina de la Biblia y de la Tradición. Y «ambas -Biblia y Tradición, como dice el Vaticano II- se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción» (DV 9).  

Cambian tiempos y circunstancias

Los modos y maneras del pudor, evidentemente, «varían de una cultura a otra», también dentro de la vida de un mismo pueblo cristiano. Pero el espíritu y la doctrina tradicional católica sobre el pudor, como hemos podido comprobar, guardan una homogeneidad continua, siempre fiel a un mismo espíritu, que es el Espíritu de Jesús. Eso mismo nos hace ver que, en realidad, esa línea doctrinal y conductual «se quiebra» en muchos cristianos sólamente al llegar a la segunda mitad del siglo XX.

No es fácil, lógicamente, reconocer esa quiebra cuando se ignora o se rechaza la anterior tradición espiritual. En todo caso, debe quedar claro que la «excepción» en la historia cristiana es el grave impudor actual, siempre creciente desde hace un siglo al menos. Y que éste no es, en modo alguno, un progreso de la conciencia cristiana, una más pura asunción de la condición corporal humana. No. Es una actitud errónea, pues se avergüenza de una tradición cristiana siempre fiel a sí misma, o a veces simplemente la ignora.

 

Las ocasiones próximas de pecado

A lo dicho hasta aquí acerca del pudor convendrá añadir, aunque sea brevemente, la doctrina católica sobre la obligación moral de evitar a uno mismo y a los otros las innecesarias ocasiones próximas de pecado.

Es una doctrina que viene directamente de Cristo. No ha de atribuirse, pues, a una época o una escuela de espiritualidad. El Maestro enseña como un principio de validez general: «si tu ojo te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque mejor te es que perezca uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna» (Mt 5,28-29). Y lo mismo dice de la mano y del pie (5,30; 18,8-9).

Enseña, pues, Cristo que la vista, el alma y todos sus sentidos deben ser guardados de la tentación o bien por el recogimiento de la modestia o bien, simplemente, por la evitación de estímulos negativos innecesarios.

Inocencio XI (1679) considera las siguientes proposiciones «condenadas y prohibidas todas, por lo menos como escandalosas y perniciosas en la práctica»: «-Puede alguna vez absolverse a quien se halla en ocasión próxima de pecar, que puede y no quiere evitar, es más, que directamente y de propósito la busca y se mete en ella. -No hay que huir la ocasión próxima de pecar, cuando ocurre alguna causa útil u honesta de no huirla. -Es lícito buscar directamente la ocasión próxima de pecar por el bien espiritual o temporal nuestro o del prójimo» (1679: Denz 1211-1213/2161-2163).

Todo cristiano debe evitar tajantemente las ocasiones próximas e innecesarias de pecar, y debe sentir al mismo tiempo un verdadero horror a escandalizar, es decir, a ser para otros ocasión próxima de pecado. En esta cuestión del escándalo la palabra de Cristo es terrible: «al que escandalizare a uno de estos pequeños que creen en mí más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le arrojaran al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque no puede menos de haber escándalos; pero ¡ay de aquel por quien viniere el escándalo!» (Mt 18,6-7).

Aplicando esto al tema del pudor que nos ocupa, la ocasión próxima de impureza en muchas modas, playas y piscinas no parece dudosa, como tampoco la del pecado de vanidad, sea ésta positiva o negativa.

La vanidad, no solo la lujuria, va directamente relacionada con el impudor. De hecho, en los últimos decenios, los ayunos cuaresmales, destinados a preparar los espíritus para participar en la pasión y resurrección del Señor en la Pascua, han casi desaparecido; pero van siendo sustituídos por los ayunos primaverales, ordenados a que los cuerpos luzcan mejor en las playas y piscinas durante el verano. Es un síntoma más de la paganización creciente del cristianismo en algunas Iglesias locales.

Por sus frutos los conoceréis

También se ve la inconveniencia de las playas y piscinas mixtas por sus consecuencias negativas en el conjunto de la vida moral: «por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,15). La persona que durante horas y días acepta en público un estado de semi-desnudez, ciertamente contrario a la voluntad de Dios, tiende a disminuir o a perder el sentido del pudor. Es perfectamente comprensible. En este sentido, playas y piscinas son, en muchos casos, verdaderas escuelas de impudor, en las que tantos cristianos son «educados» desde niños.

Y la disminución o pérdida del pudor trae consigo normalmente una debilitación de la castidad en el uso de la televisión y de los espectáculos, en las modas y costumbres, así como en la conducta de niños y muchachos, jóvenes y adultos. Ahora bien, esos mismos pecados contra el pudor -mayores o menores, pero reiterados, habituales y bien consentidos, es decir, no combatidos-, hacen muy difícil la oración y la relación cordial con Dios; acrecientan la vanidad, la soberbia y el egoísmo; reducen, por la pereza y el culto al placer, el amor a la Cruz, la abnegación propia y la caridad hacia el prójimo. En una palabra, causan muy grandes males en la vida del cristiano.

De hecho, el impudor en las modas y costumbres, en playas y espectáculos, al menos como un fenómeno social generalizado, ha ido siempre unido a otros fenómenos sociales negativos; ha coincidido con un aumento de la masturbación, del divorcio y del adulterio, de embarazos de adolescentes, de las prácticas homosexuales y de la lujuria en todas sus modalidades. Son causas que se causan mutuamente.

Que históricamente todos estos crecimientos malignos han ido juntos es, en buena medida, un hecho fácilmente comprobable en los estudios de estos temas realizados por sociólogos e historiadores. Unos y otros fenómenos negativos, en efecto, se han condicionado entre sí para adentrar más y más al pueblo en la descristianización y en el pecado.

Pornografía

Todas las consideraciones históricas y doctrinales hasta aquí hechas sobre el pudor y la castidad, con especial referencia a la desnudez y las miradas, deben extenderse a otros muchos temas semejantes; y concretamente, por ejemplo, al uso que los cristianos han de hacer del cine, de la televisión y de las revistas. Apuntaré aquí sólamente algunas observaciones.

Hoy puede comprobarse que en los cristianos fieles se mantiene un rechazo de la pornografía dura -películas eróticas, revistas o programas de televisión refinadamente obscenos, etc.-. Estos cristianos conservan al menos una conciencia moral de la perversidad de estas maldades, y guardan así la mente en la verdad de Cristo.

Por el contrario, incluso entre cristianos practicantes y religiosos, se va generalizando una aceptación de la pornografía blanda -semanarios, programas de televisión, etc.-, al principio con alguna resistencia, después ya sin mayores problemas de conciencia.

Suplementos semanales de ciertos diarios, por ejemplo, o muchos programas de televisión, que hubieran sido considerados -con toda razón- claramente pornográficos hace unos decenios, hoy se reciben pacíficamente en los hogares cristianos y no pocas veces en los mismos conventos.

Con alguna reticencia mínima, todas esas manifestaciones pornográficas se consideran con frecuencia como normales, aceptables, tolerables. O si se prefiere, inevitables; al menos para los cristianos seculares, y en cierta medida incluso para los religiosos que han de vivir en el siglo.

Y eso no puede suceder sino en un pueblo cristiano que, rechazando una tradición católica de veinte siglos, e incluso a veces avergonzándose de ella, apenas tiene ya conciencia del pudor.

Vestidos

En los pueblos primitivos, e incluso en la Edad Media y hasta hace no muchos decenios, se imponían en una sociedad determinada ciertas modas homogéneas, de las que no era del todo fácil alejarse sin que se produjera la penosa tensión propia del contraste separador. En cambio, la sociedad actual, en esta cuestión, ofrece al mismo tiempo, paradójicamente, dos dimensiones contrapuestas.

Por una parte, impone una homogeneidad universal de formas, acaba con aquellos vestidos, danzas, músicas, costumbres, que antes tenían configuraciones muy locales, regionales, nacionales, e impone formas globalizadas a todas las naciones, bailes y música rítmica de rock, pantalones vaqueros, camisetas simples de algodón, zapatillas deportivas, etc., de modo que en la fisonomía exterior y en ciertas costumbres, al menos en algunas cuestiones, apenas hay diferencias en los modos de las diversas naciones y aún continentes.

Pero al mismo tiempo, y en forma contraria, una de las características de la sociedad actual es la infinita heterogeneidad de sus formas. En no pocas cuestiones, no hay patrones sociales unitarios. En un mismo barrio, sobre todo en las grandes ciudades, podemos encontrar cristianos, budistas, vegetarianos, blancos, negros, agnósticos, ecologistas, nacionales, extranjeros, etc. Hace no mucho la sociedad era mucho más homogénea.

Y en la misma moda femenina, muy al contrario de otros tiempos, una mujer queda perfectamente libre para elegir sus maneras de vestir: puede llevar pantalones largos o cortos, ceñidos o muy amplios, o puede optar por las faldas, y entre éstas le es dado elegir cualquier color y forma, y optar porque sean largas, cortas o muy cortas, estrechas o de gran vuelo… En una palabra, no está obligada por la moda, sino que, al menos en principio, es perfectamente libre para vestirse como prefiera.

Pues bien, esto ofrece a la mujer cristiana de hoy una facilidad históricamente nueva para vestirse con gran libertad respecto del mundo, en perfecta docilidad al Espíritu Santo. Si viste, pues, con indecencia, no tendrá excusa, ya que perfectamente podría vestir decentemente.

Y para vestir así, cristianamente, convendrá que recuerde las exhortaciones antiguas de Pedro y Pablo, los apóstoles de Jesús:

«Vuestro adorno no ha de ser el exterior, de peinados complicados, aderezos de oro o el de la variedad de los vestidos, sino el oculto del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu apacible y sereno; ésa es la hermosura en la presencia de Dios. Así es como en otro tiempo se adornaban las santas mujeres que esperaban en Dios» (1Pe 3,3-5). «En cuanto a las mujeres, que vayan decentemente arregladas, con pudor y modestia, que no lleven cabellos rizados, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino que se adornen con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de religiosidad» (1Tim 2,9).

Estas mismas normas apostólicas fueron inculcadas por los Padres de la Iglesia, que trataron del tema con relativa frecuencia (como puede verse en mi libro Evangelio y utopía 106-107):

San Juan Crisóstomo (+407), en sus Catequesis bautismales, hacia el 390, comenta largamente las normas apostólicas ya citadas: «arráncate todo adorno, y deposítalo en las manos de Cristo por medio de los pobres» (I,4). Y a la mujer inmodesta le dice: «vas acrecentando enormemente el fuego contra ti misma, pues excitas las miradas de los jóvenes, te llevas los ojos de los licenciosos y creas perfectos adúlteros, con lo que te haces responsables de la ruina de todos ellos» (V,37; +34-38).   

Las religiosas -hablamos, claro, de las que son fieles a su tradición espiritual y a su Regla-, son dóciles al Espíritu de Jesús en todos los aspectos de su arreglo personal, al que no dedican más atención que la estrictamente necesaria. Sus hábitos, sus vestidos, reúnen las tres cualidades del vestir cristiano: expresan el pudor absoluto, el espíritu de la pobreza conveniente y la dignidad propia de los miembros de Cristo. Son, pues, plenamente gratos a Cristo Esposo.

Pues bien, esas mismas cualidades, aunque en modalidades diferentes, han de darse en el vestido de las cristianas laicas, que también están desposadas con Cristo desde su bautismo, y que también por tanto han de tratar de agradar al Señor en todo, también en su apariencia. Ellas han de vestir con dignidad, modestia y espíritu de pobreza, como corresponde a quienes son miembros consagrados del mismo Cristo.

Con frecuencia, sin embargo, las seglares cristianas, no se preocupan demasiado por ninguno de los tres valores: gastan en vestidos demasiado dinero y demasiado tiempo; aceptan modas muy triviales, que ocultan la dignidad del ser humano; y no pocas veces, hasta las mejores, se autorizan a seguir, aunque un pasito detrás,  las modas mundanas, también aquéllas que no guardan el pudor, alegando: «somos seglares, no religiosas».

Al vestir con menos indecencia que la usual en las mujeres mundanas, ya piensan que visten con decencia. Llevarán, por ejemplo, traje completo de baño cuando la mayoría de las mujeres vista bikini; y si un día la mayoría femenina fuera en top-less, ellas llevarían bikini, etc.

De esta triste manera, siguiendo la moda mundana, que acrecienta cada año más y más el impudor, aunque siguiéndola algo detrás, se quedan tranquilas porque «no escandalizan»; como si esto fuera siempre del todo cierto, y como si el ideal de los laicos en este mundo consistiera en «no escandalizar». Por lo demás, no les hace problema de conciencia asistir asiduamente con su decente atuendo a playas y piscinas que no son decentes.

 Y éstas son las que, fieles a su vocación laical, manteniendo por lo que se ve celosamente su secularidad e insertándose valientemente en las realidades seculares, van a ir transformando esas realidades según el plan de Dios… Ideologías, vanas palabras, ilusiones falsas. Mentira.

¡Qué gran pena! Ni los buenos cristianos laicos conocen con frecuencia la santidad, la perfección evangélica, la novedad interior y exterior a que Dios les llama con tanto amor: «vino nuevo en odres nuevos» (Mt 9,17). El Señor quiere hacer en ellos maravillas, pero ellos no se lo creen. ¡Claro que el camino laical es un camino de perfección cristiana! Pero lo es cuando se avanza en este mundo con toda libertad por el camino del Evangelio. No lo es, en cambio, si en tantas cosas se anda por el camino del mundo, aunque un pasito detrás en lo malo.

Si recordamos la historia, por lo demás, comprobaremos que el vestir de las religiosas y el de las cristianas seglares, con las diferencias convenientes, ha guardado homogeneidad durante muchos siglos. Por eso, cuando ahora los modos de vestir se hacen clamorosamente heterogéneos entre unas y otras, eso indica que en gran medida se ha mundanizado y descristianizado el arreglo personal de las mujeres laicas.

Cuando las seglares cristianas, según sus modos propios, imitan la modestia de las religiosas, unas y otras evangelizan el mundo. Es un proceso ascendente. En cambio, cuando las religiosas imitan en el vestir a las seglares, y éstas a las mujeres mundanas, crece la vanidad y el impudor. Es un proceso descendente.

Espectáculos

Más arriba he recordado la degradación de los espectáculos del mundo romano, que rodeaba a los primeros cristianos. Pues bien, ellos, alertados y sostenidos por sus pastores, viéndose obligados a vivir en un mundo corrompido, de ningún modo aceptaban sumergirse en aquellas ciénagas de impudor. Fieles a las instrucciones de los Apóstoles, tenían buen cuidado en «abstenerse hasta de la apariencia del mal» (1Tes 5,22). Lo recordaba yo en Evangelio y utopía (107-108): «Huye, hijo mío, de todo mal, y hasta de lo que tenga apariencia de mal» (Dídaque 3,1). Gustave Bardy, buen conocedor del cristianismo primero, escribe: «los paganos no se llaman a engaño: la primera señal por la que reconocen a un nuevo cristiano es que ya no asiste a los espectáculos; si vuelve a ellos, es un desertor» (La conversión al cristianismo durante los primeros siglos 279).

En las antiguas fórmulas litúrgicas de la renuncia bautismal el nuevo cristiano profesa su intención de apartarse del demonio, de sus obras, «de toda su vanidad y de todo extravío secular» (Teodoro de Mopsuestia +428: Homilías catequéticas XIII). Esa renuncia «al mundo, a sus obras y a las seducciones de Satanás (pompa diaboli)» implica, pues, el apartamiento de aquellas diversiones normales del mundo, que eran deshonestas y escandalosas.

San Juan Crisóstomo (+407) exhorta a los catecúmenos ya próximos al bautismo: «no hagas caso alguno ya de las carreras de caballos, ni del inicuo espectáculo del teatro, pues también eso enardece la lascivia […] Os lo suplico: ¡no seáis tan despreocupados al decidir sobre vuestra propia salvación! Piensa en tu dignidad, y siente respeto […] Mira que no es una sola dignidad, sino dos: dentro de muy poco vas a revestirte de Cristo, y conviene que obres y decidas en todo pensando que Él está contigo en todas partes» (Catequesis bautismales V,43-44; +X,1.14-16).

Cuando los Padres de la Iglesia enseñan así a los catecúmenos, ya por entonces existen los monjes. Pero ellos no reducen a los monjes esas exigencias evangélicas de renuncia a los males del mundo, sino que las proponen como necesarias a cualquier discípulo de Cristo. Basta con ser cristiano para que, aún sin salirse del mundo, sea necesario mantenerse alejado de toda corrupción  mundana, por generalizada que esté.

Y si los Padres antiguos dan a los fieles estas instrucciones tan exigentes porque el mundo pagano, ignorando todavía a Cristo, está muy corrompido, tengamos hoy clara conciencia de que el mundo apóstata actual, rechazando a Cristo, está igual o peor.

Los laicos de todo tiempo, por muy seculares que quieran ser y conservarse, «no son de este mundo», como Cristo no es de este mundo (Jn 15,19; 17,14.16). Son «personas consagradas» por el bautismo, por la confirmación, por la eucaristía, por el sacramento del matrimonio, por la inhabitación de la Santísima Trinidad, por la comunión de gracia con los santos y los ángeles. ¿Cómo deberán usar ellos, estando en el mundo, de las modas y costumbres, de los espectáculos y medios de comunicación mundanos, si de verdad quieren ser santos?

En estas cuestiones y en todo, deberán aplicar criterios verdaderamente evangélicos: habrán de «sacarse el ojo» si les escandaliza (Mt 5,29), «vender todo» lo que sea preciso para adquirir el tesoro escondido (13,44), «negarse a sí mismos» y «perder la propia vida» en cuanto esto sea necesario para salvarla (Lc 9,23-24) y para ayudar en la salvación de los hermanos.            

En esta plena libertad del mundo, bajo la gracia de Cristo, está la verdadera alegría evangélica. Y es en esta actitud en la que los cristianos, por obra del Espíritu Santo, tienen fuerza sobrenatural para transformar el mundo, es decir, las maneras vigentes y las modas, las leyes y costumbres, la cultura, el arte, los espectáculos, las escuelas y universidades, y todo cuanto da forma al siglo presente.

Pero si están mundanizados, son «sal desvirtuada», sin fuerza alguna para preservar al mundo de la corrupción, y carece de toda fuerza para transformarlo. Ésa es ya una sal que «no vale para nada, sino para tirarla y que la pisen los hombres» (Mt 5,13).

  1. PUDOR EJEMPLAR DE LOS RELIGIOSOS

 

Modestia y pudor en los religiosos

Antes hemos evocado brevemente la historia del pudor en la doctrina y la vida de la Iglesia. Ahora, como complemento a aquello, quiero recordar que los religiosos han dado siempre al pueblo cristiano un notable ejemplo de modestia y pudor. Y es indudable que la historia de los monjes primeros y la de los religiosos posteriores sigue siempre, con diversas modalidades, según épocas y carismas, una misma tradición ascética.

El pudor tiene en la clausura monástica unas expresiones máximas. Pero cuando a comienzos del siglo XIII, sobre todo, los nuevos religiosos apostólicos abandonan la clausura, ya que viven entre los hombres, sigue viva en ellos esa clausura, esa renuncia al mundo, de un modo interior y espiritual, principalmente a través de una gran pobreza y especialmente por el acentuado recogimiento de los sentidos. Veamos algunos ejemplos.

San Francisco de Asís (+1226) no miraba a la cara a las mujeres, y según él mismo confesaba, solamente conocía la fisonomía de dos, que quizá serían su madre y Santa Clara (2 Celano 112). Y en esto se ponía de ejemplo a sus hermanos religiosos (205).

Siglos depués, San Pedro de Alcántara (+1562), el reformador franciscano,  procedía en este punto como su fundador, y acostumbraba llevar siempre los ojos bajos.

Por el mismo camino va también Santo Domingo de Guzmán (+1221), que considera culpa grave la costumbre de «fijar la mirada donde hay mujeres» (Libro de costumbres 21; +Constituciones de las monjas 11). Y por ese camino han andado tantos y tantos otros maestros espirituales hasta nuestro tiempo.

San Antonio Mª Claret (+1870), por ejemplo, gran predicador popular, fundador de los Misioneros del Corazón de María, Arzobispo, confiesa:

«nunca jamás miro la cara de mujer alguna … Naturalmente y casi sin saber cómo, observo aquel documento tan repetido por los Santos Padres que dice: “con la mujer se ha de tener conversación seria y breve” [S. Agustín], “y ten bajos los ojos” [S. Isidoro de Pelusio, citado por S. Alfonso María de Logorio]» (Autobiografía n.394, cf. 395-397).

Hoy escandaliza la ascesis tradicional de los religiosos

Cristianos buenos y bienintencionados me aconsejan: «no cites esos ejemplos de santos religiosos, por favor; son contraproducentes para la enseñanza que quieres dar en favor del pudor, pues muestran unos testimonios de la tradición que son ridículos, tristes, morbosos, completamente anacrónicos. Cristo y los apóstoles, además, no practicaban esas ascesis».

Cuando cristianos buenos y bien intencionados hacen una interpretación tan falsa de los ejemplos de los santos, eso me confirma en la necesidad de recordar esa tradición santa; pero también en la necesidad de explicar su sentido espiritual.

Un principio previo de aplicación general: cuando nuestra mente choca en algo contra una tradición espiritual mantenida durante muchos siglos por muchos santos y santas, antes de que nos atrevamos a rechazar esa tradición concreta, avergonzándonos de ella, conviene que nos aseguremos de que la entendemos bien, y al mismo tiempo es muy oportuno que nos atrevamos a poner en duda nuestros pensamientos y apreciaciones, aunque no necesariamente hayamos de modificar en eso nuestras conductas.

Cristo ayunó rigurosamente durante cuarenta días en el desierto. Pero es cierto, sí, que sus discípulos, mientras estaban con Él, no se ejercitaban en ciertas prácticas ascéticas de ayunos, es decir, de privaciones. Sin embargo, hemos de recordar en esto la explicación y la profecía de Jesús: «mientras tienen consigo al esposo no pueden ayunar. Ya vendrá el tiempo en que les sea arrebatado el esposo, y entonces ayunarán» (Mc 2,19-20). Ayunarán en el alimento, las posesiones, la autonomía personal, las miradas y en tantas otras cosas más. «Entonces ayunarán».

Y este ayuno será diverso en los laicos y en los religiosos. En efecto, mientras que Dios encamina a los laicos por la vía de la posesión y del tener -tienen mujer, hijos, casas, barcas, redes, tierras, autonomía personal-, Él mismo orienta a los religiosos por la vía del ayuno, es decir, del no-tener. Los religiosos «renuncian al mundo y viven únicamente para Dios» (Vat. II, PC 5a), y así no-tienen, ayunan, carecen, pues, de bienes propios, de cónyuge y familia, así como también de autonomía personal, y se despojan de todo profesando los votos de pobreza, celibato y obediencia.

Pero si los religiosos no-tienen no es porque estimen que tener bienes de este mundo sea malo; o menos aún porque estimen que sean malos los bienes de este mundo: cónyuge, casa, tierras, trabajo. Ellos saben bien que «todo es puro para los puros» (Tit 1,15).

Ellos, sencillamente, por vocación de Dios, ayunan de bienes de este mundo y no los tienen 1º-para mortificar sus propias tendencias inmoderadas hacia la posesión, dejando así sus corazones más libres bajo la acción del Espíritu Santo; 2º-para ayudar a los laicos a la sobriedad, de modo que éstos, que por vocación tienen, puedan «tener como si no tuvieran» (1Cor 7,29-31); 3º-para expiar por los excesos y pecados  cometidos por ellos mismos y por los seglares en la posesión de los bienes mundanos; y 4º-para conseguir de Dios la conversión de los pecadores, mediante el ejemplo, la oración y las privaciones penitenciales.

Los religiosos, en efecto, por la feliz profesión de los votos evangélicos, ayunan de dinero -no pocos son mendicantes y viven de la Providencia-; ayunan de vestidos mundanos, vistiendo un hábito digno y pobre, siempre igual; ayunan por la obediencia de la autonomía personal; ayunan de comidas costosas -muchos monjes y monjas son vegetarianos y ayunan con frecuencia-; ayunan de viajes, de espectáculos, de noticias y de tantas otras cosas; y ayunando así del mundo, al que han renunciado, llevan una forma de vida penitente «con sus privaciones voluntarias» (Pref. III cuaresma).

Pues bien, ese gran recogimiento de la vista, que durante tantos siglos han practicado tantos religiosos santos, es tan válido y santificante como pueda serlo el ayuno de comida o de otros bienes mundanos. Que hoy puedan resultar más admisibles y más viables los ayunos en los alimentos o en las miradas, en tal cosa o en la otra, eso ya depende sólamente de condicionantes sociales e incluso de las modas ideológicas de la época.

Pero entiéndase bien que toda clase de ayunos, sea cual sea su objeto -dinero, matrimonio, autonomía, alimentos, espectáculos, miradas, etc.-, todos tienen la misma lógica espiritual y los mismos motivos y fines; y que tan genuinamente evangélico es ayunar de una cosa como ayunar de otra.

Una cuestión diversa, que pertenece a la virtud de la prudencia y al don de consejo, será ver en cada tiempo y circunstancia qué clase de ayunos es más conveniente. Pero sin avergonzarse de ningún tipo de ayuno practicado por muchos santos en muchos siglos, y valorándolos y admirándolos todos.  

San Juan de la Cruz muestra muy bien cómo todas esas «nadas», esas privaciones voluntarias, llevan a gozar del «Todo», conducen a la paz, a la alegría, a la santidad, a la perfecta libertad del mundo, de la carne y del demonio. Ahora bien, que hoy estas privaciones o algunas de ellas  puedan parecer ascéticas negativas y morbosas, solo indica que muchos laicos, e incluso no pocos religiosos, ignoran en nuestro tiempo los valores evangélicos del ayuno, de la pobreza, de la mortificación, de la abnegación personal, de la expiación por los pecados propios y ajenos, en fin, de la Cruz.

Y esa ignorancia espiritual explica también, de paso, que actualmente sean tan escasas las vocaciones religiosas, y que éstas, con relativa frecuencia, deriven hacia versiones secularizadas, en las que el rechazo de «la renuncia al mundo» se estima como un progreso.

Por lo demás, como es evidente, los ejemplos y consejos de los religiosos antiguos en modo alguno pueden ser aplicados exactamente en nuestro tiempo. Es obvio. Cada tiempo y circunstancia exige, bajo la acción del Espíritu Santo, el ejercicio del discernimiento y de la prudencia. Y es evidente que los dictámenes de la prudencia son diversos según circunstancias y épocas diversas.

Ciertos modos de ayuno -ayunos de miradas o de lo que sea- que pudieron ser oportunos durante muchos siglos, hoy pueden resultar inconvenientes, al menos para ciertas vocaciones determinadas. Pero no debemos avergonzarnos del espíritu que informaba esas privaciones, ni tampoco de aquellas prácticas concretas, pues nos avergonzaríamos del Espíritu Santo que las inspiró. Por el contrario, debemos entender y amar ese espíritu, que es continuo en la ascesis de la tradición cristiana, y darle, eso sí, los modos concretos que sean más convenientes en nuestro tiempo y en nuestra vocación específica dentro de la Iglesia.

Volviendo a nuestro tema. Muchos hoy no admiten que los laicos tengan en los religiosos un ejemplo estimulante de vida evangélica, ni en el tema del pudor ni en ningún otro tema. Examinemos, pues, cómo suelen plantear la cuestión.

Los religiosos, ejemplos en todo para los laicos

Si estudiamos la historia de la Iglesia, comprobaremos que los religiosos han tenido siempre clara conciencia de su ejemplaridad para todo el pueblo cristiano. También, por supuesto, en el pudor. Ellos entienden que ésa es precisamente una de las misiones principales de la vocación religiosa (+De Cristo o del mundo 190, y Evangelio y utopía cpt. 6).

Santa Clara de Asís (+1253), por ejemplo, sabe bien que los religiosos están obligados a dar un ejemplo estimulante al pueblo seglar cristiano, y escribe en su Testamento: «el mismo Señor nos ha puesto como modelo para los demás…, como un ejemplo y espejo para quienes viven en el mundo» (3).

Muchos, sin embargo, niegan hoy esa ejemplaridad de los religiosos respecto de los laicos, y afirman para éstos una espiritualidad autónoma, netamente secular y diferenciada, y hasta poco menos que contrapuesta; pero están equivocados.

Unos y otros, religiosos y laicos, han de vivir de un mismo Espíritu, aunque en modos diferentes. Y aquéllos son modelos para éstos. Siempre lo han sido, y así lo ha entendido sin dudarlo el pueblo cristiano y fiel. Y que esta ejemplaridad de los religiosos esté viva y sea recibida por los laicos es algo de suma importancia para la santificación del pueblo cristiano.

En efecto, la pobreza que los religiosos viven, tan extrema, guarda a los laicos en la sobriedad. Las penitencias de los religiosos estimulan a los laicos a la austeridad, tan difícil a veces en un mundo consumista. La perfecta castidad de la virginidad y del celibato es una formidable ayuda para la castidad de los laicos, sean niños o jóvenes, casados o viudos.

Pues bien, de modo semejante, viniendo al tema presente, el pudor y el recogimiento de los sentidos, tan propio de los religiosos, han de ser también imitados -en sus modos propios, por supuesto- por quienes viven en el mundo secular, es decir, por quienes viven en Babilonia a veces o en Corinto, sometidos a unas tentaciones tan continuas, tan fuertes y tan insidiosas.

De hecho, los religiosos siempre han exhortado a los fieles a vivir el recogimiento de los sentidos y el pudor. Ellos ya entienden, como es obvio, que los laicos, si han de ser fieles a su vocación secular, vivirán ese mismo espíritu de otras maneras. Pero los religiosos les exhortan a vivir la modestia en los modos que les son propios.

Recordaré como ejemplo solamente las cartas de dirección espiritual que San Pablo de la Cruz (+1775) dirige a seglares. Él exhorta con frecuencia a los seglares a vivir el más estricto pudor y a guardar una modestia total, una modestia totalmente grata a Dios y a la Virgen María, que sea tan perfecta que no deje ni un mínimo resquicio a la liviandad, al lujo, a la vanidad o al impudor. Todo esto, insisto, con otras tantas cosas semejantes, lo exhorta San Pablo de la Cruz a laicos, a seglares.

Por ejemplo, a la joven Teresa Palozzi, de 23 años, le escribe: «guarde sus sentidos todos, en especial los ojos, y también su corazón. Sea modestísima y guarde la mayor compostura de noche y de día en todos sus gestos. Esta virtud de la modestia debe amarla y guardarla con el máximo celo; no se fíe de nadie y, sobre todo, desconfíe de sí misma» (9-III-1760).

Por lo demás, estos santos no recomiendan a sus dirigidos sino lo que ellos mismos practican, buscando ser plenamente gratos al Señor. Ellos quieren llegar con sus dirigidos a esa plena pureza, que hace posible la plena contemplación de Dios: «los limpios de corazón verán a Dios» (Mt 5,8). Y ellos saben, por otra parte, que sin esa alta contemplación de Dios es imposible la perfecta santidad: «contemplad al Señor y quedaréis radiantes» (Sal 33,6).

En fin, estas disquisiciones no son supérfluas. No podríamos entender siquiera el pudor que han de vivir hoy los laicos, si no tuviéramos en cuenta la gran tradición cristiana del pudor, considerada también ésta en la vida ejemplar de los religiosos. 

¿Tristes, los religiosos?…

La verdad anteriormente propuesta es hoy muy difícil de admitir para no pocos. Algunos se imaginan -ésa es la palabra justa, pues se trata de puras imaginaciones- que «los religiosos, con su vida penitente de privaciones, llevan un camino triste, que por eso mismo se queda sin seguidores, es decir, sin vocaciones. Y que en todo caso no es bueno para los laicos».

Pero están completamente equivocados. A más penitencia en la vida religiosa, más alegría. A más Cruz, más Resurrección: es una conexión necesaria. A más perfecta y evangélica «renuncia al mundo» más atractiva resulta la vida religiosa, más vocaciones atrae, y para los laicos también es más edificante y estimada. Esto es así; lo sabemos por doctrina y por experiencia histórica y presente, a priori y a posteriori. El pudor cristiano, concretamente, que hace suya la modestia de los religiosos en formas seculares, como todas las virtudes evangélicas, produce necesariamente paz y alegría. Participando de la Cruz, participa de la Resurrección. 

El que se imagina triste la vida penitente de los religiosos ¿ha conocido, por ejemplo, el ambiente espiritual de la Cartuja o del Carmelo teresiano o de las Hermanitas de los Pobres? ¿Sabe algo, quizá, de «la perfecta alegría» de San Francisco de Asís, hallada justamente en el hambre, el frío y el oprobio (Florecillas VIII)? Y siguiendo con Francisco: ¿quién ha unido mejor una vida tan extremadamente penitente y un amor tan entrañable a las criaturas? (+mi libro De Cristo o del mundo, IV p., cpt. 1-2; VII, 2-3).

De hecho, cuántas veces corresponde a los que han renunciado al mundo el hermoso ministerio de consolar a quienes lo poseen. Cuando éstos no saben tener el mundo como si no lo tuvieran, necesariamente padecen tristezas y sufren aquella «tribulación de la carne», que el Apóstol querría ahorrarles (1Cor 7,28). Cuántas veces un fraile de pobre hábito ha de confortar a seglares vestidos con elegancia y lujo. No suele suceder al revés. ¿Quiénes son los que viven la verdadera alegría?

¿Anacrónicos, los religiosos?…

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Dicen otros: «se puede conceder, en el mejor de los casos, que esas penitencias y recogimientos de los sentidos que se nos han recordado pudieron tener validez santificante en otros tiempos; pero no en la época actual».

Ésta es la pobre actitud de los hodiernistas: «hoy es necesario…, hoy es imposible…» Son éstos, en expresión acertada de Maritain, «cronólatras», pobres siervos de su tiempo.

Ya hace años he tratado de este tema, primero con José Rivera (Hodiernismo, en Cuaderno de Espiritualidad 9; Espiritualidad católica, cpt. 17; Síntesis de espiritualidad católica, III p., cpt. 5), y últimamente solo (De Cristo o del mundo, VII p., cpts. 2-3; Evangelio y utopía, cpts. 3 y 5).

Pues bien, ¿qué le pasa a nuestro tiempo, que en él se le permite al Espíritu Santo hacer en los cristianos unas cosas sí y otras no?… Si una persona o comunidad capta en conciencia unas ciertas mociones del Espíritu Santo, ¿antes de seguirlas, tendrá que mirar primero el calendario y asegurarse luego de que tales prácticas son tolerables para la mentalidad del mundo en que se mueven?

¿En el siglo IV, en el XIII o en el XVI era acaso normal que unos cristianos anduvieran descalzos, vestidos de saco y con una cuerda a la cintura? Nadie iba así… ¿Y los que así obraban -monjes antiguos, franciscanos, carmelitas descalzos- eran en aquellos tiempos fuerzas retrógradas o progresivas? ¿Vivían plenamente en su siglo, siendo en buena parte sus protagonistas, o eran más bien elementos anacrónicos, imitadores repetitivos del Bautista, del profeta Elías o de algún otro personaje aún más antiguo?…

No se trata de preguntas meramente retóricas, ni tampoco nos desvían de nuestro tema. Responder bien a estas cuestiones tiene gran importancia para la valoración de la historia del pudor cristiano, considerado éste tanto en religiosos como en laicos.

Cuando Santa Teresa de Jesús, por ejemplo, pone tanto interés en que sus monjas velen sus rostros y no los manifiesten sino a los familiares, ¿se sujeta a alguna costumbre de su época, es una mujer de su tiempo, el siglo XVI, o se sitúa más bien al margen de su siglo y del brillante y paganizante espíritu renacentista? ¿Da ella con eso unas normas de vida religiosa válidas únicamente para su tiempo? ¿Muestra quizá al establecer en sus Constituciones esas normas un sentido del pudor morboso, propio de una mujer desequilibrada, excesivamente medrosa? Convendrá recordar que estamos hablando de Teresa Sánchez de Cepeda, o como ella prefería llamarse, con el apellido materno, Teresa de Ahumada…

Dispone ella, efectivamente, en las Constituciones para sus monjas: «Han de tener cortado el cabello, por no gastar tiempo en peinarle. Jamás ha de haber espejo, ni cosa curiosa, sino todo descuido de sí. A nadie se vea sin velo, si no fuere padre o madre, hermano o hermana», salvo en caso prudente, y entonces «no para recreación, y siempre con una tercera» (14-15). Al padre Jerónimo Gracián, primer provincial de los Descalzos, que en 1581 iba a revisar en el Capítulo de los carmelitas ésta y otras normas de las Constituciones teresianas, le escribe: «ponga vuestra paternidad lo del velo en todas partes, por caridad. Diga que las mismas descalzas lo han pedido» (Carta 23-II-1581). Puede, es cierto, convenir a veces dar licencia de excepción al velo, «mas yo he miedo no la dé el provincial con facilidad» (Carta 19-II-1981).

Según eso, ¿piensa Santa Teresa que una mujer peca si se mira en el espejo o si muestra su rostro a otras personas? El que hace una pregunta tan tonta ¿conoce a Santa Teresa? ¿Aprecia su audacia, su realismo, su libertad del mundo, su experiencia de la vida y de las mujeres, empezando por su propia experiencia de jovencita vanidosa (Vida 2)?

Sencillamente, Santa Teresa quiere para sus religiosas contemplativas unas normas de pudor extremadamente exigentes, 1º-para fomentar en ellas el recogimiento contemplativo, evitándoles lo más posible todo peligro de vanidad o impudor; 2º-para dar un ejemplo muy fuerte de modestia a las mujeres seglares, animándoles a ser modestas, según su modo secular propio; 3º-para expiar penitencialmente por los muchos pecados de impudor y de vanidad que se cometen, sobre todo en el mundo; y 4º-para obtener la conversión de los pecadores. ¿Puede ponerse a todo esto alguna objeción fundamentada? 

Por supuesto que otros institutos religiosos tendrán carismas fundacionales diversos. Dios los bendiga. Hay en la santa Iglesia, gracias a Dios, muchas y muy diversas vocaciones: por tanto,  «ande cada uno según el don y la vocación que el Señor le dió» (1Cor 7,17; +7, 20.24).

En todo caso, al que está afectado de cronolatría -que es, en algún sentido, una enfermedad mental- ninguna de las razones aducidas puede convencerle. Él guarda fidelidad a su propio error y sigue adicto a su norma: «hoy es necesario… hoy no es posible que…» Siendo como es un hombre mundano, un «hijo de su siglo», todavía «vive como niño, sujeto a servidumbre bajo los elementos del mundo» (Gál 4,3), y considera respetuosamente la ortodoxia social vigente de su tiempo como un dogma, que procura preservar piadosamente de toda herejía.

Por el contrario, solamente el hombre cristiano, que vive en Cristo, nuevo Adán, Señor de la historia, a quien le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18), solo él está libre del mundo, solamente él es libre de su siglo. Y consiguientemente, solo él, por obra del Espíritu Santo, puede renovar la faz de la tierra. Puede y debe hacerlo, porque es misión suya, ya que está viviendo en Jesucristo, Señor y renovador de los tiempos:

«Cristo ayer y hoy / Principio y fin / alfa y omega / suyo es el tiempo / y la eternidad / a Él la gloria y el poder / por los siglos de los siglos» (Cirio en Vigilia Pascual).

  1. Descristianización e impudor

Apostasía e impudor

La apostasía y el impudor han crecido en los últimos tiempos simultáneamente, de modo especial, en los pueblos más ricos de Occidente. La disminución o la pérdida del pudor no es, pues, en modo alguno, un fenómeno aislado y en cierto modo insignificante. La pérdida del sentido del pudor ha de diagnosticarse según la misma visión de San Pablo, ya recordada:

Los hombres paganos, alardeando de sabios se hacen necios, y dan culto a la criatura en lugar de dar culto al Creador, que es bendito por los siglos. Por eso Dios los entrega a los deseos de su corazón, y vienen a dar entonces en todo género de impureza, impudor y fornicación, hasta el punto de que, perdiendo toda vergüenza, se glorían de sus mayores miserias (+Rm 1,18-32).

Apostasía e impudor -con muchos otros males intelectuales y morales- han crecido de forma simultánea. En los mismos tiempos y en las mismas regiones del mundo cristiano, se ha desarrollado la avidez desordenada de gozar de esta vida, el rechazo de la Cruz y de la vida sobria y penitente, la aceptación de las ideologías y de las costumbres mundanas, el alejamiento de la eucaristía dominical y del sacramento de la reconciliación, la escasez o la ausencia de las vocaciones y de los hijos, la debilitación o la pérdida de la fe, así como una erotización morbosa de la sociedad, que los mismos sociólogos señalan. El impudor generalizado, no es, pues, sino uno más entre los fenómenos sociales de la descristianización. Y como tal debe ser entendido y tratado.

En todo caso, junto a esos condicionamientos generales, podemos señalar ciertas falsificaciones concretas del cristianismo que más directamente conducen al impudor, y que lo explican mejor en nuestro tiempo.

Pelagianismo

Los cristianos pelagianos no quieren ver al hombre como un ser espiritualmente enfermo, herido por un pecado original, inclinado fuertemente al mal por la concupiscencia, y que, por tanto, requiere un régimen de vida sumamente estricto, concretamente en su relación con el cuerpo y con el mundo. No. Ésas son, según ellos, visiones antiguas, oscuras, pesimistas, que devalúan la naturaleza humana, y que felizmente están superadas por el cristianismo actual, más positivo y optimista; y en definitiva, más verdadero.

Pues bien, el pelagianismo es una herejía perenne -al menos como tentación intelectual y práctica-, y hoy tiene innumerables seguidores en las Iglesias locales descristianizadas. Es una de las malas raíces que produce el impudor.

Naturalismo

En sintonía con esa visión pelagiana, y rechazando la tradición católica, se va formulando en los últimos decenios un cristianismo naturalista, en el que, negando o silenciando el pecado original, se estima posible para la humanidad una vida sana y feliz. No es, pues, necesaria la gracia, pues basta con la naturaleza. No es necesaria la Sangre de Cristo; basta con su ejemplo. Esta multiforme falsificación del cristianismo surge sobre todo en los países más cultos y ricos, hoy, en general, los más profundamente descristianizados. 

Consideremos un ejemplo situado en la Suecia de 1957. Son los años optimistas de la gran recuperación de Europa, después de la catástrofe de la II Guerra Mundial. Henri Engelmann y Gaston Philipson publican el libro Scandinavie, en el que describen, con la ayuda de magníficas fotografías en blanco y negro, el encanto fascinante de un cristianismo-pagano, con acento escandinavo, en el que, concretamente, el sentido del pudor desaparece ante una naturalidad corporal recuperada. Escriben ellos:

«En sus Enfances diplomatiques, Wladimir d’Omersson refiere que en la época en que su padre estaba destinado en Copenhague, la joven institutriz que acompañaba en verano a los niños en las playas del Báltico tenía la costumbre de echarse a las olas sin ningún velo. A una tímida observación que le hizo la Sra. d’Omersson, esta jovencita, de una virtud probada y que se disponía a entrar en las Ordenes, había dado un grito de pudor ofendido: “pero señora, yo no tengo nada que ocultar”…

«Como hemos dicho, desde que sale el sol, cada fuente de Oslo, Copenhague o Estocolmo florece de niños desnudos que se mojan y salpican. En los adultos, el régimen de las playas no difiere apenas del nuestro… Es más bien al interior del hogar donde, al azar de nuestros encuentros estivales, hemos constatado ese mismo aparente impudor, no exclusivo ahora de los niños más pequeños. En un acogedor pueblo de Jutlandia, en el que vivía un pastor amigo nuestro, las dos niñas del patriarca -de siete y ocho años- no llevaban en pleno verano otro vestido que el lazo de sus cabellos. Y sucedía a veces que otras personas adultas daban testimonio de esta misma… simplicidad, quizá menos inocente» (96).

Negar «la vergüenza de la desnudez» (Apoc 3,18) procede de la apostasía o conduce a ella. Negar la vergüenza de la desnudez y afirmar su licitud viene a decir, en un lenguaje implícito sumamente elocuente, que el pecado original es un cuento.

Pero «si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros mismos, y la verdad no estaría en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él [Jesús] para perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad. En cambio, si decimos que no hemos pecado, le hacemos pasar [a Cristo] por mentiroso y su palabra no está en nosotros» (1Jn 1,8-10).

Hedonismo

En todo el siglo XX, pero especialmente en su segunda mitad, en los años que siguen a la II Guerra Mundial, se aviva mucho en Occidente, como reacción a los sufrimientos pasados y con el estímulo del rápido enriquecimiento económico, la avidez de gozar de este mundo presente. Y este impulso coincide, también en muchos ambientes cristianos, con el optimismo pelagiano y el naturalismo, que ignorando el pecado original y la necesidad del recogimiento y del pudor, falsifican la vida cristiana, y pretendiendo llevarla a la alegría, la llevan a la tristeza del pecado.

La vida cristiana verdadera, libre de las miserias del pecado y del mundo, ya desde el bautismo participa de Cristo, sacerdote y víctima, y por eso tiene siempre un sentido penitencial profundo, el único que guarda al hombre en la paz y la alegría. Los cristianos debemos ser conscientes de que hemos sido enviados al mundo «como corderos en medio de lobos» (Mt 10,16); más aún,  como corderos gloriosamente destinados a ser ofrecidos en sacrificio con «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29).

Y así como Cristo en este mundo «pasó haciendo el bien» (Hch 10,38), así también los cristianos estamos en este mundo no tanto para pasarlo bien, sino para pasar por él haciendo el bien. No tenemos, pues, como ideal supremo gozar lo más posible del mundo presente, sino que, muy distintos de aquellos que «no sirven a Cristo, nuestro Señor, sino a su vientre» (Rm 16,18), estamos «crucificados con el mundo» visible (+Gál 6,14), que atravesamos caminando como «forasteros y peregrinos» (1Pe 2,11), y en él vivimos con la esperanza gloriosa de los bienes celestiales, «pensando en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Col 3,2).

Por eso, es normal que la sobriedad en todo, la modestia y el pudor, caractericen siempre el estilo de la vida cristiana. Como también es normal que el impudor y  la avidez desordenada de todos los goces temporales, lícitos o no, caractericen a quienes «tienen el corazón puesto en las cosas de la tierra» (Flp 3,19). 

Con todo, a propósito de hedonismos, debe quedar muy claro que el cristiano es en este mundo mucho más feliz que el pagano. A más Cruz, más Resurrección. Si el hombre «pierde la vida» por el Reino, la gana. Si entrega algo por Dios, recibe «ciento por uno». La vida evangélica, en efecto, evita caer en muchas miserias -injusticias, enfermedades, odios, disputas, ruinas y separaciones- más o menos inevitables en una vida de pecado. Pero el Evangelio, además, haciendo participar a los cristianos en los mismos bienes de la vida del mundo -trabajo, salud y belleza, arte y cultura, amistad y acción fecunda-, hace que experimenten todo lo mundano con una alegría nueva, inefable, la alegría que procede de vivir todos esos bienes con Dios, como procedentes de Dios,  como medios que conducen a Dios, es decir, como verdaderos dones que manifiestan y comunican el amor de Dios.  

Modernismo progresista

El progresismo cristiano actual, consciente de haberse liberado de muchos lastres multiseculares de la tradición católica -plagada de ignorancias, errores y falsificaciones-, está convencido de que ha llegado a descubrir el verdadero cristianismo.

Por eso, aunque en la cuestión del pudor logremos demostrar a los progresistas que la tradición católica ha afirmado siempre el pudor en formas frontalmente contrarias a las que ellos propugnan, nada conseguiremos con ello, pues, fieles a su convicción progresista, no vacilarán en concluir que, si ésa es la verdad histórica, lo único que demuestra es que, una vez más, el cristianismo tradicional estaba tradicionalmente equivocado en estos temas. Con lo cual nuestros argumentos solo conseguirán confirmarles en su error.

En efecto, el católico progresista entiende como «una conquista irrenunciable» la vuelta del pueblo cristiano al impudor nudista del paganismo. Echa a un lado despectivamente aquella tradición cristiana del pudor, que hemos visto desarrollarse en la historia siempre fiel a sí misma, y no vacila en pensar que todos aquellos antiguos cristianos -muchos de ellos grandes santos- estaban equivocados.

Sencillamente, el progresista estima que los antiguos partían de una visión errónea del cuerpo y del pudor, de una antropología pesimista, heredada de los Santos Padres, que en estas cuestiones adolecían de un dualismo platónico patente, despreciador del cuerpo. O imagina alguna otra explicación erudita semejante.

Se ve que los Padres antiguos, tan asombrosamente libres frente al mundo antiguo pagano, tanto en su pensamiento como en sus orientaciones morales, cayeron como tontos en el agujero del error platónico, sin que el Espíritu Santo hiciera nada por evitarlo.

Según esto, la historia del pudor cristiano vendría, pues, a ser la historia de un gran error de la Iglesia, del que ésta sólo ha podido librarse en la segunda mitad del siglo XX, cuando los cristianos progresistas, felizmente, se abrieron mucho más al influjo del mundo pagano. Pobres insensatos. 

Efectos providenciales del impudor

Es indudable, sin embargo, que ciertos errores o excesos del antiguo pudor cristiano se ven purificados con ocasión del impudor moderno. Por eso, en medio de tantos errores y perversiones actuales acerca del pudor, reconocemos, agradecidos al Espíritu de la verdad, que el impudor moderno ha ocasionado una purificación de aquellas ideas y prácticas acerca del pudor, que eran erróneas en algunos ambientes cristianos.

En términos generales, por ejemplo, ha de considerarse como un progreso en la historia de la espiritualidad cristiana, no como una decadencia o relajamiento, que un cristiano, sin problemas de conciencia, pueda ducharse diariamente, pueda ocasionalmente llevar en su coche a una señora casada, los dos solos, pueda dar a sus hijos una educación clara en lo referente a la sexualidad, o realice cosas semejantes, que en otros tiempos y lugares quizá no fueran moralmente viables.

Pero en esta «ayuda» del mundo a la espiritualidad cristiana es preciso distinguir bien. «Todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida» -y ése es el espíritu del impudor- «no viene del Padre, sino que procede del mundo» (1Jn 2,16). Lo que propiamente causa el mundo en muchos cristianos es, lógicamente, el impudor, la fornicación y el pecado en tantas formas y modalidades.

Por el contrario, es el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, el que, sirviéndose en parte del fuego impuro del mundo, y también y más de otros muchos medios positivos, purifica hoy el sentido del pudor en aquellos cristianos que viven bajo su influjo. Él es el único que «renueva la faz de la tierra». Fuera de Él todo es indeciblemente viejo, y solo es un regreso a vetustas antigüedades paganas, ya viejas en su época.

En esto, pues, como en tantas otras cuestiones, el mundo no creyente, incluso el más hostil a la Iglesia, es siempre ocasión de un perfeccionamiento cristiano, del que siempre es el Espíritu Santo la única causa. Él es, procediendo del Padre y del Hijo, «el Espíritu de verdad, que nos guía hacia la verdad completa» (+Jn 16,13).

Por lo demás, esto es algo que siempre se nos ha enseñado a los creyentes: que «todas las cosas cooperan al bien de los que aman a Dios » (Rom 8,28). «Etiam peccata», añade San Agustín: también los pecados.          

Y también el impudor actual.

  1. La predicación del pudor

El Apóstol, contra la lujuria, predica la castidad

Corinto, ciudad griega próxima a Atenas, se abría al mar por dos puertos, uno al Egeo y otro al Adriático. La ciudad estaba dominada por el acrocorinto, una gran roca escarpada sobre la que se alzaba la acrópolis, y en ella el espléndido templo de Afrodita, diosa del amor -la Venus romana-, templo servido por prostitutas sagradas. Poblada la ciudad por gentes de diversas nacionalidades, era un centro de cultura y de comercio, de riqueza y de vicios, célebre entre las ciudades griegas por la degradación moral de sus costumbres.

En este ambiente moral corrompido habían nacido los cristianos corintios, recién conversos, y por lo que dice San Pablo, el fundador de aquella Iglesia local, todavía perduraban entre ellos con demasiada frecuencia los viejos vicios: «es ya público que reina entre vosotros la fornicación» (1Cor 5,1).

El Apóstol, por supuesto, no aprecia la impudicia de los corintios como un valor, ni la considera tampoco como un dato social inevitable. Por el contrario, con todo amor, firmeza y esperanza, ilumina aquella situación moral tenebrosa del único modo posible: con la luz de la Palabra divina. ¿Cómo podrán ser iluminadas las tinieblas si no se les da la luz? ¿Hay acaso algún otro medio?

San Pablo, en su primera carta a los Corintios, les llama con insistencia a la castidad, queriendo apartarlos de la fornicación generalizada y del impudor que necesariamente lleva ésta consigo. Y para ello emplea varios argumentos de gran fuerza. Les dice:

-Renováos en Cristo, el hombre nuevo. «Despojáos de la vieja levadura, para ser una masa nueva… Celebremos nuestra Pascua no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura de la pureza y la verdad» (1Cor 6,7-8).

-Sois miembros de Cristo. «El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo… ¿No sabéis acaso que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? De ninguna manera… El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él. Huid de la fornicación» (6.15-18).

-Sois templos del Espíritu Santo. «¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, y que habéis recibido de Dios?. No os pertenecéis, pues habéis sido comprados ¡y a qué precio! Glorificad, pues, a Dios en vuestros cuerpos» (6,19-20).

-Temed el castigo divino contra la lujuria. «No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas… poseerán el reino de Dios. Y algunos de vosotros esto érais. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios» (6,9-11). «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno profana el templo de Dios, Dios le destruirá. Porque el templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros» (3,16-17).

Pues bien, hoy son muchas las Iglesias particulares de Occidente que viven en Corinto. Y en esas Iglesias son muchísimos los cristianos corintios que, con sus conciudadanos paganos, dan también culto a Venus y a las riquezas, aunque sea en una forma más atenuada. 

Pero a diferencia de los corintios de San Pablo, estos cristianos corintios de hoy, apenas tienen conciencia muchas veces de su pecado, con el que quizá desde niños están ya connaturalizados. Y por eso permanecen en él, porque casi nunca les llega sobre este tema la luz de la Palabra divina, la única que podría sacarles de sus tinieblas miserables.

¿Y cómo apreciarán el valor del pudor y de la castidad si apenas lo conocen? ¿Y cómo lo conocerán y lo vivirán si no se les predica?… «El justo vive de la fe… Y la fe es por la predicación» (+Rm 1,17; 10,14-17).

¿Por qué hoy apenas se predica el pudor y la castidad?

Se diría que cuanto más abunda en una Iglesia un mal concreto, con más insistencia ha de ofrecerse allí la medicina adecuada, que en estos casos, como en todos, es la Palabra divina. ¿Cómo es posible, entonces, que estando tantas veces hoy el pueblo cristiano enfermo de lujuria casi nunca se le predique la castidad y el pudor?

La pregunta, en cierto modo, no está bien planteada. Es al revés. La falta de predicación del Evangelio de la castidad es la causa mayor de la abundancia de la lujuria y del impudor en el pueblo cristiano y en el mundo pagano. El apagamiento de la luz evangélica del pudor y de la castidad es la causa principal de que las tinieblas de la lujuria se hayan difundido tanto en los últimos cincuenta años, apoderándose de modas y costumbres, del cine y de la televisión, de internet, de la prensa y de los espectáculos, de las costumbres de jóvenes, novios y casados, de la publicidad comercial y de todo. Cuando un lugar se queda a oscuras, atribuímos esa oscuridad total o parcial a que total o parcialmente se ha apagado la luz. ¿No es ésa la causa principal de la oscuridad?

Pero volvamos a la pregunta inicial: ¿por qué hoy apenas se predica la verdad católica sobre el pudor y la castidad? Yo creo que las razones principales son las que siguen.

Porque se estima que es o era una doctrina falsa

Está claro: no se predica aquello en lo que no se cree. No sería honrado. En ciertas Iglesias locales, en efecto, son muchos los pastores y predicadores que silencian la doctrina católica sobre la castidad y el pudor porque se avergüenzan de ella, porque creen que es o era errónea. Estiman que es en nuestro tiempo cuando hemos dado con la verdad en estos temas, mientras que nuestros hermanos cristianos antepasados -Clemente, Cipriano, Atanasio, Francisco, Pablo de la Cruz, Antonio María Claret, etc.-, no tan antiguos o incluso actuales -Tanquerey, Royo Marín, Juan Pablo II, etc.- estaban o están afectados por una visión morbosa del cuerpo, y en general de todo lo humano, mundano y terreno.

Los que así piensan andan errados.           

Por temor a la cruz

No se predica la castidad y el pudor porque se teme que tal predicación traiga persecución y cruz. En este supuesto, el predicador -crea o no crea en la verdad del pudor cristiano-, calla sobre el tema porque tiene miedo a la cruz que pueda sobrevenir a causa de su predicación.

La predicación del Evangelio del pudor hoy, estando el impudor tan arraigado en el mundo y en buena parte del pueblo cristiano, no puede hacerse sin que traiga, sin duda, no pequeñas cruces. Estas cruces caerán en primer lugar sobre el predicador; pero también, y grandes, sobre los cristianos que quieran vivir ese Evangelio fielmente. Si los cristianos reciben ese Evangelio tendrán muchas veces que entrar en confrontación con las costumbres del mundo, o habrán de marginarse de ellas en mayor o menor medida. Y todo esto puede ser a veces sumamente penoso.

Por miedo a desprestigiar a la Iglesia

La razón que acabamos de señalar, el miedo a la cruz, puede tener una versión menos tosca, pero en cierto modo aún peor. Se silencia el Evangelio del pudor, aun en el supuesto de que se crea en él, para evitar que por su causa la Iglesia sea más despreciada o perseguida por el mundo de nuestro tiempo: «no ocasionemos la aversión a la Iglesia por una causa moral que, después de todo, tiene una importancia secundaria».

Hoy son muchos los que, avergonzándose abiertamente de las enseñanzas bíblicas y tradicionales acerca del pudor -tan humildes, tan realistas, tan verdaderas-, no solamente las silencian, sino que con un celo propio de conversos, se empeñan incluso en combatirlas y hacerlas olvidar, con la «sana» intención de liberar a la Iglesia de un pasado doctrinal tan lamentable, que la desprestigia y que colabora a hacerla  increíble al hombre actual.

El planteamiento será quizá bienintencionado, pero es falso. Si Juan Bautista, si Jesucristo, si Esteban, si los Apóstoles hubieran seguido esa lógica funesta -ante todo y sobre todo, evitar a la Iglesia la persecución del mundo-, ni siquiera hubiera llegado a nacer la Iglesia.

En efecto, si se hubiera aplicado la lógica de esos pensamientos, no habría sido plantado en el mundo el árbol de la Cruz, y ciertamente no habría sido regado con la sangre de Cristo y de todos sus discípulos mártires, ni hubiera dado frutos maravillosos de salvación para todos los pueblos. Avergonzarse de la cruz de Cristo es algo diabólico. Es lo que probablemente motivó la traición de Judas.

También Simón Pedro se avergüenza en un principio de la cruz del Maestro, pero se arrepiente luego. La primera vez que Jesús anuncia a los discípulos que va a «ser reprobado» por todos y que incluso va a ser «entregado a la muerte», «Pedro, asiéndole, comenzó a increparle: “¡no quiera Dios, Señor, que esto suceda!”. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: “¡apártate de mí vista, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres». Y seguidamente «dijo Jesús a sus discípulos: el que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la salvará» (Mt 16,21-25; +Mc 8,31-35; Lc 9,22-24; Jn 12,24-25).

Por otras varias razones falsas

Otros razonamientos y cálculos, relacionados con los ya señalados, y también falsos, explican igualmente el silenciamiento del Evangelio del pudor.

-«Estando los hombres tan alejados del Evangelio, prediquémosles las virtudes fundamentales, las más urgentes, y no estas otras, como el pudor, que son mucho menos importantes».

Es cierto que la predicación de las grandes verdades de la fe -la Trinidad, Cristo, el Cuerpo místico, la inhabitación del Espíritu Santo, el bautismo, la esperanza de la vida eterna, etc.-, han de llevar la primacía en la evangelización. Sin ella, las consecuencias morales, entre ellas el pudor, no son inteligibles ni viables. Pero estas consecuencias morales deben ser predicadas también, como lo hace el Apóstol.

Su carta a los Romanos puede servirnos de ejemplo en esto: él denuncia breve y contundentemente el mal del mundo, también y con insistencia la lujuria (1-2), y pasa a anunciar ampliamente la salvación por la gracia de Cristo (3-16).

Es cierto, sí, que, entre todas las virtudes morales, la virtud de la templanza, a la que pertenecen la castidad y el pudor, es la menos alta: es el primer peldaño en la escala de la perfección espiritual. Pero si los fieles cristianos, careciendo de la necesaria ayuda de la Palabra divina, no son capaces de superar ese primer peldaño, se ven impedidos ya desde el principio para ir más arriba en su ascensión espiritual.

Por eso mismo, pues, porque pudor y castidad están entre las virtudes más elementales, por eso es preciso predicarlas con fuerza a los cristianos, sobre todo a los principiantes, que son todavía carnales (1Cor 3,1-3). Y así lo hacía el Apóstol. Solamente así superarán con la gracia de Dios el culto al cuerpo, y quedarán abiertos y dispuestos a gracias mucho más altas.

Sin salir de Egipto, no hay modo de entrar en el desierto, y menos de llegar a la Tierra prometida. Egipto es el mundo, y «todo lo que hay en el mundo», codicia de los ojos, arrogancia orgullosa, avidez de dinero, eso no viene de Dios, sino del mundo (+1Jn 2,16). Pues bien, el impudor es ante Dios atrevimiento morboso de la carne y de los ojos, y sin matarlo, no es posible ir adelante hacia la plena unión de amor con Él.

-«Guardemos hoy silencio sobre el pudor y la castidad, pues demasiado se habló ayer de esas virtudes».

También va errado este argumento. Mal remedio ante el exceso es la carencia. Si malo es predicar con exceso acerca del pudor, peor todavía es no predicarlo a los hombres, ya que sin esa luz no pueden librarse de las tinieblas de la fornicación.

Por otra parte, no hay que conceder tan fácilmente que en la historia de la Iglesia la predicación tradicional sobre la castidad -la de San Pablo, la de los Padres, la de los predicadores modernos- fue excesiva. Lo habrá sido en ciertas personas o épocas muy determinadas, y tal exceso se habrá dado como en tantos otros temas. Pero ni esto desautoriza en su conjunto la predicación tradicional cristiana sobre la castidad y el pudor, ni menos aún justifica hoy el silenciamiento de esos valores evangélicos.

En todo caso, más fácil es admitir que en los últimos siglos la castidad y el pudor con relativa frecuencia se han predicado mal -con poca luz de fe y a veces con motivaciones precarias- que en exceso. Pues bien, el remedio está en predicar bien esos valores evangélicos, y no en silenciarlos.

-«Quienes hoy incurren en impudor, como ignoran el pudor, no tienen culpa. No es, por tanto, tan urgente predicarles el pudor». Respondo por dos vías.

-En primer lugar: la verdad del pudor puede ser conocida no solo por la revelación sobrenatural, sino por la misma luz natural de la conciencia humana. Y además, al menos en Occidente -no digo en una tribu salvaje- la luz cristiana del pudor, aunque muy atenuada, luce normalmente lo suficiente como para que a ella puedan acercarse los que quieren vivir en la luz de la verdad, es decir, aquellas personas que se relacionan con Dios por la oración, que están atentas a la Revelación divina, que se dejan enseñar por el ejemplo de los santos, y en fin, que no buscan hacer la voluntad propia sino la de Dios.

No olvidemos aquella enseñanza de Jesús: «todo el que obra el mal, odia la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no se vean denunciadas. Pero el que obra la verdad, viene a la luz, para que se manifieste que sus obras están hechas en Dios» (Jn 3,20-21).

Al menos entre los cristianos, por mucho que vivan en Corinto, no es tan fácil exonerar de toda culpa el impudor, tan claramente opuesto a la Voluntad divina, y causa tan patente de otros pecados de pensamiento o de obra, palabra o deseo.

-Pero en segundo lugar, téngase en cuenta que el Maligno, en el asunto del pudor o en cualquier otro, no se apodera plenamente del hombre hasta que domina por el error su entendimiento. El Enemigo es el Padre de la Mentira (Jn 8,44), y no domina del todo sobre el hombre cuando se apodera solo de su voluntad o de sus pasiones, sino únicamente cuando se posesiona también de su entendimiento, haciéndole ver lo malo como bueno y lo bueno como malo. Entonces es cuando la persona queda plenamente sujeta al influjo del Maligno.

Por el contrario, mientras la mente guarda el conocimiento de la verdad moral, siempre es posible la conversión. La perdición total de la persona se produce cuando no solo su voluntad está adherida al mal, sino cuando su entendimiento es adicto a la mentira. En este sentido, cuando los cristianos aceptan el impudor no sólamente con su voluntad, sino incluso con su juicio moral, pues aceptan el criterio mundano, pueden tener en su responsabilidad, según los casos, un atenuante, pero también un agravante.

El Partido comunista del siglo pasado, en muchos países, piensa sinceramente que colabora al bien común de la humanidad eliminando de ella millones y millones de seres humanos que estiman nocivos. El jefe de una tribu, reuniendo para sí una o dos docenas de mujeres, puede pensar que lo que hace viene exigido por su dignidad real. Un cristiano, de modo semejante, puede pensar que el impudor nada tiene de malo, y que la desnudez es conforme a la voluntad de Dios, Creador y Salvador de los hombres.

Pues bien, comunistas, polígamos o cristianos impúdicos, todos ellos han de ser salvados urgentemente de sus errores y pecados, en primer lugar, ante todo y sobre todo, por la predicación de la verdad evangélica.

Por eso Cristo manda a «predicar el Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15), y pide al Padre «santifícalos en la verdad» (Jn 17,17). Porque sabe bien que solamente «la verdad nos hace libres» del error, del Maligno y del pecado (8,32). Eso hace exclamar al Apóstol: «¡ay de mí si no evangelizara!» (1Cor 9,16). Y ay de nosotros si silenciáramos el Evangelio del pudor.

-«Dejémosles en su ignorancia del pudor, y no les creemos problemas de conciencia»

Es curioso. No se piensa así cuando se trata de la injusticia social y de otras muchas miserias morales. Se desea entonces sacar de ellas cuanto antes a los hombres, y en primer lugar por la evangelización, es decir, por la iluminación de sus mentes y conciencias, haciéndoles conocer que lo que están haciendo u omitiendo es un crimen. ¿Por qué, en cambio, en lo referente al pudor y a la castidad se ha de dejar a los paganos, e incluso a los mismos cristianos, en la ignorancia?

Parece olvidarse que en todo pecado hay un componente decisivo de error, de engaño, de mentira. En este sentido dice Santo Tomás: error habet rationem peccati (De malo q.3, 7c). Sin un error previo del entendimiento, que, presionado por el mal deseo, acepta ver lo malo como bueno, es psicológicamente imposible el pecado, el acto culpable de la voluntad. No es posible que el hombre peque, no es posible que su voluntad se lance a la posesión indebida de un objeto o persevere culpablemente en esa posesión, si su entendimiento no le presenta esto como un bien. 

Por otra parte -y  por cierto, la más importante- en todo pecado hay un engaño del Padre de la Mentira (Jn 8,43-47). Engaño del Maligno fue el primer pecado de los hombres (Gén 3), y ésa misma sigue siendo la causa principal de todo pecado. Luz, hace falta luz, luz clara de verdad para salir del pecado.

Pecados materiales y pecados formales

La objeción anterior, aconsejando «dejar a las personas en la ignorancia, para no gravar sus conciencias», ha de considerarse también a la luz de una distinción clásica que siempre ha hecho la moral católica, usando una u otra terminología. En efecto, la moral cristiana siempre ha distinguido entre pecados formales, que proceden de conocimiento y consentimiento plenos, y pecados solamente materiales, en los que se peca sin conocimiento o libertad suficientes. Pero siempre ha enseñado también dos cosas:

1ª, que los pecados materiales, con frecuencia,  proceden de pecados formales y a ellos suelen conducir; y

2ª, que los pecados materiales, por muy irresponsables que sean, causan terribles daños reales. A los cien millones de asesinados por el comunismo en el siglo XX les da lo mismo que el pecado de los comunistas fuera material o formal: de uno u otro modo, ellos están muertos a causa del comunismo. A los que se mueren de hambre les da también más o menos lo mismo que los responsables de su muerte hayan cometido pecados formales o solamente materiales. Igualmente, en una u otra alternativa, la poligamia degrada y envilece a las mujeres que la padecen, y a los hombres que la practican.

Pues bien, también el impudor, sea o no pecado formal, causa de hecho gravísimos males en el impúdico y en la sociedad: vanidad, dureza de corazón, egoísmo, embarazos de adolescentes, relaciones prematrimoniales, masturbaciones, adulterios, divorcios, malos deseos, dificultad apenas superable para la oración, disgusto de Dios y de las cosas de Dios, alejamiento de los sacramentos, mentiras, escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas, etc. Sencillamente, cualquier mal que se haga crónico en la persona causa en ella grandes otros males.

El Evangelio del pudor

Sí, es preciso predicar el Evangelio de la castidad y del pudor, y educar en este espíritu a todos los fieles (+Catecismo 2524). De este modo, como en los primeros siglos de la Iglesia, la belleza martirial del pudor y de la castidad será hoy para el mundo uno de los testimonios más eficaces en favor de Cristo, el Adán nuevo, el formador poderoso de una nueva humanidad.

Sí, hoy gran parte del pueblo cristiano ha de vivir en Babilonia, la ciudad mundana llena de pecado, tal como la contempla San Juan:

«la Gran Prostituta, que está sentada al borde del océano. Los reyes de la tierra han fornicado con ella y los habitantes del mundo se han emborrachado con el vino de su fornicación… La mujer va vestida de púrpura y escarlata, y enjoyada con oro, pedrería y perlas. Tiene en la mano una copa de oro llena hasta el borde de las abominaciones y de las inmundicias de su fornicación. Y en la frente lleva escrito un nombre misterioso: “la gran Babilonia, madre de las rameras y de las fornicaciones de la tierra”. Y vi que la mujer estaba borracha de la sangre de los mártires de Jesús» (Apoc 17,1-6).

Sí, hoy gran parte del pueblo cristiano vive habitualmente en Babilonia, o si se prefiere en Corinto, ciudad presidida por el magnífico templo dedicado a Venus. Y por eso mismo, para que el pueblo fiel no se pierda, ha de ser iluminado y fortalecido constantemente por la Palabra divina, la única que transmite al Espíritu Santo, que es a un tiempo luz de conocimiento verdadero y fuego de vida y de libertad:

«Habéis de ser irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta generación extraviada y perversa, dentro de la cual vosotros aparecéis como antorchas en el mundo, llevando en alto la Palabra de vida» (Flp 2,15-16).

  1. ¿Qué he de hacer, Señor?

Arrepentíos y creed en el Evangelio

La Palabra divina, cuando es recibida sinceramente, suscita en el hombre una voluntad incondicional de vivir a su luz. Pero, a veces, esa Palabra no concreta del todo los modos y maneras para vivir así. Por eso, después de las llamadas del Bautista a la conversión, el pueblo le pregunta: «¿qué tenemos que hacer, entonces?» (Lc 3,10). O Saulo, recién converso, le dice a Jesús: «¿qué he de hacer, Señor?» (Hch 22,10).

En el tema que nos ocupa, lo primero que se ha de hacer, sin duda, es creer: creer en el Evangelio del pudor. Los judios, en una ocasión, le preguntan a Jesús: «¿qué haremos para realizar las obras de Dios?». Y el Señor les contesta que lo primero que tienen que hacer es creer: «la obra de Dios es que creáis en aquel que Él ha enviado» (Jn 6,28-29). Sí, lo primero de todo es creer. Por ahí comenzó la predicación del Bautista: «arrepentíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15).

Criterios operativos de discernimiento

En segundo lugar, a la luz nueva de esa fe en que se ha creído, hay que revisar en concreto los diversos aspectos de la vida personal, también, claro está, en lo referente al pudor.

Y aquí no es posible, por supuesto, desde fuera, dar fórmulas concretas que permitan lograr discernimientos precisos en cuestiones relativas al pudor, con frecuencia muy complejas, y en las que hay que tener en cuenta una gran variedad de circunstancias. Pero sí se pueden dar, y con toda seguridad, aquellos criterios bíblicos y tradicionales que, con la oración de súplica y la gracia de Dios, podrán llevar a cualquier cristiano de buena voluntad a discernimientos verdaderos, ciertamente fieles al Espíritu Santo.

A quienes pidan, pues, criterios prácticos de discernimiento en las diversas cuestiones del pudor -modas, palabras y gestos, vestidos y costumbres, playas y piscinas, espectáculos y publicaciones- conviene decirles:

-Enteráos de que sois miembros de Cristo y de que no debéis someter a Cristo a costumbres y lugares, gestos y modas, que de ninguna manera son dignos de Él. Sabed igualmente que sois templos de la santísima Trinidad, y así como dentro de una iglesia no se os ocurriría cometer ciertas ligerezas, disculpables en un ambiente más profano, vosotros, conscientes de vuestra dignidad de templos consagrados, debéis guardar vuestros cuerpos en un gran pudor, digno de Jesús, de María, de José y de todos los santos.

-Aceptad en la fe que la desnudez, y aquello que, ciñendo o descubriendo el cuerpo, se aproxima a ella, ofende a Dios, es contrario a su voluntad, es pecado; material o formal, pero pecado. Sería imposible aquí tratar de señalar qué gestos, modos y modas ofenden el pudor cristiano. Sería vano derivar el tema a una «cuestión de centímetros», ni existe un metro o peso que mida la impudicia de un lugar, de un espectáculo o de un escrito. De acuerdo. Pero reconoced la verdad de ese principio -«creed en el Evangelio»- y atenéos a él. Si no aceptárais esa verdad, si os avergonzárais de una tradición católica de veinte siglos, eso significaría que preferís los criterios del mundo. Y ciertamente entonces, con toda seguridad, erraréis en vuestros discernimientos.

-Enteráos también de que, siendo cristianos, estáis destinados a la cruz, y que si no tomáis la cruz en vuestra vida diaria, también en las cosas referentes al pudor, no podréis seguir a Cristo. No acabarías de conocer la verdad de la vida cristiana, si no llegárais a descubrir su íntima dimensión penitencial. A una vida penitente estamos llamados todos, no solo los religiosos, también los laicos. .

Y en este sentido, convencéos de que el pudor, tal como está el mundo, tal como está incluso la costumbre de muchas familias cristianas, no puede hoy vivirse perfectamente sin una cruz que a veces puede ser bastante pesada; otras no tanto. En otras palabras: el que hoy no sufre cruz alguna a causa del pudor es que en esa cuestión no sigue a Cristo. No os engañéis, pues, pensando que podéis eludir la cruz con buena conciencia. Trataréis quizá de justificaros para ello con muchas razones, pero serán todas falsas.

Decidíos, pues, a llevar la cruz del pudor, que, como toda cruz, es fuente de resurrección y de gozo. Recordad siempre que a más cruz, más resurrección. A más penitencia, más alegría. No falla.

-Acabad de enteráos de que no sois del mundo, pues tampoco Cristo es del mundo (Jn 15,19; 17,14.16), y que de ningún modo habéis de sentiros «obligados» a los usos mundanos, cuando éstos se muestren inconciliables con el Espíritu que procede del Padre y del Hijo. Por tanto, ni en asuntos de pudor ni en ninguna otra cuestión, por muy laicos y seglares (seculares) que seáis, «no os configuréis a este siglo, sino, por el contrario, transformáos por la renovación de vuestra mente [a la luz del Evangelio y de la tradición de los santos], de modo que podáis discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rm 12,2).

El concilio Vaticano II dice que los laicos cristianos han de «tener presente que en cualquier asunto temporal deben guiarse por la conciencia cristiana» (GS 8b), y no por la inclinación de la carne, ni tampoco por la costumbre del mundo.

-Leed vidas de santos, y eso os ayudará a modelar vuestras vidas con una gran libertad respecto al mundo y con una ilimitada docilidad al Espíritu Santo. No haréis en muchos asuntos «las mismas cosas concretas» que ellos hicieron, pero sí obraréis según «su mismo espíritu», es decir, según el Espíritu Santo.

-Siendo seglares, recordad en las cuestiones del pudor el ejemplo de vuestros hermanos religiosos. Ellos son gente que vive una «vida consagrada», sí, pero vosotros también estáis vivís una «vida consagrada» a la Trinidad divina desde el bautismo. Ellos pretenden alcanzar la santidad, pero vosotros también. Ellos ponen los medios adecuados para tan alto fin, pero vosotros también habéis de ponerlos: serán los vuestros «otros medios», pero han de estar igualmente ordenados a ese «mismo fin», la santidad. Por tanto, aplicando todo esto a las cuestiones concretas del pudor, sea vuestro pudor total, como el de los religiosos, y tome formas no iguales, pero sí homogéneas con las que ellos eligen para sí, contrastando con el mundo todo lo que en cada circunstancia sea preciso.

-Tened en cuenta que estáis enviados a evangelizar el mundo, y que no debéis pretender solamente «libraros del mal» mundano o «no escandalizar». Mucho más alto es el fin de vuestra vocación. Mucho más atrevido y libre ha de ser vuestro intento, partiendo siempre de la originialidad infinita del Espíritu Santo. Tenéis, pues, que ser dentro del mundo luz que ilumina situaciones tenebrosas, y sal que preserva a la masa de la corrupción (Mt 5,13-14).

-Recordad las enseñanzas de Cristo sobre el escándalo. Y no penséis que por el hecho de que a veces vuestras conductas sean menos indecentes que las de otros, siendo éstos mayoría, ya por eso son decentes. Pueden seguir siendo ocasión de escándalo, aunque sea menor, y por eso pueden seguir pesando sobre ellas las terribles palabras del Señor: «¡ay de aquel por quien viniere el escándalo!» (Mt 18,7).

Pues bien, si seguís el conjunto de estos criterios con fidelidad y valentía, ciertamente que en todas las cuestiones del pudor, por obra del Espíritu Santo, acertaréis con discernimientos verdaderos y santos. La Inmaculada, la Llena-de-gracia os ayudará.

Final

Ya terminamos. Y es momento de que os diga yo con el Apóstol: «ojalá soportéis un poco de locura por mi parte. De hecho, ya me soportáis. Es que estoy yo celoso de vosotros con el celo de Dios, porque os he unido al único Esposo, Cristo, y a él quiero presentaros como una casta virgen» (2Cor 11,1-2).

Todos, laicos, sacerdotes y religiosos, hacemos nuestra aquella oración litúrgica:

«Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre, y cumplir cuanto en él se significa» (III lunes Pascua).

Finalmente, a todos nos dice el Señor: «el que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apoc 2,29). «No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido dado… El que pueda entender, que entienda» (Mt 19,11-12).

Bibliografía citada

Allard, El martirio, Madrid, Fax 1943; Ph. Ariès – G. Duby, Historia de la vida privada, vol 4, El individuo en la Europa feudal, Madrid, Taurus 1991; G. Bardy, La conversión al cristianismo durante los primeros siglos, Desclée de Brouwer 1961; J. Carcopino, La vie quotidienne à Rome à l’apogée de l’empire, Hachette 1972; R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, Barcelona, Herder 1992; H. Dumaine, Bains, «Dictionnaire d’archéologie chrétienne et de liturgie», París 1925; H. Engelmann – G. Philipson, Scandinavie, París, Presses d’Ile de France 1957; J. M. Granero, Víctima. Vida de la Venerable María del Carmen González-Valerio y Sáenz de Heredia, Madrid 1984. J. M. Iraburu, El matrimonio en Cristo, Pamplona, Fund. GRATIS DATE 20002; De Cristo o del mundo, ib. 1997; Evangelio y utopía, ib. 1998; Juan Pablo II, El amor humano en el plan divino, Pamplona, Fund. GRATIS DATE 1999; E. Peterson, Teología del vestido, en Tratados teológicos, Madrid, Cristiandad 1966, 220-227; J. Rivera – J. M. Iraburu, anotación Hodiernismo, en Cuaderno de Espiritualidad 9, Burgos 1976, 45-48; Espiritualidad católica, Madrid 1982, 653-666; Síntesis de espiritualidad católica, Fundación GRATIS DATE, Pamplona 19995, 247-252; A. Royo Marín, Teología de la perfección cristiana, Madrid, BAC 114, 19947; A. Tanquerey, Compendio de Teología Ascética y Mística, París-Tournai-Roma, Desclée & Cía. 1930; Palabra, Madrid 19962; F. de Vizmanos, Las vírgenes cristianas, Madrid, BAC 45, 1949.

La azucena, corona del mundo

Un espejo que irradia calidez, alegría y pureza.

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús:

“Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube:

“Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”.

Cuando alzaron los ojos no vieron a nadie más que Jesús sólo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. (Mt.17,1-9).

Cuántas veces pensamos en ser realmente tan agradables para los demás, que al estar con nosotras alguien pueda decir, “¡qué bien estamos aquí!”.

En el relato bíblico la manifestación de la gloria de Dios a través del cuerpo humano de Jesús fue un anticipo de la Redención.

Los discípulos pudieron ver la maravillosa realidad de participar de la vida

sobrenatural de Jesús, el brillo de esta nueva vida se nos revela en la imagen de su rostro que resplandecía como el sol y en sus vestiduras que se iluminaron, se volvieron blancas de pureza.

Pedro, al encontrarse con la realización plena del hombre, divinizado; expresa con alegría: ¡Qué bien estamos aquí!

Cuantos hombres desearían ver hoy la nobleza y la dignidad encarnados en el hombre nuevo: la dignidad de ser en Cristo, hijos de Dios, la dignidad de ser miembros de su cuerpo.

En Lucas 9,30-31 se relata el mismo episodio. Agregando que “Moisés y Elías aparecieron revestidos de gloria” y que “Pedro y sus compañeros vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él”.

Es tan importante “ver”, porque cuerpo y alma son una unidad, si bien el cuerpo no es lo más importante de nuestra persona, sin embargo es nuestra primera presentación ante los demás. Entonces ¿Cuál es la razón más profunda del agradar?

Nuestro cuerpo, en cierto sentido representa una parte de Cristo, una parte de Dios por poseer el orden sobrenatural en mi. Si pensamos en el mundo del más allá, en el mundo sobrenatural, desearíamos que nuestro cuerpo irradie el misterio de hallarse profundamente adentrado, como absorbido en Dios mismo, en el Cuerpo de Cristo.

Quizás también nos alegra el pensar que mientras estamos en estado de gracia,

Dios mismo vive en nosotros, sobre todo después de cada Santa Comunión es el cuerpo, por ser portador del alma, portador de Jesús, es cáliz en el cual se esconde el Santísimo. Nosotras queremos hablar de Cristo a los hombres de hoy por medio del único lenguaje que atienen a seguir: el de nuestro ser.

¿Por qué agradamos? Nuestro cuerpo da a los demás un mensaje de su Creador, un mensaje de su sabiduría, poder y bondad. Dios realmente nos dio a cada uno según su personalidad original facultades extraordinarias. Realmente, también en su ser natural, y a través de él, estamos llamadas a irradiar la belleza, el resplandor de su gloria hasta donde nos sea posible aspirar aquí en la tierra.

 

Una gran idea, un gran amor

 

¿No tiene cada persona un estilo de vida propio? A veces es un estilo de vida “sin estilo”, o solamente exterior, sin mucha reflexión. Verdaderamente de estilo puro puede ser la vida de una persona que vive de una gran idea y tiene solo un gran amor.

La alianza de Amor con María es nuestro gran misterio. El espejarnos en su imagen. Al mirar esa azucena que brilla en nuestro anillo pensamos en la Mater, nuestro ideal de mujer.

 

“La vida de María es en sí la vida de Cristo en una forma femenina. Así como la mujer noble imita lo que Cristo hizo aquí y allá, así lo hizo María.” P.J.K.

 

Entonces la vemos a Ella, como la Inmaculada, la que irradia la belleza plena al vivir en lo cotidiano el misterio de ser traspasado por lo sobrenatural y por eso Ella es la corona de luz en el mundo.

María es la que camina por nuestro tiempo a través mío. Quien me ve, ve a María.

 

“Quien ve a un schoenstatteano ha de ver siempre a la Madre de Schoenstatt y aprender a comprender mejor, en todo sentido, cómo se daría María hoy.” P.J.K.

 

Su imagen debe brillar por medio nuestro en todo ambiente. La gracia de la redención nos debe transformar en semejante signo de luz. La Alianza de Amor es el diálogo permanente con la dispensadora de la gracia para lograr ser formadas según su imagen.

Ella es la mujer revestida de sol, que fuerte y digna, sencilla y bondadosa quiere pasar por el mundo repartiendo amor paz y alegría, encarnando así la verdadera esencia femenina.

A pesar de que nuestra vida se encuentre en medio de la aceleración de nuestros tiempos, de las múltiples tareas, no queremos dejar de llenarnos de sentido y ganas de contemplar la luz que irradia María y compararnos con esa luz.

Su grandeza de Hija sencilla y simple, de Madre servicial y delicada, de mirada amante de la verdad nos impulsa a vivir la fortaleza, la dignidad, la sencillez, la bondad, como las virtudes más destacadas de María si queremos ser esa primavera de azucenas que nuestro Padre y Fundador anheló regalar a la Iglesia.

Nuestro estilo de vida es María en mi, en mi forma original de ser.

 

¿En cuál de estas virtudes se destaca más María en mí?

¿Qué haría hoy María, si viviera en nuestro lugar?

 

Un estilo de vida como el que nosotras queremos encarnar tiene en María su fundamento y en Ella el fundamento de nuestro propio ser de mujer: toda alma, toda entrega, toda pureza.

 

¿Cómo expreso en mi estilo de vida exterior esta esencia?.

¿Cómo expresar ese ser toda alma?

 

Todo lo que hace la mujer quiere y debe tener alma. Ese todo quiere ser hecho con alma, tiene así una función especial en la vida diaria, en la vida personal, en la vida social, en la vida industrial y en la vida cultural.

Tiene la gran tarea de dar alma y espiritualizar todos los procesos de vida, en sí misma y a su alrededor. Es la gran misión de la mujer. Ser coherentes con nuestra esencia femenina pensada por Dios al crear el cuerpo del hombre y la mujer con rasgos propios nos lleva a cumplir nuestra misión en la tierra de complementar la estructura del varón que tiende más a lo corporal y a dejar a un lado lo simbólico.

Queremos ser toda alma, no queriendo negar lo corporal sino complementándolo.

 “¡Toda alma ! Lo que ella hace, y dónde y como ella actúa, lleva el rasgo o tendencia de dar alma a todo, de modo que lo material lo corporal y lo exterior, en sus leyes propias no pese demasiado». P.J.K.

 

Una gran misión, una gran felicidad

 “El estilo de vida exterior tiene que ser siempre expresión el estilo de vida interior y que el estilo de vida exterior no sólo es expresión de una actitud interior sino que también desarrolla una fuerza forjadora extraordinaria sobre la actitud interior. La causa y el efecto se condicionan mutuamente». P.J.K

Nuestra forma de vestir puede devolvernos a nosotras y al mundo la nobleza y la dignidad del ser mujer. Por eso es importante preguntarnos sobre el sentido de la ropa que usamos. Nuestro Padre dice con respecto a ir hasta lo más fino, lo más pequeño del tema del estilo exterior:

“Estas son cosas tan delicadas y sutiles, de las cuales fácilmente se dice: ¡Son cosas insignificantes, sin la menor importancia! Cierto que son cosas secundarias si las comparo con el pecado. Pero, si quiero tratar mi naturaleza conforme a su sentido, desde el interior, y quiero abrirla a la gracia, son significativamente más importantes estas cosas que otros aspectos exteriores de grueso calibre». P.J.K.

Podemos preguntarnos ahora ¿Qué sentido tiene nuestra ropa?

Tiene un sentido de protección contra las inclemencias del clima. Si este fuese el sentido primordial, entonces lógicamente en un clima caluroso podríamos andar igual que Adán. Por lo tanto no puede ser el único sentido

¿Cuál es el sentido del vestido? Protección del pudor.”… “Si la persona es más madura el pudor se convierte en una virtud conciente, en la virtud del pudor, de la honestidad. Así como el sentimiento de pudor, de vergüenza es una protección principal y efectiva de la pureza, o que los antepasados llaman modestia, una cierta moderación, ya sea en los vestidos, ropa o peinados es también una cierta protección del pudor, de la honestidad.

El vestido debe ser la expresión, según el sentido de la originalidad del alma, en este caso del alma femenina. Ya vimos que es ser toda alma toda entrega y toda pureza. Esta es la respuesta más completa.

“Cuanto más puro es el hombre, tanto mayor es su influencia en el ambiente que le rodea, y tanto mayor éxito experimenta en su esfuerzo por tornar la tierra en un paraíso.” J.K.

Lo eterno femenino atrae al hombre, ese ser toda alma… por eso nuestra misión es devolver la felicidad, la dignidad y la paz a tantas personas que se encontrarán con nosotras n el transcurso de nuestras vidas. Ser un reflejo de la Mater hoy.

Uniendo la esencia femenina con el sentido y ser del cuerpo, visto desde el orden natural (como expresión, compañero e instrumento del alma,) y en parte visto desde el orden sobrenatural, (como hijos de Dios y mirándolo con ojos de la fe como templos de la Santísima Trinidad)

Piedras Fundacionales

  • Marcan momentos históricos
  • Pertenece a la Fundación del Oratorio
  • El Padre Fundador las crea en obediencia a Dios y a la Madre

 

 

Piedra Fundacional

     Fecha

Signo

1º       Autoeducación 29-06-71 Corazón
Santidad 03-11-72 Llave
Cruz 11-02-76 Cruz
Envío 03-07-77 Cáliz Envío
Radicación 23-12-87 Frontis Orat. Central
Cáliz del Padre 22-02-90 Cáliz Padre
Cruz de la Familia 18-05-94 Cruz Familia
Reina del ecumenismo 13-01-98 Corona
Esclavitud mariana 07-06-04 Cadenas
10º Eucaristía 31-01-07 Cáliz con Hostia
11º  San José 17-10-09 San José
12º        Manos unidas 15-08-10 Manos orantes
13º Martirio 24-09-11 San Lorenzo
14º   Minoritas 22-12-12 Niño Jesús
  •  

Carismas

  • Características fundamentales
  • El Oratorio las asume como propios
  • Configuran su estructura propia
  1. Mariano
  2. Oratorio
  3. Popular
  4. Odológico
  5. Auténtico

Gracias

  • Dones que se dan en el Oratorio
  • Se generan por las vinculaciones
  • Los miembros del Oratorio se benefician con estas gracias
  1. Acogimiento
  2. Llamadas
  3. Cambios de vida
  4. Irradiación Apostólica
  5. Acompañamiento

Vertientes

  • Elementos vinculantes que definen la vinculación con el Oratorio.
  • No existen los ríos sin sus vertientes
  • No soy del Oratorio, si no estoy vinculado con las 4 Vertientes:
  1. Imagen de la Madre
  2. Oratorio como lugar santo
  3. Padre Fundador
  4. Familia del Oratorio

7º Piedra Fundacional

Familia unida y misionera

“Llamados a la misión, la fe se fortalece dándola”

I.- Introducción:

 

  1. La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está lejos de cumplirse.
    • a comienzos del tercer milenio, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos
    • debemos comprometernos con todos nuestras energías en su servicio
  1. “Predicar el evangelio no es para mí ningún motivo de gloria, es un deber que me incumbe y ¡ay de mí si no predicara el evangelio!” (1Cor. 9,16)
  2. El ejemplo del Papa Juan Pablo II.
  3. El impulso misionero pertenece a la naturaleza íntima de la vida cristiana
  4. Parece que la misión “ad gentes” se ha paralizado, la misión a los no cristianos se ha debilitado
  5. En la historia de la Iglesia el impulso misionero ha sido siempre signo de vitalidad, así como su disminución es signo de crisis de fe.
  6. La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. La fe se fortalece dándola
  7. Lo que más mueve a proclamarla urgencia de la evangelización misionera es que esta constituye el primer servicio que la Iglesia puede prestar a la humanidad:
    • La cual está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y la misma existencia
    • El hombre que quiere comprenderse a sí mismo debe acercarse a Cristo
    • El número de los que no conocen a Cristo ha aumentado
  1. Ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos
  2. ¿Para qué la misión? Para abrirse al amor de Dios que es la verdadera liberación.

la misión es un problema de fe, es el índice exacto de nuestra fe en Cristo y en su amor por nosotros.

  1. ¿Por qué la misión? “Porque a nosotros se nos ha concedido la gracia de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo” (Ef. 3,8)
    • La novedad de vida es la Buena Nueva para el hombre de todos los tiempos
    • Ha ella han sido llamados y destinados todos los hombres
    • No podemos esconder para nosotros esta novedad y riqueza
    • Somos privilegiados y estamos comprometidos a testimoniar nuestra fe
    • Seremos juzgados por esto. Fui o no testigo de mi fe.
  2. La actividad misionera está aún en los comienzos

II.- Los obstáculos para la misión

  1. La tarea de anunciar a Jesucristo a todos los pueblos se presenta inmensa y desproporcionada respecto a las fuerzas humanas de la Iglesia
  2. Las dificultades parecen insuperables y podrían desanimar si se tratara de una obra meramente humana
  3. En algunos países está prohibida la entrada de los misioneros
    • en otros países está prohibido también la conversión
    • la predicación se hace incomprensible
    • la falta de fervor que se manifiesta en la fatiga y en el desánimo
    • en la acomodación al ambiente y en el desinterés y sobre todo a la falta de alegría y de esperanza
    • las divisiones entre los cristianos
    • la descristianización de países cristianos
    • la disminución de las vocaciones al apostolado
    • la mentalidad indiferentista marcada por un relativismo religioso que termina por pensar que “una religión vale la otra”

III.- Los caminos de la misión

 

  1. La primera forma de la misión es el testimonio
  2. El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros
  3. La oración debe acompañar el camino de los misioneros
  4. A la oración es necesario unir el sacrificio: el valor salvífico de todo sufrimiento.
  5. La disponibilidad: “Heme aquí, Señor, estoy dispuesto”
  6. Dios prepara una nueva primavera del Evangelio
    • no podemos permanecer tranquilos si pensamos en los millones de hermanos y hermanas que viven sin conocer el amor de Dios

IV.- Espiritualidad del Misionero

  1. Dejarse guiar por el Espíritu
  2. Vivir el misterio de Cristo Enviado
  3. Amar a la Iglesia y a los hombres como Jesús los ha amado
  4. El verdadero misionero es el santo
    • es necesario suscitar un nuevo anhelo de santidad

V.- “Ego mitto te, ite et incendite mundum”

 

  1. Te llamamos con el Desafío, tú nos respondiste con el Envío
  2. El Oratorio es una familia misionera
  3. ¿Dejarás que mueran tantas almas sin haber conocido a Cristo?
  4. Rubén y Bernardita, misioneros para nuestro tiempo

9º Piedra Fundacional

Esclavitud Mariana

“Los santos de los últimos tiempos serán santos marianos”

I.- San Luis María Grignión de Montfort

  1. a) Nació en Francia el 31 de Enero de 1673
  2. b) Era un gran atleta físicamente
  3. c) Toda su energía y fuerza la pone al servicio de Dios cuando descubre el gran amor de su vida: María.
  4. d) Escribió el libro: “Tratado de la verdadera devoción a María”
  5. e) “Los santos de los últimos tiempos serán santos marianos”

              –    San Bernardo: “Los mayores santos, las personas más ricas en gracia y virtud son los más asiduos en rogar a la Santísima Virgen”

              –    Acontecerá especialmente hacia el fin del mundo, porque el Altísimo y su Santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos.

              –    Santos escogidos por Dios para oponerse a sus enemigos

                  + excepcional devoción a la Virgen

                  + esclarecidos

                  + alimentados

                  + sostenidos

                  + protegidos

                  + combatirán con una mano y construirán con la otra

                  + con sus palabras y ejemplos atraerán a todos a la verdad

                  + aplastarán a los herejes y a las idolatrías

  1. f) La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse
  2. g) Dios quiere revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos
  3. h) Quien halla a María, halla la vida, es decir a Jesucristo

              –   no se puede hallar a María se no se le busca

              –    no se puede buscar a María si no se le conoce

              –    no se puede conocer a María si no se le ama, si no se es un ferviente enamorado

  1. i) María debe resplandecer en misericordia, poder y gracia

              –    en misericordia, para recoger a los pobres pecadores y a los extraviados

              –    en poder contra los enemigos de Dios

              –    en gracia para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores

II- “Qui me elucidant elucidentur” (Los que me esclarecen serán esclarecidos)

  1. No tener miedo a hablar de María
  2. Toda iniciativa debe ser encomendada a Ella
  3. María es la encarnación de la unión armónica de lo divino y lo humano
  4. María contradice toda idea o concepción de que Dios es enemigo del hombre
    • el sometimiento a Dios no le quita su dignidad, se la aumenta
    • no la saca del mundo, en ella viene al mundo y habita en ella en medio del mundo
  5. María vence todo pasivismo y activismo

             – Ella gesta historia, pero en total dependencia de Cristo

  1. La concepción individualista del hombre capitula ante la imagen de María
    • responsable y solidaria
    • su consagración a Dios no la aparta o la hace indiferente del hombre, al contrario, le acerca aún más a éste
  2. María disipa, con su luz y calor la frialdad, la distancia, el odio y la discordia
    • crea espacios de cercanía entre los hombres
  3. Nuestra Gran Tarea principal es llevar a María todo el mundo
    • que todo nuestro trabajo trasunte la alegría de ser marianos

III.- Por la vinculación mariana a la actitud mariana

  1. Un hombre vinculado
    • El Oratorio quiere un cambio verdaderamente profundo y radical
    • Un movimiento de autoeducación y de transformación de la persona humana
    • El hombre auténtico es aquel que ha sido redimido por Cristo
    • Cuando hablamos de hombre auténtico hablamos de un hombre vinculado, con capacidad de amar a Dios y a los hombres.
  1. b) Pedagogía de los vínculos

El hombre auténtico es un hombre vinculado

  • El Oratorio nos llama a ser mujeres auténticas
  • El hombre auténtico se opone al hombre masa
  • “Despojémonos del hombre viejo y revistámonos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar el conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador” (Col. 3,9)
  • el hombre masificado tiene su raíz en el pecado original, la ruptura con Dios
  • el hombre masa del siglo XXI se caracteriza por:

+ radicalmente desvinculado de Dios

+ desvinculado de los hombres

+ desvinculado de las cosas y del trabajo

+ se caracteriza por su desintegración interior y por la carencia de vínculos personales tanto en el orden natural como sobrenatural

+ ha perdido el núcleo de la personalidad

+ vive alienado presa del vacío interior, de la soledad y de la angustia

+ es incapaz de cultivar lazos humanos con quienes lo rodean

  • hombre naufrago:

+ flota en el mar de la sociedad

+ sin tener asidero ni en personas, ni en el terruño, ni  en ideales

+ acalla su vacío en una sexualidad desenfrenada, drogas, alcohol

  • hombre-cine:

+ se deja atontar por imágenes, sensaciones e impresiones que no logran arraigar en su interior

  • hombre manipulado:

+ vale por lo que produce, pero no por lo que es o por lo que ama

  • Mientras no venzamos este tipo de hombre masa no habrá cambio real en la sociedad
  • ¿Qué tipo de hombre auténtico exige nuestro tiempo?

+ Es el hombre vinculado

+ Ésta es la misión propia del Oratorio, llevar y conducir a nuestro pueblo a ser hombres y mujeres vinculados.

c) ¿Qué es un vínculo?

    • cuando se establece una relación personal, libre y cargada de afecto
    • que brota de la interioridad de la persona
    • y lo comunica en forma estable o permanente con aquello que ama

             + no hay vínculo cuando es una relación pasajera o esporádica

             + no hay vínculo cuando no hay un don libre de sí mismo

             + una permanencia o fidelidad en el lazo afectivo

  • el hombre vinculado es aquel que a partir de la iniciativa de su amor es capaz de despertar amor como respuesta
  • es el hombre capaz de amar y de recibir amor personal
  • un hombre profundamente personal o interiorizado
  • profundamente social

Constante revitalización de nuestra vinculación con María

    1. Oratorios personales
    2. Bitácoras
    3. Rosario
    4. Saludos del Oratorio
    5. Peregrinaciones al Oratorio Central
    6. Ser enamorados de María en todo nuestro quehacer
    7. Que todo nuestro quehacer esté consagrado a María
    8. Lucha constante por salir de la masa
    9. Avanzar en nuestra autoeducación y en nuestros grados: “La mariana que no avanza, retrocede”.
  1. Una actitud permanentemente mariana
    1. ¿Qué haría María en mi lugar?
    2. María nos forma con sus propios rasgos
  1. Actitud permanentemente apostólica
    1. No descansar hasta que todo el mundo esté consagrado a María
    2. Atraer a muchas niñas al Oratorio
    3. Formarse como asesoras del Oratorio
    4. Establecer y cultivar un vínculo filial íntimo y cálido con la persona de María
    5. Hacer nuestra la riqueza de las actitudes marianas no se logra, en primer lugar por medio de la ilustración doctrinal o por exigencias morales sino por la fuerza del amor o del vínculo personal.
    6. La vinculación debe ser considerada como el núcleo de la educación mariana, no podemos llegar a amar verdaderamente a María sin estar íntimamente vinculados con ella.
  • La vinculación mariana es la raíz de todo un sistema de santificación
  • Se ha considerado la santidad como un árbol de vida

+ La raíz es la devoción mariana

+ El tronco la autoeducación

+ El fruto el apostolado

10º Piedra Fundacional

La Eucaristía

“Con la Reina Eucarística, corramos alegres a la Eucaristía”. 

Cristo es nuestro maestro, “sin él nada podemos hacer”, y por eso que la Eucaristía debe ser el fundamento de nuestra vida, y así como la iglesia vive de la Eucaristía, nosotros debemos vivir de la Ella.

  1. Todas las PF son iluminadas y traspasadas por esta Décima Piedra.
  1. Desafío de la auto-educación: Si la autoeducación no conduce a Cristo termina por volverse un caminar netamente humano que no conduce al cielo.  
  1. Desafío de la santidad: Es Cristo quién nos concede la vida eterna, Él es quién nos santifica. Si no somos adoradores no caminaremos a la santidad.
  1. Desafío de la Cruz: es en la Cruz donde Cristo entregó su cuerpo, el mismo que adoramos en la Eucaristía. Para aceptar y pedir nuestra Cruz, necesitamos estar unidos a Cristo.
  1. El Envío misionero: Es Cristo quién nos hizo el envío por medio de nuestro Fundador, y en definitiva es el a quién debemos anunciar, en su Evangelio. Cristo, en la Eucaristía es el centro de la misión.
  1. La Radicación: pidiéndole a la Madre que se establezca en el Oratorio como lugar físico, haciendo de él un lugar santo, podemos reconocer nuestro Oratorio como un gran Tabernáculo, donde se adora al Hijo de Reina Eucarística.
  1. El Cáliz del Padre: Éste Cáliz es el signo de todo el patrimonio que el Padre Fundador nos hereda. Ese cáliz tiene un nombre espiritual, que el Padre le ha dado. El Cáliz se llama María. Y María recibe a su Hijo como un cáliz.
  1. La Cruz de la Familia: Se representa a Cristo inmolándose en la Cruz junto a su Madre signo del sentido sacrificial de la Eucaristía. La Familia será misionera igual que Cristo que se da como alimento en la Eucaristía.
  1. Reina del Ecumenismo: Cristo, el Buen Pastor, quiere que seamos uno como Él y el Padre son uno. La unidad de los cristiano se dará cuando amemos verdaderamente a Cristo Eucaristía como la Madre ama a su Hijo.
  1. La Esclavitud mariana: La Madre siendo esclava se convierte en la Reina de la Eucaristía. Para ser auténticos esclavos por amor, debemos amar a Cristo como la Madre lo ama.

II Otras devociones que surgen de esta PF.

         La devoción eucarística implica profundizar cada día más en la piedad mariana, y en las devociones que sirven para aumentar mi fe. Nuestro Padre Fundador nos señala siete devociones muy valiosas, que brotan de nuestro amor a Jesús Eucaristía.

  • El Sagrado Corazón de Jesús: el Corazón traspasado por la lanza del soldado que a diario se sigue entregado por amor a nosotros. Jesús me ama de verdad.
  • Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote: Cristo no es solo la victima pascual, sino que también es sacerdote, que ofrece el único y verdadero sacrificio. Respeto al sacerdocio, que configura con Cristo.
  • Jesús el Buen Pastor: El amor de Jesús es como el de un buen pastor, que se preocupa por cada una de sus ovejas, de manera particular.
  • Jesús de la Divina Misericordia: El gran tesoro de Cristo es su misericordia infinita. Quiere que confiemos totalmente en él.
  • El Vía Crucis: Son los 14 momentos de la pasión de Jesucristo, en el que se entrega por amor a nosotros. Sin ese sacrificio no hay eucaristía.
  • Devoción el crucifijo: venerar y contemplar la cruz con agradecimiento, especialmente la cruz de la familia.
  • Devoción a Jesús Niño: Sin la encarnación del Verbo en el vientre purísimo de la nuestra Madre, no habríamos tenido la redención, que nos obtuvo Cristo el vencer al demonio y la muerte en la Cruz santa.

IIISímbolo de la décima PF.

  • Titulo de la piedra: “Reina Eucarística”.
  • Modelo de esta piedra: “Con nuestra Reina Eucarística, corramos alegres a la Eucaristía”.
  • Símbolo propiamente tal: Un estandarte, para obtener fotografías y que todos lo puedan tener un su Oratorio personal que contenga lo siguiente:
  • El cáliz del Padre como base de la custodia que contenga el Santísimo.
  • Alrededor el modelo de esta PF.

IV   Un Eucarístico Capitán Mariano.

Contemplemos la figura de Rubén Cárcamo, especialmente su amor a Eucaristía.

Rubén, en el comienzo de su vida parecía ser un niño adolescente cualquiera. Pero la verdad es que el amor de nuestra Madre se iba a manifestar de manera muy especial en él. Sabemos su historia, pero posiblemente le llamamos el “Capitán” tan sólo por su valentía, pero nunca hemos valorado suficientemente el tremendo amor que él tenía a la Eucaristía, que hora lo vemos en total consonancia con ésta PF.

  • Sabemos, por su biografía, que cada vez que él llegaba a Santiago para sus tratamientos contra el cáncer, una de las primeras cosas que hacía era pedir la comunión para recibirla lo antes posible.
  • Para Rubén, la Eucaristía era tan importante que varias veces atribuyó sus ataques nerviosos al hecho de no haber recibido la comunión.
  • Sabemos que motivó a varios niños del Hospital, que tenían cáncer como él, a que se prepararan para la Primera Comunión, y que siempre comulgaran, atestiguando de que en la Eucaristía el obtenía fuerzas y ánimo para salir adelante en su enfermedad.
  • Debemos contemplar el hermoso acontecimiento de su Misa de funeral: ese día varios niños de su pueblo natal, Liquiñe, recibieron la primera comunión. Para Dios no hay casualidades. Nuestro Padre Dios quiso confirmar que estaba recibiendo en el cielo a un hijo muy querido, por que ese hijo era un amante de la Eucaristía.
  • La palabra Eucaristía significa “Acción de gracias”. Así, ser jóvenes eucarísticas implica ser agradecidas de la vida:

    Agradecer infinitamente a Dios por lo que nos ha dado, teniendo en cuenta que si hemos recibido 30, mientras otros han recibido 70, esto también significa:

(a)  que tenemos 30 gratuitamente;

(b) que tenemos 30, es decir más que 5, 10, 15, 20 ó 25 que es lo que muchos otros han recibido;

(c) que mis 30 responden a una misión divina que no podría cumplir con 20, ni tampoco con 50 ó 70.

13º Piedra Fundacional

El martirio

 

“AVE MARIA GRATIA PLENA, MORITURI TE SALUTANT”

(“Los que van a morir, a ti te saludan, María”) 

  • Formulación:
  • Los gladiadores se despedían del César cuando iban a morir. Se presentaban ante el César un ideal de sacrificio total, de ir a la muerte.
  • Ejemplo de Arturo Prat: “Muchachos, la contienda es desigual, pero ánimo y valor moriremos por Chile y su libertad”. Hay una voluntad de entregar la vida.
  • El martirio tiene esa formulación en el Oratorio: “Alégrate María, llena de gracia, nosotros que vamos a la muerte te saludamos”.
  1. Fecha y Símbolo
  • Día 24 de septiembre de 2011; N. S. de la Merced; día sábado, día de la Virgen; después de la fecha de San Pío de Pietrelcina, unido al P. Kentenich, conectados por la fecha, nacieron cerca, murieron cerca.
  • Símbolo: la parrilla de san Lorenzo. Las palmas que significan el martirio estaban en la palia. El símbolo más completo es la parrilla y las 2 palmas cruzadas.
  • San Lorenzo está de rodillas, lo que indica que hay que rogar y pedir para alcanzar la gracia. Porque el martirio es una gracia, no es una fuerza humana, nadie por sus fuerzas puede ser mártir, todos vamos a claudicar, todos vamos a negarnos a Cristo…
  • Antecedentes
  • Paso de Pirque: “Hasta las últimas consecuencias, pero nunca fuera de la Iglesia”.
  • El 3º Desafío: la Cruz. Ahora pedir la mejor muerte posible: el martirio: se muere por amor y se va directamente al Cielo.
  • Una Hermana Misionera durante un tiempo pedía para el Padre Fundador la gracia del martirio. Es maravilloso, es la mejor de las muertes. Les ruego que ustedes pidan a Dios que me regale esta gracia.
  1. Análisis teológico

 

  • ¿Es una nueva PF o es una reiteración del 3º Desafío y de la 11º PF?
  • Es una PF original, tiene que ser algo nuevo y algo que esté dentro de la Tradición de la Iglesia. Introduce ahora la palabra muerte, nos pone en la familia de los mártires.
  • Es un nuevo grado de entrega. Pedir el martirio directamente. Acoger a los pobres.
  • Los que van a misión estén preparados para el martirio, porque es parte de la vida del misionero.
  • El P. Sergio no quería poner otra PF. Después de la prédica no había ningún signo. Comienza la consagración. El Señor le dice: “el signo es que yo quiero que te entregues como yo me entrego”. No quiero otro signo, no quiero pájaros, ni movimiento de tierra, ni viento. El signo soy yo, que me entrego hasta el martirio”.
  • El P. Sergio dice: “quiero, acepto el martirio para toda la familia y para mí en primer lugar”. Interesante que se respetó siempre la liturgia.
  1. Seguros:
  2. La levantada diaria. Probadme que os levantáis a la hora y yo os daré la gracia del martirio. Laicos: levantada, oración en familia y Misas que la Iglesia prescribe.
  3. Cumplir con las oraciones: probadme que cumplís heroicamente cada día con las oraciones prescritas.

 

 

  1. Columnas:
    1. Tener conciencia q la mejor muerte es la del mártir.
    2. Nuestra vida práctica tiene que ser una preparación para el martirio.
    3. Los 2 seguros: levantada y oración.
    4. Evitar quejas y represiones.
    5. Adoración de la cruz a las 3 de la tarde con la coronilla de la misericordia. Besar la cruz.
    6. Gozar con el espíritu de sacrificio. Gozo con la persecución.

Anexo: Diez reglas de oro para “mejorar” la educación de los hijos según la policía de NY

  1. Comience por dar a su hijo durante la infancia todo lo que él quiera; así crecerá con la falsa idea de que todo mundo tiene que servirle.
  2. Cuando aprenda malas palabras, celebre «el chiste»; así creerá que es «muy gracioso» y lo estimulara a aprender otras groserías que le sacaran a usted de quicio en unos años más.
  3. Nunca le dé educación espiritual; espere a que su «niño» cumpla 21 años para que «decida por sí mismo».
  4. Evite usted el uso de la palabra «malo» o «pecado»; podría crearle un complejo de «culpabilidad».
  5. Recoja todo lo que él deja tirado; libros, zapatos, ropa, para que «aprenda bien» a dejar toda la responsabilidad a los demás.
  6. Déjele leer historietas, noveluchas, pornografía y cuanto caiga en sus manos; así su cerebro, lleno de inmundicia, se desarrollara sin «prejuicios».
  7. Tenga demasiadas «reuniones» por las noches y pelee con su cónyuge en presencia de sus hijos; así estos no sentirán el «terrible choque» cuando sobrevenga el divorcio o separación.
  8. Dele todo el dinero que le pida y cúmplale sus caprichos; al negárselos podría crearle un complejo de «frustración».
  9. Póngase siempre de su parte contra los vecinos, profesores y, cuando venga el caso, contra la policía; todas estas personas le tienen «mala voluntad» a su hijo.
  10. Nunca se preocupe por darle buen ejemplo y cuando alguien le busque a usted y no quiera ser interrumpido, ordénele que diga que «no está» para que desde pequeño aprenda a «salir de apuros».

Luego de seguir estas instrucciones, prepárese para una vida «de tranquilidad». Usted se la merece. Y cuando «su niño» sea un delincuente, apresúrese a exclamar: «¿Qué pecado habré cometido, Dios mío para merecer un don así?»

Anexo: El hombre light.

En este artículo el adjetivo “light” en su sentido original y que se refiere a cierto tipo de productos alimenticios: coca-cola sin calorías, la cerveza sin alcohol, la mantequilla sin grasa, el azúcar sin glucosa… y el hombre sin sustancia, ligero, casi vacío, huevo por dentro, con mucha fachada y escaso fondo.

La palabra “light” se puso de moda en Estados Unidos hacia los años ochenta de la manos de los gimnasios. Pronto llegó a Europa y se extendió por todo el mundo… Lo “light” lleva un mensaje muy claro: todo ligero, suave, a su gusto, liviano, débil, rebajado, reducido en su contenido. Así es el nuevo tipo humano de la sociedad actual. Se trata de una persona indiferente, que no se aferra a nada que no sea el dinero, el poder, el éxito, el triunfo, el sexo, el narcisismo o el pasarlo bien como máximo objetivo y sin restricciones.

Ya no tiene ideales. Eso sí, quiere mucha información, leer muchos periódicos y revistas para saber que está pasando. Pero esa información no la utiliza para ser una mejor persona, más completa y humana. Se trata solo de recibir noticias y aparentar estar al día, no hay nada de reflexión en esto.

¿Cuáles son las características del hombre light?

Se pueden a grandes rasgos cuatro ingredientes principales:

Es HEDONISTA, es decir, sólo busca el placer, el disfrutar de la vida sin importar el precio o la forma.

De aquí se deriva el CONSUMISMO: lo esencial es tener y no ser; cuadra bien aquí aquel dicho: “tanto tienes tanto vales”. El ideal del consumo no tiene límites más que el reemplazo de unos objetos por otros cada vez mejores. Todo invita al deseo compulsivo de comprar.

Otro rasgo del hombre light es la PERMISIVIDAD: ya no hay prohibiciones ni limitaciones. Se aterriza así en un ambiente totalmente relajado, no hay control y por consecuencia no se miden las consecuencias, no hay conciencia de cómo se puede afectar a terceras personas. De aquí surge el RELATIVISMO, hijo natural de la permisividad. Todo es bueno o malo depende del punto donde se vea. De esta tolerancia infinita nace la indiferencia.

El hombre light se desliza por una rampa tejida por el hedonismo, el consumismo, la permisividad y el relativismo, todo lo cual lo lleva a una experiencia de vacío singular. Porque teniendo casi todo, no es feliz. Estamos ante una persona que tiene cada vez más fachada y menos fondo.

Campamento Mariano Huasapampa 2013

Mujer auténtica v/s mujer masificada

 

Es preciso que el hombre masa –carnal, adámico, viejo, animal y terreno- venga a transformarse en hombre espiritual, pues «el espíritu está pronto, pero la carne es débil» (Mt 26,41). De poco valdría que el hombre se liberara del Demonio y del mundo, si estuviera sujeto a la carne.

Jesús enseñaba esta doctrina a todo el pueblo, no a un grupo reducido de ascetas. «Decía a todos: El que quiere venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque quien quiere salvar su vida, la perderá, y quien perdiere su vida por mi causa, la salvará».

Algunas claves previas

Antes de analizar los modos y fases de la metanoia que el Espíritu Santo ha de realizar en el hombre carnal para hacer de él un hombre espiritual, algunas observaciones fundamentales son convenientes.

1ª.-La abnegación cristiana en realidad no niega nada. El hombre se niega a sí mismo cuando se aleja de Dios y peca, y se afirma a sí mismo. El pecado se define como la aversión a Dios y la conversión a las criaturas. La mujer masificada es falsa, irreal, negativa, auto-destructiva, porque el pecado es no-ser. Su pensamiento es erróneo, sus aspiraciones vanas, sus ideas alucinatorias, sus relaciones con los demás están falseadas por un egoísmo que deforma y confunde todo.

2ª.-La abnegación se hace por la fuerza afirmativa del amor. Toda abnegación cristiana es un acto de amor a Dios y al prójimo, y nada hay más positivo que el amor. Así como el frío se define como ausencia de calor; la oscuridad como ausencia de luz; la mentira como falta de verdad; también el mal no tiene razón de ser, se define por su opuesto; el mal es la completa ausencia de bien.  

3ª.-El desposeimiento siempre ha de ser afectivo, no siempre efectivo. La santidad no siempre exige «no tener», pero siempre exige «tener como si no se tuviera», es decir, sin apego desordenado.

1.- Ascética del sentido

2.- Ascesis del entendimiento

3.- Ascesis de la memoria

4.- Ascesis de la voluntad

5.- Ascesis del carácter

6.- Ascética del espíritu

 

1.- Ascética del sentido

El hombre, por el pecado original, tiene en su sentido graves desórdenes. Sus inclinaciones sensibles desean con frecuencia objetos que entendimiento y fe rechazan; o siente repugnancia por aquello que más bien podría hacerle. Es como un enfermo que desea vivamente lo que le perjudica, y siente repugnancia por lo que más le conviene. Ej. niño que patalea por una inyección que le hará bien.

Pues bien, mientras una persona está a merced de sus gustos o repugnancias sensibles, no es libre, no está dócil al Espíritu Santo, está incapacitado para ejercitarse en las virtudes -prudencia, fortaleza, castidad, etc.-.

Tampoco podrá amar a Dios; no podrá perseverar en la oración, ni podrá obedecer los mandatos divinos que le repugnen. Tampoco podrá amar al prójimo, si todavía está sujeto a simpatías o antipatías sensibles: caerá necesariamente en la acepción de personas. Para amar hay que darse, para darse hay que poseerse, y una persona no se posee -no tiene dominio de sí- en tanto está a merced de amoríos o fobias sensibles. La autoeducación exige un conocerse a sí mismo y un dominarse a sí mismo.

La ascética del sentido es absolutamente necesaria. En la vida espiritual muchos esfuerzos bien intencionados -de lecturas, reuniones, sacramentos, oraciones- apenas valdrán de algo en tanto se permita al sentido vivir a su gusto, sin sujetarse en todo al amor de la caridad.

El cristianismo coincide con otros sistemas salvíficos -budismo, hinduísmo, etc.- al considerar la sujeción de los sentidos al espíritu como el comienzo del camino de la sabiduría. Pero la ascética cristiana del sentido se caracteriza por su fin: tener «los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús» (Flp 2,5), y por sus medios: oración, evangelio, sacramentos, y ejercicio de virtudes, sobre todo de la caridad. Veamos, pues, sus líneas fundamentales.

1.-La fuerza de la caridad es la que libra al sentido de sus apegos. No se trata de que el jinete mate el caballo, para evitarse rebeldías, sino que lo domine y lo ponga a su servicio y al de los demás.

2.-Nunca el sentido debe constituirse en principio de pensamiento y acción. Nunca un cristiano debe profesar una idea porque le agrada más, porque se acomoda mejor a su temperamento, sino por ser verdadera. Nunca debe hacer u omitir una obra porque le gusta o fastidia, sino porque es conveniente o inoportuna. El cristiano debe regirse por la fe y la caridad.

3.-No hay que buscar, ni menos exigir, gustos sensibles en las cosas espirituales, ni en la oración ni en la acción, ni en lecturas, ni en trabajos apostólicos, ni en nada. Si Dios da consolación sensible, o si no la da, hay que servirle igual, y sin queja alguna.

4.-Hay que distinguir entre gustos sensibles que acercan a Dios o que alejan de él, para mantener unos y sanar o suprimir los otros. Hay materias en las que no se pasa del abuso al uso si no es a través de la abstinencia.

5.-La liberación del sentido ha de ser total, pero ha de conseguirse parcial y progresivamente.  

6.-La mortificación del sentido hay que hacerla sin miedo, sin dramatizar las renuncias. Los hijos de Dios deben tumbar los ídolos de un manotazo, sin pensarlo dos veces, y sin temor alguno a las consecuencias (trastornar el equilibrio de su vida). Si deja un vicio o una adicción, -cuaresma, vacaciones-, comprobará que ni se acuerda de ella, si acierta a llenar su tiempo con cosas más bellas y valiosas.

La purificación activa del sentido acrecienta la inteligencia, da fuerza a la memoria y libertad a la voluntad; disminuye el sufrimiento de la vida, atenúa el cansancio, hace menores las necesidades -de sueño, dinero, vacaciones, cosas-; logra que el alma gane en armonía y serenidad, haciéndose para los otros más amable. Pero sobre todo facilita el acceso a Dios. «Los puros de corazón verán a Dios» (Mt 5,8).

 

2.- Ascesis del entendimiento

La mente del hombre carnal es un oscuro caos, desordenado, confuso, contradictorio, cerrado para la captación de la verdad, abierto a los diversos influjos erróneos del ambiente.

-Hay en nosotros criterios naturales sobre temas generales, convicciones, cuya validez no solemos poner en duda: modos humanos e históricos de entender, por ejemplo, valores como salud, igualdad, autoridad, trabajo, etc. El temperamento personal y el ambiente influyen muchas veces de modo decisivo en la conformación de esas ideas.

-Hay en nosotros criterios naturales sobre temas concretos, por ejemplo, «yo necesito tanto tiempo de sueño, de lectura, de vacaciones», «es absolutamente necesario que yo siga al frente del negocio», «yo no valgo para hablar en público, para…» Tales convicciones, tantas veces son falsas o al menos inexactas, solemos tenerlas de hecho como verdades indiscutibles.

-Hay en nosotros criterios sobrenaturales mal entendidos, oscuramente captados, con algo de verdad y no poco de error. Este sacerdote, por amor a la pobreza, emplea muchas horas trabajando manualmente, y disminuye demasiado su dedicación a sus ministerios apostólicos. Aquella religiosa entiende que «encarnarse» y «hacerse todo a todos» significa secularizar y mundanizar su modo de vida…

-Finalmente, faltan en nosotros ciertos criterios sobrenaturales, convicciones que, simplemente, están ausentes de nuestra cabeza por ignorancia o por olvido -pero que en el Evangelio están bien claramente presentes-: Mortificación, pobreza, ángeles, oración litúrgica, sacramentos, limosna, etc. son para muchos, palabras por completo vacías de contenido real, valores no integrados en su vida espiritual.

La conversión profunda del hombre comienza por la fe, es una metanoia, implica un cambio y una superación de la propia mente (metanous).  

Sólo la fe es el medio intelectual apto para vivir en Dios. Sólo su luz sobrenatural y divina es absolutamente fidedigna en las cosas espirituales.

La ascesis del entendimiento, como toda ascesis cristiana, lleva siempre por delante, como una proa, la oración de petición -Señor, «creo; ayuda a mi fe, aunque sea poca» (Mc 9,23); «envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen» (Sal 43,3)-. Pero tiene también sus propias líneas de crecimiento:

1.-Examinar humildemente el entendimiento propio. ¿Esto que yo mantengo tan apasionadamente… cómo lo fundamento en Evangelio, razón o experiencia? ¿Me doy cuenta de que hablar -o pensar- con seguridad sobre temas que en realidad se ignoran es una forma de mentir? En criterios naturales: ¿Será eso como yo lo pienso? Otras personas fidedignas lo ven de otro modo -o en otra época se pensó muy distinto-. ¿De verdad estará Dios conforme con lo que yo pienso de mi trabajo, sueño, ocio, consumo, modo de distribuir el tiempo, etc.?

Lo malo es que mucho prefieren cualquier cosa antes que pararse a pensar. Prefieren seguir caminando. No verifican la dirección de su marcha; quizá porque no se atreven a hacerlo.

2.-Abrir la mente a Dios. Rezar es la condición primera para tener lucidez sobrenatural. Pero también seleccionar bien el alimento del alma, especialmente lo que se lee. En las lecturas espirituales ha de prestarse sin duda una atención preferente a Biblia, Magisterio, liturgia, enseñanzas de autores recibidos por la Iglesia, vidas y escritos de santos. Cuando nos acercamos a la zarza ardiente del pensamiento de Jesucristo debemos descalzarnos, conscientes de que entramos en tierra sagrada.

3.-Abrir la mente al prójimo. Atención respetuosa a los que saben, que Dios los puso para enseñarnos. Atención humilde a los que no tienen estudios, pero tienen especial sabiduría de Dios (Lc 10,21). Docilidad incondicional a la verdad, venga de donde viniere. Escuchar de verdad lo que con palabras -a veces poco exactas- o con obras nos está diciendo tal hermano.  

 

3.- Ascesis de la memoria

La memoria del hombre carnal es un completo desorden, apenas tiene dominio de sí misma, no está libre, no sabe recordar u olvidar, según conviene, está a merced de todo visitante, deseado u odiado -como una casa abandonada, de la que se arrancaron puertas y ventanas, en la que cualquiera puede entrar.

La memoria desordenada y carnal deja al hombre cerrado a Dios, inquieto y turbado por cientos de cosas secundarias, y olvidado de lo único necesario (Lc 10,41); incapaz de oración y de meditación, olvidado del cielo. Lo deja cerrado al prójimo, encerrado en sí mismo y en sus cosas, incapaz de pensar en los otros y acogerlos con atención. Lo deja alienado del presente, perdido en recuerdos inútiles de un pasado ya pasado, o perdido igualmente en vanas anticipaciones de un futuro inexistente e incierto. Lo deja vulnerable al influjo del Diablo, que tiene gran talento para añadir formas, noticias y discursos, y por medio de ellos afectar al alma con soberbia, avaricia, ira, envidia, etc., y poner odio injusto, amor vano, y engañar de muchas maneras; y además de esto, suele él dejar las cosas y asentarlas en la fantasía de manera que las que son falsas parezcan verdaderas, y las verdaderas falsas.

¿De dónde procede el caos de la memoria carnal? Del egoísmo, que centra al hombre en sí mismo, haciendo de su alma una madeja llena de nudos, cerrada a Dios y al prójimo. De la desconfianza en Dios y en su providencia, pues cuando el hombre trata de apoyarse en sí mismo o en criaturas, es natural que luego enferme de ansiedades y preocupaciones. De los apegos del sentido y de la voluntad, ya que la memoria está apegada, sin poder despegarse, de todo aquello -salud, dinero, independencia, tranquilidad, lo que sea- que es deseado y querido con apego. En efecto, todo apego del sentido y de la voluntad se hace apego de la memoria.

¿Qué síntomas denuncian el desorden de la memoria? Sobre todo la inutilidad y la falta de libertad. La ocupación de la atención en las cosas es sana, normal; incluso hay asuntos que requieren muchas y largas vueltas de la atención. Pero la preocupación es insana, es una ocupación excesiva, morbosa.

¿Cómo distinguir una de otra? La memoria desordenada es como un animal que siguiera dando vueltas a una noria que ya no da más agua (inutilidad). Así, a veces, una persona quisiera desconectar ya de una cuestión, suficientemente considerada, para descansar, rezar, leer, dormir; pero no lo consigue, pues sigue dándole vueltas al tema: «Es que no me lo puedo quitar de la cabeza» (falta de libertad). Esos son dos claros síntomas de una memoria desordenada y esclava.

La memoria ha de ser pacificada por la esperanza, por el confiado abandono en la providencia de Dios. Fuera ansiedades, ideas fijas, obsesiones, nudos del alma: todo eso son esclavitudes de la memoria, y por tanto de la persona; pero «para que gocemos de libertad, Cristo nos ha hecho libres; manteneos, pues, firmes y no os dejéis sujetar al yugo de la servidumbre» (Gál 5,1). El Espíritu Santo quiere enseñarnos a «poner las potencias en silencio y callando para que hable Dios» (3 S 3,4), y que «la memoria quede callada y muda, y sólo el oído del espíritu en silencio a Dios, diciendo «Habla, Señor, que tu siervo oye»» (3,5). Por eso, «date al descanso echando de ti cuidados y no se te dando nada de cuanto acaece, y servirás a Dios a su gusto y holgarás en él» (Dichos 69).

Dios quiere pacificar nuestra memoria, de modo que «nada la turbe y nada la espante» -como en la oración de Santa Teresa-. Por eso nos manda por el salmista: «Encomienda al Señor tus afanes, que él te sustentará» (54,23). «Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará. Descansa en el Señor y espera en él» (36,5.7). No es sólo un consejo, es un mandato de Cristo: «No os preocupéis». Confiad en el Padre, que si cuida de aves y flores, más del hombre. No os preocupéis, que con eso no vais a adelantar nada, es completamente inútil: «¿Quién de vosotros con sus preocupaciones podrá añadir una hora al tiempo de su vida?». Es normal que los paganos se preocupen, pero es anormal que anden con ansiedades quienes tienen un Padre celestial que conoce perfectamente sus necesidades. La paz está en buscar el Reino con todo el corazón, despreocupándose por las añadiduras y sin inquietarse para nada por el mañana (Mt 6,25-34; +10,28-31; 13,22; Lc 12,22s; Jn 14,1. 27; Flp 4,4-9).

((A pesar de estas enseñanzas evangélicas tan claras, hay cristianos que piensan y dicen:

-«Es humano vivir con preocupaciones, y no hay en ello nada de malo». Sería inhumana la persona que, en medio de tantos males y peligros como hay en el mundo, viviera sin preocupaciones. Es cosa de preguntarse qué idea tienen del hombre aquellos que consideran humano preocuparse morbosamente, e inhumano vivir en paz inalterable y en continua confianza en Dios. En esta ocasión comprobamos una vez más qué precaria idea tiene de lo humano -y de lo cristiano, por supuesto- el hombre carnal. El pobre no tiene ni idea siquiera de la perfección espiritual a la que está llamado por Dios, que quiere poner en su corazón una paz perfecta. En efecto, como ya hemos visto, las preocupaciones consentidas y morosamente cultivadas, lo mismo, por ejemplo, que los pensamientos obscenos, son «pensamientos malos». Tener malos pensamientos no es pecado, pero consentir en ellos sí. Igualmente, las preocupaciones consentidas ofenden a Dios y a su providencia amorosa.

-«Es imposible ordenar la memoria, y por tanto la ascética de la memoria es imposible. El hombre, a no ser que se recluya en un monasterio, necesariamente en esta vida se ve lleno de preocupaciones y ansiedades». Todo eso es falso. Las preocupaciones y los pensamientos vanos deben ser combatidos con todo empeño, como se combaten los pensamientos obscenos: procurando no consentir en ellos, pidiendo en la tentación el auxilio de Dios, actualizando la esperanza para confiarse a él. Y lo mismo que los pensamientos obscenos, cuando han sido larga y fielmente combatidos, acaban normalmente por desaparecer, igualmente los pensamientos vanos y las preocupaciones. Entonces se alcanza, como don de Cristo, el perfecto silencio interior, la paz del corazón, que es la herencia del cristiano en esta vida: «La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo. No se turbe vuestro corazón ni se intimide» (Jn 14,27).

Y adviértase que ese mismo vacío de la memoria, llena de Dios por la esperanza, lo vemos no sólo en los santos contemplativos, alejados del ruido mundanal, sino igualmente en los activos, sumergidos en ajetreos que para otros resultarían insoportables. Unos y otros pueden decir con toda verdad: «Quédeme y olvídeme, / el rostro incliné sobre el Amado; / cesó todo y déjeme, / dejando mi cuidado / entre las azucenas olvidado» (canc. introd. S).

-«Esa ascesis de la memoria deja al hombre alelado, inerte, desmemoriado», si, como dice San Juan de la Cruz, «de todas estas noticias y formas se ha de desnudar y vaciar, y procurar perder la aprehensión imaginaria de ellas, de manera que en ella no le dejen impresa noticia ni rastro de cosa, sino que se quede calva y rasa, como si no hubiese pasado por ella, olvidada y suspendida de todo» (3 S 2,4). Por el contrario, a las personas de memoria desnudada y santificada «Dios les hace acordarse de lo que se han de acordar y olvidar lo que es de olvidar» (2,9). Por eso son particularmente despiertas, lúcidas, alertas.

Por otra parte, bien está en la vida ascética ejercitarse en recordar ciertas cosas buenas -por ejemplo, acordarse de orar por una persona-; pero incluso estos recuerdos deben ser procurados por la memoria sin apego. Y en la vida mística la persona ni siquiera se ejercita en procurar esos recuerdos buenos -orar por tal persona, por ejemplo-. «Esta persona no se acordará de hacerlo por alguna forma o noticia que se le quede en la memoria de aquella persona, y si conviene encomendarla a Dios -que será queriendo Dios recibir oración por la tal persona-, la moverá la voluntad dándole gana de que lo haga; y si no quiere Dios aquella oración, aunque se haga fuerza a orar por ella, no podrá ni tendrá gana, y a veces se la pondrá Dios para que ruegue por otros que nunca conoció ni oyó; y es porque Dios sólo mueve las potencias de estas almas para aquellas que conviene según la voluntad y ordenación de Dios, y no se pueden mover a otras; y así, las obras y ruegos de estas almas siempre tienen efecto. Tales eran las de la gloriosísima Virgen nuestra Señora» (3 S 2,10).))

La ascética de la memoria requiere observar estas normas:

1.-Limitar la avidez y consumo de noticias. No es absolutamente necesario -ni conveniente- que la persona esté enterada de cuanto sucede en su casa, en su pueblo o ciudad, en el mundo. Pero la memoria del hombre carnal es insaciable: no se cansa de noticiarios, periódicos, conversaciones vanas (mejor dicho: se cansa; el cansancio suele agobiar al hombre carnal, también al que no hace nada). Es como una esponja que se hincha absorbiendo cuanto le rodea. Se ceba en las añadiduras y se olvida de «el Reino y su justicia» (Mt 6,33). Pues bien, esa esponja insaciable de la memoria debe ser estrujada y vaciada, y «cuanto más el alma desaposesionare la memoria de formas y cosas memorables que no son Dios, tanto más pondrá la memoria en Dios y más vacía la tendrá para esperar de él el lleno de su memoria» (3 S 15,1).

2.-No consentir en las preocupaciones y en los vanos pensamientos obsesivos. Combatirlos como se lucha contra los pensamientos malos de lujuria, de odio, de robos o de venganzas: pidiendo ayuda a Dios, procurando quitar la atención de lo malo y ponerla en algo bueno, actualizando intensamente las virtudes contrarias, en este caso sobre todo la esperanza.

3.-Soltar la memoria en la esperanza, confiando en Dios con total y filial abandono, cortando así, sin más, los nudos que embarullan el alma y quitan salud al cuerpo.

«Lo que pretendemos es que el alma se una con Dios según la memoria en esperanza… no pensando ni mirando en aquellas cosas más de lo que le bastan las memorias de ellas para entender y hacer lo que es obligado; y así no ha de dejar el hombre de pensar y acordarse de lo que debe hacer y saber, que, como no haya afecciones de propiedad [en esos recuerdos] no le harán daño» (3 5 15,1).

((Como se ve, la ascética cristiana de la memoria es muy diversa del erróneo quietismo de Molinos, el cual enseñaba: «El que hizo entrega a Dios de su libre albedrío, no ha de tener cuidado de cosa alguna, ni del infierno ni del paraíso, ni debe tener deseo de la propia perfección, ni de las virtudes, ni de la propia santidad, ni de la propia salvación, cuya esperanza debe expurgar» (Dz 2212). La gracia de Cristo no mata la memoria, sino que la sana de su desorden morboso y la eleva a su centro propio, que es Dios.))

Inmensos bienes produce la santificación de la memoria, que merece la pena describir. El hombre de memoria purificada queda libre para mirar a Dios en una oración sin distracciones, y para escucharle en silencio, sin ruidos interiores. Puede centrar en el prójimo una atención solícita, no distraída por otros objetos inoportunos. Logra desconectar, cuando conviene, de sus ocupaciones y atenciones diarias. Vive sereno en medio de las vicisitudes de la vida, pues «teniendo el corazón tan levantado del mundo, [éste] no sólo no le puede tocar y asir el corazón, pero ni alcanzarle de vista» (2 N 21,6). Duerme y descansa -sin pastillas, gotas o comprimidos- cuando es oportuno: «En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo» (Sal 4,9; +3,6). Tiene el alma ligera y clara, libre del agobio de preocupaciones oscuras: «Cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos [Señor] son mi delicia» (93,19). Tiene una sorprendente capacidad de trabajo, pues apenas se cansa con lo que hace (lo que cansa no es tanto la acción, sino las tensiones y preocupaciones que la acompañan indebidamente). Lejos de ser para el mundo persona inerte o poco útil, es el más entregado y animoso, guarda el ánimo cuando otros lo pierden, no se desconcierta, pasa por el fuego sin quemarse, y en vez de caminar «vuela velozmente sin cansarse» (Is 40,31). Pero dejemos que el mismo San Juan de la Cruz termine la descripción, como él sabe hacerlo:

«El alma se libra y ampara del mundo, porque esta verdura de esperanza viva en Dios da al alma una tal viveza y animosidad y levantamiento a las cosas de la vida eterna, que, en comparación de lo que allí espera, todo lo del mundo le parece -como es la verdad- seco y lacio y muerto y de ningún valor. Y aquí se despoja y desnuda de todas estas vestiduras y traje del mundo, no poniendo su corazón en nada, ni esperando nada de lo que hay o ha de haber en él, viviendo solamente vestida de esperanza de vida eterna» (2 N 21,6).

 

4.- Ascesis de la voluntad

La voluntad del hombre carnal está gravemente enferma; por eso «no hubiéramos hecho nada en purificar el entendimiento para fundarle en la virtud de la fe, y a la memoria en la de la esperanza, si no purificásemos la voluntad acerca de la tercera virtud, que es la caridad» (3 S 16,1). En efecto, la voluntad carnal apenas es libre -hace lo que aborrece y no hace lo que quiere (Rm 7,15-18)-, y tiene un amor frágil, oscilante, desviado, muchas veces pecaminoso. Es claro, pues, que el hombre no puede ser perfecto, no puede ser clara imagen de Dios, en tanto que el amor enfermo de su voluntad no viene a ser sanado y elevado por la virtud sobrenatural de la caridad. Entonces podrá amar a Dios y al prójimo plenamente.

Terribles daños padece el hombre cuya voluntad se pierde en amores desordenados; para describirlos ni «tinta ni papel bastarían, y el tiempo sería corto» (3 S 19,1). El «daño privativo principal es apartarse de Dios; porque así como allegándose a él el alma por la afección de la voluntad de ahí le nacen todos los bienes, así, apartándose de él por esta afección de criatura, dan en ella todos los daños y males a la medida del gozo y afección con que se junta con la criatura, porque eso es el apartarse de Dios» (19,1). El alma cebada en gozo de criaturas sufre «un embotamiento de la mente acerca de Dios, que le oscurece los bienes de Dios», y que le trae «oscuridad de juicio para entender la verdad y juzgar bien de cada cosa como es». «Le hace apartarse de las cosas de Dios y de los santos ejercicios y no gustar de ellos porque gusta de otras cosas». Todo esto le va llevando a «dejar a Dios del todo, no cuidando de cumplir su ley por no faltar a las cosas y bienes del mundo, dejándose caer en pecados mortales por la codicia. En este grado se contienen todos aquellos que de tal manera tienen las potencias del alma engolfadas en las cosas del mundo y riquezas y tratos, que no se dan nada por cumplir con lo que les obliga la ley de Dios, y tienen grande olvido y torpeza acerca de lo que toca a su salvación, y tanta más viveza y sutileza acerca de las cosas del mundo (+Lc 16,8); y así, en lo de Dios no son nada y en lo del mundo lo son todo». «Sirven al dinero y no a Dios, y se mueven por el dinero y no por Dios, haciendo de muchas maneras al dinero su principal dios y fin, anteponiéndole al último fin, que es Dios» (3 S 19,3-9). Observemos aquí que el dinero es «el principal dios y fin» del hombre carnal, pero no el único. De hecho, hay hombres que menosprecian el dinero y dan culto absoluto a otros ídolos tan peligrosos o más: ideas propias, afán de dominio, de poder, de independencia, de placer. Son, por supuesto, igualmente idólatras.

Es preciso «purificar la voluntad de todas sus afecciones desordenadas», de lo que llamaremos apegos. «Estas afecciones o pasiones son cuatro: gozo, esperanza, dolor y temor» (3 S 16,2). Gozo del bien presente, esperanza del bien ausente, dolor del mal presente, temor del mal inminente. Las cuatro afecciones de la voluntad juntamente se ordenan o se tuercen: si el hombre pone, por ejemplo, su gozo en la salud, ahí se centrarán convergentemente su esperanza, dolor y temor. Pues bien, la abnegación de la voluntad ha de ser total. Ninguna clase de bienes (3 S 18-45) ha de apresar el corazón del hombre con un apego que lesione o disminuya su amor a Dios. Sencillamente, «la voluntad no se debe gozar [ni doler, ni esperar, ni temer] sino sólo de aquello que es gloria y honra de Dios» (17,2). Esto es «dejar el corazón libre para Dios» (20,4).

Entendemos por apegos de la voluntad, en este sentido, todo amor a criatura no integrado en el amor a Dios, o contrario a él. Y la voluntad humana puede apegarse a cualquier cosa que no sea Dios. Uno puede tener amor desordenado a cosas malas -robar, adulterar, mentir-, o a cosas de suyo indiferentes -meterse en todo, no meterse en nada-, o a cosas buenas -estudiar o rezar mucho, terminar unos trabajos excelentes-. Apegos hay que tienen como objeto bienes exteriores -vino, tierras, dinero-; otros hay con objetos más interiores -vivir tranquilo, parecer moderno, ser eficaz, guardar un ritmo de vida previsible-.

La caridad es la fuerza que ordena la voluntad del hombre, librándole de todo apego desordenado, y uniéndole amorosamente a la voluntad de Dios. Creciendo en caridad, el cristiano va abandonando uno tras otro todos los ídolos de su afecciones desordenadas, donde puso gozo-esperanza-dolor-temor, y va amando al Señor con todas las fuerzas de su alma, como está mandado (Lc 10,27).

Todos los apegos y todos los ídolos han de ser consumidos por el fuego sobrenatural de la caridad. Si se trata, por ejemplo, de bienes temporales exteriores, «el hombre no se ha de gozar [ni doler, ni esperar, ni temer] de las riquezas cuando él las tiene ni cuando las tiene su hermano, sino [ver] si con ellas sirven a Dios. Y lo mismo se ha de entender de los demás bienes de títulos, estados, oficios, etc..; en todo lo cual es vano gozarse si no es si en ellos sirven más a Dios y llevan más seguro el camino para la vida eterna. No hay, pues, de qué gozarse sino en si se sirve más a Dios» (3 S 18,3). «También es vana cosa desear [desordenadamente] tener hijos, como hacen algunos que hunden y alborotan al mundo con el deseo de ellos, pues no saben si serán buenos y servirán a Dios, y si el contento que de ellos esperan será dolor, y el descanso y consuelo, trabajo y desconsuelo, y la honra, deshonra y ofender más a Dios con ellos, como hacen muchos» (18,4). Como veremos al tratar más adelante de la obediencia, hacer la voluntad de Dios es lo que de verdad realiza al hombre en el tiempo y en la eternidad. El hombre se disminuye, se enferma, se destruye en la medida en que polariza su voluntad -gozo, esperanza, dolor, temor- en criaturas, por nobles que en sí mismas sean.

La ascética de la voluntad puede verse ayudada por algunas normas fundamentales:

1.-Descubrir las afecciones desordenadas. Los apegos -que en el principiante son muchos- están a veces encubiertos, y los más suelen depender de unos pocos más radicales. Ahora bien, si la persona no se molesta en descubrir la concreta y perversa existencia de los apegos, no podrá desarraigarlos. Y no es difícil localizarlos, pues las señales que los revelan son claras. Las preguntas básicas «¿en que te gozas y alegras? ¿qué te produce más dolor y temor?», respondidas sinceramente, suelen indicar de modo convergente ciertos apegos.

Pero hay muchas otras señales. El hombre piensa mucho en el objeto de su apego -salud, dinero, etc.-, y habla mucho de él: «de la abundancia del corazón habla la boca» (Mt 12,34). Las preocupaciones de la memoria revelan apegos de la voluntad: uno se preocupa por aquellas cosas a las que está desordenadamente apegado. Las distracciones persistentes en la oración a causa de un objeto suelen indicar que el hombre lo quiere con voluntad carnal. Por otra parte, los apegos son raíces que producen malos frutos: así, cuando una persona -de suyo veraz- miente para salvar o acrecer su prestigio, es claro indicio de que está apegada a él. En este sentido, para discernir la calidad de amores dudosos, conviene aplicar la clave evangélica: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,16).

2.-Tender siempre al desposeimiento afectivo, y a veces al efectivo. Fácilmente el hombre se apega a las cosas que posee, y «si las manoseare con la voluntad, quedará herido de algún pecado» (3 S 18,1). Por eso el cristiano, enseñado por Cristo en el evangelio, procura poseer con gran sobriedad, desconfiando humildemente de su propio corazón. Y esto lleva siempre a la pobreza espiritual, y a veces también a la pobreza material. Ya sabemos que todos los cristianos, también los laicos, están llamados a vivir los consejos evangélicos, si no efectivamente, al menos en el afecto y en la disposición del ánimo, que es en definitiva lo único que cuenta ante Dios.

Cuando las cuatro afecciones de la voluntad están ordenadas en el amor a Dios, «de manera que el alma no se goce sino de lo que es puramente honra y gloria de Dios, ni tenga esperanza de otra cosa, ni se duela sino de lo que a esto tocare, ni tema sino sólo a Dios, está claro que enderezan y guardan la fortaleza del alma y su habilidad para Dios; porque cuanto más se gozare el alma en otra cosa que en Dios y cuanto más esperare otra cosa, tanto menos esperará en Dios; y así de las demás. Estas cuatro pasiones tanto más reinan en el alma cuanto la voluntad está menos fuerte en Dios y más pendiente de las criaturas, porque entonces con mucha facilidad se goza de cosas que no merecen gozo, y espera de lo que no aprovecha, y se duele de lo que, por ventura, se había de gozar, y teme donde no hay que temer» (3 S 16,2. 4).

«Debe, pues, el espiritual, al primer movimiento, cuando se le va el gozo a las cosas, reprimirle» (20,3), haciéndose consciente de que su tesoro es Dios, y que en él tiene que tener puesto el corazón, todo el corazón. Ahora bien, sobre todo a los comienzos, cuando todavía el cristiano es carnal, es muy difícil la pobreza afectiva en ciertas cosas si sobre ellas no se ejerce también la pobreza efectiva. Desde luego, el desprendimiento material se impone si éstas son malas; pero también si, aun siendo buenas -más arriba pusimos como ejemplo la afición a la literatura-, hacen daño de hecho a quien las posee. Esas mismas cosas buenas renunciadas, quizá puedan ser recuperadas más tarde con ventaja cuando la persona esté más crecida en lo espiritual.

3.-Desvalorizar los apegos a la luz de la fe. No son más que ídolos, muchas veces ridículos, alzados en el corazón del hombre, y a los que éste da culto. Pero no resisten la luz de la fe, pues cuando ella revela lo que son, se vienen abajo. Por eso, cuando descubrimos en nosotros el ídolo de algún amor desordenado a criatura, lo venceremos sobre todo proyectando sobre él el foco de una fe intensamente actualizada.

Supongamos que una mujer tiene gran apego al orden: si cada cosa no está en su sitio y a su hora, se pone nerviosa, se enfada y hace a todos la vida imposible. Esta mujer, mientras no derribe de su corazón el ídolo del orden, apenas conseguirá nada con sus buenos e ingenuos propósitos de no enfadarse «la próxima vez». Tiene que ver a la luz de la fe la estupidez de su manía; ha de comprender que el orden es un valor que ha de integrarse en otros valores -paz, alegría familiar-, y que es completamente ridículo que estos valores sean sacrificados a aquél. Al valorar lo que ahora no tiene suficientemente en cuenta, porque ve las cosas con poca luz, conseguirá desvalorar su idolatrado orden. Y si ella misma llega a «reírse de sus manías de orden», entonces la curación puede darse por hecha.

Pero el combate contra los apegos suele ser muy torpe. Suele reducirse a decretos volitivos («la próxima vez no me enfadaré por el desorden»), que espiritualmente resultan ineficaces, y psicológicamente insanos. El cristiano, al combatir un apego, debe convencerse de su vanidad, ridiculez y maldad; debe renunciar volitivamente a sus ávidas obstinaciones («procuraré el orden, pero me conformaré con el que se consiga en la casa»); y, en ocasiones, cuando no resulta posible la afirmación simultánea de todos los valores, debe elegir los que le parezcan más importantes, dejando otros («tal como están las cosas, elijo positivamente descuidar un poco el orden, para sacar adelante la unidad y la alegre paz familiar, que me importan más»).

¡Qué tranquilos están los apegos cuando ven que el hombre sólo los combate a golpes de voluntad! ¡Y cómo tiemblan en cuanto ven que la persona enciende la luz de la fe y se apresta a enfocarla sobre ellos! En ese momento saben que tienen las horas contadas.

4.-Hay que saber que el apego a cosas buenas puede ser más peligroso que el referido a cosas malas, pues aquél fácilmente se justifica bajo capa de bien. Un cura apegado a la bebida, tratará de corregirse, y si no lo consigue, al menos se reconocerá pecador. Pero un cura apegado a su parroquia -se resiste a posibles cambios, inventa para ello razones falsas, etc.-, difícilmente reconoce su afección desordenada: ¿Acaso no es bueno y noble que un sacerdote ame a su parroquia?… Mucho cuidado hay que tener para descubrir y reducir los apegos de la voluntad a cosas buenas.

5.-Hay que saber que los apegos interiores son más peligrosos que los referidos a bienes exteriores. Los interiores son más persistentes, más vinculados a la personalidad de cada uno, más ocultos, y suelen ser la raíz que sostiene no pocos apegos a objetos exteriores. Por eso en la vida espiritual -y concretamente en la dirección espiritual- tiene la mayor importancia descubrir estos apegos internos y desarraigarlos. De otro modo, gran parte del trabajo ascético será inútil.

Un hombre, por ejemplo, tiene como afección radical desordenada triunfar en el mundo y sobresalir en la sociedad (apego interno), y para conseguirlo busca enriquecerse (apego externo), pero como no lo consigue, se entrega a la bebida (apego externo). Esta persona, probablemente, será consciente de su apego a la bebida; será menos consciente de su apego a las riquezas, pues es una tendencia desordenada más universal; pero quizá no sea consciente en absoluto de su apego al éxito mundano, que en él es el decisivo. Así pues, si combate sus apegos a riqueza y bebida, probablemente no conseguirá nada, pues no ataca la mala raíz -el apego al éxito- que los sostiene. Pero aun en el supuesto, improbable, de que consiga una vida más libre de riqueza y bebida, si continúa apegado al éxito ¿ha adelantado algo con su ascetismo? Sigue siendo un idólatra, quizá ahora más soberbio, al verse libre de unos apegos exteriores humillantes.

6.-Los apegos han de ser arrancados con la fuerza de la caridad. No tiene el alma otra fuerza que la de su amor. «El amor es la inclinación del alma y la fuerza y virtud que tiene para ir a Dios, porque mediante el amor se une el alma con Dios» (Llama 1,13). San Juan de la Cruz sabe bien que del amor desordenado a criatura sólo puede arrancarnos un amor a Dios más fuerte. Es cuestión de preferir a Dios en un acto intenso y fuerte de la caridad: «¿Amaré a la criatura más que al Creador? ¿Voy a preferir mi gusto al agrado de mi Señor?» Sólo la fuerza del amor a Dios puede arrancarnos de nuestros apegos. Y puede hacerlo con facilidad, pues ante el alma que ama de verdad a Dios «todas las cosas le son nada, y ella es para sus ojos nada. Sólo su Dios para ella es el todo» (1,32).

7.-Los apegos han de ser atajados cuanto antes; y por pequeños que sean, nunca debe ser subestimada su peligrosidad, pues «una centella basta para quemar un monte y todo el mundo. Y nunca se fíe por ser pequeño el asimiento, si no le corta luego, pensando que adelante lo hará, porque, si cuando es tan poco y al principio no tiene ánimo para acabarlo, cuando sea mucho y más arraigado ¿cómo piensa y presume que podrá?» (3 S 20,1).

Se atajan los apegos, ante todo, por la oración de petición, rogando a Dios que rompa las cadenas que nos sujetan o nos dé fuerzas para romperlas; se atajan con los actos intensos que les son contrarios, y también no consintiendo en estos apegos mientras duran, que muchas veces no bastan unos actos, por intensos que sean, para que desaparezcan.

Inmensos bienes gana de Dios la voluntad liberada por la caridad. El cristiano que tiene el corazón «desnudo de todo, sin querer nada» (2 S 7,7), y ama a Dios con toda su alma, da la fisonomía fascinante de Jesús y de sus santos:

«Adquiere libertad de ánimo, claridad en la razón, sosiego, tranquilidad y confianza pacífica en Dios; adquiere más gozo y recreación en las criaturas con el desapropio de ellas; adquiere más clara noticia de ellas para entender bien las verdades acerca de ellas, así natural como sobrenaturalmente; por lo cual las goza muy diferentemente que el que está asido a ellas. Gózase en todas las cosas, no teniendo el gozo apropiado a ellas, como si las tuviese todas; en tanto que ninguna tiene en el corazón, las tiene todas en gran libertad (2 Cor 6,10); el otro, en tanto que tiene de ellas algo con voluntad asida, no tiene ni posee nada, antes ellas le tienen poseído a él el corazón, por lo cual, como cautivo, pena. Al desasido no le molestan cuidados ni en oración ni fuera de ella, y así, sin perder tiempo, con facilidad hace mucha hacienda espiritual» (3 S 20,2-3).

 

5.- Ascesis del carácter

El hombre carnal tiene mal carácter. Esto se comprende fácilmente si se considera que la modalidad concreta de un carácter procede 1.-del temperamento psicosomático, poco modificable, que viene ya herido y con malas tendencias; 2.-del ambiente condicionante, generalmente malo o mediocre, y que desde niño ha sido asimilado consciente o, la mayor parte de las veces, inconscientemente; 3.-de la historia personal de pecado, que ha dejado en la persona -alma y cuerpo- muchas huellas de culpa, aún vigentes y condicionantes si no han sido suficientemente borradas por el arrepentimiento y la expiación; y 4.-de la historia personal de gracia recibida, aún pendiente de continuación y desarrollo.

La ascesis del carácter, según esto, viene a coincidir con la del sentido y del espíritu; sin embargo, presenta algunos aspectos particulares que merece la pena señalar.

1.-El carácter es modificable y debe ser modificado -en algunos aspectos, profundamente-. Las vidas de los santos nos muestran la fuerza de la gracia para modificar sorprendentemente el carácter inicial de las personas. La ascesis del carácter resulta en cambio imposible en quien se ve a sí mismo como irreformable: «Genio y figura hasta la sepultura». Así será, si así lo cree.

2.-La persona no debe solidarizarse con su propio carácter, aprobándolo en el fondo. No es raro captar en algunos que confiesan sus debilidades, deficiencias y pecados, una satisfacción y evidente complacencia, es decir, una simpatía cómplice con su propio modo de ser. En tal actitud éstos son incorregibles.

3.-La persona no debe constituir nunca su carácter como principio de pensamiento y acción. Hay que pensar con la cabeza -no con el corazón, el hígado o los pies-: la búsqueda de la verdad que se debe pensar o del bien que se debe hacer está condenada al extravío si la persona se deja condicionar por su modo peculiar de ser. Incluso si el modo en sí no es malo o es indiferente: ser lento o rápido, razonador o intuitivo, organizado o improvisador, inclinado a lo abstracto o a lo concreto. Todo eso da más o menos igual, tendrá ventajas para esto y limitaciones para aquello. Lo que estorba gravemente al hombre para la unión con Dios es «cuando se ase a algún modo suyo, o cualquier otra cosa u obra propia, no sabiéndose desasir y desnudar de todo ello» (2 S 4,4). Eso es lo que frena y resiste la obra del Espíritu.

El que se cierra a un trabajo o ministerio, a una norma, a un profesor puesto por la Iglesia, alegando simplemente «A mí eso no me va», «Eso es contrario a mi estilo», padece, al menos de modo implícito, dos graves errores: 1.-El carácter es inmodificable, y sería malo hacerse violencia para cambiarlo. 2.-Dios está obligado a mover con su gracia a los hombres ajustándose cuidadosamente al carácter que tienen. Según eso, Teresa de Ahumada, tan vivaz y sociable, puede resistirse con toda razón a Dios si le quiere recluir en un monasterio. Y lo mismo puede -debe- hacer Juan Bautista Vianney, tan inclinado a la soledad penitente del monasterio, si el Señor osa retenerle hasta su muerte en la parroquia de Ars.

4.-El propio carácter no debe ser impuesto a los demás como una norma universal. Esto hace un daño especial cuando la persona tiene autoridad -padre, párroco, maestro-. Este obispo tiene un carácter ordenado y meticuloso, y tiene su diócesis cuadriculada. Este padre de familia aborrece los viajes, y su familia está siempre quieta. Aquel trabaja rápidamente, y cuando colabora con otro que es más lento, es incapaz de moderar su ritmo, haciendo la acomodación conveniente… A nadie impongamos nuestro modo de ser. Estorbaríamos en nosotros y en los demás la acción del Espíritu divino.

San Francisco de Javier, como provincial jesuita, escribe con gran dureza al padre Cipriano, hombre dominado por su carácter violento: «Siempre usáis de vuestra condición fuerte: todo lo que hacéis por una parte, por otra lo deshacéis. Estáis ya tan acostumbrado a hacer vuestra voluntad que, dondequiera que estáis, con vuestras maneras escandalizáis a todos, y dais a entender a los otros que es condición vuestra ser así fuerte. Quiera Dios que de estas imprudencias algún día hagáis penitencia. Por amor de Dios nuestro Señor os ruego que forcéis vuestra voluntad, y que en lo por venir enmendéis lo pasado, porque no es condición ser así irritable, sino descuido grande que tenéis de Dios y de vuestra conciencia y del amor de los prójimos».

 

6.- Ascética del espíritu

Por la ascesis del espíritu, se entiende que éste se desapropia de sus pensamientos, memorias y voluntades, teniéndolos como si no los tuviera.

El hombre se vuelve perfectamente imagen y semejanza de Dios. Dios deifica al hombre elevándole a fe, esperanza y caridad.

El hombre puede semejarse a Dios porque Dios es semejante al hombre.

TEMAS CAMPAMENTO ALEPUE 2007

  1. Bernardita y la juventud
  2. Bernardita y la afectividad
  3. Bernardita y la autoeducación
  4. Bernardita y el matrimonio
  5. Bernardita y la vida
  6. Bernardita y la devoción a María
  7. Bernardita y la cruz

TEMA 1: Bernardita y la juventud

  1. HECHO DE VIDA

            Cuentan sus familiares que Bernardita era sencilla de espíritu y alegre. Nació una niña extraordinariamente bella. Su nombre fue escogido por sus padres, sintiendo que debía representar toda la ternura y bondad que fuera posible. Se llamó Bernardita. Era una niña frágil y tierna, con grandes ojos color verde pardo, mejillas sonrosadas y pelusitas color miel. Los padres y hermanos se sentían fascinados por la expresión de su rostro que denotaba una inocencia y una pureza jamás vista…

            Bernardita cuando nació fue la sexta guagüita de esa familia que nació al centro de una docena de hermanos y hermanas. Fue la tercera mujer de la familia, y tuvo cinco hermanas más. El resto fueron hombres. Se reía con carcajadas claras y contagiosas, y su temperamento era suave y firme a la vez. Vivió su niñez y su juventud siempre muy unida a sus hermanos y a sus padres, aficionada a la conversación y a la lectura. Cuentan que era muy habitual encontrarla tendida sobre la cama, leyendo un entretenido libro de cuentos. Era sencilla y amistosa, tenía gran sentido del humor. Nunca fue ostentosa ni egoísta. Más bien se preocupaba por lo que le sucedía a los demás y no dudaba en servir a quién lo necesitara. Todo dentro de un margen normal y natural. Sus cualidades no reflejaban a un ser extraordinario hasta el momento.

  1. LECTURA BÍBLICA: MT 6,26-30

            Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su   vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!

  1. LA IDENTIDAD FEMENINA
    1. La crisis de los sexos.
  • Poderosa corriente de decadencia.
  • Nuestra época está marcada por la hegemonía masculina.
  • El hombre ha impuesto su manera de ser hasta el extremo.
  • La mujer se ha dejado llevar por el hombre.
  • Se ha apropiado de esa modalidad y lucha por ella como si fuera su ideal.
  • Cultura masculinizada
  • Situación actual: a causa de la exageración extrema de lo masculino y a causa de la disolución de lo femenino, debido a la prosecución del extremismo masculino, se puede caracteriza la relación mutua de los sexos con un solo término: confusión de los sexos
  • Qué significa esto?
    • Enajenamiento de los sexos (pérdida de la propia identidad de cada sexo).
    • Aislamiento: por una parte a la mujer se le ha privado de su tendencia natural al amor y el hombre, por otra parte ha cultivado demasiado unilateralmente lo individualista de su ser, llevándolo hasta la más extrapolación.
    • El flujo recíproco de los sexos entre sí.
  • Para formar la mujer del futuro se debe solucionar la crisis de los sexos.
  • No es admisible que hoy la mujer aspire a poseer la misma modalidad que el hombre.
  • Igualdad de valor, pero
  • No igualdad de modalidad.
  • La mujer no debe aspirar a la substitución sino a la complementación.
  • ¿Qué significa la teoría de la complementación?
  • Dios creó a ambos sexos conforme a una esencia determinada, de modos están orientados a una cierta complementación, a una bi-unidad.
  • “Y dijo Dios: no es bueno que el hombre esté solo. Le daré una compañera adecuada a él” (Gén. 2, 18)
  • También el varón es en sí capaz de complementación, lo mismo vale para la mujer.
  • Ambos han de estar en el centro de la familia.

+ El hombre asumiendo el primado del gobierno de la familia, la mujer asumiendo el primado del amor.

+ El hombre la cabeza, la mujer el corazón. (bi-unidad)

  • Simbología:
  • La flecha: que quiere dispararse al infinito simboliza una marcada identidad masculina.
  • La línea: que vuelve sobre sí misma, la afinidad de la mujer con la naturaleza.
    • La crisis de los sexos llega a ser más grave que haber perdido la guerra.
    • Necesidad de maduración sana del hombre y la mujer como bi-unidad.

 

  1. EL IDEAL DE LA MUJER A LA LUZ DE LA FILOSOFÍA DE LA CULTURA (Puntos erroneos)

 

  • La manera de ser masculina como norma para la mujer.
  • La mujer es valorada esencialmente según los patrones masculinos.
  • Aristóteles: “la mujer es un varón casual y trunco”.
  • Jesucristo: alto aprecio a la mujer

+ a la mujer pecadora.

+ acepta el servicio de la mujer.

+ conversa con ella.

+ su trato es sencillo y respetuoso.

  • Extrapolación de lo sexual en la mujer
  • La mujer como medio para el placer sexual del varón.
  • Los MCS
  • Tanto el hombre como la mujer debe experimentar un nuevo nacimiento de la identidad de los sexos
  1. LA ORIGINALIDAD DE LA MANERA DE SER FEMENINA
  • Nos hemos referido con lo anterior a dos puntos de vista erróneos respecto a la consideración de la identidad femenina.
  • ¿Dónde está el punto de vista correcto?
  • Se trata de la teoría de la complementación.
  • Ambos sexos no poseen la misma modalidad, pero poseen el mismo valor.
  • ¡diversa modalidad, idéntico valor!
  • Originalidad femenina: acentuación de lo personal, del dar alma y de lo maternal.
    1. Acentuación en lo personal:
  • La mujer debe tener la conciencia de estar orgullosa de ser mujer. No avergonzarse.
  • Es propio de la mujer poseer un instinto más poderoso.
  • También es propio de ella poseer una fidelidad mucho más profunda.
  1. Acentuación de infundir o dar alma (de lo afectivo espiritual)
  • Ejemplo de la pieza.
  • El hombre no logra dejarla acogedora por mucho esfuerzo que ponga en ello.
  • La mujer rápidamente la acomoda.
  • Acentuar y desarrollar en la mujer este punto afectivo-espiritual.

 

  1. EL IDEAL DE MUJER A LA LUZ DE MARÍA
  • La Santísima Virgen quiere librarnos de la crisis de los sexos en cuanto ella ilustra de modo clásico, configura y forma el ideal de mujer.
  • María Santísima ilustra el ideal de la mujer.
  • María Santísima configura y forma el ideal de mujer.
  • El oratorio me regala a María, nuestra Madre, que restituye mi dignidad y me transforma poco a poco (odológicamente) en una mujer plena, auténtica, semejante a ella, la mujer vestida de sol.
  • ¿Puede ser María modelo para la mujer actual?
  • Pablo VI en la encíclica Marialis Cultus dice: María “modelo eximio de la condición femenina y ejemplar limpidísimo de vida evangélica”…
  • “María puede ser tomada como espejo de las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo”.

 

  1. EL ORATORIO Y LA JUVENTUD
  • El Oratorio está llamado fuertemente a ser un guía para toda la juventud, tanto masculina como femenina. Ser guia del pueblo, para que se transforme en pueblo de Dios.
  • El Oratorio tiene que estar hondamente impresionado por Bernardita, este regalo y signo de Dios, signo de la Madre que fue regalando a todo el Oratorio.

Con el ejemplo de Bernardita vemos que no es imposible alcanzar la santidad.

  1. TRANSOPERANCIA DIVINA

 

El Señor que transopera en toda la naturaleza, que hasta viste los lirios del campo, fue guiando a Bernardita por medio de una pareja del Oratorio, Nelson Maluenda y Adriana Razeto. Ellos asesoraron un grupo de parejas jóvenes: Juan Carlos Pacheco y su novia, Isabel Margarita Illanes, Arturo del Río y Bernardita Correa, su novia. Resultó ser un grupo con gran idealismo y seriedad en la entrega. El Señor dirige todo cuanto existe, pero quiere que el hombre le responda, incluso a veces en grados heroicos, que empiezan a vislumbrarse muy de a poco pero terminan finalmente como tiene que ser.

  1. PREGUNTAS PARA LA REFLEXION

 

  1. ¿Qué te llama la atención en Bernardita Correa?
  2. ¿Qué opinas de la crisis de los sexos?
  3. ¿Cuál es la imagen de la mujer que ves tú en la actualidad?
  4. ¿Es María Santísima una “Gran Señal” para la mujer?
  5. ¿Te ayuda el Oratorio a formarte como una mujer auténtica, femenina, virginal, maternal y esposa?

TEMA 5: BERNARDITA Y LA VIDA

«Jamás se puede legitimar el quitar la vida a un inocente». Juan Pablo II

  1. HECHO DE VIDA:

Bernardita Correa, se enfrentó fuertemente con la Vida. Y en ella se cumple el evangelio de “dar la vida por los suyos”.

Bernardita, casada con Arturo del Río, se fueron a vivir a España, por motivos de estudio de él. Bernardita ya tenía su enfermedad, leucemia. Estando allá quedó embarazada de su primer hijo, los doctores le recomendaron y exigieron que se realizara un “aborto terapéutico”, (en el mismo hospital se lo realizarían, es algo totalmente legal) ya que corría riesgo su vida. Bernardita, ante esta iniciativa de los médicos se negó rotundamente, no podía aceptar quitarle la vida a un ser, menos a su hijo y a pesar de la oposición de los médicos, Bernardita se atrevió a tener a su hijo, y Dios bendice a sus fieles, pues no murió ella, ni su bebé. Los médicos le advirtieron a Bernardita que no podría volver a repetir la hazaña, pues la próxima no se salvaría.

Sin embargo, este matrimonio que se educaron en la escuelita del Oratorio, este matrimonio que se había comprometido para siempre con la vida, no podían negarle la vida al segundo hijo que venía en el camino. Dios lo permitía y había que hacer siempre su voluntad, a pesar que los médicos en esta oportunidad amenazaron a Bernardita, diciéndole que no la atenderían en ningún hospital de España, por ser una persona tan terca e imprudente con su vida y que en esta oportunidad no se salva ni ella, ni el bebé. Nuevamente le exigieron que abortara a su hijo, pero Bernardita, no podía ser desleal a sus principios y le dijo Sí a la Vida. Ella tuvo su segundo bebé, ahora nació mujercita y no murió ninguna de las dos.

Te das cuenta ¡cómo la Madre fortaleció a esta mujer ejemplar y la guardó de los peligros que la ciencia le hacía ver!

Bernardita es un testimonio para la mujer actual, cuando el valor de la vida está tan cuestionado. ¿Qué te parece su entrega? Dio su vida por sus hijos.

  1. PADRE FUNDADOR

“Bernardita Correa llegó a descubrir que el amor era lo más importante, ese amor que llega al punto de ofrecerlo todo por los demás.

Los signos más claros de esto es haber arriesgado la vida en dos oportunidades para cumplir la ley de Cristo: no matarás, que la ciencia médica de su época, en la ciudad de Barcelona, más que proponer, le exigía perentoriamente, debido a la enfermedad de Bernardita: leucemia”

(Padre Sergio Mena, fundador del OMP)

  1. EL ABORTO NO ES UNA OPCIÓN

Esto lo vemos claro en Bernardita correa, ella no acepto esa opción, parecía lo mas lógico, sabiendo que estaba enferma, la posibilidad estuvo, y tu ¿Qué harías?.

  1. TESTIMONIO DE UNA JOVEN

Esta joven abortó a su bebé y podemos comprobar el daño que le ocasionó tanto moral como psicológicamente:

«Mi niño ya no está y yo estoy completamente vacía»

Lograr que todas las personas crean que la verdad fundamental es que cuando lastimamos a un bebe que no ha nacido, también lastimamos a su mamá y lo contrario: cuando ayudamos a la madre, también ayudamos al bebe. Por lo tanto, la solución de un embarazo no deseado, o de una adolescente embarazada, no es el aborto, sino estar bien informada acerca de los daños que le ocasionará a ella misma y a las personas que la quieren.

  1. LA PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS Y METODOS ANTICONCEPTIVOS
  • ¿Qué diferencia hay entre una bomba que impacta sobre una micro llena de gente y la píldora del día después que destruyen al niño por nacer que está en el vientre de su madre?
  • La píldora del día después es abortiva.
  • La píldora actúa evitando la ovulación.
  • Produce cambios en el endometrio haciéndolo inhabitable para el óvulo fertilizado que se va a implantar”.
  • Este medicamento actuará como un abortivo, después de que haya tenido lugar la fertilización”.
  • Desde un punto de vista farmacológico, este clase de píldoras podrían llamarse la ‘píldora del aborto del día después’”.
  • El aborto y la esterilización ofenden gravemente la dignidad de los pueblos.
  • Algo terapéutico es para defender la vida, no para causar la muerte. Es para curar, no para destruir. Es para sanar, no para eliminar.
  • Con referencia a una niña violada, a la que han propiciado realizarse un aborto, se emplea nuevamente el aborto “terapéutico”.
  • ¿Puede la destrucción de la vida ser llamada “terapéutica”?:
  • ¿Qué culpa tiene el no nacido de que su madre haya sido violada? ¿Debe por ello padecer la muerte sin consideración? ¿Debe tener la pena de muerte, sino tiene culpa?
  • En el caso de la niña violada a la que hicieron abortar, directamente se ha asesinado al bebe por nacer, cuya vida no pertenece a la madre, sino a Dios en primera instancia.
  • Preferimos matar. Sacarnos el problema de encima, por más que así quitemos la vida a aquel que nos molesta.
  • Pero  la conciencia, habla…
  • El aborto lastima a la mujer. En muchos casos, ocasiona un daño irreparable a la función reproductiva de la mujer. En los últimos diez años, se ha comprobado que tiene graves daños psicológicos y emocionales. En muchos casos, el trauma post-aborto es psicológicamente devastador, afectando sus relaciones familiares, amistades e incluso laborales.
  • Hoy se intenta justificar los medios anticonceptivos por razones demográficas, por razones económico-sociales, por razones médicas (peligro de un nuevo embarazo para la salud física o psíquica de la madre).
  • Diremos con la Iglesia: Cualquier actuación -por los medios que sean- encaminada a impedir el resultado normal y probable del acto sexual (la fecundación) es antinatural, pues supone un desorden y un abuso, por parte del hombre, del dominio que tiene sobre su cuerpo. Y si es abortivo, se produce un crimen. No podemos reducir al hombre a animal que disfruta. Los anticonceptivos son rechazables por sí mismos, puesto que se utilizan como fin o como medio para hacer imposible la procreación, violentan y alteran el orden natural querido por Dios, impreso en la naturaleza humana y presente en el ejercicio de la sexualidad, rectamente entendida.
  1. LA MADRE SANTISIMA NOS ENSEÑA A DECIR “SI” A LA VIDA
  • “He aquí la esclava del Señor”.
  • María Santísima acepta el llamado de ser madre.
  • María Modelo de maternidad.
  • Confía en su Señor.
  1. EL ORATORIO ME EDUCA PARA OPTAR POR LA VIDA
  • Los grados que dio Bernardita en el Oratorio le ayudaron a mantenerse fiel a la voluntad de Dios.
  • Ser miembro del oratorio, vincularme a la Madre Santísima me ayuda a ser una cristiana auténtica que a la hora de la hora, sabe tomar decisiones correctas.
  1. PARA SABER:
  • Más del 90% de las mujeres que han abortado tienen problemas de autoestima.
  • Cerca del 50% han incrementado el uso de drogas y alcohol.
  • El 60% han tenido tendencias a suicidarse.
  • Otros problemas son promiscuidad,
  • Depresión,
  • Problemas de concentración,
  • Tensión emocional,
  • Stress y cambios de personalidad entre otros problemas.

En el momento en que una adolescente está embarazada, se encuentra en la decisión de tener al bebe o realizar un aborto, es una decisión entre tener al bebe o… tener una experiencia traumática.

  1. PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

 

  • ¿Qué es lo que más te llamó la atención de este hecho de vida?
  • ¿Conoces a una joven que se haya hecho un aborto?
  • ¿Es Bernardita Correa una “pequeña María”, que imitó el “Sí” de María?
  • Como joven mariana ¿cuál seria tu propuesta para evitar abortos?
  • En el caso de una violación ¿cuales son las opciones que propones?, ¿justificas un aborto?
  • ¿Cómo aconsejarías a una joven que quiere abortar?

TEMA 6: Bernardita y la devoción a María

  1. Historia de Bernardita Correa:

En la carta de junio de 1993, hace diez años atrás, decíamos: «Nosotros queremos reasumir la experiencia que nos dejó esta señora, nuestra hermana, Bernardita Correa, que participó firmemente en la espiritualidad del Movimiento, como les decía en la homilía del 29 de junio de este año: «Me interesa su vida y voy a hacer lo mismo que hacía ella, un miembro activo de nuestro Oratorio, un miembro destacado, un fruto selecto del Oratorio Mariano, en los primeros años de desarrollo de este movimiento, educada por así decirlo, en la escuelita mariana. Ella es una de nosotros, que creció y se formó espiritualmente durante su noviazgo aquí en el Oratorio. Después siguió, como esposa mariana, hasta los últimos segundos de su vida, dentro de la espiritualidad del Oratorio Mariano». Recibió muchos rasgos e indicios de santidad que tal vez algún día la Iglesia puede reconocer como tales, si Dios lo quiere.

  1. Pedagogía de los vínculos
  1. La mujer auténtica es una mujer vinculada.
    • El oratorio nos llama a ser mujeres auténticas.
    • La mujer auténtica se opone a la mujer-masa.
    • “despojémonos del hombre viejo y revístanse del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar el conocimiento perfecto, según la imagen de su creador”. (Col. 3,9)
    • La mujer masificada tiene su raíz en el pecado original, la ruptura con Dios.
    • La mujer masa del siglo XXI se caracteriza por:
      • Radicalmente desvinculado de Dios.
      • Desvinculado de los hombres.
      • Desvinculado del trabajo y de las cosas.
      • Se caracteriza por su desintegración interior
      • Y por la carencia de vínculos personales tanto en el orden natural como sobrenatural.
      • Ha perdido el núcleo de la personalidad.
      • Vive alienado presa del vacío interior, de la soledad y de la angustia.
      • Es incapaz de cultivar lazos humanos con quienes lo rodean.
    • Mujer naufrago:
      • flota en el mar de la sociedad,
      • sin tener asidero ni en personas, ni en el terruño, ni en ideales.
      • Acalla su vacío en una sexualidad desenfrenada, drogas, alcohol, carretes, etc.
    • Mujer-cine:
    • Se deja atontar por imágenes, sensaciones e impresiones que no logran arraigar en su interior.
    • Mujer gomero:
    • que solo sirve de adorno.
    • Mujer manipulada:
    • Vale por lo que produce, pero no por lo que es o por lo que ama.
  • ¿qué tipo de mujer auténtica exigen nuestro tiempo?
    • Es la mujer vinculada.
    • Esta es la misión propia del Oratorio, llevar y conducir a nuestro pueblo a ser hombres y mujeres vinculados.
  1. ¿qué es un vínculo?
  • El oratorio quiere una renovación verdaderamente profunda y radical.
  • Nos definimos como un amplio y universal movimiento de autoeducación y transformación de la persona humana.
  • La originalidad del mensaje cristiano no consiste directamente en la afirmación de la necesidad de un cambio estructural, sino en la insistencia de la conversión del hombre, que exige luego ese cambio. “No tendremos un continente nuevo sin hombres nuevos…” (Medellín I Nº 3)
  • Cuando hablamos de hombre vinculado nos referimos a este hombre nuevo auténtico.
    • Es el núcleo del hombre redimido lo que hoy tenemos que salvar y actualizar.
    • La capacidad de amar auténticamente a Dios y a los hombres.
  • Por vínculo no entendemos “una atadura”.
    • Decimos que alguien está vinculado cuando ha establecido una relación personal
    • Libre y cargada de afectos.
    • Que brota de la interioridad de la persona
    • Y comunica en forma estable o permanente con aquello que ama.
  • No existe vínculo cuando solo se da una relación pasajera o esporádica.
  • No existe un vínculo cuando no hay un don libre de si mismo y una permanencia o fidelidad en el lazo afectivo.
  • La mujer vinculada es aquella que a partir de la iniciativa de su amor es capaz de despertar amor como respuesta.
  • Es la mujer capaz de amar y de recibir amor personal.
  • Es una mujer profundamente personal e interiorizada.
  • Queremos ser un caldo de cultivo de la mujer nueva auténtica.
  • Nuestra meta es una autoeducación conciente y consecuente
  • Para hacer nacer en nosotros el nuevo tipo de mujer vinculada y para morir a la mujer masa, la mujer vieja.
    1. Constante revitalización de nuestra vinculación con María
  • Oratorios personales.
  • Bitácoras.
  • Saludos del Oratorio.
  • Peregrinaciones a los Oratorios Centrales.
  • Ser enamorados de María en todo nuestro quehacer.
  • Que todo nuestro quehacer esté consagrado a María.
  • Lucha constante por nuestra autoeducación y por nuestros grados.
  1. Una actitud permanentemente mariana
  • ¿Qué haría María en mi lugar?
  • María nos forma con sus propios rasgos.
  1. Actitud permanentemente apostólica.
  • No descansar hasta que todo el mundo esté consagrado a María
  • Atrae muchos jóvenes al Oratorio.
  • Formarse como asesores del Oratorio.

La primera oración de los saludos marinos dice “te venimos Madre, alegres a saludar por este nuevo día que nos regalas en tu Oratorio, para amarte y crecer con más fuerza. Haz Madre, que el héroe y el santo nazcan en nosotros con vigor impetuoso;  para crear un clima mariano, donde reine la confianza en ti y el amor fraternal.

Por medio de la piedad mariana, por un amor fuerte a nuestra Madre Santísima, queremos pedirle a Jesús que haga en nosotros el milagro de las Bodas de Caná.

Que Jesucristo, nuestro Salvador, el único en quien hay esperanzas, nos consiga por la intercesión de su Madre Santísima la gracia de formar héroes y santos, consecuentes en todo con su evangelio.

Poco a poco ir creando un clima mariano.

 

 TEMA 7: Bernardita y la cruz

  1. HECHO DE VIDA:

Llega el momento en la vida de Bernardita Correa, en que debe asumir y vivir el sufrimiento de una manera muy fuerte. El Cáncer esta avanzado y las esperazas de vida parecen escasos.

Ese momento angustiante lo vive de una forma extraordinaria. Para una mujer joven, sobre todo que ha descubierto la  gracia de la maternidad, donde ha experimentado que hay dos seres pequeños que la necesitan y necesitaran, tener que saber que se va a morir, es simplemente doloroso. Sin embargo en medio de su dolor escribe el 21 de Noviembre 1982, cuando la enfermedad se manifestaba con sus molestias y sobre todo la inseguridad de poder de nuevo estar sana escribe: “Querida Madre, ayúdame a ser valiente a soportar todo por amor a Dios, para que se conviertan los que no conocen a Dios. Madre, me quejo mucho de dolores y esto no es nada al lado de lo que sufre mucha gente. Estoy con un poco de susto por lo que me espera, quiero ser mas optimista pero me vienen los dolores. Madre, ayúdame a sufrir tranquila por favor, te pido por A. para que esté tranquilo que no lo contagie yo con mis quejas. Gracias Madre. Esto nos retrata el rostro de un alma que ha descubierto su vocación  “sufrir y amar”, cumplir la voluntad de Dios. Se preocupa más de los otros que de si misma, se preocupa más de lo que Dios le pide, que de aquello que le importa y que legítimamente tiene por naturaleza tender a aferrarse, su vida, su esposo, sus hijos.

¿Hasta que punto ha experimentado la cercanía de Dios?, diría en un grado heroico. Realmente podía rezar con toda propiedad “haz Madre que el héroe y el santo nazcan en nosotros con vigor impetuoso…”  ¿y tú, puedes…?

  1. PADRE FUNDADOR

 

Al momento de fallecer tenía 28 años, era otra víctima más del cáncer. Víctima que se entregó gozosamente, se entregó sin quejas, sin complicar las cosas, hasta con alegría. No perdió su sonrisa triunfal; hasta el último momento no la perdió. La visité en las últimas semanas de su vida y pude vislumbrar en ella a una preciosa piedra fina. Vi una mujer que estaba entregando su vida libre y voluntariamente; entregaba su vida por los demás. Había una persona por quien ella ofrecía sus dolores. Cuando ella sufría y entregaba sus sufrimientos, era típico que esa persona lograba superarse. Descubrió el poder salvífico del dolor ofrecido con fe y humildad. En su fotografía está escrito el pensamiento que había descubierto como vivencia personal.»Hemos descubierto que el sufrimiento redime». Cuando alguien está en esa base espiritual, no de palabras sino en los hechos, se trata de algo muy grande. Esto lo ha obtenido la Madre del Oratorio.

  • Su teología subyacente es completamente simple, enteramente auténtico y no rebuscado su modo de expresarse.
  • Mucho de la santidad: vivir en Cristo, vivir la vida nueva que el nos trae.
  • Esta vida nueva la ha cumplido en primer lugar María Santísima, nuestra Madre.
  • En Bernardita se nota esta vida nueva, porque donde otra se hubiera desesperado y por lo menos se hubiera ofendido con Dios.
  • Dios obraba en ella para que por lo menos quisiera ajustarse a la voluntad y luchara por no quejarse “para no contagiar a su esposo con las quejas”.
  • La santidad de vida que se refleja en Bernardita está al alcance de la mano de cualquier persona.
  • Luchó Bernardita con todas las armas que tuvo a su mano.
  1. TERCER DESAFIO
  • 11 DE FEBRERO DE 1973.
  • Madre, te pedimos que te vayas del Oratorio el día que no haya ningún hijo tuyo que pida y acepte su cruz”
  • Bernardita asumió en carne propia este desafío.
  • “Hemos descubierto que el dolor redime”
  • “El que quiera ser mi discípulo tome su cruz y sígame”.
  • No podrán formarse auténticas mujeres, sino son capaces de asumir y aceptar los sufrimientos físicos y espirituales.

TENDENCIA AL SUFRIMIENTO: LA CAPACIDAD DEL SUFRIMIENTO:

 

La mujer posee  una ilimitada capacidad de sufrimiento.

La grandeza de la mujer consiste en su capacidad de sufrir. Esta capacidad de sufrir no se le debe robar. En esto radica su riqueza: en su capacidad de sufrimiento, en su disposición y la abertura al sufrimiento.

Hay que contar con este ingrediente de lo contrario no se forman las grandes mujeres, sino mujeres infantiles, pero no personas como las que necesitamos, las que el Oratorio necesita, no se podrán madres físicas y espirituales que nuestros pueblos necesitan.

No debemos ser: mujeres muñequitas o de juguetes, sino verdaderas, auténticas mujeres y esto se mide en su capacidad, abertura y disposición para sufrir.

  1. ¿Cómo desarrollar una mujer profundamente femenina y con fuerza interior?

Femenina – Fortaleza

FRUTO DEL SUFRIMIENTO EN MARÌA SANTÌSIMA.

 

Bernardita es la mujer fuerte, la que nos muestra San Juan en su    evangelio, “estaba Maria al pie de la cruz”. Ella estaba allí cundo Jesús salvaba al mundo, su hijo moría mas bien lo mataban, y en ese momento de mayor dolor; en lugar de reclamar  acepto ser madre de todos los hombres, acepto el mandato Divino en el momento mas difícil, donde a cualquier mujer, no le importa nada lo que suceda a su alrededor, se encierra en su sufrimiento. Sin embargo ella acata a Juan y en él  a todos nosotros. Se transforma en una cooperadora del amor de Dios. Bernardita también, ella aprendió a mirar a Maria y a imitarla, la imito y reflejo en el momento de la Cruz, ofrece su dolor por otras personas, y es feliz, se ha olvidado de si misma y piensa en los demás, descubre que4 el dolor redime y eso la hace una mujer verdadera la hace otra Maria.

OFRECER, SUFRIR Y AMAR.

 

El sufrimiento no es algo que podamos evitar, el hombre es causal del dolor, más bien cuando peca. Cuando te enojas con una persona, y no la perdonas le causas dolor y angustia. Siempre hay algo que nos duele, o nos molesta o nos deprime.

            Bernardita descubrió que nada había que hacer, el dolor estaba, e iba a morir. Lo que constituyo la diferencia, e hizo que ahora estemos hablando de ella, es la manera en que asumió el dolor. No  lo reprimió no lo boto a la basura. Lo ofreció a Dios y ayudo a muchas personas, fue una verdadera misionera con su testimonio.

Cuando tú ofreces por otro todo lo que te ocurre, le das valor al sufrimiento, no lo tiras, sino que el dolor ofrecido, se torna en un valor inestimable, se vuelve amor.

CRUZ Y ESCLAVITUD MARIANA

 

En el oratorio nos vamos a santificar con la autoeducación , vamos a ir cambiando , tomando grados y compromisos , pero será en vano si no descubrimos que la forma o el medio para que sea realmente santidad es que tenemos que pasar por la cruz, sabiendo en que para convertirte en una mujer fuerte , madura y femenina te costara dolor. Maria se hizo esclava del Señor, haciendo todo lo que El le pedía, sabía que Dios, que Dios siempre iba a querer su felicidad. El oratorio ha descubierto que si nos hacemos esclavos de Maria, nunca vamos a tomar la cruz, hay que hacer lo que El nos pide, así no nos equivocaremos.

Bernardita fue una esclava de Maria, supo que Dios le pedía defender la vida, y lo hizo con heroicidad.

Temas para Campamento de Niñas

Alepúe, enero 2009

 

 

  1. Bernardita, cristiana ejemplar para el tercer milenio
  2. Bernardita, mujer auténtica
  3. Bernardita, hija predilecta del Oratorio
  4. Bernardita, madre y esposa ejemplar
  5. Bernardita Correa, perfecta discípula y misionera
  6. El sentido de la vida para Bernardita

 

 

  1. Bernardita, cristiana ejemplar para el tercer milenio

 

1.- Lectura Bíblica: Lc. 12, 22-31

 

Jesús dijo a sus discípulos: «No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!

Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida? Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás? Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno  de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso. Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura.

 

2.- Hecho de vida

 

Cuentan sus familiares que Bernardita era sencilla de espíritu y alegre. Nació una niña extraordinariamente bella. Su nombre fue escogido por sus padres, sintiendo que debía representar toda la ternura y bondad que fuera posible. Se llamó Bernardita. Era una niña frágil y tierna, con grandes ojos color verde pardo, mejillas sonrosadas y pelusitas color miel. Los padres y hermanos se sentían fascinados por la expresión de su rostro que denotaba una inocencia y una pureza jamás vista…

Bernardita cuando nació fue la sexta guagüita de esa familia que nació al centro de una docena de hermanos y hermanas. Fue la tercera mujer de la familia, y tuvo cinco hermanas más. El resto fueron hombres. Se reía con carcajadas claras y contagiosas, y su temperamento era suave y firme a la vez. Vivió su niñez y su juventud siempre muy unida a sus hermanos y a sus padres, aficionada a la conversación y a la lectura. Cuentan que era muy habitual encontrarla tendida sobre la cama, leyendo un entretenido libro de cuentos chupándose el dedo. Era sencilla y amistosa, tenía gran sentido del humor. Nunca fue ostentosa ni egoísta. Más bien se preocupaba por lo que le sucedía a los demás y no dudaba en servir a quién lo necesitara. Todo dentro de un margen normal y natural. Sus cualidades no reflejaban a un ser extraordinario hasta el momento.

 

3.- Tema

 

  • La transoperancia: visión de fe
  • Cooperando con los planes de Dios: gobierno del mundo por causas 2º libres
  • Jesús parece que no quiere obrar en el mundo sino mediante la colaboración de los hombres
  • No ocurre nada por casualidad, todo por causalidad:
    1. Creación
    2. Encarnación
  • Fundación de la Iglesia
  1. Influencia de grandes personajes de la historia:
  • San Francisco
  • San Ignacio
  • Santa Teresita del Niño Jesús
  • Sergio Mena
    1. Oratorio Mariano: lugar y misión en la Iglesia

 

  • Fe en las señalizaciones divinas sobrenaturales:
    • Nacimiento (escogido)
    • Familia
    • Vocación
    • Predestinación a la salvación
  • Evitar la incredulidad. Reconvención del Señor. Actitud de María.
  • A Dios le gusta utilizar instrumentos pequeños pero confiados.
  • Entrega, entrega entera y total en manos de Cristo para que Él se sirva de nosotros. Como el niño en la multiplicación de los panes.
  • Relevancia de la llegada de Bernardita al Oratorio

 

4.- Preguntas:          

 

  • ¿Percibo con prontitud lo que Dios quiere decirme en el día a día y en los acontecimientos importantes?
  • Comente la frase del P. Hurtado: “Todo el porvenir de una persona se determina en 2 ó 3 sí o no que da entre los 15 y los 20 años”.

 

 

 

2.- Bernardita, mujer auténtica

 

1.- Lectura Bíblica: Gén. 3, 1-19

 

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.» Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores. Oyeron luego el ruido de los pasos de Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Él por entre los árboles del jardín. Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.» El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?» Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.» Dijo, pues, Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.» Entonces Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.  Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará. Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»

 

2.- Hecho de vida

 

Cuando Bernardita terminó su colegio de las monjas Carmelitas, entró a estudiar en la universidad, la carrera de Bibliotecología. Evidentemente, escogió muy bien: era una carrera como para ella. Se graduó con buenas notas y trabajando en la escuela de Economía, conoció a Arturo.

 

Su pololeo fue una relación seria pero muy graciosa. Arturo era un hombre muy intelectual, serio y formal. Acostumbrado a viajar y a la elegancia, compraba su ropa fuera de Chile. Contra­staba mucho con ella que se vestía con la ropa de sus hermanas o la que se fabricaba ella misma. Su carácter sencillo no daba espacio para ese estilo de vida tan sofisticada. La primera vez que la invitó a cenar, la llevó a un restaurante muy elegante. Cuando le pasaron la carta del menú, Bernardita vio una lista de platos de nombres muy particulares y para no complicarse, pidió: “un completo por favor”. Desde ese momento todo fue risa y espon­taneidad. La tirantez era una situación que le incomodaba y ella había logrado romperla imprimiendo con su simpatía, la sencillez a la que estaba acostumbrada. Existía entre ellos un lazo muy profundo que se manifestaba a través de su profundo espíritu religioso.

 

3.- Tema

 

  • Pecado original: nuestra naturaleza está herida, aunque no completamente destruida.
  • Pudor de la mujer nueva: ser imagen de María la Nueva Eva
  1. Desnudez del paraíso: inocencia virginal, transparencia, verdad
  2. Desnudez hoy: impide ver a las personas
  • Cuando no hay pudor aparece la desnudez anónima, ofrecido a cualquiera
  1. Pecado de A y E: se rompe la armonía original
  2. Necesidad del vestido como voluntad de Dios
  3. Pudor: velo que protege la intimidad del cuerpo y del alma. No se refiere tan solo a la sexualidad, sino que a la intimidad. Invitación a que a través del cuerpo se llegue a la persona.
  • Analogía: velo del santísimo, confesionario, pestañas y párpados
  • Importancia de que la mujer conozca al hombre
  1. Virginidad: sello que oculta un misterio
  2. Pornografía: gran mal, profanación de la corporeidad
  3. Solución: dar luces de lo alto

 

  • Antimodelos de mujeres “Evas”: modelos?, actrices?
  • Modelos de mujeres auténticas: María Goretti, Laura Vicuña, Bernardita Soubirous, Bernardita Correa, etc.

 

 

4.- Preguntas:          

 

  • ¿Necesito distanciarme más de la mujer inauténtica? ¿En que sentido?
  • ¿Se habrá vestido Bernardita ‘de cualquier manera’?

 

 

 

3.-Bernardita, hija predilecta del Oratorio

 

1.- Lectura Bíblica: Juan 2

 

Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: « ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.

 

2.- Hecho de vida

 

En su iniciación, ya antes de su enfermedad ambos con Arturo estaban bien concientes de estar luchando por la santidad.

El testimonio de Bernardita Correa es muy fuerte, muy grande para la familia en la lucha y la conquista por la santidad como matrimonio. También el tema de la defensa de la vida: fue como doblemente mártir, tuvo que defender dos veces sus hijos de los intentos de parte de los médicos de querer abortar. Cuando uno habla de ella en la misión, la gente queda impresionada por el testimonio de Bernardita. Para los grupos marianos también, ella hacía un gran esfuerzo por su autoeducación. Hay un testimonio muy lindo. Siempre estuvieron en grupos marianos.

La Bernardita es santa, nos da un tremendo ejemplo. Recién las niñas están tomando conciencia de lo que ella hizo.  

 

3.- Tema

 

  • Modelos de la mujer actual:
  • Mujer – poder
  • Mujer – hombre
  • Mujer – cuerpo
  • Mujer – vinculada
  • Afectividad sana: mortificación de los sentidos.

 

  1. Constante revitalización de nuestra vinculación con María
  • Oratorio Personal
  • Bitácora
  • Rosario
  • Saludos del Oratorio
  • Peregrinaciones a los Oratorios Centrales
  • Ser enamoradas de María en todo nuestro quehacer
  • Que todo nuestro quehacer esté consagrado a María
  • Lucha constante por nuestra autoeducación y por nuestros grados.

 

  1. Una actitud permanentemente mariana
  • ¿Qué haría María en mi lugar?
  • María nos forma con sus propios rasgos.

 

  1. Actitud permanentemente apostólica.
  • No descansar hasta que todo el mundo esté consagrado a María
  • Atrae muchos jóvenes al Oratorio.
  • Formarse como asesoras del Oratorio.

 

  1. Heroísmo en las cosas pequeñas, en la vida diaria
  2. El Oratorio quiere formar mujeres santas

 

4.- Preguntas:          

 

  • ¿Estoy en una actitud de lucha permanente contra la masificación?
  • ¿Soy un modelo de María para los demás hombres y mujeres?

 

4.- Bernardita, madre y esposa ejemplar

 

1.- Lectura Bíblica: Gén. 2, 18-25

 

Dijo Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.

 

2.- Hecho de vida

 

Durante el pololeo Bernardita y Arturo, se comprometieron firmemente con el Movimiento Mariano Madre del Pueblo. Todos los sábados por la tarde asistían a retiros espirituales para conso­lidar su fe en una casa antigua y decrépita, en el centro de Santiago: el Oratorio. Aparentemente no tenía ningún atractivo y menos en las tardes de sábado para dos jóvenes enamorados y entusiastas. Don René Urrutia, que era un amigo bastante mayor, se impresionaba mucho de verlos todos los fines de semana en reunio­nes de ese tipo y les decía: «Pero chiquillos! qué están haciendo aquí si los jóvenes están todos divirtiéndose en un día como hoy! ¡Cómo es que no les interesa estar bailando o haciendo otra cosa que no sea estar rezando!» Y ellos sonreían y sentían que no había nada más importante e interesante que estar haciendo lo que hacían. Esto acompañado de una asistencia permanente a grupos de comunidades cristianas, y a celebraciones de misa diaria, im­primían en ellos un sello distinto al común de las parejas.

 

3.- Tema

 

  • Relato del Génesis:
  1. “No es bueno que el hombre esté solo”: la soledad es imperfecta
  2. “Sueño”: el hombre debe morir a su soledad para dar vida a otro
  3. “Carne de mi carne”: una sola carne, como hermanos
  4. “Le presentan a la mujer”: sentido del hombre: donarse ≠ homosexualidad
  5. “El hombre deja a su padre…”: amor esponsal + fuerte
  6. Crisis maternidad
  7. La esencia femenina:

 

1ª  Está en el “ser toda alma”. Esto significa que la mujer:

 

– Lo que hace, lo que regala, lo que da, lo que dice tiene un carácter personal y único.

– Deja algo de su personalidad en ello.

– Busca en todas partes a la persona. 

– Tiene la capacidad de subordinar la eficacia, el rendimiento, a la participación.  

 

 Ella es entrega, afectividad, amor. Esto significa que:

 

– Tiende a lo maternal: que es tener conciencia de responsabilidad por la vida física y espiritual de otros.  

– Tiende al altruismo: que es velar por la vida del otro con magnanimidad, sin mirar lo que se recibe. Significa un desinterés en el pensar, sentir y actuar. Es un “querer-estar-para-otros”.

– Tiene una gran riqueza de sentimientos.

– Tiene una fuerte relación con la vida: que es conocimiento de las personas, necesidades, carencias y talentos.

– Tiene intuición: que significa que, por ese contacto con la vida, desarrolla un sexto sentido para percibir la realidad.

– Tiene una gran capacidad, disponibilidad y alegría en el sufrimiento: en vez de esquivar el sufrimiento, de eludirlo, de concebir armas para destruirlo, lo asume, lo enfrenta directamente y le cambia el signo; lo convierte de signo de muerte, en signo de vida.

 

Esta forma que tiene la mujer de amar la podemos analizar desde sus dos vertientes: una línea que se acerca, que avanza, un “regalarse” (e implica cercanía, entrega, ternura) y una línea que retrocede, “un conservarse” (que implica una positiva y necesaria distancia, el ser misterio, el tener un respeto ante el otro).

 

Si la mujer es experta en relaciones humanas, en vínculos, tenemos que regalar esto al mundo, sacándolo de su incomunicación. Porque:

– Si no hay alma, las relaciones se tornan impersonales, frías.

– Si no hay amor, entrega, las relaciones se tornan utilitarias, egoístas, de marketing

– Si no hay integridad, las relaciones se enturbian, se erotizan, se rebajan.

 

Hay una frase muy conocida que dice: la mano que mece la cuna es la mano que mece al mundo. Es necesaria la presencia de la mujer en el hogar, esto es verdad, pero también en la sociedad, en el trabajo, en la Iglesia. Pero su presencia debe ser, sí, una presencia auténticamente femenina.

 

Por ello, nuestro primer reto es aceptarnos como mujeres y regalarnos como somos. Esto significa:

– Conocernos mejor y valorarnos.

– No renunciar a ser nosotras mismas para lograr alcanzar las metas que nos proponemos.

– Trabajar junto al hombre en mutua colaboración, conociendo y respetando su propia idiosincrasia.

– Educarnos a nosotras mismas para ser capaces de “dominar la vida”, que no sea ella la que nos domine.

– Exigir que nuestro entorno, la sociedad, la legislación respete nuestro ser de mujer.

– No intentar hacerlo todo solas para demostrar que somos capaces de todo. No es verdad que no necesitemos ayuda.

– Tenemos que adaptarnos a las circunstancias y no seguir midiéndonos por patrones que ya no corresponden a la realidad. Como por ejemplo, la mujer que trabaja fuera de casa no debe imitar a la que solo lo hace dentro del hogar.

– Estar unidas, buscar apoyo y ayudarnos entre nosotras.

 

4.- Preguntas:          

 

  • ¿Qué me impide ser otra María en medio del mundo?
  • ¿Cómo me proyecto en 10 años, 20 y 40 años más?

 

 

 

 

5.- Bernardita Correa, perfecta discípula y misionera

 

1.- Lectura Bíblica: Lc. 1, 39-43

 

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

 

2.- Hecho de vida

 

Cuando Bernardita fue al médico a certificar su embarazo, al leer los exámenes de sangre el médico le expresó claramente:

«Ud. tiene Leucemia. Lo más indicado en este caso es abortar». Me imagino el doble impacto que tienen que haber reci­bido. Para nadie es fácil comprender que se está gravemente enferma. Sobre todo cuando se tiene 23 años y se supone que tiene toda la vida por delante. Fuera de eso, saber que estaba esperando un hijo, y que un médico le dijera que no podía tener­lo porque era peligroso para su salud, era inconcebible. ¿Abor­tar? ¡¡Jamás!! ¡Primero su propia muerte! Tiene que haber sido un duro golpe para ellos y  quizás choqueados por las noticias que todavía no lograban asimilar, abandonaron la consulta en busca de otra opinión.

 

Debido a su entereza, a su fuerte convicción de que la vida de ese niño no les pertenecía del todo, y confiados en la volun­tad de Dios, decidieron asumir plenamente el embarazo. Arturo y Bernardita no le contaron nada a sus familiares y cuidándose muchísimo, tuvieron a los 9 meses, una niñita, sana y maravi­llosa, a quien llamaron como su madre: Bernardita.

 

3.- Tema

 

  1. El rumbo de mi vida: puerto de partida, puerto de término y camino.
  2. El Oratorio quiere formar personalidades formadoras de historia.
  3. “Decís vosotros que los tiempos son malos, sed vosotros mejores y los tiempos serán mejores: vosotros sois el tiempo”. San Agustín.
  4. Una de las características de las personalidades creadoras de historia es haber nacido en medio de dificultades. Así lo vivió el Papa Juan Pablo II, el P. Hurtado y el P. Sergio.
  5. A Cristo no le gustan las órdenes y prohibiciones. Sólo los Mandamientos son indispensables. Él me pide, no me obliga. Necesita mi cooperación para su obra. Quiere que prolongue su acción en el mundo.
  6. Grandes modelos, grandes personas:
    1. Don Bosco: “Dame almas y quítame todo”
    2. San Ignacio: “A mayor gloria de Dios”
  • San Alberto Hurtado: ¿Qué haría Cristo en mi lugar?
  1. San Pablo: “Me he hecho todo para todos”
  2. María: “He aquí la esclava del Señor”

 

  • Lección de la Visitación:
    • Favores reales
    • El que da con prontitud da dos veces
    • Dar como si yo fuese el beneficiado
    • No esperar que los otros den el primer paso
    • El gesto cristiano es amplio, bello, heroico, total
    • La cortesía es la flor y nata de la caridad

 

 

4.- Preguntas:          

 

  • ¿Tengo conciencia de ser mariana misionera del Oratorio?
  • Mi modelo personal, ¿me lleva a la máxima santidad?

 

 

6.- El sentido de la vida para Bernardita

 

1.- Lectura Bíblica: Mt. 26, 26

 

Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a sus discípulos dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»

 

2.- Hecho de vida

 

El día 21 de Noviembre de1982, cuando la enfermedad se manifestaba con sus molestias y sobre todo la inseguridad de poder de nuevo estar sana, Bernardita escribe:

“Querida Madre: ayúdeme a ser valiente, a soportar todo por amor a Dios, para que se conviertan los que no conocen a Dios. Madre, me quejo mucho de dolores y esto no es nada al lado de lo que sufre mucha gente. Estoy con un poco de susto por lo que me espera, quiero ser más optimista pero me vienen los dolores. Madre ayúdame a sufrir tranquila por favor. Te pido especialmente por A. Para que esté tranquilo que no lo contagie yo con mis quejas, te pido por los niños para que estén bien cuidados. Gracias Madre.” Como pueden ver, mis queridos hermanos, es una bitácora completamente simple. Su teología subyacente es completamente simple, enteramente auténtica y no rebuscado su modo de expresarse. Se trata de lo que constituye el núcleo de la Santidad: vivir en Cristo, vivir la vida nueva que Él nos trae. Y esta vida nueva la ha cumplido en primer lugar María Santísima, nuestra Madre. En Bernardita se nota esta vida nueva, porque donde otra se hubiera desesperado y por lo menos se hubiera ofendido con Dios, El obraba en ella, para que por lo menos quisiera ajustarse a la voluntad y luchara por no quejarse: “Para no contagiar a su esposo por las quejas”.

 

3.- Tema

 

  • Sentido de la Cruz para un cristiano: descubrir que el dolor redime.
  • El interés principal del hombre, es el de encontrar un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que este sufrimiento tenga un sentido.
  • En realidad, ni el sufrimiento ni la culpa ni la muerte puede privar a la vida de su auténtico sentido. El sufrimiento necesario es un sufrimiento que tiene sentido, eximirle al ser humano de él, sería inhumano
  • El sufrimiento que parece no tener sentido, lleva a la desesperación, a la angustia, a la depresión.
  • El sufrimiento, cuando adquiere un sentido superior y se acepta como un hecho normal y positivo de nuestras existencias, se constituye en una fuente inagotable de enriquecimiento y progreso en todos los órdenes.
  • Tema de la comunión de los santos
  • Principales dificultades en la vida espiritual:
  1. Miedo al compromiso
  2. Falta de tiempo
  • Carencia de identidad propia
  1. Incapacidad de convencer

 

  • Los mártires son la fuerza de la Iglesia del siglo XX y del nuevo siglo.
  • El apóstol Pablo nos exhorta a llevar siempre la mortificación de Jesús en nuestro cuerpo, para que también su vida se manifieste en nuestra carne mortal.
  • Clases de mortificación:

 

  • Mortificación interior: lleva a la humildad, al autodominio, al control de la imaginación y de la memoria, alejando de la mente los pensamientos y recuerdos que llevan al pecado; y, especialmente, reprimiendo el amor propio y la soberbia, del afecto.
  • Mortificación exterior: es la mortificación de los sentidos externos: la vista, el oído, el gusto, la lengua, evitando, por ejemplo, las murmuraciones.
  • Mortificación corporal: es la que los cristianos hacen -de forma moderada, prudente, ordenada y humilde- con su cuerpo, uniéndose al sufrimiento de Cristo en la Cruz, con deseos de corredimir, mediante ayunos, uso del cilicio, disciplinas, etc.
  • Mortificación activa: es la que se busca directamente:

                             -soportar un ofensa.

                             – ayudar a los demás cuando cuesta.

                             -hacer un acto de mortificación (por ejemplo, ayunar un día, etc.)

  • Mortificación pasiva: es la mortificación que no se busca, pero que, cuando viene se lleva por amor de Dios, con serenidad: por ejemplo, la mortificación de una madre que pasa las noches en vela cuidando a sus hijos.
  • Mortificación de la vida diaria: en las cosas ordinarias y corrientes:

-en el trabajo intenso, constante y ordenado; sabiendo que el mejor espíritu de sacrificio es la perseverancia por acabar con perfección la labor comenzada;

-en la puntualidad, llenando de minutos heroicos el día;

-en el cuidado de las cosas, que tenemos y usamos;

-en el afán de servicio, que nos hace cumplir con exactitud los deberes más pequeños;

-y en los detalles de caridad, para hacer amable a todos el camino de santidad en el mundo: una sonrisa puede ser, a veces, la mejor muestra de nuestro espíritu de penitencia..

 

  • Para la formación de marianas:
    • Constancia
    • Tiempo
    • Fidelidad
    • Hacerlas sentir protagonistas
    • Formación sistemática y permanente
    • Vida espiritual: Eucaristía, Grupo Mariano, Biblia y Dirección Espiritual

 

4.- Preguntas:          

 

  • ¿Me diferencio ante un mismo dolor frente a mis iguales?
  • ¿Soy capaz de sufrir libremente por la salvación de otra persona?

Temas Campamento Rama Niñas Apostólicas Alepúe 2012

 

I- Cómo Bernardita Correa vivió su autoeducación

1º Piedra Fundacional, la Autoeducación

 

II- La Madre fue el gran amor de Bernardita

9º Piedra Fundacional, la Esclavitud Mariana

 

III- Bernardita, una misionera para nuestro tiempo

4° Piedra Fundacional: el Envío

 

IV- Bernardita y su unión con Cristo.

12° Piedra Fundacional: «Ya no vivo yo, sino Cristo y María viven en mí».

 

V- Bernardita se ofrece como víctima.

13° Piedra Fundacional, El Martirio

 

VI-       Bernardita, mujer Eucarística.

10° Piedra Fundacional, La Eucaristía

 

 

Anexo: La Transoperancia divina en Bernardita

I-       Cómo Bernardita Correa vivió su autoeducación

+ Extracto de una bitácora hecha por Bernardita Correa:

El día 21 de Noviembre de1982, cuando la enfermedad se manifestaba con sus molestias y sobre todo la inseguridad de poder de nuevo estar sana, Bernardita escribe:

“Querida Madre: ayúdeme a ser valiente, a soportar todo por amor a Dios, para que se conviertan los que no conocen a Dios. Madre, me quejo mucho de dolores y esto no es nada al lado de lo que sufre mucha gente. Estoy con un poco de susto por lo que me espera, quiero ser más optimista pero me vienen los dolores. Madre ayúdame a sufrir tranquila por favor. Te pido especialmente por Arturo. Para que esté tranquilo que no lo contagie yo con mis quejas, te pido por los niños para que estén bien cuidados. Gracias Madre.”

Es una bitácora completamente simple. Su teología, enteramente auténtica y no rebuscada su modo de expresarse. Se trata de lo que constituye el núcleo de la Santidad: vivir en Cristo, vivir la vida nueva que El nos trae. Y esta vida nueva la ha cumplido en primer lugar María Santísima, nuestra Madre. En Bernardita se nota esta vida nueva, porque donde otra se hubiera desesperado y por lo menos se hubiera ofendido con Dios, Él obraba en ella, para que por lo menos quisiera ajustarse a la voluntad y luchara por no quejarse: “Para no contagiar a su esposo por las quejas.

+ Un día 29 de junio de 1971, el Padre Sergio Mena junto a un grupo de jóvenes, le pidió a la Virgen Santísima que se quedara en la imagen del Oratorio y que derramara muchas bendiciones para todas las personas que le rezaran; pero el día que no hubiera nadie en el Oratorio, le pidió a la Virgen que mejor se fuera.

+ Este hecho se llamó el “Primer Desafío”, y como signo de que nosotros participamos en los Grupos Marianos y respaldamos esta presencia de la Madre en el Oratorio, le entregamos nuestro corazón a María.

+ Por eso, es muy importante la gracia de la perseverancia que es el aporte humano o el “granito” de arena que damos participando de los grupos marianos de autoeducación.

+Así, en el Oratorio, el sacrificio de cada hijo de María, consiste en darle “el corazón de cada uno”, corazón que encontramos en cada Oratorio y que simboliza que queremos crecer en autoeducación, queremos permanecer también en los grupos marianos como condición para que la Madre se quede en cada Oratorio.

+ El conocerse a uno mismo es el primer paso para ser sabio. ‘Knosko te auto’ era el letrero de bienvenida a la Escuela de Atenas en la antigua Grecia.

+ Autoeducación desde el punto de vista esencial

–        ex educare: conducir desde dentro (sacar de dentro)

–        conducción de la vida de alguien en lo que respecta a la forma de vida

–        hecho por sí mismo pero con la ayuda de la gracia

–        de la comunidad, de los acontecimientos, la cultura, etc.

–        Ejemplos:

1- La fe, si no tiene obras, es una fe muerta. Sant. 2,17

2- Vendrá el Señor para dar a cada uno según sus obras. Ap. 22,12

3- El corredor que se prepara para ganar su premio. 1Cor 9,24

+ La pedagogía de los Grados

  1. a) Grupos Marianos con sus metas, compromisos suficientes

–        3° Grado: Salir de la masa

–        2° Grado: Reasumir su propio Bautismo

–        1° Grado: Reasumir su propia Confirmación

  1. b) Grupos Seleccionados, compromisos vitales

–        Iniciación: quiero ser santo

–        Entrega de Bandera: Modelo Personal y de grupo (qué quiere Dios de mí)

–        Pacto de Confianza Mutua: Yo confío en Ti, confía Tú también en mí.

  1. c) Grupos de Jefes

– 1° grado de jefes: comprometerme con los consejos evangélicos

– 2° grado de jefes: participar activamente del círculo de jefes

– 3° grado de jefes: colaborar con la propagación del Oratorio Mariano

+ La mujer de Dios se forma con la autoeducación y se vincula con el Oratorio

REFLEXIONES ACERCA DE LA VINCULACIÓN A LA MADRE

I- La misión de una mariana: llevar a María a todo el pueblo.

+ “Qui me elucidant elucidantur” (Los que me esclarecen serán esclarecidos)

  1. a) No tener miedo a hablar de María
  2. b) Toda iniciativa debe ser encomendad a Ella
  3. c) María es la encarnación de la unión armónica de lo divino y lo humano
  4. d) María contradice toda idea o concepción de que Dios es enemigo del hombre
  5. e) María vence todo pasivismo y activismo. Ella gesta historia, pero en total dependencia de Cristo.
  6. f) María disipa con su luz y calor la frialdad, la distancia, el odio y la discordia. Crea espacios de cercanía entre los hombres.
  7. g) Nuestra Gran Tarea principal es llevar a María todo el mundo. Que todo nuestro trabajo trasunte la alegría de ser marianos.

II.- Por la vinculación mariana a la actitud mariana

  1. a) Una mujer vinculada

–        El Oratorio quiere un cambio verdaderamente profundo y radical.

–        Un movimiento de autoeducación y de transformación de la persona humana.

–        La mujer auténtica es aquella que ha sido redimida por Cristo.

–        Cuando hablamos de mujer auténtica hablamos de una mujer vinculada, con capacidad de amar a Dios y a los hombres.

  1. b) ¿Qué es un vínculo?

–        Cuando se establece una relación personal, libre,

–        cargada de afecto

–        que brota de la interioridad de la persona

–        y lo comunica en forma estable o permanente con aquello que ama

+ no hay vínculo cuando se trata de una relación pasajera o esporádica

+ no hay vínculo cuando no hay un don libre de si mismo

+ una permanencia o fidelidad en el lazo afectivo

–        La mujer vinculada es aquel que a partir de la iniciativa de su amor es capaz de despertar amor como respuesta

–        Es la mujer capaz de amar y de recibir amor personal

–        Una mujer profundamente personal o interiorizada

–        Profundamente social.

  1. c) Constante revitalización de nuestra vinculación con María

–        Oratorios personales

–        Bitácoras

–        Rosario

–        Saludos del Oratorio

–        Peregrinaciones al Oratorio Central

–        Ser enamorados de María en todo nuestro quehacer

–        Que todo nuestro quehacer esté consagrado a María

–        Lucha constante por nuestra autoeducación y por nuestros grados

  1. d) Una actitud permanentemente mariana

–        ¿Qué haría María en mi lugar?

–        María nos forma con sus propios rasgos

  1. e) Actitud permanentemente apostólica

–        No descansar hasta que todo el mundo esté consagrado a María

–        Atraer muchas jóvenes al Oratorio

–        Formarse como asesoras del Oratorio

PREGUNTAS PARA LA MEDITACIÓN

¿Cómo he experimentado la autoeducación en mi vida?

¿De qué manera he asumido los grados?

¿Estoy dispuesto a tomar los grados que me faltan?

 

II- La Madre fue el gran amor de Bernardita

9º Piedra Fundacional, la Esclavitud Mariana

+ Testimonio de una cuñada de Bernardita Correa:

– “Los dolores de la fisura eran fuertes, pero más importante que eso, era salvar la vida de esa persona. El sacrificio, el dolor, tenía sentido. Como ella decía: «hemos descubierto que el sufrimiento redime».

Y sucedió que no fue en vano. Ella soportó estoicamente el dolor, sin calmantes, con todo lo que eso significaba. Sentir el dolor era una cosa tremenda, no eran dolores suaves ni fáciles de tolerar. Renunciar a los calmantes teniéndolos a la mano era un ofrecimiento de amor que había hecho conscientemente. Y disimular el dolor diariamente, para que los niños y los demás no sufrieran aún más, era otra cosa. Y él sanó. Y no sólo eso, muchas personas se beneficiaron posteriormente con su recuperación. El testimonio de generosidad que dio fue un aliciente muy importante para otras personas que tenían problemas similares y fue un ejemplo para muchos que sufrían quejándose de pequeños problemas.

Pasó un año desde que ella ofreciera su dolor. Día a día, durante doce meses. ¿Quién está dispuesto a soportar un dolor de muelas o una jaqueca por decir lo menos, voluntariamente durante 365 días? ¿Quién quiere ofrecerse? ¿Acaso alguien de nosotros estaría feliz de poder hacerlo por otro ser humano sin quejarse ni una sola vez? ¿Quién bajo la tortura del dolor es capaz de sentirse alegre, sumiso y con ganas de seguir viviendo?… Sólo ella.

Y una mañana, a los 27 años de edad, estando con una enfermera para enfermos terminales, con una amplia sonrisa, exhaló su último suspiro y con una paz y una entrega poco vista en los agónicos, dejó nuestro mundo. Su rostro nos dejaba una sonrisa, y su vida nos dejaba un ejemplo”.

+ “María es el gran amor de una mariana”

I.- San Luis María Grignion de Montfort

  1. a) Nació en Francia el 31 de Enero de 1673
  2. b) Era un gran atleta físicamente
  3. c) Toda su energía y fuerza la pone al servicio de Dios cuando descubre el gran amor de su vida: María.
  4. d) Escribió el ‘Tratado de la Verdadera Devoción a María’.
  5. e) “Los santos de los últimos tiempos serán santos marianos”

–        San Bernardo: “Los mayores santos, las personas más ricas en gracia y virtud son los más asiduos en rogar a la Santísima Virgen”

–        Acontecerá especialmente hacia el fin del mundo, porque el Altísimo y su Santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos.

–        Los santos son escogidos por Dios para oponerse a sus enemigos

+ Excepcional devoción a la Virgen

+ esclarecidos

+alimentados

+sostenidos

+protegidos

+combatirán con una mano y construirán con la otra

+con sus palabras y ejemplos atraerán a todos a la verdad

+aplastarán a los herejes y a las idolatrías

  1. f) La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse.
  2. g) Dios quiere revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos
  3. h) Quien halla a María, halla la vida, es decir a Jesucristo

– no se puede hallar a María se no se le busca

–        no se puede buscar a María si no se le conoce

–        no se puede conocer a María si no se le ama, si no se es un ferviente enamorado

  1. i) María debe resplandecer en misericordia, poder y gracia

–        en misericordia, para recoger a los pobres pecadores y a los extraviados

–        en poder contra los enemigos de Dios

–        en gracia para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores

II.- Hacia el Pacto de Confianza Mutua con María

  1. a) Aceptamos ser esclavos de María

–        Absolutizar a Dios en la propia vida

–        Ser incondicional de María

–        Darle el sí más completo que podamos

–        Que Ella pueda contar con nosotros: PCM

–        Cuenta conmigo así como yo cuento contigo

III.- Los efectos del amor a María en nosotros

  1. a) María nos ama

–        es una Madre verdadera y una Madre siempre ama a su hijo

–        nos ama porque nos ama Dios

–        nos ama porque nos hemos consagrado a Ella

–        nos ama con amor afectivo y efectivo

  1. b) María nos alimenta

–        Nos nutre especialmente por la eucaristía

  1. c) María nos conduce

–        nos enseña los caminos de la vida

–        nos sostiene cuando estamos a punto de caer

–        nos reprende cuando fallamos

–        ¡Si Ella te sostiene, no caerás!

  1. d) María nos defiende

-nos defiende de la tentación y del pecado

  1. e) María intercede por nosotros

–        Ella nos une y conserva unidos a Jesús con un vínculo estrecho

–        La bendición que se consigue con María, se pierde lejos de Ella

III- Bernardita, una misionera para nuestro tiempo.

4° Piedra Fundacional: el Envío

+ Testimonio del P. Sergio sobre Bernardita Correa:

– “Arturo tenía una beca para estudiar economía en Barcelona. A Bernardita en los exámenes para el embarazo le descubrieron la leucemia. En ese tiempo, esta enfermedad tiene cortas esperanzas de vida. Le dijeron: “Señora, tiene que hacerse el aborto. Ese niño no puede vivir. Va en contra de la ciencia, va a morir de todas maneras y va a morir Ud. también. pero a Ud. podemos prolongarle la vida algunos meses, pero al niño hay que matarlo”.

Ellos habían dado su 3º y 2º grado, sabían el valor de la vida y se dieron cuenta que no podían matar a un ser humano, es inmoral y se rebelaron contra los médicos y tuvieron su 1º guagua que fue Bernardita hija.

Bernardita se pone mal. Les doy la bendición por teléfono, se pone bien y luego, queda embarazada por 2º vez ahora de Arturito. Los médicos la tratan de irresponsable por tener cáncer y volver a embarazarse. Ellos perdieron la beca en España y vuelven a Chile para tener el parto acá. Arturito nacería en Chile. Bernardita en Barcelona”.

+ La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia aun está lejos de cumplirse. A comienzos del 3° milenio percibimos que esta misión está todavía en los comienzos.

+ San Pablo dice: `Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria, es más bien un deber que me incumbe, y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!`

+ El ejemplo del Papa JPII, Papa misionero.

+ El impulso misionero pertenece a la naturaleza íntima de la vida cristiana.

+ Parece que la misión `ad-gentes` se ha paralizado, la misión a los no cristianos se ha debilitado.

+ En la historia de la Iglesia el impulso misionero ha sido siempre signo de vitalidad, así como su disminución es signo de crisis de fe. La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. La fe se fortalece dándola.

+ ¿Por qué la misión? ‘Porque a nosotros se nos ha concedido la gracia de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo’. (Ef 3,8)

-La novedad de vida en Él es la Buena Nueva para el hombre de todos los tiempos.

-A ella han sido llamados y destinados todos los hombres.

-No podemos esconder para nosotros esta novedad y riqueza

-Somos privilegiados y estamos comprometidos a testimoniar nuestra fe.

-Seremos juzgados por esto. Fui o no testigo de mi fe.

+ Dificultades

-En otros países está prohibida la evangelización y en algunos la conversión.

-La falta de fervor que se manifiesta en la fatiga y en el desánimo.

-En la acomodación al ambiente y en el desinterés y sobre todo a la falta de alegría y esperanza.

-Las divisiones entre cristianos

-La descristianización de países cristianos

-La disminución de las vocaciones a la misión.

-Mentalidad indiferente marcada por un relativismo religioso que termina por pensar: «todas las religiones valen lo mismo».

+ Los caminos de la misión

– La primera forma de la misión es el testimonio.

– El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros

– La oración debe acompañar el camino de los misioneros

– A la oración es necesario unir el sacrificio: el valor salvífico de todo sufrimiento.

– La disponibilidad: `heme aquí Señor, estoy dispuesto`

– Dios prepara una nueva primavera del Evangelio: no podemos permanecer tranquilos si pensamos en los millones de hermanos que viven sin conocer el amor de Dios.

+ Espiritualidad del misionero

– Dejarse guiar por el espíritu

– Vivir el misterio de Cristo

– Amar a la Iglesia y a los hombres como Jesús los ha amado

– El verdadero misionero es el santo. Es necesario suscitar un nuevo ahnel9o de santidad.

+ Ego mitto te, ite et incendite mundum

– “Te llamamos con el Desafío, Tú nos respondiste con el Envío”.

– El Oratorio es una familia misionera

IV- Bernardita y su unión con Cristo

12° Piedra Fundacional: «Ya no vivo yo, sino Cristo y María viven en mí».

+ Testimonio de un sacerdote del Oratorio de la vida de Bernardita Correa:

– “En la Iniciación, ya antes de su enfermedad ambos con Arturo estaban bien concientes de estar luchando por la santidad. El testimonio de Bernardita es muy fuerte, muy grande para la familia en la lucha y la conquista por la santidad como matrimonio. También el tema de la defensa de la vida: fue como doblemente mártir, tuvo que defender dos veces sus hijos de los intentos de parte de los médicos de quererla hacer abortar.

Cuando uno hable en la misión de ella la gente queda impresionada por el testimonio de Bernardita. Para los grupos también, ella hacía un gran esfuerzo por la autoeducación. Hay un testimonio muy lindo. Siempre estuvieron en grupos marianos. La Bernardita es santa, nos da tremendo ejemplo. Recién las niñas están tomando conciencia de lo que hizo”.

+ Símbolo: manos orantes de Durero. Muestra al mundo como se debe rezar.

+ El mundo del Oratorio tiene que afirmarse en la oración. El Oratorio es un lugar donde se ora. Un movimiento en que no se ora es una contradicción. El Oratorio es para el mundo popular que tiene que llegar a ser un pueblo místico.

+ La oración es el medio para nuestra salvación. «El que reza se salva. El que no reza no se salva».

+En la oración me encuentro con Dios. Se parece al Cielo, donde estaré eternamente en su presencia junto a María y a los santos.

+Una mujer desde el infierno decía que «los condenados no rezaban o rezaban poco en su vida terrenal».

+San Benito santificó a sus monjes con el lema: «ora et labora».

+ El que canta, reza dos veces.

+ Oración: unión transformante en Dios, con Dios, para Dios.

«Para conquistar el Corazón de nuestra Madre, nos unimos en un solo corazón…».

+ Hacia una espiritualidad profunda:

A- Reconquistar antiguas metas

-Bitácora

-ADP

-Misa Dominical

-Lectura bíblica

-Oratorio personal

-Vinculación a María en el Oratorio Central. Vínculos que no se expresan, se mueren.

B- Avanzar en los grados

– No dejar pasar este año sin nuevos grados y compromisos

– Prepararse para ser asesoras

– No tener miedo a enfrentarse con la masa.

C-La mujer de Dios es una enamorada de María

– Los santos de los últimos tiempos serán santos marianos

V- Bernardita se ofrece como víctima. 13° Piedra Fundacional

El Martirio: `Ave Maria gratia plena, morituri te salutant`

+ Nuestro Fundador el P. Sergio comenta sobre Bernardita: “La visité en las semanas inmediatamente anteriores al fin de su vida y pude vislumbrar en ella a una preciosa piedra fina. Vi una mujer que estaba entregando su vida libre y voluntariamente: entregó su vida por los demás. Había una persona determinada por quien ella ofrecía sus dolores. Cuando ella sufría y entregaba sus sufrimientos, era típico que esa persona lograba superarse. Descubrió el poder salvífico del dolor ofrecido con fe y humildad. En su fotografía está escrito el pensamiento que había descubierto en su vivencia personal y de pareja: “Hemos descubierto que el sufrimiento redime”. Cuando alguien está en esa base espiritual, no de palabras sino en los hechos, se trata de algo muy grande. Esta gracia la ha obtenido la Madre del Oratorio”.

+ Para descubrir el sentido de la propia vida, se debe tener la experiencia de:

1- Amor a una persona

2- Servicio a un ideal. Un compromiso noble es capaz de orientar toda existencia.

3- Enfrentarse a un sufrimiento inevitable. No es insoportable un sufrimiento, sino vivir sin ideal.

+ El amor y el dolor siempre marchan juntos. El dolor necesita una constante purificación mediante el dolor. El amor necesita alcanzar nuevas profundidades. Ej. Poda de árboles.

+ El P. Sergio tiene una fuerte llamada a entregar su vida en forma heroica a través del martirio y lo plasma en la 13° Piedra Fundacional. Nos llama a pedir y a entregar nuestra vida.

+ Al hablar de martirio, la Madre nos pide sacrificios. Mortificación como sujeción de las propias energías inferiores. En términos prácticos, implica:

  1. a) Firmeza sin concesiones respecto de las ocasiones de pecado (algunas fiestas, ciertas amistades, programas de TV, revistas dudosas, videos, Internet, etc.);
  1. b) El proponerse (no necesariamente de modo permanente, pero al menos

ocasionalmente) renuncias de cosas que no son malas en sí mismas (por ejemplo,

privarse algunas veces del tabaco, del alcohol, etc.), e incluso de cosas buenas (recortar el tiempo de descanso, privarse de algunos alimentos, ayunar, etc.), para enseñar al “hermano asno”, como llamaba San Francisco al cuerpo, quién es el que manda.

  1. c) Purificar la memoria de los malos recuerdos de la vida pasada (voluntarios e involuntarios). Para esto hay que trabajar en la virtud de la esperanza de las realidades eternas.
  1. d) La educación del pudor.

Cuidarse de los “disfraces de la impureza”.

La castidad se puede manchar con palabras, chistes subidos de tono, groserías y frases de doble sentido, etc. Ver Ef. 5, 3-4

VI-     Bernardita, mujer Eucarística.

10° Piedra Fundacional, La Eucaristía

+ Testimonio de las Misas celebradas por el P. Sergio en que participaba Bernardita.

– “Al fondo en una salita el P. Sergio celebraba la Misa en un lugar muy simple, con banquitas, con 1 ambiente único. La Eucaristía celebrada era muy íntima, con la presencia de la gracia de Dios muy grande, era 1 privilegio, había un ambiente especial. La Misa llegaba al corazón. Cosas muy profundas y acogedoras; actitudes humanas que hacía que lo igual se hiciera distinto con la gracia de Dios. Y era el caso de la Bernardita. Y junto al Oratorio, nada externo que llamara la atención, ni estufita, ni comida, ni living, ni cuadros… Eran cosas poco relevantes.

Bernardita y Arturo tenían una actitud muy positiva ante la vida. Gozaban el momento a pesar de haberse venido de la playa las tardes de Domingo. Se vivía a la vez un momento de seriedad, de profundidad y de alegría. Generalmente después de las reuniones había Misa”.

+ La Eucaristía designa una doble realidad. Por un lado, el Santo Sacrificio de la Misa, actualización y presencia del mismo sacrificio de la cruz. Por otro, el sacramento de la presencia de Cristo bajo los signos de pan y vino, consagrados en el rito de la celebración.

+ La Santa Misa, compendio y centro de la religión cristiana, no es la pura y simple conmemoración de la pasión y muerte de Jesucristo, sino un sacrificio propio y verdadero por el que Cristo, Sumo Sacerdote, repite lo que una vez hizo en la cruz. Es sustancialmente aquel mismo sacrificio, la misma Víctima, el mismo Sacerdote principal, la misma oblación, los mismos fines. Sólo difieren en el modo de realizarse: cruento en el Calvario, incruento en el altar.

+ Manantial abundantísimo de gracias, produce los mismos efectos que el sacrificio de la cruz:

  1. a) Adoración: Dios recibe de una sola Misa una gloria infinita. Sea quien fuere el que celebre, este efecto siempre se produce.
  1. b) Acción de gracias: Justamente esto significa «Eucaristía». El Divino Redentor, como Hijo de Dios, fue el único que pudo darle al Padre una digna acción de gracias. Lo hizo en la última cena, en la cruz, y no deja de hacerlo en el Sacrificio del altar.
  1. c) Reparación o expiación: Todos los hombres, por el pecado, contraemos una deuda que es preciso saldar. Tiene este sacrificio un poder expiatorio infinito. Sin embargo su efecto se aplica según las disposiciones del sujeto que lo recibe. Nada mejor para reparar nuestros pecados y los de los difuntos.
  1. d) Petición: No tiene par tampoco en su fuerza impetratoria, ya que es Cristo mismo, «siempre vivo para interceder por nosotros» (Heb 8, 25) quien reclama la gracia.

+ Para poder participar de ella activamente y con fruto, debemos unirnos cada vez más al Sacerdote y Víctima como lo recomendaba el Apóstol: «Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús» (Fil 2, 5) identificándonos cada vez más con Él hasta poder decir: «Con Cristo estoy crucificado» (Gal 2, 19).

+ En ella, por fuerza de las palabras del sacerdote, enseña el Concilio de Trento, «después de la consagración del pan y del vino, se contiene verdadera, real y substancialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, bajo la apariencia de aquellas cosas sensibles». Allí se hace presente el Señor, en cada una de las especies, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

+ La Eucaristía ha ocupado desde siempre un lugar esencial dentro de la Iglesia, pero el Oratorio quiere tener una devoción particular y especial.

+ Para nosotros la Misa debe ser una renovación del Pacto de Confianza Mutua en el encuentro más íntimo con Cristo.

+ Hay que llevar nuestra vida a la Misa y la Misa a nuestra vida diaria. San Alberto Hurtado decía: «La Misa es mi vida y mi vida una Misa prolongada”. Los antiguos decían: “Del altar a la arena”.

+ Estructura de la Misa

  1. Introducción

Saludo inicial

Confesión de culpa

Absolución

Oración de la asamblea

  1. Liturgia de la Palabra

Lectura – Salmo responsorial

Evangelio (Credo)

Homilía (Oración de los fieles)

  1. Liturgia de la Eucaristía

Ofertorio

Consagración

Padre Nuestro

Saludo de paz

Comunión

Oración

Bendición final

Despedida

+ Acto fundacional de la 10ª Piedra: la prédica del 31 de enero.

Ese día se celebra a San Juan Bosco, fundador de la familia Salesiana. Y en la prédica de la Misa del Padre Sergio que celebraba con todas las Hermanas, quería recalcar las tres devociones de este santo: La Santa Eucaristía, María Auxiliadora de los cristianos y el Santo Padre el Papa.

  • Primer signo: Al ponerse hablar de la Eucaristía, el Padre comenzó a apasionarse por el tema por la riqueza que tiene en sí mismo, pero cuenta él mismo que es primera vez que al predicar sienta tanta emoción que llega a tener deseo de llorar de alegría. Él dice de sí mismo que es muy difícil que llore, incluso ni para la muerte de su mamá había llorado. Le parecía extraño que le estuviera pasando eso, a tal punto que tuvo que terminar la prédica, pero antes dijo, parece que estamos ante una nueva Piedra Fundacional. Pensó a sus adentros si ese sería el momento de la nueva Piedra Fundacional, y se quedó con esta inquietud.
  • Segundo signo: al estar en la prédica, un pajarito golpeó repetidas veces las ventanas, (lo atestiguan varias Hermanas), como queriendo llamar la atención para remarcar la seriedad y lo cierto que era ese acto fundacional.
  • Tercer signo: Al momento de la consagración, se da vuelta repentinamente el florero del altar. Fue un desastre. Con eso el Padre pensó de que Dios le estaba dando una señal de que no era el momento, pero a la vez se dijo: “esto significa que la Eucaristía está siendo muy ofendida, principalmente por los que comulgan indebidamente; sí, es una Piedra Fundacional”. Sólo es ese momento quedó tranquilo, con lo que Dios corroboró en su corazón.

Anexo: La Transoperancia divina en Bernardita

+Transoperancia: significa que Dios opera a través de ciertos instrumentos.

+ Existen distintos tipos de operancia divina:

-Directa: acción creadora de Dios: acción redentora de Jesucristo; acción del Espíritu Santo sobre las personas.

-Indirecta: es lo que nos ocurre cotidianamente. Esta transoperancia es enigmática, hay que saber «traducir» o reconocer los mensajes que nos da Dios.

-Lc 12,22: Abandono en la Providencia: `No andéis preocupados`.

-Santa María de Guadalupe: `¿No estoy yo aquí?, ¿No soy tu Madre?, ¿No estás bajo mi sombra?, ¿No estás acaso en mi regazo? No te apene ni te inquiete otra cosa`.

+ Dios habla al hombre y el hombre le responde con la fe y le dice, sí creo, aumenta mi fe, yo quiero creer.

+ Se enseña que Dios está presente en todas las cosas. `Estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo` (Mt 28,20). Pero también está actuando en todas partes. Esto es tener fe en que Dios transopera en el mundo: `Soy tu operario, por medio de quien Tú puedes “transoperar” en el mundo y en la Iglesia`.

+ Las niñas están llamadas a ser mujeres de Dios que creen que Dios actúa en sus vidas. Y puede Dios actuar en forma natural (cotidiana: Dios anda en las ollas) o sobrenatural (milagros: ej. Cuerpos incorruptos de santos).

+ Nunca ser escéptico o agnóstico, que Jesús no nos diga: `necios y tardos de corazón`. (Lc 24,25)

+ La Transoperancia es una visión de fe. Dios Causa 1° actúa por intermedio de Causas 2° libres. El hombre está llamado a cooperar con los planes de Dios. Él necesita obrar por la colaboración humana.

-Como el niño de los 5 panes y 2 peces

-Como el SÍ de la Virgen María

+ Nada ocurre por casualidad, sino todo por causalidad:

+ San Alberto Hurtado: «Nuestra fragilidad no es un obstáculo para Cristo, lo que es un obstáculo es no disponerse a cooperar».

+ Estamos llamados a salvarnos. Esto se llama predestinación positiva. Ej. Haber venido a campamento; pensar en los compañeros de banco.

+ Agradecer infinitamente a Dios por lo que nos ha dado, teniendo en cuenta que si hemos recibido 30, mientras otros han recibido 70, esto también significa:

(a) que tenemos 30 gratuitamente;

(b) que tenemos 30, es decir más que 5, 10, 15, 20 o 25 que es lo que muchos otros han recibido;

(c) que mis 30 responden a una misión divina que no podría cumplir con 20, ni tampoco con 50 o 70.

+ Llegada de Bernardita al Oratorio= providente.

San Pablo: `En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman`. (Rom 8,28)

LA JEFA ES UNA MUJER DE DIOS

I- El hombre masa

+Juan Bautista y Herodes

-Apariencia de religiosidad

-Hombre dividido

-Entregado a los placeres del mundo

-«pídeme lo que quieras”

-Su fe cae frente al temor y la presión del grupo sucumbe frente al mal que es más fuerte «la cabeza de Juan Bautista»

-Una mujer mala corrompe el corazón del hombre

-Eva y Adán

-Dalila y Sansón

-Mujeres objetos

+Juan es un hombre acostumbrado a no darse gustos

-Vive en el desierto

-Hombre austero

-Piel de camello

-Dice la verdad. «No te está permitido casarte con la mujer de tu hermano»

-Hombre de Dios

-«Yo no soy el Mesías»

-Detrás de mí, viene otro más importante

-Entrega su vida por la verdad, por Cristo

+Juan es un hombre de fe, que vence la masa.

-¿Eres tu el que tenía que venir? (Mt 11,3)

-Díganle a Juan…

-Una fe robusta en el Mesías

-Juan es un verdadero jefe entregado a su gran tarea

+El testimonio de Jesús sobre Juan

-¿Qué salisteis a ver al desierto?

-Una caña agitada por el viento

-Un hombre elegantemente vestido

-Estos viven con elegancia en los palacios

-Un profeta, un jefe

-Un hombre de Dios que habla de parte de Dios.

-Habla de Dios porque tiene a Dios en su corazón.

Temas para Campamento de Niñas Alepúe, enero 2009

 

  1. Bernardita, cristiana ejemplar para el tercer milenio
  2. Bernardita, mujer auténtica
  3. Bernardita, hija predilecta del Oratorio    
  4. Bernardita, madre y esposa ejemplar
  5. Bernardita Correa, perfecta discípula y misionera
  6. El sentido de la vida para Bernardita

 

1.-Bernardita, cristiana ejemplar para el tercer milenio

1.- Lectura Bíblica: Lc. 12, 22-31

Jesús dijo a sus discípulos: «No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!

Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida? Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás? Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso. Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura.

2.- Hecho de vida

Cuentan sus familiares que Bernardita era sencilla de espíritu y alegre. Nació una niña extraordinariamente bella. Su nombre fue escogido por sus padres, sintiendo que debía representar toda la ternura y bondad que fuera posible. Se llamó Bernardita. Era una niña frágil y tierna, con grandes ojos color verde pardo, mejillas sonrosadas y pelusitas color miel. Los padres y hermanos se sentían fascinados por la expresión de su rostro que denotaba una inocencia y una pureza jamás vista…    

Bernardita cuando nació fue la sexta guagüita de esa familia que nació al centro de una docena de hermanos y hermanas. Fue la tercera mujer de la familia, y tuvo cinco hermanas más. El resto fueron hombres. Se reía con carcajadas claras y contagiosas, y su temperamento era suave y firme a la vez. Vivió su niñez y su juventud siempre muy unida a sus hermanos y a sus padres, aficionada a la conversación y a la lectura. Cuentan que era muy habitual encontrarla tendida sobre la cama, leyendo un entretenido libro de cuentos chupándose el dedo. Era sencilla y amistosa, tenía gran sentido del humor. Nunca fue ostentosa ni egoísta. Más bien se preocupaba por lo que le sucedía a los demás y no dudaba en servir a quién lo necesitara. Todo dentro de un margen normal y natural. Sus cualidades no reflejaban a un ser extraordinario hasta el momento.

3.- Tema

+       La transoperancia: visión de fe       

+       Cooperando con los planes de Dios: gobierno del mundo por causas 2º libres  

+       Jesús parece que no quiere obrar en el mundo sino mediante la colaboración de los hombres     

+       No ocurre nada por casualidad, todo por causalidad:  

  1. Creación
  2. Encarnación

iii.     Fundación de la Iglesia

  1. Influencia de grandes personajes de la historia:

+       San Francisco     

+       San Ignacio

+       Santa Teresita del Niño Jesús         

+       P. Sergio Mena    

  1. Oratorio Mariano: lugar y misión en la Iglesia

+       Fe en las señalizaciones divinas sobrenaturales:

  • Nacimiento (escogido)
  • Familia
  • Vocación
  • Predestinación a la salvación

+       Evitar la incredulidad. Reconvención del Señor. Actitud de María.

+       A Dios le gusta utilizar instrumentos pequeños pero confiados.    

+       Entrega, entrega entera y total en manos de Cristo para que Él se sirva de nosotros. Como el niño en la multiplicación de los panes.

+       Relevancia de la llegada de Bernardita al Oratorio

4.- Preguntas:

  1. ¿Percibo con prontitud lo que Dios quiere decirme en el día a día y en los acontecimientos importantes?
  2. Comente la frase del P. Hurtado: “Todo el porvenir de una persona se determina en 2 ó 3 sí o no que da entre los 15 y los 20 años”.

2.- Bernardita, mujer auténtica

1.- Lectura Bíblica: Gén. 3, 1-19

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.» Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores. Oyeron luego el ruido de los pasos de Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Él por entre los árboles del jardín. Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.» El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?» Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.» Dijo, pues, Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.» Entonces Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará. Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»

2.- Hecho de vida

Cuando Bernardita terminó su colegio de las monjas Carmelitas, entró a estudiar en la universidad, la carrera de Bibliotecología. Evidentemente, escogió muy bien: era una carrera como para ella. Se graduó con buenas notas y trabajando en la escuela de Economía, conoció a Arturo.

Su pololeo fue una relación seria pero muy graciosa. Arturo era un hombre muy intelectual, serio y formal. Acostumbrado a viajar y a la elegancia, compraba su ropa fuera de Chile. Contrastaba mucho con ella que se vestía con la ropa de sus hermanas o la que se fabricaba ella misma. Su carácter sencillo no daba espacio para ese estilo de vida tan sofisticada. La primera vez que la invitó a cenar, la llevó a un restaurante muy elegante. Cuando le pasaron la carta del menú, Bernardita vio una lista de platos de nombres muy particulares y para no complicarse, pidió: “un completo por favor”. Desde ese momento todo fue risa y espontaneidad. La tirantez era una situación que le incomodaba y ella había logrado romperla imprimiendo con su simpatía, la sencillez a la que estaba acostumbrada. Existía entre ellos un lazo muy profundo que se manifestaba a través de su profundo espíritu religioso.

3.- Tema

+       Pecado original: nuestra naturaleza está herida, aunque no completamente destruida.      

+       Pudor de la mujer nueva: ser imagen de María la Nueva Eva

  1. Desnudez del paraíso: inocencia virginal, transparencia, verdad
  2. Desnudez hoy: impide ver a las personas

iii.     Cuando no hay pudor aparece la desnudez anónima, ofrecido a cualquiera     

  1. Pecado de A y E: se rompe la armonía original
  2. Necesidad del vestido como voluntad de Dios
  3. Pudor: velo que protege la intimidad del cuerpo y del alma. No se refiere tan solo a la sexualidad, sino que a la intimidad. Invitación a que a través del cuerpo se llegue a la persona.

vii.     Analogía: velo del santísimo, confesionario, pestañas y párpados  

viii.    Importancia de que la mujer conozca al hombre

  1. Virginidad: sello que oculta un misterio
  2. Pornografía: gran mal, profanación de la corporeidad
  3. Solución: dar luces de lo alto

+       Antimodelos de mujeres “Evas”: modelos?, actrices?   

+       Modelos de mujeres auténticas: María Goretti, Laura Vicuña, Bernardita Soubirous, Bernardita Correa, etc.

4.- Preguntas:     

  1. ¿Necesito distanciarme más de la mujer inauténtica? ¿En qué sentido?
  2. ¿Se habrá vestido Bernardita ‘de cualquier manera’?

3.- Bernardita, hija predilecta del Oratorio

1.- Lectura Bíblica: Juan 2

Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.

2.- Hecho de vida

En su iniciación, ya antes de su enfermedad ambos con Arturo estaban bien conscientes de estar luchando por la santidad.   

El testimonio de Bernardita Correa es muy fuerte, muy grande para la familia en la lucha y la conquista por la santidad como matrimonio. También el tema de la defensa de la vida: fue como doblemente mártir, tuvo que defender dos veces sus hijos de los intentos de parte de los médicos de querer abortar. Cuando uno habla de ella en la misión, la gente queda impresionada por el testimonio de Bernardita. Para los grupos marianos también, ella hacía un gran esfuerzo por su autoeducación. Hay un testimonio muy lindo. Siempre estuvieron en grupos marianos.

La Bernardita es santa, nos da un tremendo ejemplo. Recién las niñas están tomando conciencia de lo que ella hizo.

3.- Tema

+       Modelos de la mujer actual:   

1)      Mujer – poder      

2)      Mujer – hombre   

3)      Mujer – cuerpo    

4)      Mujer – vinculada

ü       Afectividad sana: mortificación de los sentidos.

  1. a) Constante revitalización de nuestra vinculación con María

Ø      Oratorio Personal

Ø      Bitácora    

Ø      Rosario      

Ø      Saludos del Oratorio    

Ø      Peregrinaciones a los Oratorios Centrales

Ø      Ser enamoradas de María en todo nuestro quehacer   

Ø      Que todo nuestro quehacer esté consagrado a María  

Ø      Lucha constante por nuestra autoeducación y por nuestros grados.

  1. a) Una actitud permanentemente mariana

Ø      ¿Qué haría María en mi lugar?       

Ø      María nos forma con sus propios rasgos.

  1. a) Actitud permanentemente apostólica.

Ø      No descansar hasta que todo el mundo esté consagrado a María   

Ø      Atrae muchos jóvenes al Oratorio.  

Ø      Formarse como asesoras del Oratorio.

  1. Heroísmo en las cosas pequeñas, en la vida diaria
  2. El Oratorio quiere formar mujeres santas

4.- Preguntas:

  1. ¿Estoy en una actitud de lucha permanente contra la masificación?
  2. ¿Soy un modelo de María para los demás hombres y mujeres?

4.- Bernardita, madre y esposa ejemplar

1.- Lectura Bíblica: Gén. 2, 18-25

Dijo Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas, para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.

2.- Hecho de vida

Durante el pololeo Bernardita y Arturo, se comprometieron firmemente con el Movimiento Mariano Madre del Pueblo. Todos los sábados por la tarde asistían a retiros espirituales para consolidar su fe en una casa antigua y decrépita, en el centro de Santiago: el Oratorio. Aparentemente no tenía ningún atractivo y menos en las tardes de sábado para dos jóvenes enamorados y entusiastas. Don René Urrutia, que era un amigo bastante mayor, se impresionaba mucho de verlos todos los fines de semana en reuniones de ese tipo y les decía: «¡Pero chiquillos! ¡qué están haciendo aquí si los jóvenes están todos divirtiéndose en un día como hoy! ¡Cómo es que no les interesa estar bailando o haciendo otra cosa que no sea estar rezando!» Y ellos sonreían y sentían que no había nada más importante e interesante que estar haciendo lo que hacían. Esto acompañado de una asistencia permanente a grupos de comunidades cristianas, y a celebraciones de misa diaria, imprimían en ellos un sello distinto al común de las parejas.

3.- Tema

+       Relato del Génesis:       

  1. “No es bueno que el hombre esté solo”: la soledad es imperfecta
  2. “Sueño”: el hombre debe morir a su soledad para dar vida a otro

iii.     “Carne de mi carne”: una sola carne, como hermanos

  1. “Le presentan a la mujer”: sentido del hombre: donarse ` homosexualidad
  2. “El hombre deja a su padre”: amor esponsal + fuerte
  1. Crisis maternidad
  2. La esencia femenina:

1ª Está en el “ser toda alma”. Esto significa que la mujer:

– Lo que hace, lo que regala, lo que da, lo que dice tiene un carácter personal y único.      

– Deja algo de su personalidad en ello.     

– Busca en todas partes a la persona.      

– Tiene la capacidad de subordinar la eficacia, el rendimiento, a la participación.     

2ª Ella es entrega, afectividad, amor. Esto significa que:

– Tiende a lo maternal: que es tener conciencia de responsabilidad por la vida física y espiritual de otros.     

– Tiende al altruismo: que es velar por la vida del otro con magnanimidad, sin mirar lo que se recibe. Significa un desinterés en el pensar, sentir y actuar. Es un “querer-estar-para-otros”.       

– Tiene una gran riqueza de sentimientos.         

– Tiene una fuerte relación con la vida: que es conocimiento de las personas, necesidades, carencias y talentos.    

– Tiene intuición: que significa que, por ese contacto con la vida, desarrolla un sexto sentido para percibir la realidad.    

– Tiene una gran capacidad, disponibilidad y alegría en el sufrimiento: en vez de esquivar el sufrimiento, de eludirlo, de concebir armas para destruirlo, lo asume, lo enfrenta directamente y le cambia el signo; lo convierte de signo de muerte, en signo de vida.

3ºEsta forma que tiene la mujer de amar la podemos analizar desde sus dos vertientes: una línea que se acerca, que avanza, un “regalarse” (e implica cercanía, entrega, ternura) y una línea que retrocede, “un conservarse” (que implica una positiva y necesaria distancia, el ser misterio, el tener un respeto ante el otro).

Si la mujer es experta en relaciones humanas, en vínculos, tenemos que regalar esto al mundo, sacándolo de su incomunicación. Porque:       

– Si no hay alma, las relaciones se tornan impersonales, frías.      

– Si no hay amor, entrega, las relaciones se tornan utilitarias, egoístas, de marketing        

– Si no hay integridad, las relaciones se enturbian, se erotizan, se rebajan.

Hay una frase muy conocida que dice: la mano que mece la cuna es la mano que mece al mundo. Es necesaria la presencia de la mujer en el hogar, esto es verdad, pero también en la sociedad, en el trabajo, en la Iglesia. Pero su presencia debe ser, sí, una presencia auténticamente femenina.

Por ello, nuestro primer reto es aceptarnos como mujeres y regalarnos como somos. Esto significa:     

– Conocernos mejor y valorarnos.    

– No renunciar a ser nosotras mismas para lograr alcanzar las metas que nos proponemos.       

– Trabajar junto al hombre en mutua colaboración, conociendo y respetando su propia idiosincrasia.  

– Educarnos a nosotras mismas para ser capaces de “dominar la vida”, que no sea ella la que nos domine.   

– Exigir que nuestro entorno, la sociedad, la legislación respete nuestro ser de mujer.       

– No intentar hacerlo todo solas para demostrar que somos capaces de todo. No es verdad que no necesitemos ayuda.    

– Tenemos que adaptarnos a las circunstancias y no seguir midiéndonos por patrones que ya no corresponden a la realidad. Como por ejemplo, la mujer que trabaja fuera de casa no debe imitar a la que solo lo hace dentro del hogar.    

– Estar unidas, buscar apoyo y ayudarnos entre nosotras.

4.- Preguntas:

v       ¿Qué me impide ser otra María en medio del mundo? 

v       ¿Cómo me proyecto en 10 años, 20 y 40 años más?   

5.- Bernardita Correa, perfecta discípula y misionera

1.- Lectura Bíblica: Lc. 1, 39-43

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

2.- Hecho de vida

Cuando Bernardita fue al médico a certificar su embarazo, al leer los exámenes de sangre el médico le expresó claramente:        

«Ud. tiene Leucemia. Lo más indicado en este caso es abortar». Me imagino el doble impacto que tienen que haber recibido. Para nadie es fácil comprender que se está gravemente enferma. Sobre todo, cuando se tiene 23 años y se supone que tiene toda la vida por delante. Fuera de eso, saber que estaba esperando un hijo, y que un médico le dijera que no podía tenerlo porque era peligroso para su salud, era inconcebible. ¿Abortar? ¡¡Jamás!! ¡Primero su propia muerte! Tiene que haber sido un duro golpe para ellos y quizás choqueados por las noticias que todavía no lograban asimilar, abandonaron la consulta en busca de otra opinión.

Debido a su entereza, a su fuerte convicción de que la vida de ese niño no les pertenecía del todo, y confiados en la voluntad de Dios, decidieron asumir plenamente el embarazo. Arturo y Bernardita no le contaron nada a sus familiares y cuidándose muchísimo, tuvieron a los 9 meses, una niñita, sana y maravillosa, a quien llamaron como su madre: Bernardita.

3.- Tema

  1. El rumbo de mi vida: puerto de partida, puerto de término y camino.
  2. El Oratorio quiere formar personalidades formadoras de historia.
  3. “Decís vosotros que los tiempos son malos, sed vosotros mejores y los tiempos serán mejores: vosotros sois el tiempo”. San Agustín.
  4. Una de las características de las personalidades creadoras de historia es haber nacido en medio de dificultades. Así lo vivió el Papa Juan Pablo II, el P. Hurtado y el P. Sergio.
  5. A Cristo no le gustan las órdenes y prohibiciones. Sólo los Mandamientos son indispensables. Él me pide, no me obliga. Necesita mi cooperación para su obra. Quiere que prolongue su acción en el mundo.
  6. Grandes modelos, grandes personas:
  7. Don Bosco: “Dame almas y quítame todo”
  8. San Ignacio: “A mayor gloria de Dios”

iii.     San Alberto Hurtado: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? 

  1. San Pablo: “Me he hecho todo para todos”
  2. María: “He aquí la esclava del Señor”

+       Lección de la Visitación:        

o       Favores reales     

o       El que da con prontitud da dos veces       

o       Dar como si yo fuese el beneficiado 

o       No esperar que los otros den el primer paso      

o       El gesto cristiano es amplio, bello, heroico, total

o       La cortesía es la flor y nata de la caridad

4.- Preguntas:

+       ¿Tengo conciencia de ser mariana misionera del Oratorio?  

+       Mi modelo personal, ¿me lleva a la máxima santidad?

6.-El sentido de la vida para Bernardita

1.- Lectura Bíblica: Mt. 26, 26

Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a sus discípulos dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»

2.- Hecho de vida

El día 21 de Noviembre de1982, cuando la enfermedad se manifestaba con sus molestias y sobre todo la inseguridad de poder de nuevo estar sana, Bernardita escribe: 

“Querida Madre: ayúdeme a ser valiente, a soportar todo por amor a Dios, para que se conviertan los que no conocen a Dios. Madre, me quejo mucho de dolores y esto no es nada al lado de lo que sufre mucha gente. Estoy con un poco de susto por lo que me espera, quiero ser más optimista pero me vienen los dolores. Madre ayúdame a sufrir tranquila por favor. Te pido especialmente por A. Para que esté tranquilo que no lo contagie yo con mis quejas, te pido por los niños para que estén bien cuidados. Gracias Madre.” Como pueden ver, mis queridos hermanos, es una bitácora completamente simple. Su teología subyacente es completamente simple, enteramente auténtica y no rebuscado su modo de expresarse. Se trata de lo que constituye el núcleo de la Santidad: vivir en Cristo, vivir la vida nueva que Él nos trae. Y esta vida nueva la ha cumplido en primer lugar María Santísima, nuestra Madre. En Bernardita se nota esta vida nueva, porque donde otra se hubiera desesperado y por lo menos se hubiera ofendido con Dios, El obraba en ella, para que por lo menos quisiera ajustarse a la voluntad y luchara por no quejarse: “Para no contagiar a su esposo por las quejas”.

3.- Tema

v       Sentido de la Cruz para un cristiano: descubrir que el dolor redime.

¥       El interés principal del hombre, es el de encontrar un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que este sufrimiento tenga un sentido.   

¥       En realidad, ni el sufrimiento ni la culpa ni la muerte puede privar a la vida de su auténtico sentido. El sufrimiento necesario es un sufrimiento que tiene sentido, eximirle al ser humano de él, sería inhumano     

¥       El sufrimiento que parece no tener sentido, lleva a la desesperación, a la angustia, a la depresión.      

¥       El sufrimiento, cuando adquiere un sentido superior y se acepta como un hecho normal y positivo de nuestras existencias, se constituye en una fuente inagotable de enriquecimiento y progreso en todos los órdenes.

+       Tema de la comunión de los santos 

+       Principales dificultades en la vida espiritual:

  1. Miedo al compromiso
  2. Falta de tiempo

iii.     Carencia de identidad propia 

  1. Incapacidad de convencer

+       Los mártires son la fuerza de la Iglesia del siglo XX y del nuevo siglo.    

+       El apóstol Pablo nos exhorta a llevar siempre la mortificación de Jesús en nuestro cuerpo, para que también su vida se manifieste en nuestra carne mortal.      

+       Clases de mortificación:

Ø      Mortificación interior: lleva a la humildad, al autodominio, al control de la imaginación y de la memoria, alejando de la mente los pensamientos y recuerdos que llevan al pecado; y, especialmente, reprimiendo el amor propio y la soberbia, del afecto.     

Ø      Mortificación exterior: es la mortificación de los sentidos externos: la vista, el oído, el gusto, la lengua, evitando, por ejemplo, las murmuraciones.    

Ø      Mortificación corporal: es la que los cristianos hacen -de forma moderada, prudente, ordenada y humilde- con su cuerpo, uniéndose al sufrimiento de Cristo en la Cruz, con deseos de corredimir, mediante ayunos, uso del cilicio, disciplinas, etc.   

Ø      Mortificación activa: es la que se busca directamente:

-soportar una ofensa.   

– ayudar a los demás cuando cuesta.       

-hacer un acto de mortificación (por ejemplo, ayunar un día, etc.) 

Ø      Mortificación pasiva: es la mortificación que no se busca, pero que, cuando viene se lleva por amor de Dios, con serenidad: por ejemplo, la mortificación de una madre que pasa las noches en vela cuidando a sus hijos.     

Ø      Mortificación de la vida diaria: en las cosas ordinarias y corrientes:       

-en el trabajo intenso, constante y ordenado; sabiendo que el mejor espíritu de sacrificio es la perseverancia por acabar con perfección la labor comenzada;

-en la puntualidad, llenando de minutos heroicos el día;     

-en el cuidado de las cosas, que tenemos y usamos;   

-en el afán de servicio, que nos hace cumplir con exactitud los deberes más pequeños;     

-y en los detalles de caridad, para hacer amable a todos el camino de santidad en el mundo: una sonrisa puede ser, a veces, la mejor muestra de nuestro espíritu de penitencia…

+       Para la formación de marianas:      

Ø      Constancia

Ø      Tiempo      

Ø      Fidelidad   

Ø      Hacerlas sentir protagonistas

Ø      Formación sistemática y permanente       

Ø      Vida espiritual: Eucaristía, Grupo Mariano, Biblia y Dirección Espiritual

4.- Preguntas:

v       ¿Me diferencio ante un mismo dolor frente a mis iguales?   

v       ¿Soy capaz de sufrir libremente por la salvación de otra persona?